Colaboraciones

 

Las Casas y Leyenda Negra hispanoamericana

 

 

 

09 marzo, 2023 | Javier Úbeda Ibáñez


 

 

 

 

Como «el alma humana es de tantos modos esclava» (según la sentencia de Aristóteles) Fray Bartolomé de Las Casas, aunque oponiéndose a los malos tratos que los indios recibían, sugerirá la esclavitud de los negros traídos del África para reemplazar a los nativos de América… Es que «hay negros de todos los colores…», como decía el gran Ramón Doll.

Las Casas muchas veces mutila y cambia los textos de documentos públicos conocidos, como la Bula de Alejandro VI, en la que se donan las tierras del Nuevo Mundo a la Corona de Castilla. Aquí Las Casas, al traducir el texto de la bula lo adultera con adiciones arbitra­rias, pero además también con muy importantes supresiones. Atento a ello, el historiador germano Schaëfer opinaba que Fray Bartolomé no era precisamente un testigo fidedigno, ni siquiera de las cosas que pretende haber presenciado personalmente.

Tampoco le movía un ideal de fraternidad, ya que disculpaba la esclavitud que los indios practicaban con otras tribus vecinas y en sus memoriales de 1531 y 1542 proponía la introducción de hasta 4.000 afri­canos para que, como esclavos, trabajasen en reempla­zo de los indios.

La memoria de Las Casas habría quedado en el olvido de los siglos si no hubiese sido rescatada por los enemigos de España, como señala Ramiro de Maeztu:

«Esta es la fuente originaria de nuestra Leyenda Negra (ya que) de estos testimonios se han valido todos los hombres que han querido hablar mal del sistema colonial de España en América. Todos los acusadores se han basado en este hombre que había visto en Santo Domingo 3.000.000 de almas y después no pasaban de doscientos» (Ramiro De Maeztu, Discurso pronunciado en el Club Español de Buenos Aires en 1929, cit. por Zacarías De Vizcarra, La vocación de América, Librería de A. García Santos, Buenos Aires 1933, 51).

La Leyenda Negra hispanoamericana tuvo una finalidad política clara: debilitar a España y a la Iglesia. Sucede que el liberalismo del siglo XVIII y de la primera mitad del XIX agitó la bandera antiespañola con intenciones políticas bien marcadas: convenía ser «independientes» para empezar a depender de Inglaterra, Francia o cualquier potencia europea que quisiese hacer pie en estas tierras nuevas.

Si América se separaba de España implicaría su ingreso a la adultez como nación. Despojada América de todo «obscurantismo español», la autonomía iba a significar el regirse independientemente por pautas opuestas a las heredadas de la Hispanidad. Así, sería más fácil dominarla. De allí que convenía poner las bases ideológicas y culturales para la dominación física y espiritual. Para ello se usaron los desvaríos lascasianos.