Colaboraciones
Existencialismo
11 enero, 2025 | Javier Úbeda Ibáñez
Varios filósofos reaccionan contra la visión excesivamente abstracta y alejada del mundo real de la filosofía hegeliana. Su mayor crítico es el filósofo y teólogo danés Søren Aabye Kierkegaard (se llamó a sí mismo «nada más que poeta y pensador cristiano», 1813-1855), que defiende el carácter irreductible de lo específico de la realidad humana frente a las leyes de la razón. Se convierte, así, en el padre espiritual del existencialismo moderno: un movimiento filosófico y cultural que surge en Alemania en 1919 en conexión con el «renacimiento kierkegaardiano» y que tuvo un enorme éxito en el ambiente de crisis y perturbación de la Europa de la segunda postguerra.
El existencialismo es una filosofía que busca un apasionado retorno del individuo a su propia libertad para que, en el desarrollo de su existencia humana, pueda extraer el significado de su ser.
El término «existencialismo» abarca una gran variedad de visiones del mundo, muchas de ellas en conflicto violento entre sí. Hay existencialistas declaradamente cristianos como Kierkegaard, Gabriel Marcel, Niccolá Abbagnano, Nicolaj Berdyayev; otros explícitamente ateos, como Jean-Paul Sartre y Maurice Merleau-Ponty. Entre los máximos representantes de esta corriente, además de los autores citados, se encuentran Martin Heidegger y Karl Jaspers. Otros movimientos que reinterpretan el pensamiento existencialista a su modo son: el vitalismo de Henri Bergson, la filosofía de la vida de Miguel de Unamuno, el raciovitalismo de José Ortega y Gasset, la hermenéutica histórica de Wilhelm Dilthey, la fenomenología de Edmund Husserl, Max Scheler, Edith Stein y Dietrich von Hildebrand, entre otros.
Dado que sólo el individuo cuenta, se corre el peligro de convertir la subjetividad en subjetivismo, es decir, en un modo de explicar la vida en términos exclusivamente personales, individuales, sin ninguna relación con criterios y valores objetivos, universales, y sin referencia a la comunidad humana y al mundo.
Lo irracional aparece sólo en las relaciones existenciales. Por eso cabe el peligro de hacer evaporar la realidad objetiva de las cosas en lo meramente existencial humano, como si ella «fuera» sólo en la medida que el hombre la proyecta como manifestación de su «existencia humana». Por otro lado, el rechazo de todo sistema tiende a negar la capacidad humana de conocer esencias o aspectos universales, incluso del hombre mismo.
En contraposición a los totalitarismos ideológicos, el existencialismo defiende el carácter irreductible, inefable, de la persona humana, que se realiza a sí mismo por medio de su libertad. Reacciona por eso contra toda tendencia a la despersonalización y se focaliza en lo concreto y en la dignidad de cada ser humano con atención preferencial por las grandes cuestiones de la vida, por lo espiritual y trascendente. Tiende, sin embargo, al subjetivismo (a considerar todo en función exclusiva del individuo) y al irracionalismo (incapacidad de la razón humana de conocer lo universal y objetivo).