Colaboraciones
Enseñanza religiosa y catequesis
28 noviembre, 2024 | Javier Úbeda Ibáñez
En una sociedad pluralista como la actual, no se impone la educación religiosa, pero tampoco puede dejar de ofertarse y de señalar los beneficios que reporta para el hombre y la sociedad. La educación cristiana tiene mucho que ofrecer al hombre actual. Pero, digámoslo también claramente, debe ser una auténtica educación cristiana, católica, en plena sintonía con lo que enseña, vive y celebra la Iglesia.
La enseñanza religiosa en la escuela es, con toda legitimidad, una materia propia y rigurosamente escolar, equiparable a las demás asignaturas en el planteamiento de sus objetivos, en el rigor científico de sus contenidos y en el carácter formativo de sus métodos.
Quizá, uno de los grandes problemas que arrastra la asignatura de Religión es el no conocer el verdadero lugar que ocupa. Con mucha facilidad se identifican las clases de religión y la catequesis. No se habla de ellas como actividades complementarias, sino como sustitutivas. Según esto, quien hace una no tiene necesidad de la otra.
«La asignatura de Religión no evalúa la fe de los alumnos, evalúa lo que el alumno va aprendiendo. Es distinta la clase de religión de la catequesis; en la catequesis sí se evalúa la fe de los catecúmenos, necesaria para ser miembro de la Iglesia y recibir los sacramentos; en la asignatura de Religión se evalúan conocimientos que ayudan al alumno a descubrir su propia identidad: su origen y su destino último, sus ansias de infinito, su capacidad de amar, su dignidad de hijo de Dios, el sentido de su vida. Ayuda al alumno a valorar la auténtica libertad que se adquiere en el camino hacia el Bien y la Verdad», afirma Mª Helena Vales-Villamarín Navarro.
Catequesis y enseñanza religiosa no se identifican; son complementarias. Hay aspectos iguales y hay otros que las diferencian. El contenido doctrinal en ambas es básicamente el mismo: los elementos fundamentales de la fe y de la moral católica.
Sin embargo, los mismos contenidos se enseñan en la escuela con la finalidad de que se aprendan junto con otros conocimientos, con los mismos medios que todas las áreas: sistemática, orgánica y científicamente expuestos, sujetos a las reglas de la recta razón, según la edad de los alumnos, y de forma que puedan ser contrastados con cualquiera otra ciencia. La enseñanza religiosa católica evalúa la adquisición de conocimientos, no la fe del alumno, como se ha dicho más arriba. Por lo cual, es una asignatura válida también para los no creyentes.
Por último, es necesario concluir que la educación religiosa escolar es un área fundamental para la formación de los niños, jóvenes y adultos. Es un elemento constitutivo de las dimensiones del ser humano y, por lo tanto, debe ser ofertada, impartida y evaluada. Las razones y finalidades para hacerlo son de tipo antropológico, social, cultural y humano. No es posible desconocerlas y tomar actitudes facilistas, si se quiere responder a la Constitución, a las leyes, etc.
Sin su aprendizaje y enseñanza, se estaría vulnerando el derecho de las personas a tener una educación integral y se coartaría el desarrollo potencial de dimensiones tan esenciales como son la intrapersonal, la interpersonal y la trascendente. Se estaría condenando a las generaciones presentes y futuras a enfrentar un mundo sin sentido, desesperanzador y oscuro, sin ninguna herramienta efectiva.
Es importante que los padres se preocupen de la instrucción religiosa de sus hijos. Si ellos no saben o no pueden hacerlo, tienen que buscar quien supla esta obligación; ya en la escuela, ya en la catequesis de la parroquia. Pero dice el Nuevo Código de Derecho Canónico que a los padres corresponde en primer lugar la educación cristiana de sus hijos.