Colaboraciones
Para el Modernismo, la revelación de Dios se da en la experiencia
30 diciembre, 2024 | Javier Úbeda Ibáñez
El Modernismo (teológico): una crisis del pensamiento católico que se manifestó a finales del siglo XIX y comienzos del XX.
Una de las notas del modernismo: el agnosticismo.
El Modernismo (teológico) se ha impuesto como sentido común.
El Modernismo (compendio de todas las herejías) afirmó que la revelación de Dios se da en la experiencia. Hoy, en algunos ambientes, se oye hablar más de experiencias de Dios y de experiencias de oración que de fe y de creer. El Modernismo abandona la verdad cristiana a la contingencia de la cultura humana y de la experiencia subjetiva.
La única vía de acceso a la verdad es la experiencia individual, íntima. Puro inmanentismo. La revelación, la fe, los dogmas todos no son más que vivencias más o menos conscientes y transfiguradas de nuestra experiencia religiosa. Las fórmulas llamadas dogmáticas carecen de todo valor y de toda verdad absoluta: son meros símbolos o imágenes de los objetos de nuestra fe, creados por el sentido religioso. Son siempre provisionales y de un valor puramente relativo. No existe ni puede existir una verdad absoluta. Todo es puro cambio, como la vida misma. Por eso cambia eso que llamamos verdad, a tenor de la vida y las circunstancias.
El Modernismo afirmó que la revelación de Dios se da en la experiencia interior del hombre. Con esto restó importancia y hasta invalidó la revelación histórica. Pero, además, tuvo un efecto incalculablemente grave: puso la vida religiosa del ser humano en manos de los psicólogos.
Lo que entiende el modernismo, es que Dios se revela en la experiencia interior, psicológica del ser humano.
El modernismo es una herejía que exige permanente atención, porque está impuesta y se ha convertido en sentido común de muchos fieles y también, desgraciadamente, de muchos pastores.
Es como un olor ambiental al que nos hemos habituado y ya no lo percibimos.
Los modernistas niegan:
1) La divina inspiración e infalibilidad de las Sgdas. Escrituras.
2) Que el hombre haya sido creado a imagen de Dios.
3) Que pueda haber milagros.
4) El nacimiento virginal de Cristo.
5) La divinidad de Cristo.
6) El carácter expiatorio de su muerte.
7) Su resurrección histórica.
De esa manera descienden hasta el agnosticismo y al ateísmo.
Y así recaen, dramáticamente, de la condición de hombre nuevo a la de «hombre viejo».
Y descienden desde las luces de la fe a las tinieblas del ateísmo.
El modernismo se mostró discípulo de Emanuel Kant, por la convicción kantiana de que Dios es objeto de la experiencia moral del ser humano. Para Kant la religión verdadera debía ser relegada, reducida a la moral, al encerrarla dentro de los límites de la pura razón. La revelación histórica no tiene, afirma Kant, fuerza de convicción universal como tiene la lógica y su fuerza racional. La revelación histórica, y el Dios que en ella se revela, no puede aspirar a ser una religión universalmente aceptada por todos.
De la apelación de Kant a la universalidad de la razón en asuntos de fe y moral, sobreviene más tarde el recurso de los autores modernistas a la «experiencia humana», universal o compartible, como fuente de la revelación o conocimiento de Dios. Sólo que, de la conciencia moral, se pasa a explorar la experiencia religiosa en otros campos de la conciencia. De este modo se ofrecía una alternativa que se consideraba ventajosa frente a la fe, y que aconsejaba dejarla de lado, como algo que divide a los hombres y es causa de desacuerdo. Separa a los creyentes de los demás hombres y no puede ser fundamento de un acuerdo universal sobre la base de una experiencia humana universal.