Fe y Obras

 

Hacia Pentecostés

 

 

 

22.04.2021 | por Eleuterio Fernández Guzmán


 

 

Entre el domingo llamado de Resurrección y el día en el que el Espíritu Santo cae sobre los Apóstoles y la Virgen María, pasan muchas cosas en la vida de aquellos que habían seguido al Maestro de Nazaret: se aparece Jesucristo en diversas ocasiones a los que más de cerca le habían seguido, les enseña lo que deben aprender para ser capaces de transmitir la Buena Noticia y, en fin, no pierde ni un segundo Cristo en hacer lo que debía hacer para completar su misión. Y aquellos que antes habían comprendido poco acaban por saber que sí, que todo había sido verdad y que era su obligación, ya sin miedo, ir por el mundo a decir que todo había empezado de nuevo… gracias a Dios.

Y llegaría aquel día. Cincuenta días después de aquel domingo extraño en el cual tras lo peor devino lo mejor y cuando todo creían haber perdido, todo lo encontraron: a su Señor, Vivo, entre ellos y, ya para siempre con ellos…

Cincuenta días después de haberse dado cuenta de que las palabras de su Maestro, sí, aquellas que no comprendían por tener cerrado el corazón y el entendimiento, unas llamas iban a aclarárselo todo. Pero aún no...

Libres, ya, de la desazón
y el olvido,
libres, ya, de lo que fue
y nunca más será,
libres de aquello que no era
porque ciegos estábamos.

Libres, ahora, de ilusiones
siendo la Verdad presente,
libres de dudas,
libres de malos pasos.

Libres ahora, ahora libres
en este mundo que ignora todo,
que nada sabe de la Luz
y el Camino, de la Verdad y la Vida.

Libres estamos, ahora,
en tiempo de espera y de gozo,
en tiempo de ser y no de tener,
en tiempo de oración y esperanza.

Libres somos, libres de querer,
libres de ansiar, libres de esperar…

Libres y aceptado hemos,
libres y seguros queremos,
libres aceptamos a Dios
y a su Mesías,
Señor nuestro y Enviado
que en el corazón ha sembrado,

salió y sembró,
quiso y consiguió,
y de la nada todo fue,
de ignorar a saber,
a todo conocer.

Libres, ahora, hacia el tiempo
del mañana,
de lo que vendrá
por Su Voluntad,
de todo lo que deberemos
ser y hacer,
de todo lo que ahora queremos
y luego seremos.

Libres, ahora, de aceptarlo todo,
libres de mirar al cielo,
de esperar como nos dijo,
un día, seguro, y pronto,
algo grande pasará,
y seremos los mismos siendo otros,
y miraremos a Dios a sabiendas,
entonces sí,
de ser sus hijos, marcados, entonces sí,
por su fuego.

Libres, ahora,
y mañana esclavos, como María.

 

 

Eleuterio Fernández Guzmán
eleu@telefonica.net