Colaboraciones
Dios existe. Yo me lo encontré, de André Frossard
02 junio, 2025 | Javier Úbeda Ibáñez
ISBN: 978-84-321-6380-7
Rialp, Madrid 2023
168 páginas
El autor francés narra su conversión al catolicismo. Tal vez su éxito pueda atribuirse a que ofrece al lector uno de los testimonios más sinceros y conmovedores sobre ese fenómeno, tan gratuito y a la vez laborioso.
El autor, educado en un ateísmo perfecto, en el que ya ni siquiera se plantea la cuestión de la existencia de Dios, relata su encuentro con la verdad cristiana, en una silenciosa y suave explosión de luz. Tiene entonces veinte años. Todo sucede muy rápido, al entrar en una capilla de París en busca de un amigo.
«Habiendo entrado a las cinco y diez de la tarde en la capilla del Barrio Latino en busca de un amigo, salí a las cinco y cuarto en compañía de una amistad que no era de la tierra».
André Frossard (1915-1995), hijo del líder y fundador del partido comunista francés, se convirtió al catolicismo en 1935, participó en la Resistencia francesa, fue arrestado por la Gestapo y logró sobrevivir en la prisión de Montluc. Tras la guerra, fue redactor jefe de Temps présent, L´Aurore y Le Nouveau Candide, cronista de Le Point, RTL y Paris-Match y columnista en Le Figaro. Perteneció a la Academia Francesa desde 1987 y fue buen amigo de Juan Pablo II.
No es frecuente en nuestros días que el relato en primera persona de una conversión alcance tantas ediciones, y pueda todavía encontrarse en las librerías después de más de cuatro décadas.
Su autor, André Frossard, ha sido uno de los intelectuales más influyentes del siglo XX en Francia. Este libro mereció allí el Gran Premio de la literatura católica, y es ya un clásico del género autobiográfico y testimonial.
André Frossard nació en el único pueblo de Francia que no tenía Iglesia, y fue educado en un ateísmo total, hasta que, a los veinte años, su fulminante conversión cambió por completo su vida. Escritor y articulista de prestigio internacional.
André Frossard, periodista, escritor y miembro de la Academia Francesa, tuvo un gran eco en su país y en el extranjero. Parece como si la prensa hubiera querido compensar con abundante espacio la concisión del articulista de Le Figaro, acostumbrado a expresar su opinión en veinte líneas.
Frossard fue siempre un personaje singular en el mundo intelectual y en el catolicismo francés. Con una abuela judía, una madre protestante y un padre secretario general del partido comunista, nada hacía presagiar que llegaría a ser una figura señera del catolicismo en Francia.
«Era el más escéptico de los creyentes. Era el más divertido de los apóstoles», ha sentenciado el también académico Jean d’Ormesson. Se mantuvo así al margen de camarillas, en un catolicismo francés propenso a secundar tendencias tradicionalistas o izquierdistas. Como ha dicho Alain Peyrefitte, «no era de ninguna capilla, porque creía en la Iglesia».
Surgió la amistad entre Frossard y Juan Pablo II, y de sus encuentros nació el primer libro de diálogos con el Papa, ¡No tengáis miedo! (1982), al que seguiría Retrato de Juan Pablo II (1988) y El mundo de Juan Pablo II (1991).
Este deseo de buscar respuestas a los interrogantes sobre el sentido de la vida es la directriz de obras como Preguntas sobre Dios (1990) o Preguntas sobre el hombre (1993). El afán de tender puentes entre judíos y cristianos le llevó a escribir Escucha, Israel (1994). Pero tampoco se privaba de afirmar su visión política en un libro como Excusez-moi d’être français (1992).