27.04.14

Don Pedro Moreno, usted tiene un problema pero no es el problema


Como era de esperar, el pregonero de las Glorias de Málaga de este año ha reaccionado a la nota que la diócesis andaluza hizo pública ayer sábado. Don Pedro Moreno Brenes escribió lo siguiente en su muro de Facebook:

AL SEÑOR OBISPO DE MÁLAGA

Estimado Sr Obispo, jamás pude pensar que la máxima autoridad de la Iglesia de Málaga, a la que pertenezco y de la que no me sacaran, me acusara directamente de causar dolor, confusión y escándalo por pronunciar un pregón donde, con mi leal saber y entender y con el corazón, intentaba cumplir con el encargo recibido, hablar de las Glorias, de su significado y de las señas de identidad del actuar de un católico, profesar su fe con valentía y sin esconderse de nada ni de nadie, con la verdad por delante y con el debido cumplimiento del mandato a cumplir por todo cristiano, el amor al prójimo.

Sr Obispo, desde el máximo respeto a su persona (el mismo que usted me debe a mi) y al digno cargo de Pastor de la Iglesia de Málaga que usted desempeña, le reitero mi pertenencia a la Iglesia, mi voluntad de seguir viviendo y, cuando llegue el momento, morir como católico, así como mi expresa voluntad de ejercer mis derechos como miembro de la Iglesia al amparo del Derecho Canónico y ante las instancias que procedan. Yo estaba en el pregón, de hecho lo pronuncié, y le aseguro que al menos en los presentes en el acto, salvo que mi capacidad de percepción básica sea nula, no observé en ningún momento ni confusión ni escándalo ni dolor por mis palabras. Usted no estaba presente y en consecuencia supongo que para emitir un juicio tan extremo habrá visionado algún video del acto. Debemos tener ideas radicalmente distintas de lo que significa escandalizar, confundir o causar dolor, pero a diferencia de usted, afirmaciones realizadas por su persona y de las discrepo de forma radical, nunca han sido ni serán calificadas de forma tan desproporcionada y desafortunada como la que usted utiliza con mi persona.

Por respeto a mi conciencia, a los efectos de cualquier procedimiento en el ámbito del Derecho Canónico, me ratifico en todas y cada uno de las afirmaciones realizadas en el Pregón de la Agrupación de Congregaciones, Hermandades y Cofradías de Gloría de Málaga en el día de ayer, y afirmo de forma solemne que las mismas son producto de mi libertad intelectual a la hora de diseñar el mencionado pregón, libertad que de forma exquisita fue respetada en todo momento por tan venerable entidad sin que sus miembros tuvieran conocimiento previo del contenido del pregón debido al formato nada convencional utilizado por mi parte en el mismo.

Atentamente y con mis mejores deseos para su persona y acción pastoral.

Pedro Moreno Brenes

Obviamente yo no soy el obispo de Málaga, pero me apetece comentar la carta. Empecemos por reconocer un hecho que no admite dudas. Don Pedro se considera católico y no tiene la menor intención de dejar la Iglesia… ni de que le saquen de la misma. Eso es bueno. De hecho, no es común que un miembro destacado de Izquierda Unida -fue portavoz en el Ayuntamiento de Málaga- declare su condición de cristiano católico. Es común ver miembros del PSOE y del PP que hacen lo mismo, pero no tanto en la coalición dirigida por Cayo Lara. En alguna entrevista, Moreno Brenes va más allá y se declara abiertamente comunista, cosa que no son todos los afiliados de esas siglas.

Parece evidente que hay un problema de incompatibilidad entre querer ser miembro de la Iglesia y a la vez representante de una formación política que defiende valores que chocan de bruces con la fe católica. Por no entrar en otras cuestiones, centrémonos en dos asuntos. Izquierda Unida, y don Pedro Moreno, están a favor de la ley del aborto -de hecho la actual le parece poco- y la del “matrimonio homosexual". La Iglesia Católica rechaza abiertamente ambas.

Don Pedro debería hacerse la siguiente pregunta: “¿Cuánto habría durado yo como concejal y portavoz de IU en Málaga si me manifestara públicamente contra las leyes abortista y contra el “matrimonio” homosexual?” Él conoce la respuesta, pero por si acaso, se la digo yo: ni cinco minutos. Es más, estoy convencido de que él aceptaría tranquilamente que le echaran de la coalición si se dedicara a defender el derecho a la vida y el matrimonio según la ley natural. Y, sin embargo, pretende que la Iglesia le acepte como miembro de pleno derecho a pesar de que en esos dos temas habla abiertamente, y de forma pertinaz, en contra de lo que la misma enseña.

Pretender que la Iglesia de Cristo sea menos coherente en relación a sus miembros que un partido político es, cuanto menos, peculiar. Pero de la misma manera que los partidos tienen una serie de normas internas que impiden que sus afiliados y dirigentes vayan en contra de los principios fundamentales de su ideario, es lógico que la Iglesia tenga una ley, la canónica, que impide que sus miembros puedan creer algo radicalmente contrario al depósito de la fe católica. Y da la casualidad de que, tal y como indicó el Papa Benedicto XVI, tanto el aborto como el “matrimonio” homosexual son principios no negociables para los católicos. O, en otras palabras, difícilmente se puede ser católico si uno se manifiesta en contra de dichos principios, que es lo que ha hecho, hace y tiene intención de seguir haciendo don Pedro.

Como es posible que él lea este artículo, copio las palabras de Benedicto XVI en la exhortación apostólica Sacramentum Caritatis (por tanto, magisterio pontificio que obliga a los fieles):

83. Es importante notar lo que los Padres sinodales han denominado coherencia eucarística, a la cual está llamada objetivamente nuestra vida. En efecto, el culto agradable a Dios nunca es un acto meramente privado, sin consecuencias en nuestras relaciones sociales: al contrario, exige el testimonio público de la propia fe. Obviamente, esto vale para todos los bautizados, pero tiene una importancia particular para quienes, por la posición social o política que ocupan, han de tomar decisiones sobre valores fundamentales, como el respeto y la defensa de la vida humana, desde su concepción hasta su fin natural, la familia fundada en el matrimonio entre hombre y mujer, la libertad de educación de los hijos y la promoción del bien común en todas sus formas. Estos valores no son negociables. Así pues, los políticos y los legisladores católicos, conscientes de su grave responsabilidad social, deben sentirse particularmente interpelados por su conciencia, rectamente formada, para presentar y apoyar leyes inspiradas en los valores fundados en la naturaleza humana. Esto tiene además una relación objetiva con la Eucaristía (cf. 1 Co 11,27-29). Los Obispos han de llamar constantemente la atención sobre estos valores. Ello es parte de su responsabilidad para con la grey que se les ha confiado.[232]

Don Pedro, como puede usted comprobar, el Papa apela a todos los fieles pero muy especialmente a los que se dedican a la política, como es su caso. Por tanto, si usted se opone claramente a la doctrina católica en esos principios no negociables, se encuentra evidentemente ante un problema que solo tiene una solución: o deja que su conciencia sea formada conforme a la fe y se arrepiente de sus graves errores -ruego al Señor para que le conceda esa gracia- o no hace falta que nadie le saque de la Iglesia Católica. Se ha salido usted solito.

Sin embargo, hay un problema bastante mayor que el que pueda tener don Pedro Moreno. Dado que todo el mundo en Málaga sabe lo que piensa y lo que defiende, resulta altamente escandaloso que los responsables de la Agrupación de Cofradías y Hermandades de las Glorias de Málaga pensaran en él como pregonero. Es más, algunos fieles se preguntan cómo es posible que el obispo de Málaga no hiciera algo más de lo que hizo para impedir que ocurriera lo que finalmente ocurrió anteayer. Sería interesante si alguien se decidiera a contar públicamente como fueron las conversaciones entre el obispo y los dirigentes cofrades. Que, esto sí es conocido, las hubo. En todo caso, la nota del obispado de ayer es lo suficientemente contundente como para que quede claro que Mons. Catalá no está para nada de acuerdo con lo que finalmente ocurrió.

Es también un grave problema el hecho de que la mayoría de los que escucharon el pregón, que fue contrario a la fe católica en el asunto de la homosexualidad, brindaran al mismo un aplauso. Es decir, resulta que entre los cofrades hay muchos que opinan lo mismo que don Pedro Moreno. ¿Se puede realmente ser cofrade católico y no aceptar la doctrina católica? Aun más, ¿se puede ser dirigente de una cofradía católica sin profesar íntegramente la fe católica? Es evidente que sí. Y es evidente que no debería ser así. Pero claro, si estamos acostumbrados a exhibiciones mediáticas de sacerdotes, religiosos y religiosas que ponen en solfa la doctrina y la moral católicas, ¿de qué nos extrañamos?

Don Pedro Moreno, más que un problema, es un síntoma de la enfermedad que está corrompiendo hasta los tuétanos el alma del catolicismo, sobre todo en Occidente. A saber, que se ha llegado a la conclusión de que, como denuncié en un artículo reciente:

… llevamos décadas con la idea de que cualquiera puede ser católico, crea lo que crea y enseñe lo que enseñe. Lo que es lo mismo a decir que ser católico y ser la nada es la misma cosa.

Por supuesto, todavía quedan muchos católicos que, por pura gracia, lo son de verdad, sin concesiones. Ahí tenemos el ejemplo de don José Francisco Cruces Rodríguez, hasta ayer vocal de liturgia y caridad de la Agrupación de Congregaciones, Hermandades y Cofradías de Gloria de Málaga. Este fue el mensaje que escribió en el post de ayer de este blog:

Como vocal de liturgia y caridad de la Agrupación de Congregaciones, Hermandades y Cofradías de Gloria de Málaga he presentado mi dimisión vía e-mail esta misma mañana. No asistí a dicho pregón porque tenía deberes parroquiales más importantes a los que atender, como era visitar a los enfermos de la feligresía. Mi dimisión viene motivada, entre otras cosas, por el caluroso aplauso que se le brindó a dicho “pregonero” (vocero de su partido, que no de los católicos). ¿Qué sentido tiene que, como vocal, prepare catequesis de confirmación, charlas de formación para las cofradías agrupadas o moniciones -sacando tiempo del poco que tengo- si, al final, cada cofrade escoge de la doctrina católica lo que le interesa y niega lo que menos le agrada? Como católico practicante me siento especialmente dolido, porque la Iglesia es mi Madre, y a “a una madre no se la hiere ni con el roce de una flor” (proverbio que me dijo una de mis alumnas hindúes). Sé que, desde ahora, si ya estaba en el punto de mira de la web elcabildo.org y de la Congregación de la Divina Pastora, ahora lo voy a estar más aún, pero como el anciano Eleazar (el del II libro de los Macabeos)prefiero, con mi dimisión, no inducir a un error que me acarree vergüenza y oprobio en mi vejez. Desde aquí manifiesto que creo todo cuanto cree y enseña la Santa Madre Iglesia, en cuyo seno deseo vivir y morir.

Como ven ustedes, al igual que don Pedro Moreno Brenes, don José Francisco Cruces se dice católico y quiere morir como tal. La diferencia entre uno y otro es que el primero se ratifica en todas sus ideas contrarias a la fe católica y el segundo afirma que cree todo cuanto cree y enseña la Santa Madre Iglesia. No hace falta que les diga quién es católico de verdad y quién no lo puede ser por mucho que se empeñe en decir que lo es. Sin embargo, el que ha dimitido como vocal cofrade es el segundo. El mundo al revés, señores míos.

Acabo este post con una última reflexión. Los fieles necesitamos como agua de mayo que se lleve acabo eficazmente lo que ratificó el Concilo Vaticano II sobre el ministerio de los obispos:

Los Obispos, pues, recibieron el ministerio de la comunidad con sus colaboradores, los presbíteros y diáconos, presidiendo en nombre de Dios la grey, de la que son pastores, como maestros de doctrina, sacerdotes del culto sagrado y ministros de gobierno. Y así como permanece el oficio que Dios concedió personalmente a Pedro; príncipe de los Apóstoles, para que fuera transmitido a sus sucesores, así también perdura el oficio de los Apóstoles de apacentar la Iglesia, que debe ejercer de forma permanente el orden sagrado de los Obispos. Por ello, este sagrado Sínodo enseña que los Obispos han sucedido, por institución divina, a los Apóstoles como pastores de la Iglesia, de modo que quien los escucha, escucha a Cristo, y quien los desprecia, desprecia a Cristo y a quien le envió (cf. Lc 10,16).
Lumen Gentium 20

Así sea.

Luis Fernando Pérez Bustamante