Colaboraciones

 

La escuela católica, al servicio de la sociedad

 

 

 

25 diciembre, 2024 | Javier Úbeda Ibáñez


 

 

 

 

 

La escuela católica no debe ser considerada separadamente de las otras instituciones educativas y gestionada como cuerpo aparte, sino que debe relacionarse con el mundo de la política, de la economía, de la cultura y con la sociedad en su complejidad. Concierne, por tanto, a la escuela católica afrontar con decisión la nueva situación cultural, presentarse como instancia crítica de proyectos educativos parciales, modelo y estímulo para otras instituciones educativas, hacerse avanzadilla de la preocupación educativa de la comunidad eclesial. De este modo se pone de manifiesto claramente el rol público de la escuela católica, que no nace como iniciativa privada, sino como expresión de la realidad eclesial, por su naturaleza revestida de carácter público. Ella desarrolla un servicio de utilidad pública y, aunque siendo clara y manifiestamente configurada según la perspectiva de la fe católica, no está reservada a sólo los católicos, sino abierta a todos los que demuestren apreciar y compartir una propuesta educativa cualificada. Esta dimensión de apertura, es especialmente evidente en los países de mayoría no cristiana y en vía de desarrollo, en los que desde siempre las escuelas católicas son, sin discriminación alguna, promotoras de progreso social y de promoción de la persona (Cfr. Conc. Ecum. Vat. II, Decl. sobre la educación cristiana Gravissimum educationis, n. 9). Las instituciones escolares católicas, además, al igual que las escuelas estatales, desarrollan una función pública, garantizando con su presencia el pluralismo cultural y educativo, y sobre todo la libertad y el derecho de la familia a ver realizada la orientación educativa que desean dar a la formación de los propios hijos (Cfr. Santa Sede, Carta de los derechos de la familia, art. 5).