Tanta innovación, tanta innovación, y la UE va y nos suspende

 

 

Miguel del Río | 17.06.2024


 

 

 

 

 

Pertenecer al selecto club europeo conlleva que sus instituciones auditan permanentemente la manera de funcionar de sus países miembros. No gusta asumirlo, pero nosotros, de habitual, no salimos bien parados. Ahora es con un suspenso en innovación. Dicen que no invertimos lo suficiente en ello, que falla la cultura empresarial, aunque puntúan bien las exportaciones que hacemos. No se entiende que España organice anualmente los mejores congresos del mundo en avances y tecnologías, y no sume. He dicho ya causas, pero añado otra de mi cosecha. No dejamos de perder talento español que se marcha. Aquí, no tienen oportunidades.

 

Llevamos años oyendo, desde todos los sectores productivos posibles, que lo esencial para crecer es perfeccionarse, es decir, la innovación. Debemos ser muy duros de oído, ya que la Comisión Europea nos ha puesto un suspendo claro, porque ni siquiera llegamos a la media europea en esto de I+D+I, que no hace falta traducir. Ocupamos el puesto 20 entre los 27 socios, y no es baladí que países que han accedido a la UE mucho después de nosotros, como Croacia o Estonia, vayan por delante en cambiar y mejorar, como antesala que es de una mejor productividad industrial y empresarial.

Casi obligatoriamente, tengo que citar a Philip Kotler, considerado como el padre del marketing moderno, porque mira que lo avisó hace ya tiempo: “Las empresas pobres se desentienden de sus competidores; las empresas del montón copian a sus competidores; las empresas ganadoras marcan el camino a sus competidores”. Pues hete aquí que el indicador de resultados de innovación elaborado por el Centro Común de Investigación que depende de la Comisión Europea viene a decir que España no hace ni puñetero caso a esta excelente recomendación de Kotler.

Además del mal resultado que sacamos en innovación dentro de la UE, agota lo de tener siempre que citar a los países punteros en innovación, como son Dinamarca, Bélgica, Finlandia, y, por supuesto, Alemania, a la que se reconoce de habitual como la locomotora económica de Europa. Nuestra deficiente situación se podría explicar de forma sibilina (para manipular y desinformar como sucede hoy con tantos asuntos), pero aquí resulta que lo que falla es nuestra cultura empresarial. Habremos escuchado esta expresión un millón de veces, pero no se nos mete en la cabeza y, y de ahí, aplicarlo a la forma de trabajar.

Dejo a su entrever en lo que fallamos, una vez que le refresque que existen diferentes tipos de cultura empresarial. Está la cultura de colaboración, que significa hacer las cosas juntos. ¿En la España actual hacer algo con unidad? Luego está la cultura jerárquica o hacer las cosas de manera correcta. Hace tiempo que aquí se ha puesto en el disparadero al empresario, alentando ideas sobre ellos que en otro lugar normal del mundo escandalizarían. Pasemos a la cultura innovadora, que es ser el primero. Esto, cuando queremos, somos los mejores. Finalmente, está la cultura competitiva o producir rápido. Se repite lo anteriormente dicho, cuando nos lo proponemos de verdad, únicos.

Increíble: Europa nos catea en innovación, y somos el país que organiza el Mobile Word Congress o si lo prefieren el Congreso Mundial de Móviles, considerado el más importante del mundo. Este año pasaron por Barcelona más de 100.000 visitantes de todos los continentes. En esta cita anual suelen presentarse, y los españoles lo solemos conocer a través de todos los medios de comunicación, las mayores innovaciones en comunicaciones. Acuden a nuestro país los mejores profesionales, desde científicos, ingenieros a inversionistas. ¿Cómo se puede organizar algo tan valioso y que nos califiquen de país muy poco innovador? No debiera ser así.

Pero es que ofrecemos anualmente mucho más. Como el Integrated Systems Europe o la gran feria continental de las tecnologías de imagen y sonido. O, en los tiempos actuales, con tanta delincuencia como hay ya en las redes, contar con el World Cybersecurity Congress. Es la cita más importante del mundo en todo lo referido a la protección de datos. Hay muchas más referencias que puedo citar, pero concluyo con la Bedigital, que es el encuentro internacional más relevante en lo que son las tecnologías aplicadas a la industria. Dando estos datos parece que contradigo la mala valoración que nos hace la Comisión Europea. No, no lo pretendo. Puede que nuestra cultura empresarial flojee por épocas. Puede también que no se invierta lo suficiente en innovación en general. De lo que no tengo duda es que en la actualidad nos vendemos bastante mal, y las referencias de nuestro país en el exterior no hablan precisamente bien de nosotros (la única noticia diaria es la gresca).

Otro gran asunto pendiente es todo el talento que se nos va. La crisis de 2008- 2015 resultó tremendamente perniciosa por la gran huida de profesionales hacia el exterior. Desde 2020 se ha vuelto a reproducir esta mala tendencia, y solo en 2022 se marcharon más de medio millón en busca de oportunidades laborales. Una gran mayoría de los que hacen la maleta cuentan con una formación de primera. No encontrando en su país oportunidades, ni trabajos fijos, sueldos dignos o posibilidad de independizarse y acceder a una vivienda, deciden levantar el vuelo. Sus destinos son otros puntos de la Unión Europea, como primera preferencia, seguida de Sudamérica, Reino Unido, África, Asia y Centro América y Caribe.

Mientras más se habla de operaciones retorno y de recuperar el talento español en el exterior, más se van. Algunos de los mejores ingenieros, científicos, médicos o investigadores del momento son de nacionalidad española, pero sus investigaciones y descubrimientos se presentan en el exterior, y no en el país en que han nacido y que ha invertido ingentes recursos en su formación. Además, lo que se les ofrece para volver no es comparable en absoluto a lo que han conseguido en los países de acogida, sin olvidar los buenos sueldos que perciben. Han echado ya raíces en el destino que un día eligieron, se han sentido muy bien recibidos y tratados, tienen ya familia, y nosotros aquí cojeamos en muchos aspectos empresariales e industriales, porque quienes podrían dar la vuelta a esta mala situación con la innovación resulta que les hemos perdido, sino para siempre, casi. Tan solo vuelven de vacaciones, que saben que aquí se vive muy bien. La innovación puede esperar sentada.

 

 

Miguel del Río