Les regalas un móvil por su Comunión y ya les pierdes la pista

 

 

Miguel del Río | 25.05.2025


 

 

 

 

 

Me creo que el telele mayor durante el misterioso apagón general de España vino de la mano de no poder usar el móvil. Que alguien comparta su vida tan solo con un smartphone es de traca, pero que un niño haga lo mismo, eso no tiene perdón. Y la culpa la tienen sus padres. En la vida hay una edad para todo, y para tener el primer móvil también. No procede que con siete años ya lo manejes, ni mucho menos que a través de Internet acceda a páginas indebidas, entre en redes sociales, y conozca aplicaciones de mayores. En casi todo, España vive en el desorden, hasta en las tecnologías, que discriminan a mayores y vician a pequeños.

 

Siendo los españoles tozudos e individualistas, no busque, porque no lo encuentra, al guapo que quita la costumbre a padres, abuelos o tíos, de regalar a los niños y niñas que hacen la Primera Comunión su primer teléfono móvil. Tras cometer este craso error, porque aún no son años, inmediatamente les pierdes la pista, ya que pasan a ser abducidos por el aparato y sus muchas aplicaciones. Ya solo viven para el móvil. Y sus tutores, ingenuos ellos, creen que con este regalo tienen a sus hijos controlados.

Sé que ahora es más tecnológico denominarlo smartphone, por eso de que hace de todo: hablas, escuchas, ves, fotografía, mandas mensajes, montas vídeos, entras en Internet (a cualquier contenido), tienes tus redes sociales, realizas gestiones a través de las Apps más variadas, y también pagas cualquier compra con tan solo acercar el aparato a un datafono bancario. Y pregunto yo: ¿a qué edad alguien debería acceder al uso de estos servicios y otros muchos que te proporcionan las tecnologías? Desde luego, no antes de los 16 años.

El Gobierno es muy dado activar y desactivar anuncios/medidas para la mayor protección de menores, según se produzcan casos mediáticos y muy polémicos de acosos a través del móvil, las redes o el correo electrónico. Pero como quiera que desgraciadamente las noticias se olvidan pronto, incluso siendo de extrema gravedad, normas nuevas y legislación al respecto se hacen de rogar. También sigue ahí el debate de móvil sí o móvil no en escuelas e institutos. Mientras tanto, el sistema educativo no contempla explicar desde las aulas las bondades, pero también los numerosos peligros, de determinados dispositivos modernos. En el caso de los smartphones, los riesgos son claros: perdida de privacidad, ciberacoso, suplantación de identidad, juego, adicciones, fraudes y exposición a contenidos inapropiados, con la pornografía a la cabeza.

Después de leer un interesante artículo sobre cómo actúan con sus hijos los profesionales en ciberseguridad, creo deberían ofrecer necesarias y continuadas charlas en los colegios, con los padres presentes, para de esta manera asumir sensatas recomendaciones que, por supuesto, los progenitores instruidos tienen impuestas en sus casas y en las tareas encomendadas a los niños por parte de sus centros educativos.

Un primer consejo es que una familia comparta móviles, tablets y ordenadores, y siempre se usen en lugares comunes de la casa, con el fin de supervisar un inadecuado acceso a sitios webs potencialmente peligrosos. Los denominados controles parentales son igualmente necesarios para el bloqueo de páginas o la descarga de aplicaciones. Me gusta mucho esto que leo del pacto familiar para tener un horario de uso, y no estar todo el día colgado del Smartphone, como vemos actualmente por todas partes. En la mesa, a la hora de las comidas, y esto lo añado yo, no debe haber ningún tipo de uso de tecnología, mientras te metes la comida en la boca. Lo que no se debe perder jamás, máxime hablando de familias, es la conversación.

Vamos con otro sabio consejo relacionado en este caso con la privacidad. Hoy en día tendemos a mostrar en redes sociales todo lo que hacemos. Al subir muchas fotos y escribir comentarios inadecuados, proporcionamos una valiosa información a los malhechores. Por este mal actuar, saben dónde vivimos, con quién andamos, quienes son nuestros parientes, y todo documentado a través de las muchas imágenes, vídeos y datos que se suben a TikTok, Instagram, YouTube y Snapchat, las más populares entre los jóvenes de 13 a 17 años, mientras que los de 18 a 24 años, se centran mucho en Instagram y Twitter (ahora X). Con esto último de las edades, lo que trato de explicar es que a los mayores no nos queda otra que ponernos al día, actualizarnos tecnológicamente, y conocer las aplicaciones de moda, las que les gustan a nuestros hijos, en las que entran e interactúan, y que sepan por nosotros lo que no pueden subir a estas redes sociales.

A la hora de estudiar, y mucho más de dormir, el móvil sobra. Aconsejo echar un vistazo a la guía de la Agencia Española de Protección de Datos. Son muy acertadas, aunque muy poco divulgadas, sus recomendaciones básicas. 1. Planifiquemos la llegada del móvil. 2. Supervisar y poner normas y límites. 3. Cuidar los datos en las redes sociales. 4. Veamos de qué van los videojuegos y sus riesgos. 5. Conoce con quién habla. 6. Estimula su sentido crítico. 7. Que vean que queremos ayudarles. 8. Respondes por tus hijos e hijas. 9. Garantiza un espacio de desconexión (que no olviden jugar). 10. Observar cómo piensan y se sienten en su vida digital. Seguramente muchos padres ya llegamos tarde a la hora de poner estos buenos consejos en práctica, pero otros muchos aún están a tiempo de hacer bien dos cosas: tener clara la edad en que un niño debe tener móvil, y enseñarles un uso adecuado, para no perderles ya de vista, pero sobre todo evitarles problemas, y el daño que otros usuarios puedan pretender hacerles. Hay mucho bicho dentro la Red.

 

 

Miguel del Río