Colaboraciones
La cultura woke (y III)
28 enero, 2025 | Javier Úbeda Ibáñez
La fe católica ofrece una alternativa clara a los excesos ideológicos de la cultura woke: un compromiso con la verdad que libere y no que oprima.
La cultura woke comparte con el relativismo moral la tendencia a negar verdades absolutas, promoviendo la idea de que cada individuo puede construir su propia moralidad.
Proclamar la verdad con valentía, incluso cuando sea impopular, siempre enraizados en la caridad.
La «cultura de la cancelación» (denunciada por la ya célebre carta de la revista Harper´s) busca silenciar a quienes no se alinean con los principios woke, contradice la dignidad humana y la libertad de expresión.
Debemos acercarnos a la cultura woke con un espíritu crítico, discerniendo lo que es coherente con el Evangelio y rechazando lo que lo contradice.
La historia nos enseña que, con Cristo, incluso los desafíos más complejos pueden ser transformados en caminos de salvación.
Sólo podemos edificar una sociedad justa sobre la base de la verdad sobre Dios y sobre la naturaleza humana.
La ideología woke corrompe el cristianismo al convertirlo en una religión sin justicia, sin misericordia y sin Cristo.
Para Noelle Mering, autora de Dogma woke. Una respuesta cristiana ante la ideología de moda, Rialp 2023, el movimiento woke se trata de «una secta que va directa a colisionar contra el cristianismo que rechaza las tres características del Logos (Dios), la razón, la persona y la autoridad, a través de tres nuevos dogmas: la primacía del grupo sobre la persona, un énfasis en la voluntad a expensas de la razón o naturaleza y la prominencia del poder humano como rechazo a una autoridad superior».
Mering observa cómo, cada vez más, «los woke se proclaman a sí mismos no sólo como un desafío a la ley moral, sino como víctimas de ella».
En su perversión del cristianismo, concluye Mering: «Los woke ensalzan y glorifican no a la única víctima verdadera por cuya sangre se nos hace inocentes, sino a los dioses de la turba woke, por cuya victimización se nos hace culpables».
Para Noelle Mering:
- Ser woke consiste en ver el orden moral como un constructo social que pretende reprimirnos.
- Lo woke consiste en ver cada institución e interacción mediante un prisma de poder y opresión.
- Lo woke es una especie de gnosticismo que niega el significado del cuerpo, rechaza la razón y, en última instancia, a Dios.
- Una vez que eres woke, debes corregirte y mentirte para poder vivir con la mentira que estás proclamando.
- El movimiento woke pretende no dejar libre de ideología ningún espacio.
La cultura woke y la cancelación, en su forma más extrema, representan una amenaza para los valores democráticos de libertad de expresión y pluralismo.
Deudora del marxismo, la ideología woke ha cambiado la lucha de clases por la lucha de identidades. La vida social queda así reducida a un conflicto permanente entre opresores y oprimidos. El objetivo de esa lucha es la transformación de la cultura y de la sociedad a la medida de los postulados de BLM (Black Lives Matter, organización pensada en teoría para combatir el racismo, impulsa con fervor otras causas como la lucha contra el patriarcado, la «heteronormatividad» o el capitalismo) que incluyen la «visión del mundo de la revolución sexual».
El filósofo John Gray compara a los «insurgentes woke» con los bolcheviques que tomaron el poder en 1917, y les acusa de querer «imponer una visión única del mundo mediante el uso pedagógico del miedo».
Para el psiquiatra Enrique Rojas: «La cultura woke es la destrucción de la persona y de la familia».
Angela Nagle llama la atención sobre lo paradójico que resulta que la ideología woke se acabe convirtiendo en una forma de colonialismo.
El chantaje al que alude Nagle no es muy diferente del que plantean los activistas woke: o asumes sus premisas ideológicas y bendices sus métodos, o eres cómplice de racismo.