El asco que dan quienes pagan con los hijos su machismo

 

 

Miguel del Río | 13.06.2021


 

 

 

 

 

Dos pobres criaturas han pagado con su vida la violencia machista ejercida por un brutal y asesino padre que quita la vida a sus hijas, en venganza contra la madre. En España, la historia es conocida porque se repite cada cierto tiempo. La lucha contra este tipo de asesinos no puede bajar la guardia. Se lo debemos a las pequeñas Anna y Olivia, a su madre Beatriz, y a los otros 41 menores que desde 2013 han perdido la vida a manos de sus asquerosos y paranoicos progenitores, como venganza a sus madres.

 

Realmente, se puede manifestar abiertamente, porque no es exageración, lo mucho que un país llega a indignarse, cuando se comete un nuevo crimen contra indefensos niños, que no tienen culpa alguna de que la relación de sus padres haya terminado fatal. Al elegir el tema sobre el que hoy escribo, estaba determinado a sentenciar que España tiene una leyenda negra en torno a los horrendos crímenes que tienen a los hijos como protagonistas, pero la generalización nunca es buena aliada de los que quieren ser pensamientos constructivos y que contribuyan a entender mejor las vidas de las personas. Así lo entiende la filósofa Victoria Camps, cuando aclara que las pasiones nos sobrevienen sin quererlo, no son deliberadas. “Pasiones son el miedo, el coraje, la envidia, el amor, el odio, los celos”, enumera. Y de aquí plantea que “las facultades nos hacen capaces de entristecernos, alegrarnos, amar, compadecernos, es decir, apasionarnos de una manera o de otra”. Para sentenciar: Los modos de ser, finalmente, determinan que nos comportemos bien o mal con respecto a las pasiones”.

Está claro que la pasión que movía al presunto asesino Tomás Gimeno era el odio machista, rencor que volcó en sus pobres hijas, Anna y Olivia, asesinándolas para posteriormente hundirlas en el mar profundo. Los amigos más cercanos de este criminal despiadado le describen como enérgico, impulsivo, muy trabajador y un poco hippie, aunque está claro que nunca se termina de conocer bien a alguien, dado el desenlace de semejante violencia machista, “Violencia Vicaria”, la definen los expertos en estos casos, ya que va de matar a los hijos para enterrar a la madre en vida. ¡Incomprensible, estremecedor e infinitamente repudiable!

Desgraciadamente, el ser tiene mucho que ver con los desenlaces de la vida. Ni es definitorio, ni mucho menos, pero siempre apelamos a recibir una educación adecuada en trabajo, esfuerzo y, sobre todo valores, aunque los Gimeno de turno (que han matado y seguirán matando) demuestran lo acertado que estuvo Sócrates cuando indicó que la educación es el encendido de una llama, no el llenado de un recipiente. El parricidio es una aberración más de las muchas que nos acechan, porque aunque se tiende a hablar más de lo positivo que de lo negativo (así lo marcan los cánones oficiales y sociales), la violencia siempre está más cerca de lo que creemos, en sus muchas formas, como esta de Tomás Gimeno, asesinando tan cruelmente a las hijas fruto de un matrimonio roto.

 

“La violencia siempre está más cerca de lo que creemos, como esta de Tomás Gimeno, asesinando a las hijas fruto de un matrimonio roto”

 

He pensado todos los adjetivos calificativos posibles, despectivos claro, que dedicar a este tipejo, y seguro que coinciden con los de ustedes, sin necesidad de tener que enunciar uno solo. Desde mi punto de vista y forma de pensar y de ser, no hay razón alguna que justifique un hecho tan monstruoso como este. Lo digo porque siempre hay mezquinos que buscan razones, y no las hay. Por eso es bueno que la sociedad se movilice en contra del abuso, del machismo, de la intolerancia, del crimen en este caso. Un homicidio que se suma a la larga lista de padres que tomaron el mismo camino violento y machista, como el tal Gimeno de Canarias.

A España le queda un interminable trecho para dejar de ver sucesos como este. De hecho, vamos abocados a peores tiempos de intolerancia, visto todo lo que se ve. La ley debe siempre dar ejemplo en contra de semejante brutalidad, y si es necesario endurecerla, porque no hay que olvidar que en España tenemos aún pendiente el debate de las penas y lo pronto que salen de la cárcel todas estas hienas.

Hacia la madre de las niñas, ¡qué se puede decir!. Bersot el filósofo escribió que hay muchas maravillas en el universo, pero que la obra maestra de la creación es el corazón materno. Es verdad esto de la Violencia Vicaria, que mata a la madre en vida, al arrebatar mediante la muerte la visión y compañía de sus hijos. Poco más se puede añadir, sin olvidar nunca que el cariño, la comprensión, las condolencias, los mensajes de que estamos ahí en el rechazo común a semejante desaparición de tus niñas, se ha de sentir en el ambiente, sin necesidad de hacer promesas políticas o sociales, que no se vayan a cumplir. ¡Lo sentimos en el alma, Beatriz!, como madre que siempre serás de Anna y Olivia.

 

“Siempre hay mezquinos que buscan razones, por eso es bueno que la sociedad se movilice en contra del machismo, del crimen en este caso”

 

 

Miguel del Río