Sobre Brasil que prohíbe X y los dueños siniestros de las redes
Miguel del Río | 09.09.2024
Como los auténticos propietarios de las redes sociales campan a sus anchas, es notición que Brasil prohíba el uso de X, antes Twitter. El gran aliado de Donald Trump, Elon Musk, es el siniestro dueño de esa red. Un juez le ha parado los pies, y los argumentos de la prohibición son de peso. Dentro de un país, una red social no puede imponer a su Gobierno. Seguramente se levante la prohibición, pero la llamada de atención ya está hecha, porque el tribunal brasileño pone el foco en los grupos organizados para crear desinformación utilizando las crecientes fake news. Milicias digitais las llaman en Brasil, aunque las hay en todos los países.
De entrada, le diría a Elon Musk, propietario de X, que ha cometido un soberbio error al cambiar de nombre a esta red social, eliminando el de Twitter. En el mundo cuenta con un numero de usuarios cercanos a los 400 millones de tuiteros (lo seguiré llamando así). En países concretos, como Brasil, la cifra es de 22 millones. Si pasamos a España, 12. En Francia, 10. Todos estos números son superados ampliamente por Estados Unidos, con sus 102 millones de usuarios, lo que representa el 28,1% de todos los usuarios de esta red. En resumen, y en líneas generales, nos encontramos con que las grandes potencias dentro de X son algunas de las ya mencionadas, más Países Bajos y Japón.
Musk, un magnate muy cercano a Donald Trump, que piensa que el espacio estelar está para privatizarlo, ve en X un mercado para todo, y es hacia lo que va. Preciso más. Ahora mayormente sirve para enviar mensajes, pero la idea del multimillonario es crear una plataforma que sirva para hablar con amigos, citas, retransmitir en directo (también programas), compras, operaciones bancarias e incluso reparto de comida. En la propia explicación informativa que da esta red social habla de ser un punto de referencia para todo. Antes de hablar de lo que le ha pasado a Brasil con X, y la prohibición de usarlo dentro de aquel gigantesco país y mercado de materias primas, hay que recordar la definición de red social: plataforma digital de comunicación global que pone en contacto a gran número de usuarios. La pregunta consiguiente es: ¿ha dejado X de ser una red social para convertirse en una multinacional de compras y servicios totales?
Vamos a las evidencias. Elon Musk es un tiburón financiero, mientras los países, aún, se rigen esencialmente por sistemas democráticos donde impera la ley. En el caso de Brasil, un juez del Tribunal Supremo, de nombre Alexandre Moraes, ha suspendido la actividad de X, ante la inacción de su propietario a cumplir con las reglas que deben ser de acatamiento para todos los brasileños. ¿Qué es primero, una red social, o un Estado soberano? Creo que poco le importa a Musk la respuesta. De todas formas, lo sucedido en Brasil, y que puede ser contagioso para otros países, es que el juez se puso a investigar noticias fraudulentas, a grupos organizados que manipulan el discurso y la participación en plataformas digitales, conocidas como milicias digitais, El magistrado investigó igualmente a individuos y grupos implicados en el ataque contra el Congreso de Brasil en 2023.
De cara a la información vivimos momentos dramáticos, algo de lo que se aprovechan los Gobiernos. El periodismo está en sus horas más bajas y todo el poder mediático gira en torno a las redes sociales, empleadas prioritariamente por los líderes mundiales en todas sus comunicaciones. Lo del uso de Twitter por parte de Trump durante su mandato presidencial fue un primer escenario del todo vale (insultos). Estoy expectante del papel que va a jugar X en la elección del nuevo presidente de los Estados Unidos. Elon Musk ya lo ha dejado bien claro: su prioridad es que Trump regrese a la presidencia de la primera potencia mundial.
Fake news o noticias falsas, desinformación, manipulación o directamente mentiras. Es el nuevo escenario que nos imponen y ante el que estamos inmóviles. De estar realmente preocupados, los propietarios de las redes sociales y también Gobiernos e instituciones, especialmente las europeas, no lo demuestran. Más bien dejan hacer. En algunos países, como España, se habla equivocadamente de controlar a los medios, cuando es más urgente acordar unas reglas mundiales en torno a qué son y para qué deben servir las redes sociales (¡de servicio a la sociedad, no contrapoderes!).
Un simple tuit puede hoy acabar con la carrera profesional de una persona, sin que nadie haya solicitado anteriormente la veracidad de lo que se dice sobre él o ella, porque a algún internauta odiador (son millones) alguien le cae mal. Esto ocurre constantemente en las redes, y me atrevo a decir que, en mayor medida en X, la red de Elon Musk. Sin salir de nuestro país, hay conocidos personajes que se han entregado en cuerpo y alma a comentar en Twitter todo lo que les venga en gana, sepan de ello o no. Muchas de sus frases se basan simplemente en descalificar, en destrozar a quien consideran como contrincante. Me asombra que entre estos casos haya muchos periodistas. Me alucina realmente, porque esto que hacen no casa bien con el código deontológico de la profesión de informar.
Aquí y ahora, el Gobierno está muy interesado en conocer la propiedad de los medios, especialmente los digitales. En realidad, esto ha ocurrido siempre, antaño con los periódicos en papel, pero recobra actualidad según el tipo de gobierno ideológico que dirija un país, y las decisiones que pueda tomar, y pretenden evitar control democrático, críticas y análisis informativos incómodos para el poder.
De lo sucedido en Brasil, y como continúe la historia en el futuro (si se levanta la prohibición de utilizar X u otros países pueden seguir este camino), personalmente veo muy preocupante el término brasileño de milicias digitais, que no necesita traducción. Dentro de las redes sociales, sin control alguno, ya hay de todo. Quienes más corren peligro son los de siempre: niños y jóvenes, educados en un ambiente pésimo. Ni siquiera con el grave riesgo, sobradamente demostrado, para los más pequeños, se están tomando las medidas necesarias. Los Elon Musk de las redes han acumulado demasiado poder. Antes que preguntarse por la propiedad de los medios de información, más nos valdría ahondar en quienes están realmente detrás de estas gigantescas plataformas multinacionales de Internet, que pretenden servir para todo, incluido que un repartidor te traiga la comida a casa, una vez solicitada a través de X. Ese servir para todo es realmente el problema.
Miguel del Río