REFLEXIONES DESDE EL CORAZÓN

 

HACIA LA LOCURA

 

 

 

Gervasio Portilla | 02.11.2022


 

 

 

El ex Presidente Felipe González, dijo en el acto de celebración de los cuarenta años de la victoria del PSOE, que “en democracia, la verdad es lo que los ciudadanos creen que es verdad”.

Esta idea, es la que ponen en práctica la mayoría de los partidos políticos y así tratan a los ciudadanos como menores de edad y sin capacidad de pensamiento.

La frase en si, es tremenda, porque es puro relativismo y deja a la política a merced de la mentira y del engaño.

Es cierto, que puede haber verdades en camino, es decir que hay que buscarlas, pero no es menos cierto que hay verdades claras y contundentes que sólo se pueden discutir, quitando el sentido común a la sociedad.

Es decir, si en un campo desértico, se convence con engaños a sus propietarios que no es necesario el agua, aunque realmente no se pueda cultivar nada por falta del liquido elemento, el resultado según la tesis de Felipe González es que está es la verdad. La verdad basada en una mentira.

Se pueden poner muchos ejemplos al respecto, el último el de las vacunas Covid, que las autoridades decían que evitaban los contagios e incluso se tomaron medidas increíbles, cuando resulta que no habían sido testadas y no se sabía casi nada al respecto.

Es decir, para la sociedad actual, el abandono de la búsqueda de la verdad, es algo que nos está trayendo graves consecuencias, como también se está viendo en el campo de la investigación, donde se imponen a veces opiniones basados en datos falsos, con las consecuencias consiguientes.

Es decir, si los ciudadanos creen que los burros vuelan, habrá que decir que los burros vuelan, porque hay ciudadanos que llegan a creer tal cuestión absurda.

Otro tanto, puede pasar con la ley de la gravedad, si los ciudadanos desinformados la niegan.

Estamos apañados con esta clase dirigente, nos pueden llevar a la “locura” como de hecho están haciendo, lo podemos ver en leyes que van contra la propia naturaleza.

Este “caos” no es ingenuo, es interesado y manipulador, trata en cierta manera de hacer perder a los individuos su capacidad de análisis y por lo tanto de critica al poder establecido. Muy deprimente e indigno de personas que quieren el bien.

 

 

Gervasio Portilla García,
Diácono permanente y periodista