Colaboraciones
Reflexiones (y III)
15 noviembre, 2024 | Javier Úbeda Ibáñez
Para el Cardenal Joseph Ratzinger (Papa Benedicto XVI), «La ideología de género es la última rebelión de la creatura contra su condición de creatura. Con el ateísmo, el hombre moderno pretendió negar la existencia de una instancia exterior que le dice algo sobre la verdad de sí mismo, sobre lo bueno y sobre lo malo. Con el materialismo, el hombre moderno intentó negar sus propias exigencias y su propia libertad, que nacen de su condición espiritual. Ahora, con la ideología de género el hombre moderno pretende librarse incluso de las exigencias de su propio cuerpo: se considera un ser autónomo que se construye a sí mismo; una pura voluntad que se autocrea y se convierte en un dios para sí mismo».
La ideología de género es «una reingeniería social perversa, totalitaria y basada en mentiras».
La ideología de género, con su negación de la base biológica de la persona, trata de construir un ser humano basado sólo en su naturaleza cultural, lo que genera en el individuo concreto un alto grado de infelicidad e irracionalidad.
Muchas mujeres apoyan los postulados de la ideología de género porque piensan que son avances de carácter feminista. Y no es así. El feminismo defiende la igualdad entre la mujer y el hombre. La ideología de género va más allá: se trata de borrar esa distinción.
Las enseñanzas verdaderas del Concilio Vaticano II están en sus textos. Y la auténtica y verdadera interpretación de esas enseñanzas sólo puede darla el supremo Magisterio de la Iglesia.
Una enseñanza o una disciplina mantenida unánimemente por el Papa y los Obispos no puede ser errónea o perjudicial para el pueblo cristiano.
Toda enseñanza contraria a la indefectibilidad de la Iglesia es gravemente falsa.
Sólo el Magisterio tiene autoridad apostólica para interpretar la Escritura, la Tradición y el Magisterio de la Iglesia.
Todo documento de la Iglesia requiere una interpretación, que ha de hacerse por el examen del mismo a la luz del Magisterio apostólico precedente y también al posterior.
La Iglesia católica, apostólica y romana es indefectible.
La teología es obra que la razón produce a la luz de la fe (ratio fide illustrata), y que «se apoya, como fundamento perdurable, en la Escritura unida a la Tradición» (Vat. II, Dei Verbum 24). Y «la Tradición, la Escritura y el Magisterio de la Iglesia están unidos de tal modo que ninguno puede subsistir sin los otros» (ib. 10).
Cualquier «teología» que desarrolle su pensamiento al margen o en contra de Escritura, Tradición y Magisterio apostólico no es propiamente, para los católicos, teología. Es teodicea, teognosis, teología protestante —el libre examen luterano— o simplemente ideología. Incluso, quizá, la palabra gnosis sea la más indicada para referirse a esta pseudoteología.
Mucha gente se encuentra hoy confundida, insegura, incapaz de pensar por sí misma y de escapar del ruido, del bombardeo de imágenes y de sutiles mensajes generados por la sociedad y, especialmente, por los mass-media. Sus principios se ven atacados y encuentran poco apoyo cuando tratan de vivir coherentemente como seres humanos. En consecuencia, muchas de sus acciones, opciones y preferencias son determinadas por la moda, la opinión pública y las tendencias políticas. Esta manipulación se lleva a cabo con frecuencia impactando directamente nuestras emociones y evadiendo el proceso ordinario de una elección racional. Para asegurar nuestra libertad, debemos defender nuestra independencia de estas presiones externas.
En la familia es donde se hace posible el amor, el amor sin condiciones; los padres que inician la familia con una promesa de amor quieren a sus hijos porque son sus hijos, no en razón de sus cualidades. La familia es un centro de intimidad y apertura. Es en el seno familiar donde cultivamos lo humano del hombre, que es el enseñarlo a pensar, a profundizar, a reflexionar. Es en el ámbito de la familia donde el hombre aprende el cultivo de las virtudes, el respeto que es el guardián del amor, la honradez, la generosidad, la responsabilidad, el amor al trabajo, la gratitud, etc. La familia nos invita a ser creativos en el cultivo de la inteligencia, la voluntad y el corazón, para poder contribuir y abrirnos a la sociedad preparados e íntegros. El amor de la familia debe transmitirse a la sociedad.
La familia es el primer ambiente vital que encuentra el hombre al venir a este mundo y su experiencia es decisiva para siempre.
Se educa más con lo que se hace que con lo que se dice. En la familia todo educa o deseduca. La familia es el clima ideal para la educación de un niño.