Colaboraciones
Iglesia y democracia
23 octubre, 2025 | Javier Úbeda Ibáñez
La Iglesia se ha manifestado en infinidad de ocasiones favorable a la democracia, en cuanto que favorece la separación de poderes, garantiza una convivencia pacífica y posibilita la participación ciudadana; pero ojo también nos advierte que es susceptible de perversión y que existen democracias que no puede ser asumidas desde la perspectiva cristiana. Una democracia que se cree fin en sí misma, que pospone la defensa de la dignidad de la persona, que legitima el pluralismo en clave de relativismo moral, una democracia para la que no hay verdades absolutas sino sólo opiniones, que no admite la existencia de principios absolutos innegociables que están por encima de la voluntad popular, no es una buena democracia. «Después de la caída del marxismo, dice Juan Pablo II en su encíclica Veritatis splendor existe hoy un riesgo no menos grave; la alianza entre democracia y relativismo ético que quita a la convivencia cualquier referencia moral segura».
Sin duda la Iglesia reclama que la democracia se asiente en unos fundamentos y valores insoslayables, que están por encima de la voluntad de los hombres.