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El hombre del tiempo, los científicos y Dios

 

Pienso que mucha gente ignora para qué vive y desperdicia su vida

 

 

 

Francisco Rodríguez Barragán | 28.03.2022


 

 

Las arenas del Sahara llegaron a Granada y todo adquirió un color marrón incluida la nieve de Sierra Nevada. Las calles y las terrazas de las casas quedan desagradablemente sucias y solo queda limpiar temiendo que al siguiente día o al otro vuelva a llovernos este polvo rojizo.

Los meteorólogos de turno nos dan mil explicaciones sobre el fenómeno que, por mi parte, no llego a comprender y solo espero sus avisos respecto al tiempo que hará mañana.

Condenado a ver televisión, ya que cada vez me resulta más difícil caminar, evito siempre que puedo los programas en los que hablan de política y todos dicen más o menos lo mismo, con lo que se nota que el gobierno los subvenciona a todos para que digan lo que a él le interesa.

Busco los que ofrecen relatos sobre antiguas civilizaciones, Egipto o las islas de Pascua, por ejemplo, o los que ofrecen noticias sobre soles, planetas y lejanas galaxias, en los que unos científicos dicen que nuestro universo tiene miles de millones de años y que hay otros muchos universos vivos y otros muertos.

Hubo un tiempo, con programas que recuerdo, en los que llegaban a la tierra Objetos Volantes no Identificados (OVNIS) ocupados por extraterrestres que nos visitaban, en los que nunca creí. Seguramente los que hacían aquellas películas, que llamaban documentales, desistieron de continuarlas por falta de público.

Me interesa la arqueología cuando nos muestra restos humanos o inscripciones en la cueva de Altamira o en Atapuerca. No me convence que los hombres de hoy seamos descendientes de homínidos que existieron en otras edades geológicas, pero creo firmemente en la existencia de un dios creador que quiso transmitir su misericordia creando vida en nuestro planeta y en un universo inmenso y grandioso.

Me parece extraño que los científicos de cualquier especialidad traten de explicarlo todo sin hacer casi nunca referencia a Dios. Si el grandioso universo que nos rodea no lo hemos hecho nosotros ni los hombres que nos precedieron en el tiempo, tendríamos que confesar humildemente que en el origen de todo hay un Dios todopoderoso que un día nos pedirá cuenta de nuestros actos, pues ha sido tan misericordioso que nos dotó de un alma inmortal dotada de memoria, entendimiento y voluntad, como decía el viejo catecismo de Ripalda.

Las potencias del alma son las que hacen posible la libertad de cuyo uso todos habremos de dar cuenta. Si recitamos el salmo número 8 de la Biblia decimos: “Cuando contemplo el cielo, obra de tus manos, la luna y las estrellas que has creado ¿qué es el hombre para que te acuerdes de él, el ser humano para darle poder? Lo hiciste poco inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y dignidad y le diste el mando sobre la obra de tus manos. ¡Oh Dios, qué magnífico es tu nombre en toda la tierra!”

Sería estupendo que cuando escuchamos al hombre del tiempo para saber si mañana lloverá o hará frío o calor, recordemos este salmo y pongamos las cosas en orden: primero que se haga la voluntad de Dios y que los científicos y divulgadores de noticias no pretendan que su ciencia tiene la última palabra.

 

 

Francisco Rodríguez Barragán