Colaboraciones
Las ideas de Gramsci (III)
22 junio, 2024 | Javier Úbeda Ibáñez
Como la gente olvidó que el «vivir bien» tenía mucho que ver con el «ser bueno», las virtudes y valores familiares pasaron a un segundo plano casi olvidado (exactamente lo que buscaba la estrategia de Gramsci) y fueron sustituidas por el «si quiero vivir bien, debo tener pocos hijos para poder tener más cosas».
Por supuesto, la industria de los anticonceptivos y todos los vendedores de «cosas», de cualquier cosa que pudieran comprar las familias, apoyaron felices esta iniciativa. Significaba mucho, mucho, mucho dinero para ellos.
A un cristiano convencido de sus valores, difícilmente le puedes vender algo que no necesite, pues sabe del recto uso de las creaturas. Tal vez te lo compre por hacerte el favor, pero… nada más. En cambio, a alguien que ha puesto el materialismo por encima de los valores cristianos, le puedes vender… lo que quieras. Por eso recibió tanto apoyo esta campaña.
Pero todavía no lograban destruir a la familia (sólo la habían hecho chiquita), así que completaron su estrategia con una segunda campaña, que sonaba casi igual que la anterior. De nuevo, una frase solamente, repetida millones de veces, por todos los medios y durante mucho tiempo: «Pocos hijos para darles mucho».
Esta segunda campaña, que duró otros veinte años, además de reforzar las ideas de la primera (el hijo como enemigo y el cambio de los valores por el materialismo), trajo como consecuencia una generación de padres que se sintieron obligados a «darles mucho» a sus hijos únicos (todo lo que pidieran) para compensar la falta de hermanos.
Y así crecieron estos niños, egoístas, demandantes y exigentes, acostumbrados a dar nada y recibir mucho (todo lo que quisieran). Ahora… estos niños ya son adultos y se están casando con niñas de la misma generación, igual de egoístas, demandantes y exigentes, que no saben dar y se sienten con derecho a recibir mucho (todo lo que se les antoje). El resultado, ya lo estamos viendo: matrimonios que duran uno o dos años, cuando mucho. Una verdadera epidemia de divorcios. Gramsci era muy listo, sin duda.
Otra consecuencia que trajo esta segunda campaña de los pocos hijos, fue una generación de madres que se quedaron sin nada qué hacer cuando sus hijos únicos crecieron. Mujeres de cuarenta años que se encontraron un día con que lo único que tenían que hacer, a falta de otros hijos a quien entregarse, era pensar en ellas mismas, en su autorrealización. No sólo esta es la causa, pero sí es una de las raíces del Feminismo radical.
En esta generación encuentran una tierra fertilísima el físico culturismo, las cirugías estéticas, los cursos de auto superación y todas las corrientes del New Age que promueven, ante todo, el sentirse bien con uno mismo. El resultado… miles de mujeres que abandonan sus hogares para «estar bien consigo mismas». Otro triunfo de la estrategia de Gramsci.
Esta generación de esposos significó un mercado hermoso para las industrias de la pornografía y la prostitución. El adulterio… sí… una medalla más para Gramsci.
Una vez que la mente del pueblo aceptó la separación de la sexualidad y la fecundidad, la aceptación de lo demás ya viene por sí sola: de la anticoncepción vienen luego las relaciones sexuales antes y fuera del matrimonio, etc.
Y… una vez que la mente del pueblo aceptó que los hijos son el enemigo del bienestar, entenderá fácil que no sólo hay que evitarlos, sino que también hay que matarlos cuando no los deseamos. El aborto: madres que matan a sus hijos… corona de laureles para Gramsci.
Aún hay más: si el niño por nacer significa un estorbo para el bienestar, mucho más lo será un anciano, un enfermo o un niño deforme. Eugenesia… selección de embriones… y eutanasia: madres que matan a algunos hijos y se quedan sólo con los sanos y nietos que matan a sus abuelos enfermos… Gramsci, te mereces un aplauso, has destruido a la familia cristiana.
Ahora sí, con la «Revolución sexual», la sociedad latina está lista para la toma de la sociedad política, la fuerza coercitiva. Leyes que aprueben todo lo anterior: divorcio, anticoncepción (salud reproductiva), homosexualidad (ideología de género), concubinato, aborto, eugenesia y eutanasia. Adelante Gramsci, la mesa está puesta para ti.