22.02.13

 

Empiezo mi artículo reconociendo que tengo más dudas que certezas sobre el punto 8 del documento de la Conferencia Episcopal Alemana. El contenido del mismo se puede leer en la noticia que hemos dado.

Vamos directamente al meollo de la cuestión. Los obispos alemanes dicen que se puede usar la píldora del día después (PDD) en caso de violación. Y el texto, tal y como yo lo entiendo, afirma que hay píldoras que contienen principios activos alterados que, en principio, no provocarían el aborto en caso de que se hubiera dado la concepción. Esa es la primera pregunta que cabe hacer: ¿Hay una nueva generación de píldoras del día después que no tengan, de ninguna de las maneras, un posible efecto abortivo?

Si la respuesta es sí, queda zanjada la cuestión principal de esta polémica. Si la respuesta es no, estaríamos obviamente ante un error de bulto de los obispos alemanes (ver enlace de la CEE) que debería ser corregido por la Santa Sede. De hecho, si la respuesta es “no se sabe con certeza", tampoco cabe administrar la PDD, porque ante la duda debe siempre primar la protección del derecho a la vida del posible embrión fecundado.

Sin embargo, hay una frase del texto que me pone los pelos de punta: “En cualquier caso, ha de respetarse la decisión de la mujer afectada“. Eso me recuerda mucho al llamado “derecho a decidir". O sea, el derecho a abortar. Si la PDD puede ser abortiva, un hospital católico no puede suministrarla jamás. Decida lo que decida la mujer que la solicita. Y si no es abortiva, ¿a qué viene esa frase?

Muchos fieles están manifestando su oposición a que se administre la PDD aunque sea solo anticonceptiva. Dicen que no hay excepciones al uso de anticonceptivos. Lo cierto es que alguien tan poco sospechoso de ir por libre en esa materia como Mons. Reig Pla, actual obispo de Alcalá de Henares, dijo en 2001 que la Iglesia católica autoriza el uso de la píldora anticonceptiva a las monjas misioneras en países en guerra como un método de autodefensa ante una posible violación, y no con un criterio de anticoncepción. Y lo dijo como presidente de la subcomisión de Familia y Vida en la Conferencia Episcopal Española (CEE).

Conociendo a Mons. Reig Pla, creo imposible que dijera algo así si tal cosa fuera contraria al magisterio de la Iglesia. Pero aun así, sería altamente deseable que la Iglesia se pronunciara de forma clara y rotunda sobre esa cuestión. Así no cabría duda alguna.

Dicen los obispos alemanes que el tema lo han decidido “de acuerdo con la Congregación para la Doctrina de la Fe y la Academia Pontificia para la Vida". Pues bien, ayer mismo un miembro de esa Academia Pontifica dijo que no habían aprobado esa píldora, aunque supongo que vale lo que he dicho sobre una posible alteración de la composición de ese fármaco. Y respecto a Doctrina de la fe, sería muy conveniente saber a quién han consultado, quién ha tratado el tema y cuál ha sido la respuesta exacta. No vaya a ser que haya gente “importante” dentro del dicasterio que no tenga ni idea de semejante consulta. Algunos pueden pensar que estamos ante un caso similar al que acaba de ocurrir con Mons. Müller y la universidad rebelde del Perú (ex-PUCP). Y no sería bueno para nadie que hubiera pasado algo parecido.

Sea como sea, el silencio no es una opción. La renuncia del Papa no supone que el trabajo de los dicasterios romanos se paralice. Y en todo caso, quedan seis días antes de que entremos en situación de Sede Vacante. Tiempo más que de sobra para que se produzca un pronunciamiento oficial de la Santa Sede sobre esta cuestión.

Luis Fernando Pérez Bustamante