6.11.12

 

Esta tarde se reúne en Tribunal Constitucional del reino de España para deliberar sobre el recurso de inconstitucionalidad que el PP presentó contra la ley del matrimonio homosexual. Muchos medios de comunicación han adelantado que el voto será a favor de dicho matrimonio. Los magistrados progresistas son seis y los conservadores cinco, dado que uno de los conservadores decidió abstenerse debido a que participó en el informe contrario a dicha ley que emitió el Consejo General del Poder Judicial. Incluso si ese magistrado hubiera decidido votar, el empate podría ser resuelto por el presidente del TC, el señor Pascual Sala, que es claramente progresista.

De hecho, lo que va a ocurrir vuelve a demostrar, en mi opinión, que el Tribunal Constitucional es una gran estafa. Sus miembros los eligen los partidos políticos y eso se refleja en las votaciones. Cada vez que una ley tiene una carga ideológica importante y es recurrida al TC, prácticamente todo el mundo sabe qué va a votar cada magistrado dependiendo de cuáles son las siglas que le han llevado al tribunal. Por tanto, es perfectamente legítimo pensar que votan no en base a planteamientos legales sino a la ideología partidista por la que han sido elegidos. Eso hace que la separación de poderes, que dicen fundamental para que haya una verdadera democracia, es una quimera en España.

Ni que decir tiene que cuando se aprobó la Constitución nadie pensaba siquiera en la idea de que una unión entre dos personas del mismo sexo pudiera ser llamada matrimonio. El artículo 32 reza así:

1. El hombre y la mujer tienen derecho a contraer matrimonio con plena igualdad jurídica.

2. La ley regulará las formas de matrimonio, la edad y capacidad para contraerlo, los derechos y deberes de los cónyuges, las causas de separación y disolución y sus efectos.

Si les soy sincero, ahí no veo una afirmación explícita de que el matrimonio sea algo que pueden contraer solo un hombre y una mujer. Me parece evidente que esa era la intención de los que redactaron el texto, pero cabe una interpretación abierta, que es la que ha servido para legalizar el aborto y convertir este país en un estado federal asimétrico que conduce hacia la disolución de su unidad, que sirva para aprobar el engendro del matrimonio homosexual.

Aunque una sentencia favorable a esas uniones supondría un paso adelante más en el alejamiento de la ley natural en nuestro ordenamiento jurídico, no creo que nadie deba sorprenderse de que la institución familiar reciba semejante hachazo. A decir verdad, el matrimonio civil en España es hoy una farsa patética, que tiene tanta o menos protección que un contrato firmado en una servilleta entre dos señores que se ponen de acuerdo para ir de caza. Desde luego, tiene más fuerza un contrato hipotecario que un matrimonio. Como ya he señalado en otras ocasiones, el matrimonio en España es esa figura jurídica por la cual se legaliza una unión en la que una de las dos partes puede decidir, de la noche a la mañana y sin explicación alguna, que la otra se largue del hogar para meter dentro a otra persona con la cual empezar una nueva convivencia, sin que eso implique penalización alguna a la hora de disolver la unión previa. Por tanto, lo más probable es que asistamos a una farsa de votación sobre una farsa de institución, el matrimonio civil.

Más grave me parecería que el Constitucional permitiera la adopción por parte de parejas homosexuales. Que un niño tenga dos padres o dos madres, en vez de un padre y/o una madre, es tan contrario a la ley natural que no hace falta ni argumentar ese asunto. Pero, sinceramente, ¿qué cabe esperar de un sistema político donde se declara legal matar a los hijos antes de nacer?

España tiene una Constitución que, por mucho que la letra diga lo contrario, no está sirviendo para garantizar el derecho a la vida, no sirve para garantizar cierta estabilidad en la institución familiar y, cada vez es más evidente, ha puesto la unidad de la nación en peligro. La tan alabada y vitoreada Transición, en la que colaboró activamente la Iglesia en España, haciendo dejación de sus responsabilidades en temas fundamentales -recordemos lo que dijo el cardenal Tarancón sobre el aborto-, nos ha llevado a donde estamos. Es cuestión de tiempo -el que tarde el PSOE en regresar al poder- que este país, o lo que quede del mismo, sea el más “avanzado” en la cultura de la muerte. Tendremos más aborto que nadie, menos matrimonio que nadie, eutanasia como el que más, y quién sabe si la poligamia. Es decir, la plena y radical miseria moral instalada en las leyes españolas.

Nadie dude que recogeremos el fruto de tanta infamia aprobada con el voto cómplice de una mayoría de los españoles. Eso, si no es que lo estamos recogiendo ya.

Luis Fernando Pérez Bustamante

PD: Ya ha sido aprobado ese engendro.