Oído Cocina

 

LA CALIDAD DE LOS ALIMENTOS

 

 

Miguel del Río | 20.05.2018


 

 

Cada vez nos preocupa más la calidad de los alimentos, y los consumidores con una cierta edad como es mi caso entonamos eso de que, como lo de antes, nada. Nos ocurre con casi todo, desde el pan, a la fruta, verduras y hortalizas. Por eso los nostálgicos recordamos cómo era de mejor la alimentación que tuvieron nuestros padres y abuelos. No ayuda que los tiempos avanzan para todo, y la rapidez en comer lo que sea, cuando sea, se ha hecho tan fuerte que ha creado toda una tendencia social llamada comida rápida. Claro que también se la identifica con otra definición igual de mala como es la de comida basura.

No queda otra que aceptar lo del desarrollo, pero hay que lamentar que nos volvamos conformistas y poco defensores de lo sano, empezando por una excelente garantía de los alimentos que nos llevamos a la boca. No creo que sea un delito exigir que un tomate sepa a tomate y no a madera. Creo que los medios de comunicación se hacen cada vez más eco de lamentables actuaciones, y por eso algunos de ellos han creado secciones gastronómicas en las que se chequean y puntúan productos y marcas. Veo bien este tipo de valoraciones, porque la calidad se presupone aunque la mejor recomendación es no perderla nunca de vista.

Internet y las redes sociales son otro aviso a navegantes. Hay que tener muy en cuenta quién y cómo lo dice, es decir, utilizarlo bien y con la verdad por delante. Pero hoy contamos con el mensaje rápido que avisa y también alerta a otros sobre productos consumidos que son malos. La alimentación es pieza fundamental en la calidad de vida. Lo dicen e insisten en ello todos los estudios científicos. Aunque resulta que los buenos consejos van por un lado y los alarmantes resultados por otro. El hecho es que cada vez comemos peor. Enseñar a un niño a comer y que encima elija bien de lo que se alimenta es la panacea. Está su desayuno, la cantidad de comidas necesarias que hace al cabo del día o ingerir una cena adecuada. ¡Casi nada!

Si los mayores no lo hacemos bien, poco le podemos pedir a los que se miran en nuestro espejo. Las Administraciones son muy conscientes del problema, pero para atajarlo se anteponen las nuevas costumbres que acarrean la pérdida de tradiciones y cuidados en la alimentación. Deberíamos empezar por exigir el máximo de los productos que más nos gustan y compramos, porque la calidad alimentaria es el conjunto de cualidades que tiene un determinado alimento (sabor, olor, color, textura, forma y apariencia). Solo entonces, dejaran de darnos gato por liebre en tantos casos que van en aumento.

 

Miguel del Río