El aborto de las gemelas de Milán

Permalink 28.08.07 @ 13:49:36. Archivado en Iglesia en Europa, Ética natural


La doctora Anna Maria Marconi (aunque debería poner doctora X, porque prácticamente ningún medio de comunicación en el mundo entero ha dado su nombre) es una reconocida ginecóloga milanesa, que se formó en el regazo de otro afamado (y rico) médico abortista italiano. Su carrera está jalonada de "éxitos" quirúrgicos que paradójicamente suelen terminar con la vida de sus pacientes todavía no nacidos. Hoy la doctora Marconi se enfrenta a una investigación de la Procura italiana por negligencia en el ejercicio de su profesión médica. Investigación que, dicho sea de paso, acabará seguramente concluyendo que no hay indicios racionales de delito en la actuación de los facultativos involucrados.

Los hechos son más o menos estos: una mujer embarazada de gemelas acude a la consulta de la doctora Marconi. Tras practicarle una amniocentesis los médicos le comunican que, a pesar de ser los dos fetos morfológicamente idénticos, uno de ellos (el de la izquierda) presenta "inequívocos síntomas de anomalías cromosómicas", que como a la postre ha reconocido la propia doctora Marconi, le habrían llevado a nacer con síndrome de Down.

Parece ser que fue la madre quien pidió someterse entonces a un aborto selectivo, reducción embrionaria o, sencillamente, eugenesia, y seguir con el embarazo del feto "sano" . Antes de proceder, se le hizo un análisis de sangre al feto ubicado a la izquierda para comprobar sus cromosomas, pero los resultados llegaron una semana después de haberse practicado el aborto y revelaron que el equipo había eliminado a la gemela sana: las gemelas habían rotado en el interior del útero, intercambiando posiciones.

Al conocer lo sucedido, la mujer pidió la eliminación de la superviviente, que como es lógico era la que padecía síndrome de Down. El método abortivo fue el mismo en ambos casos: la inyección de una solución de digoxina en el corazón del feto para provocarle una parada cardíaca. Método que sólo se emplea cuando los bebés ya están crecidos; en este caso y según la clínica (Hospital San Paolo de Milán) se encontraban en la 30ª semana de gestación.

L´Osservatore Romano publicó ayer un artículo de protesta titulado "No tenéis derecho" que vale la pena leer. Y el cardenal Camilo Ruini, de peregrinación en Lourdes, se refirió al asunto precisamente ayer, día de santa Mónica, "una madre que reza y se consume por la salvación de su hijo [san Agustín]. Sus oraciones, sus lágrimas y sus sufrimientos no han sido inútiles. Como no lo son tampoco nuestras oraciones y sufrimientos, que tienen valor para el bien de la Humanidad entera".

No sé quién aconsejaría a esa mujer ni con qué palabras la convencería. Dudo mucho que ella tuviera la sangre fría de pedir el primer aborto sobre la marcha, y estoy convencido de que debió librar una dura batalla en su conciencia en la que debió encontrarse sola. Luego, el impacto de la noticia de la equivocación debió provocarle una crisis depresiva y por eso mató a la segunda niña. Al menos yo me lo represento así, porque la vida es compleja y el alma de las personas más todavía.

En estos casos hay gente que ofrece su ayuda. Por ejemplo, las personas de la Fundación Vida: http://www.fundacionvida.net/ , o las de Vida Humana Internacional: http://www.vidahumana.org/ (en particular, la página de ayuda post aborto). Es gente buena y desinteresada, comprometida con la causa por la vida, que pasa por el mundo haciendo el bien y de la que nadie habla normalmente.

Conociendo a personas que conviven con otras que padecen síndrome de Down, uno se plantea si en este caso el fortuito cambio de postura en el útero de la madre no fue tan fortuito... quizá la niña sana estaba interponiendo su cuerpecito para proteger a su hermanita enferma... quizá se sacrificó por ella para darle una oportunidad de vivir, y a sus padres una oportunidad de conocerla y quererla... Ojalá ese sacrificio no haya sido en vano.