ELA, enfermedades raras y el compromiso de exigir investigar

 

 

Miguel del Río | 22.09.2024


 

 

 

 

 

No voy a entrar en lo de despreocuparse tan rápido del covid, pero si en inquietarse porque la sociedad se muestre indiferente hacia los miles de enfermos sin cura posible. Por la propia lucha de los enfermos y sus familias, ahora se habla del ELA.  Pero es que son 7.000 las denominadas enfermedades raras comunes, que esperan de mayor inversión en investigación, porque estos pacientes tienen todo el derecho sentir esperanza por mejorar. De los avances científicos o sanitarios esperamos mayormente a medidas de los Gobiernos, pero una sociedad no puede obviar el compromiso y la reivindicación en pro del bienestar general.

 

Para cualquier país resulta fundamental ponerse una medalla al ser sus investigadores los que protagonicen nuevos avances dentro de la ciencia o la medicina. Fue el año pasado cuando, tras la gran tragedia del covid, se presentaron descubrimientos en el tratamiento del Alzheimer (tremenda enfermedad que sufren 800.000 españoles), surgieron esperanzas a la hora de tratar los cánceres más mortales o nuevos métodos pioneros en la reproducción, algo que resulta esencial para muchas parejas en su anhelo prioritario de formar familias. En poco momento he citado ya un buen puñado de patologías, seguramente las más conocidas, pero resulta injusto, por eso de que la sanidad es universal, obviar a quienes padecen una serie de enfermedades catalogadas como raras. En los últimos años hemos oído hablar especialmente de la esclerosis lateral amiotrófica (ELA). En cambio, ni yo mismo soy capaz de explicar otras enfermedades raras pero comunes, como Porfiria eritropoyética, Esclerodermia, Síndrome de Brugada, Tetralogia de Fallot, Great Vessels Transportition, Síndrome Guillàn-Barré, La púrpura de Schönlein-Henoch, Progeria de Hutchinson-Gilford o la Insensibilidad Congénita al Dolor.

Ojo a este dato facilitado por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Existen cerca de 7.000 enfermedades raras que afectan al 7% de la población mundial. En España, con una población de casi 49 millones de personas, pues se estima que 3 millones de ellas padecen enfermedades poco frecuentes, es decir, en el lenguaje médico, raras. Cuando se abordan de manera oficial estas dolencias, en la misma forma de explicarlas ya encontramos una causa del mayor o menor interés que se tome en la búsqueda y consecución de una cura. Es así porque las enfermedades raras se definen como síntomas que afectan directamente a 5 de cada 10.000 pacientes. En el caso del ELA, 5 de cada 100.000. Pero los 3 millones de enfermos que hay en España para nada es hablar de cifras bajas, por el contrario, son realmente preocupantes.

En otro artículo reciente sobre la misma cuestión escribo que calificar a la sanidad española con excelente nota es debatible, si un buen número de pacientes, con enfermedades de difícil o imposible curación, no son atendidos debidamente, ante todo por falta de legislación. Inexplicablemente, ha venido sucediendo durante años con los enfermos de esclerosis lateral amiotrófica. Por fin, se anuncia para este mismo año (¡veremos!) la tan esperada Ley ELA, que en los últimos tres años ha acarreado la muerte de 2.500 de estos enfermos.

El drama ELA afecta a 4.000 enfermos en toda España, con sus correspondientes familias. En Cantabria hay más de medio centenar de casos. En cuanto sea publicada la ley y entre en vigor, fijémonos en el antes y lo que puede ser el después. Un enfermo de esclerosis lateral amiotrófica empieza con espasmos y debilidad muscular en brazos y piernas, además de dificultad para hablar y tragar. Termina perdiendo en control de todos los músculos, siendo consciente del avance imparable de su enfermedad que no tiene, hoy por hoy, cura. El ELA tampoco respeta edades y casi a partes iguales afecta a hombres que a mujeres. ¿Qué les cambiará una ley tan tardía? Teniendo en cuenta que los tratamientos pueden llegar a costar a una familia los 100.000 euros anuales, llegarán las ayudas para fisioterapia, rehabilitación, enfermería, atención domiciliaria y especializada, gastos de desplazamiento y electrodependencia, término que escucho por vez primera, referido a las personas conectadas a una máquina.

 

 

Miguel del Río