Desprecio a Eurovisión con gran audiencia juvenil que aplaude

 

 

Miguel del Río | 19.05.2024


 

 

 

 

 

Si el choque y la polémica amenizan tanto en nuestro país, no es raro el éxito de Eurovisión. Hace años que reina el mal gusto dentro de un festival, que ya no tiene nada que ver con sus orígenes vinculados a que la música uniera a los pueblos. A Rusia y Ucrania, ya no. Aunque hay que señalar que el certamen encandila a la juventud española, que engrosa cifras de fans muy altas dentro de la gran audiencia televisiva que tiene el certamen. Nuestra canción de este año, “Zorra”, pretendía ganar mediante un mensaje provocador. No siendo entendido aquí, tampoco lo ha sido fuera. De ahí el puesto 22 de entre 25 países finalistas.

 

Los desprecios y críticas hacia la última edición de Eurovisión llegan de todas partes. Pero resulta que, dentro de la gran audiencia que ha tenido en España el controvertido festival, destacan especialmente sus jóvenes seguidores. Meses atrás, al principio de tan penosa historia, Nebulosa y su canción “Zorra” recibían parabienes, e incluso el mensaje de su canción era defendido en no pocos medios de comunicación. Como suele ocurrir siempre en este país, cuando aparece el fracaso, te dejan tirado y ya nadie te reconoce y saluda por la calle.

Al Eurovisión celebrado en Suecia le sucederá el que tendrá lugar el año que viene en Suiza, país ganador en este 2024. Los números de seguimiento no dan lugar a dudas sobre millones de telespectadores fieles. Aquí, casi cinco millones; Francia nos supera y es parecido en Italia. Despegan Alemania con 7.380.000, superada por Reino Unido, con 7.600.000. La verdad es que esta cita musical levanta más pasiones de lo que puede pensarse y, además de los países ya citados, no hay que perder de vista los muchos adeptos que tiene en Suecia, Grecia, Irlanda, Bélgica, Finlandia, Islandia o Chipre.

Ahora que estamos tan mal vistos, especialmente por auditar decisiones y actos de Gobiernos y sus representantes, fue precisamente un periodista suizo, Marcel Bezençon, a quien se atribuye la creación de Eurovisión. Como pasa con otros principios y valores pertenecientes al origen de la Unión Europea, que hoy no se cumplen en absoluto, el fin último de la organización de este festival era unir a los pueblos en la música. El certamen también tenía la intención de probar los límites de la tecnología para la transmisión en vivo. Allá por 1956, quién diría a los organizadores del primer concurso que la música estaría tan contaminada por inventos e innovaciones que van desde todo lo digital a la falsedad que pueda acarrear la inteligencia artificial, ya que quien compone es una máquina y no la mente humana.

Una cosa son los resultados, y otra muy distinta el origen para la elección de la canción que representa a España en cada cita eurovisiva. El sistema empleado se llama Benidorm Fest. Se trata de un festival musical organizado por Radio Televisión Española en el que se elige al artista y la canción que nos representará. La preselección está compuesta por tres galas, dos semifinales y una final, en las que el público y un jurado profesional son los que eligen. Como ven, suena bien. Cosa bien distinta será luego el resultado.

“Zorra”, la canción de Nebulosa (María Bas y Mark Dasousa) con la que participamos en este 2024 no tenía posibilidad alguna, algo que se confirmó en la votación que nos llevó al puesto 22. Peor fue en 2021, en el 24, con el cantante Blas Cantó y la canción “Voy a quedarme”. Aunque quedamos mejor en 2022, puesto 3, gracias a Chanel y el tema “SloMo”. En 2023 volvimos al puesto 17 con la canción “Eaea”, de Blanca Paloma. Como quedes supone un salto a la fama o te entierran profesionalmente, porque ya nadie vuelve a recordar tu nombre ni tararear lo que interpretaste.

Otra fea costumbre que se repite año tras año es que siempre salimos como país ganador. Lo hacen las televisiones, lo hacen las emisoras de radio y lo hace también Internet y las redes sociales. En esta ante fase del concurso, ¡pobre del que ose cuestionar la canción! Lo de este año con la letra, y dentro de ella no dejar de repetir zorra y más zorra, ha habido un debate político y social que entiendo, porque desde las instancias oficiales no puedes estar invirtiendo millones en concienciación de igualdad, mientras desde la televisión pública se impulsa tan mal ejemplo en el lenguaje. Quedar en la cola de la clasificación ha certificado que tampoco fuera de nuestras fronteras ha sido entendido el mensaje.

El mal hacer en España respecto a Eurovisión tiene otro apartado deleznable en el marketing y la publicidad que tan falsamente se lleva a cabo con el tema a interpretar. Que si las encuestas nos dan ganadores; que si la canción no tiene rivales; que si los críticos musicales de todo el mundo apuntan a las muchas posibilidades que tenemos… Todo mentira, una tras otra. Estoy seguro que el año que viene, con motivo de un nuevo certamen, se repetirá la misma cantinela, aunque no me voy a adelantar a los hechos y manifestar que volveremos a pifiarla y clasificarnos en la cola. Zorra” se está llevando palo tras palo,   pero tan feroces críticas oportunistas tendrían que haberse producido desde el minuto uno. Antes del festival he leído suficientes halagos, y después del festival suficientes desprecios. No debería darse ni una ni otra cosa, si se actuara con gusto y sensatez, aspectos al parecer muy exclusivos con los que actuar hoy en día.

Todos estos razonamientos quedan supeditados a que son millones los telespectadores a los que les encanta el Festival de Eurovisión. No es igual en toda Europa, caso de Dinamarca, con una audiencia de medio millón, de los 6 millones de habitantes con que cuenta. Y luego está el demoledor dato juvenil.  En las cifras de audiencia desglosadas por perfil de públicos, el festival ha arrasado entre los espectadores más jóvenes. En la franja de 13 a 24 años, el seguimiento fue del 66,3%. Y la canción “Zorra” les ha gustado mucho.  Todo esto hay que interpretarlo en el sentido de que hay Eurovisión para largo, y cada nueva cita será todo más raro y absurdo. Intuyo todo ello sin ver desde hace muchos años el certamen. A lo mejor tengo que cambiar de actitud y sumarme a esos casi cinco millones de españoles que lo admiran. Aunque va a ser que no. Que voy a seguir siendo fiel a mi rechazo más absoluto al mal gusto y a la mediocridad. Con todo, que viva siempre la libertad de opinión e igualmente de gustos. Pero dentro de esa libertad que nos ampara a todos, yo, a lo mío, en lo que creo.

 

 

Miguel del Río