Los sanitarios nunca abandonan, aunque seamos insensatos

 

 

Miguel del Río | 23.08.2020


 

 

 

 

 

Sin debate alguno, nuestros profesionales sanitarios son de lo mejorcito que tenemos en este país. Pudiera parecer un reconocimiento afianzado, pero no es así. Como evidencia están las garrafales imprudencias que, en contra de sus consejos, estamos cometiendo respecto al coronavirus. Preferimos arriesgar en vez de prevenir. Admirable este sistema sanitario nacional, que se ve nuevamente al borde del caos, por culpa de un ejército de insensatos a quienes también trata de contagios masivos por Covid.

 

Hay que ser realmente olvidadizos e indisciplinados (por no decir estúpidos), para estar reviviendo todas las penalidades que pasamos en el primer semestre de año, a causa del coronavirus. Aplaudimos a los médicos, hasta que muchos pensaron que se había producido apropiación política del gesto, pero ovacionar es irrelevante al lado de lo que realmente teníamos que cumplir: hacerles caso.

Las cosas de España son una exageración en demasiadas cuestiones. Quiero decir que siempre hemos sido así, ganamos el partido antes de jugarlo. Pero con el sistema sanitario no cabe duda alguna. En el continente, los hospitales y ambulatorios, y en el contenido, sus profesionales. Somos un referente para el mundo, un ejemplo que no se puede perder, abandonar a su suerte, o dejar de lado cuando más nos necesitan, nuevamente ahora, nuestros sanitarios. Sin medios humanos y técnicos, como ocurre, este referente puede irse al traste.

En los actuales rebrotes del Covid, estamos tan mal, porque no hicimos caso de lo que nos decían desde los propios centros asistenciales, desde los colegios de médicos, de enfermería, de farmacéuticos y demás, sobre que una vez superada la primera ola del virus, estuviéramos muy alertas ante episodios futuros que, como vemos a diario, iban a reproducirse sí o sí. Ya no hay duda alguna, y no es solo España la que ha incurrido en su propia soberbia. Nos acompañan también en el deficiente hacer Francia, Alemania y no digamos el Reino Unido. Me atrevo a decir que Europa está atrapada por el Covid-19. Tal y como lo veo, hay una causa mayor: desde el inicio de la pandemia, no se ha actuado de manera coordinada. Se ha dado la apariencia de gestión común, pero la realidad es otra muy distinta.

 

“Estamos como estamos porque no hicimos caso de los centros asistenciales, colegios de médicos, enfermería, farmacéuticos y demás”

 

Con esta tarjeta de presentación, toca ahora la vuelta a las aulas. ¿Tiene algo que decir la OMS o la Comisión Europea al respecto? En uno u otro sentido, el mensaje claro está tardando, y los padres, como no puede ser de otra manera, inquietos, nerviosos e impacientes. ¿Volvemos a la improvisación?

En la primera parte de la pandemia reconocimos todo lo hecho por nuestros hospitales, médicos y resto de profesionales de la salud pública, incluyendo por supuesto a las autoridades sanitarias. Nos dieron, siempre, buenas recomendaciones. Como la de “Quédate en casa”. Como la de la mascarilla. Como la de lavarse bien las manos. Como la de la distancia social. Y también nos avisaron: “Hay que hacerlo bien para no volver a colapsar el sistema hospitalario, que queda muy tocado”. Fueron también ejemplo en lo de trabajar sin los medios necesarios, sin apenas levantar la voz. Por nuestra parte, seguir sus consejos, no era mucho pedir. En lo que va de verano lo hemos hecho rematadamente mal, todos además. No  había post pandemia que festejar ni nueva normalidad que aplicar, porque el coronavirus estaba más activo que nunca.

Con inmediatez, habrá que tomar nuevas decisiones. Tendrán que ser duras, porque hay muchos a quienes el mensaje normal no les entra por la cabeza. Por si fuera poco, surgen los negacionistas del virus para no ponerse la pertinente mascarilla. Que cada uno piense lo que quiera es lo razonable dentro de una democracia. De ahí a hacer lo que se quiera, es donde llegamos a no tolerarlo. Al respecto, sucede que hay miles de muertos, miles de contagiados, miles de familias que han experimentado ya un dolor irreparable, y miles de profesionales de la sanidad pública que están desorientados por no decir hartos. Negar todo esto no merece respeto alguno a quienes impulsan semejantes concentraciones, sin aportar alternativa alguna.

El Gobierno de España, los Gobiernos de todo el mundo, harían bien en rodearse de los equipos más expertos, y que todos juntos trabajaran en común. El Covid es un virus que amenaza seriamente nuestra existencia. Uno ya no sabe cómo tomarse las noticias que aparecen sobre vacunas, que si en Rusia, que si  China ya la tiene. Se anuncia, y a continuación el mensaje se diluye. Hay que poner toda la seriedad que requiere al peligroso momento que está viviendo nuestra civilización. Se deberían dejar de lado tantos individualismos, tantos intereses, pese a lo difícil que es explicar esto hoy a los actuales líderes mundiales que tenemos. Aquí, nuestro sistema asistencial, del que tan orgullosos estamos, está de nuevo a las puertas del colapso. Hay que tomar medidas rápidas, drásticas y, sobre todo, comunes, es decir, en todos los sitios igual. Construyendo este frente común, solo así se ganará esta enrevesada batalla contra algo nunca antes visto ni vivido. En esta lucha son esenciales nuestros sanitarios, y lo que indiquen, y lo que pidan y lo que planteen. Esto es lo que siempre han querido, y no solo aplausos que se lleva el viento.

 

“En esta lucha son esenciales nuestros sanitarios, y lo que planteen. Es lo que siempre han querido, y no solo aplausos que se lleva el viento”

 

 

Miguel del Río