Nuestros Autores

 

Mes de mayo, mes de María

 

Cuando las cosas se ponen feas y difíciles María, la Madre de Jesús, nos dará su ayuda.

 

 

 

Francisco Rodríguez Barragán | 03.05.2018


 

El mes de mayo está dedicado a María. Hemos llenado nuestras ciudades, nuestros pueblos, nuestros caminos con imágenes de María, la madre de Jesús, la sacamos en procesión y le cantamos, hacemos fiestas y romerías, pero en realidad qué representa María, la Virgen, para cada uno de nosotros, si es que sigue representando algo.

En este tiempo que se dice de libertad, tiempo moderno y desenfadado, que está terminando con la familia, que tolera las procesiones como tipismo, pero no admite la proclamación pública del evangelio de Jesús ni la difusión y defensa de sus valores, que ha exaltado la sexualidad a gozar del placer sin responsabilidad, pero rechaza la castidad, la alegría de la maternidad, de la paternidad, de la unión amorosa de por vida, de la transmisión de padres a hijos de los valores que dan sentido al amor entre un hombres y una mujer.

Aunque desde la Unión Europea o la Asamblea de las Naciones Unidas se ande tergiversándolo todo, con nuevos derechos, como el derechos al aborto que obligatoriamente han de dispensar los gobiernos,  con una  iniciación cada vez más precoz de la sexualidad en los niños, que está produciendo resultados desastrosos, la propaganda para cambiar de sexo, junto a la prohibición a los padres para ayudar a sus hijos en este trance, el panorama no me resulta tranquilizador.

Tampoco me resulta tranquilizadora la proliferación de manifestaciones multitudinarias con gritos y puños en alto, exigiendo esto o aquello, pero de inmediato. ¿Quién impulsa tanta manifestación y tanto griterío? ¿Tratan de emular las manifestaciones de mayo del 68? ¿Qué importante aportaciones de progreso nos trajo aquello?

Necesitamos retornar a nuestras raíces cristianas y el mejor camino para ello es María, la llena de gracia, la madre de todos los pecadores, la que nos invita a la humildad, en estos tiempos de soberbia, la que nos invita a la castidad, en estos tiempos de desmadre, la que nos invita a la oración, en estos tiempos de increencia.

Hay que volver a Dios y reconocer que no somos capaces de idear un mundo más justo, ni más solidario pues el que estamos produciendo es un mundo envejecido que camina hacia la catástrofe. Si no aumenta la natalidad, por mucho que gritemos en las plazas, el sistema de pensiones se hundirá de forma irremediable.

Hay que volver los ojos a María para que nos lleve de nuevo a Jesús. Por supuesto que el demonio tratará de impedir cualquier vuelta al cristianismo y a la devoción mariana. Pero es necesario que poco a poco, grupos de cristianos nos consagremos a María y busquemos su apoyo con constancia y entusiasmo. La mano de la Virgen está siempre dispuesta a ayudar, pero hace falta confiar más en ella que en nuestras soluciones, nuestras ideas, nuestras algaradas que nacen de la soberbia que nos inyecto el demonio, ayudado de infinidad de medios, que nos repiten machaconamente que Dios no es necesario, que nos bastamos nosotros solos y ¡así nos va!

Invito a las personas a recordar los tiempos en que la Virgen María representaba algo en sus vidas y quizás hasta la recitaron algún verso en este mes tan hermoso.

 

Francisco Rodríguez Barragán