Colaboraciones

 

Fe y marxismo son incompatibles

 

 

 

21 mayo, 2024 | Javier Úbeda Ibáñez


 

 

 

 

 

 

Las lecciones históricas muestran que la fe y el marxismo son incompatibles.

La historia muestra que entre los «católicos comunistas» muchos se convirtieron al marxismo, en cambio no se ha visto que ningún marxista convertido al catolicismo haya seguido siendo marxista.

La burguesía de nuevo tipo es incrédula y no se rige por la moral católica. No persigue a la Iglesia, pero tampoco se identifica con ella para brindarle defensa o protección. A lo más busca hacerla su aliada contra el marxismo.

Las razones del ateísmo actual parten de la impresión de que «Dios pertenece al pasado» (Dios ha muerto) por cuanto no sirve ya como guía en las opciones concretas que impone la sociedad actual. Aparecen aquí la fuerza y el límite de la teología de la liberación. Su límite reside en la ilusión de que la alianza con un movimiento que se presenta también dirigido a la liberación de los oprimidos, servirá un día para eliminar el ateísmo que éste profesa.

La Libertatis nuntius (Instrucción de la Congregación para la Doctrina de Fe, 06 de agosto de 1984) dice: «Todos aquellos que quieren verdaderamente la auténtica liberación de sus hermanos deben reflexionar sobre un hecho de gran importancia de nuestro tiempo: millones de nuestros contemporáneos aspiran, legítimamente, a reencontrar las libertades fundamentales que les han quitado los regímenes totalitarios y ateos que han tomado el poder en nombre de la liberación del pueblo. No se puede ignorar esta vergüenza de nuestro tiempo; es justamente invocando la libertad como se mantienen naciones enteras en condiciones de esclavitud indignas del hombre».

El documento expone un hecho innegable. «¿Ha habido algún régimen comunista que luego de instalado en el poder en nombre de la “liberación del pueblo” no haya dado lugar a injusticias en el poder, a limitaciones de la libertad, a persecuciones religiosas, aunque para esto no haya existido motivo político alguno?» (Augusto del Noce, Communio, Santiago, n. 12, 1985, pp. 108-110).

La liberación promovida por movimientos doctrinales ateos, justamente en razón de su propio ateísmo, concluye en su opuesto. Es sobre este punto que la Libertatis nuntius invitaba a reflexionar a los teólogos de la liberación latinoamericanos. A juzgar por su respuesta al cardenal Ratzinger (Benedicto XVI) y por sus escritos posteriores, Juan Luis Segundo (filósofo y teólogo jesuita uruguayo, una de las figuras del movimiento Teología de la liberación) no percibía este hecho histórico.