Habíamos quedado en que saldríamos del Covid con espíritu renovado

 

 

Miguel del Río | 12.07.2020


 

 

 

 

Aunque estemos anunciando a bombo y platillo que saldremos de esta, quizás vivimos momentos de insuficiente espíritu. Entenderlo bien se traduce en trabajar, incansablemente, por la causa. Abrir un debate de todo lo malo que nos ha traído el Covid es perder un precioso tiempo que no tenemos. Si estamos en fase reconstrucción, cada cual debe hacer bien lo suyo, siempre pensando en aportar antes que criticar. Eso es lo que denota un auténtico espíritu de lucha.

 

Es muy difícil, por no decir imposible, que un joven estudiante se haya colocado este verano en algo, para hacer unos euros con los que costearse pretensiones, incluida la matrícula universitaria del próximo curso. Como respuesta a sus solicitudes, se topa de bruces con una frase conocida: no hay trabajo. El mensaje machacón y mediático acerca de que vamos a salir mejor, no termina de visualizarse.  

El caso es que la economía, de enfriarse, ha pasado a tomar muchas precauciones. Preguntador que es uno, pide explicaciones de lo que pasa a empresarios amigos. “Hay mucho temor a lo que va a ocurrir a medio plazo; de la cuarentena hemos pasado a los ERTE, los despidos, la falta de pedidos,

de ventas, y ante todo de espíritu en la gente, de confianza, vamos”, me resume de esta manera tan concisa uno de ellos. Las decisiones políticas, mejor con grandes acuerdos, están también muy presentes, al igual que lo que venga o no venga de Europa, tras el último mazazo de que la ministra española de economía, Nadia Calviño, tuviera en la mano ser presidenta del Eurogrupo, que controla las ayudas a los países de la Unión, pero al final los votos comprometidos resultaron no ser tales. Los países del Este nunca nos han votado en Eurovisión, y tampoco ahora para el Eurogrupo. En resumen, que lo de España con Europa urge mirarlo, porque quizás sea más evidente en la calle el divorcio, que lo que pueda darse a entender desde las instancias del poder.

De una forma u otra, el motor de la economía española va a medio gas.  Montarse en este vehículo es un tanto arriesgado, a la espera de buenas noticias que sustituyan a las actuales, malas todas, una detrás de otra. Decir que somos un gran país, y que vamos a salir adelante, queda muy bonito, está muy bien, a mí me gusta mucho oírlo, pero falta lo esencial: resultados.

 

“Decir que somos un gran país, y que vamos a salir adelante está muy bien, a mi me gusta mucho oírlo, pero falta lo esencial: resultados”

 

De todas formas, viviendo momentos tan imprecisos e incluso presagiando los presagiadores habituales un otoño repleto de paro, creo que saldremos adelante, aunque cueste, como va a ser, sus buenos años.  Tengo acumuladas experiencias de vida suficientes como para pensar así. Sin ir más lejos, lo que sufrimos con la dramática, pero superada, crisis anterior. El mundo entero no vive su mejor etapa. Impera la desunión, las riñas, el coronavirus, pensar solo en el país de uno, sin apenas ganas de reunirse los poderosos para hablar y solucionar algunas cosas.

La generación de mayores que se ha llevado el Covid debe ser nuestra referencia. Vivieron muchas penalidades, hambre incluida. Un virus mortal les ha arrebatado la vida, y creo sinceramente que su deseo sería que los de ahora luchemos igual de fuerte por las generaciones más jóvenes. Con los muchos egoísmos que hay en este país, no diferentes a otras naciones, este es el anhelo que realmente debería alimentar ese espíritu de que lo vamos a conseguir. Por ellos, los que hemos perdido, y por ellos, los que esperan su oportunidad en la vida. Que nadie tenga duda que el coronavirus pasará. Somos muy agoreros esperando como que rebrote, demostrando al tiempo poco espíritu de superación.

Debemos cumplir todas las prevenciones, preferentemente la distancia social y llevar puesta la mascarilla, pero nada de esto impide esforzarnos y esperar cosas buenas para nuestro país, para que realmente sea lo grande que exclamamos. Quiero que Europa eche un cable de verdad, mejor hoy que mañana. Anhelo que las comunidades autónomas que han trabajado juntas en el combate al Covid sigan unidas en el corto, medio y largo plazo. Van a ser tiempo de escaseces, porque hay que empezar por recuperar una sanidad universal que nos ha salvado literalmente el pellejo. También espero que las condiciones laborales de nuestros jóvenes mejoren. Que encuentran trabajo en aquello para lo que se han formado. Y que salgamos fuertes de los ERTE, porque no hay que dar por hecho que nuestras industrias, empresas y empresarios se van a rendir. Exponiéndolo así,  creo acercarme a lo que es la auténtica grandeza de una nación, lo que nos devolverá el bienestar. En nuestro caso, la distinción estriba en unos ciudadanos que no se planteen jamás tirar la toalla.

 

“La gran mayoría cumple con las normas sanitarias y preventivas. Pero a nada que no lo haga una minoría, nos va a dar igual a todos los demás”

 

 

Miguel del Río