5.07.14

Lo mandó matar un miliciano al que había hecho muchos favores


Tres mártires de la guerra civil nacieron un 5 de julio: un sacerdote navarro de los Sagrados Corazones, un párroco ilerdense y un salesiano malagueño.

Benjamín Fernández de Legaria Goñi (padre Teófilo), de 38 años y natural de Torralba del Río (Navarra), era superior del Seminario de San José de Filosofía y Teología en El Escorial (Madrid); fue asesinado el 11 de agosto de 1936 y beatificado en 2013. Profesó en esa congregación en 1916 y fue ordenado en 1923. Enviado a estudiar en Roma, alcanzó el grado de doctor en Sagrada Teología, en la Pontificia Universidad Gregoriana, en julio de 1925. A los 28 años era vicerector del Colegio de los Sagrados Corazones en Madrid. Dos años después era ya el Superior del mismo, alternando sus múltiples ocupaciones con la dirección espiritual de las Asociaciones de Licenciados y Doctores y la de San Cosme y San Damián. Al mismo tiempo lograba la Licenciatura en Filosofía y Letras en la Universidad de Salamanca. Promovió la Hermandad de San Isidoro de Sevilla y en 1935 fue nombrado Superior y Director del Escolasticado de la Congregación en El Escorial. Al estallar la guerra, convirtió la Casa en hospital de sangre, quedándose él como director y los profesores y jóvenes como enfermeros. Ante el peligro que corrían, a los pocos días se llevaron a Madrid, en camiones, a los profesores y estudiantes. El se quedó cuidando la casa con cuatro hermanos laicos de edad avanzada. A los tres días llegó un miliciano con heridos, y reconoció al padre Teófilo, por haber recibido de él muchos favores en Madrid, siendo Superior del Colegio. Lo denunció y exigió que desapareciese de la casa. Aquella misma noche vinieron con dos coches y mientras cenaba él con médicos y enfermeros se lo llevaron, pistola en mano. Fue conducido a las afueras de El Escorial, a tres kilómetros y en el lugar llamado La Piedra del Mochuelo, después de haberle dejado rezar y escribir unas líneas a su madre, lo fusilaron por la espalda mientras iba a ponerse en el paredón. Su cuerpo, con el de otros tres sacerdotes de El Escorial, apareció al día siguiente, en dicho lugar.

Pere Martret Moles, de 35 años y oriundo de Urgell, era párroco de la Pobla de Segur, fue asesinado el 13 de agosto de 1936 en Salàs de Pallars (Lleida) y beatificado en 2005, con otros seis sacerdotes de su diócesis (ver artículo del 15 de marzo).

Rafael Rodríguez Mesa, de 23 años y natural de Ronda (Málaga), era salesiano coadjutor (profesó en 1933) de la comunidad de las Escuelas de San Bartolomé de Málaga -donde se dedicó a promover el bien de la juventud obrera como carpintero-ebanista-, fue asesinado el 24 de septiembre de 1936 con otros dos salesianos (ver artículo del 13 de marzo) y beatificado en 2007.

Más sobre los 1.523 mártires de la guerra civil española, en “Holocausto católico”.