Colaboraciones

 

Decir y afirmar

 

 

 

22 diciembre, 2024 | Javier Úbeda Ibáñez


 

 

 

 

 

Lo primero es hacer una distinción que, como el huevo de Colón, después de hecha, nos parece obvia y nos extraña que no se nos haya ocurrido antes. No es lo mismo «decir» que «afirmar»; no es lo mismo decir una cosa, que afirmarla; no es lo mismo decir una falsedad, que afirmar una falsedad. Son dos cosas distintas. El Quijote, por ejemplo, «dice» muchas cosas falsas, pero no las «afirma». Dice que don Quijote arremetió contra los molinos de viento, etcétera, pero no afirma que existió don Quijote ni que realmente arremetió contra dichos molinos. Por eso nadie dice de Cervantes que cometió error, pues para acusarle de ello tendría que haberse propuesto enseñar eso, afirmarlo como real. Pero todos vemos que no es ese el caso.

Lo primero, pues, que se necesita para acusar a alguien de error es que se haya propuesto la afirmación errónea como objeto de una enseñanza. Si yo le digo a una persona: «Esta tarde, al caer el sol, iré a cenar a tu casa», estoy diciendo una cosa que es falsa: el sol no cae, pero no lo estoy afirmando. Lo que yo estoy afirmando, a donde va mi intención, es que «al atardecer iré a cenar a tu casa». Ahora, si se me preguntase: «¿Cómo viene la noche?», y yo respondiese, «porque el sol va dando vueltas y se pone por el horizonte», ahora sí estoy enseñando y afirmando una cosa falsa. Porque ahora me estoy proponiendo eso: estoy cometiendo un error.

Hay, pues, que distinguir entre falsedad y error. Falsedad es algo que no es cierto, pero que no se afirma, solamente se dice; error es algo que se afirma. La falsedad no es objeto de un prejuicio, es decir, de un juicio hecho antes; así en el siglo XIII, cuando alguien decía: «Al ponerse el sol iré a cenar a tu casa», él personalmente creía que era así, y si le preguntáramos sobre eso, seguramente nos respondería que el sol se ponía, porque daba vuelta alrededor de la tierra. Pero eso no quita para que ahora en este momento no lo esté afirmando, no esté haciendo un juicio: el juicio lo hizo antes.

Por consiguiente, lo primero que se necesita para enseñar un error, es que yo pretenda afirmarlo. Mientras no sea así, estaré diciendo cosas que son falsas, pero no estoy enseñando errores. Otra cosa es que yo personalmente lo crea o no lo crea así. Este es un punto clave para entender todo este problema: esta distinción entre afirmar y decir; todo lo que se afirma se dice, pero no todo lo que se dice se afirma. La afirmación es un juicio; viene siempre, pues, como respuesta a una pregunta explícita o implícita a la que uno se ha propuesto responder. Por lo tanto, para poder acusar a alguien de error, hay que mirar primero si lo está proponiendo como objeto de la enseñanza, si es la respuesta a una pregunta implícita o explícita.