Colaboraciones

 

Sobre la mujer (y VI)

 

 

 

22 mayo, 2023 | Javier Úbeda Ibáñez


 

 

 

 

Con frecuencia se oyen veces pidiendo más participación de la mujer no sólo en la vida eclesial ordinaria, sino en ministerios jerárquicos, con la posibilidad de la ordenación sacerdotal, como lo hacen algunas confesiones no católicas. Cerrarles esta puerta es juzgado como una discriminación, una cerrazón a los nuevos tiempos, un machismo que ya debería ser superado.

Es verdad que, en general, son las mujeres quienes más participan en las celebraciones, en las catequesis, en las diversas áreas de la pastoral social. Son quienes más se acercan al sacramento de la reconciliación. Son las más disponibles para muchas de las iniciativas parroquiales. Su presencia siempre ha sido significativa. Sin embargo, no es esto lo que se pide. Se exige la ordenación no tanto para el diaconado, sino para el presbiterado y el episcopado. No faltó algún despistado sacerdote, seducido por su propaganda mediática, que dijo que llegará el tiempo en que habrá una mujer como Papa.

Al respecto, dijo el Papa Francisco en su vuelo de Brasil a Roma: «Una Iglesia sin las mujeres es como el Colegio Apostólico sin María. El papel de la mujer en la Iglesia no es sólo la maternidad, sino que es más fuerte: es como el icono de la Virgen, Nuestra Señora; ¡aquella que ayuda a crecer a la Iglesia! ¡Piensen que Nuestra Señora es más importante que los Apóstoles! ¡Es más importante! La Iglesia es femenina: es Iglesia, es esposa, es madre. No se puede entender una Iglesia sin las mujeres, pero mujeres que estén activas en la Iglesia, con sus perfiles, que llevan adelante. En la Iglesia, debemos pensar en la mujer en esta perspectiva de opciones arriesgadas, pero como mujeres. Esto se debería explicar mejor. Creo que no hemos hecho todavía una profunda teología de la mujer».

A continuación, encontrarán diez características de la mujer como pilar esencial en la conformación de la sociedad; con innumerables cualidades y fortalezas que la ayudan a alcanzar las metas propuestas y a dejar huella imborrable con sus acciones.

 

1.    La mujer está llamada a construir la cultura de las buenas maneras, del buen trato, la amabilidad y la cordialidad porque su esencia está unida a la delicadeza y a la ternura.

2.    Es bella, única e irrepetible; creada por Dios a su imagen y semejanza. Capaz de transmitir amor, amistad y simpatía a través de sus acciones.

3.    Es inteligente, cuestionadora, analítica y reflexiva. Para tomar decisiones busca la mejor alternativa pensando siempre en el bien de sus seres más queridos.

4.    Es apreciada por su compromiso con la vida, por su entrega desinteresada y apoyo incondicional en la adversidad.

5.    Puede trascender con cada obra realizada pues es capaz de dar vida, de protegerla y de sacrificarse para que esa personita sea mejor cada día.

6.    Está en la búsqueda permanente de la justicia, la lealtad y la verdad; brinda su mano amiga a quien lo necesita y tiene la fortaleza para afrontar las dificultades que se le presentan en la cotidianidad.

7.    Es constante, perseverante y tiene la capacidad de lograr lo que se propone por su tenacidad y compromiso.

8.    Se distingue por su amor por la vida, por su familia, la naturaleza, por todo lo que le rodea; y lo manifiesta por su gran sentido de responsabilidad social.

9.    Su familia está en la cima de sus múltiples opciones; se sacrifica por ella al punto de ejercer la labor de estar en casa y de orientar a sus hijos, de mantener todo en orden para el bienestar de todos sus integrantes.

10.    Es la manifestación propia de Dios porque «la mujer está llamada a llevar a la familia, a la sociedad civil, a la iglesia, algo característico, que le es propio y que sólo ella puede dar: su delicada ternura, su generosidad incansable, su amor por lo concreto, su agudeza de ingenio, su capacidad de intuición, su piedad profunda y sencilla, su tenacidad» (San Josemaría Escrivá de Balaguer).