Colaboraciones
Teísmo como opuesto a ateísmo, a deísmo, a fideísmo y tradicionalismo y a agnosticismo
03 junio, 2025 | Javier Úbeda Ibáñez
Del griego Theós, Dios, en un sentido amplio el teísmo es la doctrina que afirma la existencia de Dios, en oposición al ateísmo (para N. Ferguson, la religión es una respuesta al deseo de sentido, pero también cree que es indispensable para sanar la vida social. «No se puede organizar ninguna sociedad sobre la base del ateísmo»).
Teísmo (doctrina que sostiene la existencia de un Dios personal, único, trascendente al mundo y creador del mismo. A diferencia del deísmo, el teísmo defiende que es posible conocer tanto la existencia de Dios como su naturaleza y atributos. La reflexión teísta se apoya en una teología natural, o teología filosófica, que en la definición de Kant es el conocimiento de Dios a partir de la razón y recurriendo a la analogía) como opuesto a deísmo (si todo lo que es, ahora mismo, es «por Dios», el deísmo es falso. El deísmo, es un modo de entender a Dios como si fuese el ser «necesario-para» sacar el universo de la nada, pero nada más. Desde el «big bang», o lo que la ciencia pueda descubrir, Dios habría regresado a su olimpo y el mundo rodaría a su aire. Esta «cosmovisión», ese modo de entender la realidad global, permite desentenderse de Dios, y montárselo todo como si Él no existiese. El deísmo, aunque acepta la existencia de Dios, difiere de las religiones tradicionales en su enfoque en la razón, su rechazo a la revelación y su énfasis en la ética individual). El teísmo como opuesto a deísmo es una distinción más precisa, que hicieron más explícitamente R. Cudworth (filósofo y teólogo inglés nacido en Aller. Está considerado como el principal representante de la escuela filosófico-teológica de Cambridge, aunque no sea el talento más brillante de la misma; 1617-1688) e I. Kant (filósofo prusiano de la Ilustración; 1724-1804). En la historia de la Filosofía, Kant es el autor más significativo de la cultura ilustrada. Entendió que la Ilustración significaba para la Humanidad lo mismo que para cada hombre significa superar la minoría de edad, es decir, la razón ya puede avanzar por sí sola sin necesitar autoridades que la tutelen. Sólo necesita la precaución de sujetarse a un método riguroso. Por ello Kant es un filósofo de la razón, pero no un racionalista, al tener en cuenta la experiencia; consciente del enorme rendimiento que Newton obtuvo de ella en el ámbito de la ciencia), aunque implícitamente ya estaba contenida en la mayor parte de la filosofía. El primero (R. Cudworth), que pertenece al grupo o movimiento llamado moralistas ingleses del s. XVII, en su obra The True Intellectual System of the Universe (Londres 1678), dirá que, para el teísmo, las cosas del mundo no actúan al azar y privadas de orden y gobierno, ni tampoco mecánicamente, como parece que piensa el deísmo, sino que el Dios creador es, además de omnipotente, inteligente y todo lo prevé y gobierna (o. c., pref.). Kant precisará más; el teísta se caracteriza, frente al deísta, por las siguientes notas: 1) Reconocer a Dios como creador del mundo (el deísta sólo le concibe como causa del mundo, ya que para Kant no hay distinción entre deísmo y panteísmo). 2) Afirmar un conocimiento analógico de la esencia y de los atributos divinos (el deísta sólo concede a la razón humana el poder conocer la existencia de un Sumo Ser, pero sin llegar a ninguna ulterior determinación de su esencia). 3) Admitir una teleología o finalidad en la Naturaleza, en cuanto creada por Dios inteligente (el deísta puede no darse cuenta de este teleologismo). 4) En resumen, Kant dirá que el teísta cree en un Dios vivo, el deísta sólo cree en Dios (Crítica de la Razón Pura, Dialec. trasc., III, sec. 7; Crítica del Juicio, 11,72).
Kant no se limita a la teoría del conocimiento. Su filosofía tratará los temas tradicionales de Dios, la naturaleza, la libertad del hombre, y la moral. Estos tres últimos típicamente ilustrados. Los dos grandes pilares del sistema de Kant son la naturaleza y la libertad. El primero tiene como modelo a Newton, y la teoría del conocimiento de Kant justifica ese modelo; y el segundo, más importante para Kant (su principal originalidad), es una ética basada en la libertad donde el hombre asume la responsabilidad de su propia vida.
Kant, entre otros, intentará desarrollar una teoría del conocimiento que evite las exageraciones del racionalismo continental y los resultados devastadores del empirismo inglés. Todo su interés filosófico se reduce a descubrir cuáles son las posibilidades y los límites del conocimiento en estrecha conexión con el problema de la ciencia de la naturaleza.
Según Kant, la razón tiende a unificar los datos internos a través de tres «ideas» regulativas: el alma, el mundo y Dios. Como van más allá de la experiencia, esas «ideas» no son entes, o sea objetos de conocimiento. La metafísica tradicional es, pues, ilusoria, porque resulta imposible de realizar.
En su intento de explicar la posibilidad del saber científico y de reconciliar empirismo y racionalismo, Kant propuso una ciencia de los límites y posibilidades del conocimiento: este es el resultado de los datos caóticos recibidos de la sensibilidad (la materia) y de los elementos a priori de la sensibilidad (espacio y tiempo) y del intelecto (categorías o conceptos puros) que organizan tales impresiones (dan la forma) por medio del esquema trascendental de la imaginación. En conclusión, no podemos conocer las cosas en sí (números), sino sólo como aparecen (fenómenos). El hombre no puede, por tanto, hacer metafísica. Dado que la universalidad y la necesidad de los entes no tienen base real, pues son introducidos por la mente, el conocimiento ordinario y la ciencia misma carecen de fundamento gnoseológico. Se termina, en fin, en agnosticismo o en idealismo.
Se puede decir que el teísmo, en un sentido más preciso, tiene las siguientes características primordiales: 1) Reconocer la existencia de Dios, en oposición al ateísmo. 2) Dios es personal y trascendente, frente al panteísmo defensor de una inmanencia de la Divinidad respecto del mundo, y que en consecuencia la considera como impersonal. 3) Dios es creador del Universo. El atributo de la creación es nota diferencia de Dios en el teísmo, frente al Dios del emanantismo, una de las modalidades del panteísmo; del hecho de la creación, por ser Dios la Causa de los seres del mundo, se deriva la posibilidad y realidad del conocimiento analógico de la Divinidad, en virtud de la analogía que hay entre la causa y el efecto. 4) Dios es quien conserva en el ser al Universo y es rector del mismo mediante su providencia y gobierno de los seres creados. En esto, esencialmente, yerra el deísmo, cuya premisa y prejuicio fundamental es la negación de ambos atributos divinos. De la trascendencia divina y al mismo tiempo íntima presencia de Dios en el mundo y de la rectoría universal ejercida por Él se derivan una serie de consecuencias filosóficas de gran interés teológico: la posibilidad de la Revelación, del milagro y de la profecía, las tres negadas o consideradas imposibles dentro de la superficial concepción deísta de la Divinidad.
El teísmo se opone al fideísmo («la existencia» de Dios no pertenece «necesariamente» a la fe. A esta verdad puede acceder el hombre mediante su razón. Esto no quita que también esta verdad esté revelada, la encontramos en la Sagrada Escritura. Por este motivo, el Concilio Vaticano I, 1869-1870, definió contra el fideísmo y el agnosticismo la posibilidad universal de conocer a Dios, por medio de la sola razón natural, de aquí que esta verdad sea enumerada entre los «preámbulos de la fe». De todos modos, como no todos los hombres llegan a este conocimiento por su razón, a causa de la debilidad que ha dejado en nuestra inteligencia el pecado original, hay una «necesidad moral» de que esta verdad sea revelada por Dios, para que lleguen a la misma todos los hombres, prontamente y sin mezcla de error) y tradicionalismo, que piensan que la razón es incapaz de esa demostración y que sólo se llega al conocimiento de la existencia de Dios por la Revelación sobrenatural y la fe en ella, o por la tradición continuada desde los primeros padres de la humanidad. También, en este mismo sentido, el teísmo se enfrenta al agnosticismo (en Teología Natural se denomina agnosticismo a la teoría que, aun admitiendo la existencia de Dios, niega la posibilidad de que la razón humana llegue al conocimiento cierto de ella a base de una demostración. En eso radica su diferencia del ateísmo que, a priori, no admite la existencia de Dios, afirmando, por tanto, la invalidez de su demostración. El agnosticismo, en cambio, únicamente suspende el juicio porque ve la imposibilidad, no de su existencia, sino de su demostración. Este término de agnosticismo fue acuñado por T. H. Huxley con la significación de renuncia a saber, enfrentándolo a la tesis gnóstica de que, gracias al poder casi absoluto de la razón, podemos llegar a un conocimiento total de Dios. Actitud soberbia la de los gnósticos, como señala Huxley, que contrasta con la humilde epojé de lo absoluto, por parte de los agnósticos). Teniendo en cuenta la realidad de la Omnipotencia de Dios, el teísmo se opone al llamado teísmo finitista de Stuart Mill y W. James, para los que la Divinidad estaría dotada de un poder superior al del hombre, de una potencia grande, pero en cualquier caso limitada.
No hay, ni puede haber, nada en la ciencia que obligue a renunciar al teísmo, porque también la fe tiene una fuente racional.