Blanca o pasarse con la información de sucesos

 

 

Miguel del Río | 15.09.2019


 

 

Son innecesarias muchas de las cosas que nos cuenta la información de sucesos. Nos estamos especializando en sumar dolor al dolor. Y no lo digo yo: lo denuncian las familias atropelladas por el sensacionalismo instalado en este tipo de noticias, como acaba de apreciarse nuevamente en la muerte de Blanca Fernández Ochoa.

 

Ya que España es un caso en sí misma, no es de extrañar que el morbo y el cotilleo tengan hueco tan importante dentro de la información diaria que consumimos los ciudadanos. Avispado y visionario estuvo el periodista Eugenio Suárez Gómez, cuando el 11 de mayo de 1952 fundó El Caso, un seminario especializado en sucesos, que empezó con una tirada de 10.000 ejemplares. Pronto alcanzaría los 100.000, que es lo que tiran hoy los periódicos españoles más vendidos.

El caso (encontrarán muy repetida esta palabra en el artículo) es que los sucesos venden, la televisión e Internet tiran como una locomotora de ellos, y el resto de medios de comunicación entran a saco en todas las noticias de este tipo, que acontecen en este peculiar país al sur de Europa. Incluso cuando el hecho doloso se considera como muy impactante para la sociedad, hay televisiones que acuden a la vestimenta de luto en sus presentadores, para poner así más énfasis lacrimógeno en todo lo que van a narrar ellos y los reporteros, casi siempre de manera reiterativa, y casi siempre de forma excesivamente sensacionalista. Lo denuncian en primer lugar las familias de las personas protagonistas de los sucesos, a quienes no les falta razón al relatar un acoso periodístico innecesario, en la búsqueda de imágenes o declaraciones que no aportan nada al caso.

Ha vuelto a suceder con la muerte de Blanca Fernández Ochoa. Creo que da igual el medio elegido para seguir el suceso. La coincidencia entre todos ellos, a la hora de tratar estos acontecimientos, se llama información innecesaria. Los periodistas somos muy dados a hablar de los excesos ajenos, pero muy escasamente lo hacemos sobre los que cometemos nosotros. La crisis económica noqueó a los medios de comunicación en general, pero no tiene que ver con ello la forma de contar los sucesos en España, que es una mala tradición que va pasando de una generación a otra, porque el público demanda realmente esta cascada de datos sobre el antes y el ahora de Blanca Fernández Ochoa.

 

“Da igual el medio elegido para seguir el suceso. La coincidencia entre ellos, a la hora de tratar estos hechos, se llama información innecesaria”

 

Como hizo la CNN con el directo permanente de la Guerra del Golfo, en España se activa la maquinaria del espectáculo cuando un suceso es valorado como diamante en bruto para las audiencias. Insisto: las televisiones y demás medios ofrecen lo que lectores, televidentes y radioyentes quieren. En este sentido, nada hay que reprochar a la información que, en gran medida, inicia sus pesquisas sobre lo ocurrido atendiendo a esa regla básica que enseñamos a los estudiantes de periodismo, sobre responder siempre dentro de la noticia a las cinco cuestiones básicas como son el qué, quién, dónde, cuándo y por qué.

Ahora bien, cómo enseñas el tacto, la cortesía, ponerse en la piel de quien sufre la desgracia, y cómo vivirán en adelante su profunda e insuperable pena, entre tanta gente que parece que sabe sobre ellos más que ellos mismos.  Y precisamente es esto lo que está pasando con la información de sucesos, a lo que quiero sumar algo que yo denomino como los listos de la bahía y jetas, que quieren protagonismo y aparecer en el Sálvame, a costa de contar cosas que no deben, atribuirse fuertes amistades que no son tanto, o, lo peor, cobrar por montar espectáculos deleznables sobre el dolor ajeno. Ruego porque no les llegue a pasar a ellos lo que han hecho tan mal con los hijos y demás familiares de Blanca Fernández Ochoa.

La información de sucesos en España es la que es y no va a cambiar. En todo caso, irá a peor, en la medida que el morbo ciudadano la respalda. Al decir esto, imposible no señalar con el dedo a las redes sociales, las tonterías que aportan a los sucesos, las mentiras y mierdas que propagan, y el terrible daño que infringen a familiares de fallecidos o desaparecidos. Cuando los focos dirigidos hacia suceso tratado se apagan, queda un gran desconsuelo para los implicados directos que han sufrido semejante acoso informativo, que suele ir acompañado de borrarse de las redes tras leer  tantas falsedades e invenciones. Así, el periodismo sigue su caída libre porque se resiente más y más, algo que choca frontalmente con la falsa idea que se transmite dentro de las redacciones de que, una vez más, se ha hecho un gran trabajo con la información de servicio facilitada al público. ¡Ya!

 

“Listos de la bahía quieren protagonismo a costa de contar cosas que no deben, o cobrar por montar espectáculos deleznables con el dolor ajeno”

 

 

Miguel del Río