REFLEXIONES DESDE EL CORAZÓN

 

LA HISTORIA DESMIENTE A NUESTROS POLÍTICOS

 

 

 

Gervasio Portilla | 12.11.2024


 

 

 

Desde el principio de los tiempos, el mundo ha sufrido catástrofes naturales de todo tipo: inundaciones, terremotos, vientos huracanados, inundaciones, maremotos.

Lo seres humanos, a través de los siglos, hemos tenido que convivir con todas las fuerzas de la naturaleza, con sufrimiento, perdida de vidas humanas y desaparición de ciudades completas, como ocurrió con Alejandría.

Por lo tanto, no se puede olvidar los efectos incontrolables de la naturaleza, máxime, cuando en vez de tomar medidas como en el caso de las inundaciones de la Comunidad Valenciana, se han desestimado obras fundamentales en forma de presas, como las previstas en el Plan Hidrológico Nacional, desechado por Rodríguez Zapatero, es una de las decisiones más lamentables y perniciosas que se han tomado en dos siglos en España.

Los actuales gobernantes, quieren hacernos creer, en materia de fenómenos meteorológicos, que todo es algo nuevo, que sucede por el llamado cambio climático, cuando todos conocemos por la ciencia, que desde el inicio de la creación el cambio es una constante en el clima en las diferentes regiones y continentes.

Así el famoso barranco del Poyo, que ha sido el principal causante de está catástrofe que se esta viviendo en la Comunidad Valenciana, siempre ha sido motivo de preocupación a los largo de los siglos.

En los últimos 250 años ha sufrido unas cien inundaciones graves.

El sacerdote y científico valenciano, Padre Cabanillas, recogía en su publicación de 1.795, titulada: ”Observaciones sobre historia natural, geografía, agricultura, poblaciones y frutos del Reyno de Valencia”, que el barranco del Poyo, era un barranco casi siempre seco, salvo en las avenidas, cuando recibe tanta agua y corre furiosamente, que destruye cuanto encuentra su paso. en 1.775, causó muchas desgracias en Chiva, sorprendiendo a media noche a los vecinos, asolando un número considerable de edificios y esparciendo más allá de dos leguas, los despojos y los cadáveres de la pobre gente que no pudo evitar la muerte, así lo recoge el Padre Cabanillas.

La Confederación del Júcar, tenía que haber desarrollado multitud de obras que hubieran servido para evitar una tragedia tan grande como la que estamos viendo.

Ahora, lo políticos y los ecologistas de salón se lavan las manos y no son capaces de reconocer su gran responsabilidad, por tratar de imponer ideología en vez de seguridad y bienestar.

 

 

Gervasio Portilla García,
Diácono permanente y periodista