Colaboraciones

 

Cristo es la Verdad y no la opinión (II)

 

 

 

16 mayo, 2025 | Javier Úbeda Ibáñez


Mosaico de estilo bizantino de Cristo Pantokrator
en la Catedral de Cefalú, erigido por Roger II en 1131.

 

 

 

 

 

La Verdad no es una cuestión de opinión, sino un hecho objetivo y revelado. Cristo, como Hijo de Dios, es la Verdad misma, y su vida, muerte y resurrección revelan las verdades más profundas de la humanidad.

El Magisterio de la Iglesia es la autoridad que interpreta y aplica la verdad revelada, proporcionando a los fieles una guía segura y una certeza en la fe.

La verdad revelada por Cristo es firme e inmutable, y las opiniones individuales, pueden ser subjetivas, variables y erróneas. La opinión puede llevar a la confusión y la división, mientras que la verdad conduce a la unidad y la certeza.

La doctrina católica, fuente de verdad y guía para la vida. Los católicos están llamados a adherirse a la enseñanza de la Iglesia y a buscar la verdad en Cristo.

Cristo vino a dar testimonio de la verdad. Es más, Él se autodefinió como el Camino, la Verdad y la Vida.

«Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida —le contestó Jesús a Tomás—. Nadie llega al Padre sino por mí» (Juan 14:6).

Esto quiere decir que el camino a Dios Padre lo comenzamos acercándonos a Jesús y creyendo en él. Todo el que desea llegar a un lugar, debe tomar el camino correcto. Cualquier otro camino nos llevará al lugar equivocado. Así mismo sucede con Dios. Si deseamos acercarnos a él y conocerle de verdad, debemos hacerlo a través de Jesús, porque conocer a Jesús es conocer a Dios.

La veracidad es una forma de justicia, pues los demás se merecen la verdad y no el engaño.

Jesús vino a la tierra para que podamos tener la vida abundante que Dios desea para nosotros.

«El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia» (Juan 10:10).

El hombre es el único ser en la tierra capaz de conocer la verdad y de transmitirla y, al mismo tiempo, es el único capaz de mentir. Esto se debe a su inteligencia y a su capacidad para comunicar pensamientos y afectos.

Jesucristo se denomina a sí mismo «La Verdad» (Juan 14, 16). No dice que es la pureza o la bondad, ni la fe, ni la esperanza. Y su misión se resume en dar testimonio de la verdad (Juan 17, 37). Su vida es idénticamente igual a su mensaje. Por eso, podemos decir, ser fiel a Cristo es ser fiel a la verdad, respetarla, propagarla, defenderla, asimilarla.

Y el Espíritu Santo es el Espíritu de la verdad, y el que nos descubre la verdad del hombre y de Dios, la verdad de nosotros mismos. Es el que nos enseña a apreciar en su justo valor las realidades de este mundo, su fugacidad, el valor de la vida ante la eternidad. El Espíritu Santo guía hacia la verdad, a quien lo escucha y pone en práctica sus inspiraciones.

 

Definimos la verdad en sus tipos

1. Verdad del ser: ser aquello que uno es, que uno debe ser. Hay verdad del ser cuando tú te comportas como persona inteligente, libre y responsable. Vives en la verdad de tu ser cuando sabes y te comportas con lo que te exige tu origen, tu fin como persona humana, cuando tienes trascendencia y sentido. Cuando vives la verdad de tu ser, vives realizado, feliz, digno y te elevas sobre todo el universo material y animal. Lo contrario a la verdad del ser es la inautenticidad.

2. Verdad del pensar: tu mente está hecha para percibir el ser de las cosas. Cuando tu mente coincide que la verdad de las cosas, vives en la verdad del pensar. Tu mente tiene que respetar la verdad de las cosas: la verdad del trabajo, del dinero, de la sexualidad, del matrimonio, del estudio, de la carrera... ¡Cuánta formación necesitas para descubrir la verdad de las cosas, y pensar así con veracidad de ellas! Lo contrario a la verdad del pensar es el error, que puede ser consciente o inconsciente, voluntario o involuntario.

3. Verdad del hablar: decir lo que tu mente sabe que es verdad, y que lo ha descubierto así, después del estudio y la formación. Tus palabras deben ser vehículo leal de lo que piensas. Por medio de tu palabra, haces partícipe a los demás de lo que llevas dentro. La palabra es puente que hace transparente a los demás el corazón y la intimidad de la persona. Lo contrario a la verdad del hablar es la mentira.

4. Verdad del obrar: es la verdad del comportamiento y de la vida. Vivir como se cree, coherencia de vida entre lo que se cree, lo que se predica y lo que se vive. Si vives esta verdad, serás sincero y cumplidor a tu palabra dada, serás leal y fiel a tus compromisos asumidos, serás equitativo y justo con los demás. Lo contrario a la verdad del obrar es la incoherencia, el fariseísmo, la hipocresía.

 

Obstáculos en la búsqueda de la verdad

- El escepticismo radical moderno: afirma que la verdad no existe, o que, si existe, el hombre es incapaz de conocerla. Si el escepticismo fuese verdadero, se negaría a sí mismo;

- el relativismo: se refiere tanto al conocimiento como a la moral. Es la tesis que niega la existencia de verdades absolutas, universales y necesarias: todas las verdades dependen de diversas condiciones y circunstancias que las hacen particulares y cambiantes. El relativismo niega la posibilidad de establecer verdades objetivas. Ya en el campo moral, el relativismo afirma que no hay nada de lo que podamos decir que sea bueno o malo absolutamente;

- el utilitarismo o pragmatismo: dice que es verdad “sólo lo que te sirva y te es práctico”. Hace de la utilidad el valor principal. Esta doctrina la promovieron J. Bentham y Suart Mill en la Inglaterra de finales del siglo XVIII);

- el permisivismo: con su filosofía de “todo está permitido”, al final es una bomba a la verdad de las cosas, a la verdad de la naturaleza;

- la manipulación social: en parlamentos, gobiernos y organismos internacionales o nacionales;

- la falta de formación humanística y filosófica: un obstáculo para encontrar la verdad. La formación humanística busca el equilibrio de tus facultades humanas, la recta apreciación de las cosas, la capacidad de juicio, la madurez humana, la apertura a los valores estéticos, la formación de la inteligencia, etc. Y la filosofía te lleva a conocer las causas últimas de las cosas; te lleva a descubrir la verdad total de las cosas);

- el subjetivismo: dice que la verdad no es objetiva, sino subjetiva, y que cada persona puede determinar por sí misma lo que es verdadero o no. Suele ser el defecto de los hombres prácticos, como Pilatos, que consideran como una especulación inútil la búsqueda de la verdad objetiva. El subjetivismo viene a ser una forma de escepticismo y de relativismo. Afecta a los juicios de valor y a los criterios que guían la conducta personal);

- el encerramiento: hay personas que se encierran en sus ideas, en sus posiciones y creen que sólo ellos tienen toda la razón y toda la verdad. Pero es una postura errada, porque nunca están dispuestos a abrirse a la verdad completa y objetiva;

- el hábito de la mentira: el mayor obstáculo en la búsqueda de la verdad. Ese decir lo contrario de lo que se piensa con intención de engañar. La mentira hace mal sobre todo a quien la dice. Con la mentira se bloquea el desarrollo de la personalidad;

- la vanidad: pone en jaque la verdad de ti mismo, porque te hace mostrarte como en realidad no eres. Te lleva a ser exaltado por encima de tu estatura humana y moral.

La obligación del octavo mandamiento de decir siempre la verdad no nos obliga a decir todas las verdades que conocemos. Hay muchas cosas que tal vez sabemos y que la prudencia, la discreción o la caridad nos dictan no decirlas a menos que sea indispensable.

Nuestra seguridad y la de los demás, el respeto a la vida privada y el bien común, son causas suficientes para no sentirnos obligados a decir las verdades que conocemos. Nadie está obligado a revelar una verdad a quien no tiene derecho a conocerla, nos dice el Catecismo de la Iglesia católica, 2489.

Hay cosas que podemos callar si queremos y otras que no debemos decir de ninguna manera. Nuestros pecados no tienen por qué conocerlos nadie sino nuestro confesor.

 

Del Catecismo de la Iglesia católica

2504 «No darás falso testimonio contra tu prójimo» (Éxodo 20, 16). Los discípulos de Cristo se han «revestido del Hombre Nuevo, creado según Dios, en la justicia y santidad de la verdad» (Efesios 4, 24).

2505 La verdad o veracidad es la virtud que consiste en mostrarse verdadero en sus actos y en sus palabras, evitando la duplicidad, la simulación y la hipocresía.

2506 El cristiano no debe «avergonzarse de dar testimonio del Señor» (2 Timoteo 1, 8) en obras y palabras. El martirio es el supremo testimonio de la verdad de la fe.

2504 El respeto de la reputación y del honor de las personas prohíbe toda actitud y toda palabra de maledicencia o de calumnia.

2508 La mentira consiste en decir algo falso con intención de engañar al prójimo que tiene derecho a la verdad.

2509 Una falta cometida contra la verdad exige reparación.

2510 La regla de oro ayuda a discernir en las situaciones concretas si conviene o no revelar la verdad a quien la pide.

2511 «El sigilo sacramental es inviolable» (Código de Derecho canónico, canon 983, 1), Los secretos profesionales deben ser guardados. Las confidencias perjudiciales a otros no deben ser divulgadas.

2512 La sociedad tiene derecho a una información fundada en la verdad, la libertad, la justicia. Es preciso imponerse moderación y disciplina en el uso de los medios de comunicación social.

2513 Las bellas artes, sobre todo el arte sacro, «están relacionadas, por su naturaleza, con la infinita belleza divina, que se intenta expresar, de algún modo, en las obras humanas. Y tanto más se consagran a Dios y contribuyen a su alabanza y a su gloria, cuanto más lejos están de todo propósito que no sea colaborar lo más posible con sus obras a dirigir las almas de los hombres piadosamente hacia Dios» (Concilio Vaticano II, constitución Sacrosanctum Concilium 122).

 

Del Compendio del Catecismo de la Iglesia católica

521. ¿Qué deberes tiene el hombre hacia la verdad? Toda persona está llamada a la sinceridad y a la veracidad en el hacer y en el hablar. Cada uno tiene el deber de buscar la verdad y adherirse a ella, ordenando la propia vida según las exigencias de la verdad. En Jesucristo, la verdad de Dios se ha manifestado íntegramente: Él es la Verdad. Quien le sigue vive en el espíritu de la verdad, y rechaza la doblez, la simulación y la hipocresía.

522. ¿Cómo se da testimonio de la verdad? El cristiano debe dar testimonio de la verdad evangélica en todos los campos de su actividad pública y privada, incluso con el sacrificio, si es necesario, de la propia vida. El martirio es el testimonio supremo de la verdad de la fe.