16.07.14

 

El nueve de noviembre del 2010 publiqué un post titulado “Imploro a Rowan Williams que cree un ordinariato para pseudo-católicos”. Lamentablemente, el bueno de Williams, a la sazón arzobispo de Canterbury y sacerdote druida, no me hizo ni caso. Bromas aparte, lo cierto es que la decisión de los anglicanos ingleses de aprobar la ordenación de obispesas ha entusiasmado a ese sector del catolicismo que quiere que la Iglesia deje de ser lo que es para convertirse en un refrito del protestantismo liberal.

El director de Religión Digital escribió ayer:

La medida es, ciertamente histórica, crea un precedente decisivo y deja en evidencia a las otras ramas del cristianismo, especialmente a la Iglesia católica y a la Iglesia ortodoxa, dado que en las Iglesias protestantes también hay denominaciones que admiten mujeres sacerdotes y obispas. Si los anglicanos, que son tan cristianos como el que más, lo hacen, ¿por qué no pueden hacerlo también los católicos y los ortodoxos?

Lo que queda en evidencia es que José Manuel Vidal es más anglicano o protestante que católico. Cosa que algunos ya hemos dicho con anterioridad.

El problema es que Vidal pretende que con el Papa Francisco el asunto se puede reabrir. Dice:

Con el Papa Francisco en Roma, el catolicismo podría, al menos, plantearse la cuestión. Hasta ahora, ni eso podía hacerse.

Y añade:

Juan Pablo II, en su carta del 22 de mayo de 1994, ‘Ordinatio sacerdotalis’ afirma: “…Declaro que la Iglesia no tiene en modo alguno la facultad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres y que este dictamen debe ser considerado como definitivo por todos los fieles de la Iglesia”. El ahora Papa santo quiso cerrar el debate, sin conseguirlo. Entre otras cosas, porque no se atrevió a definir como dogma su rechazo al sacerdocio femenino.

Es decir, este señor reconoce que un Papa ha cerrado definitivamente la cuestión, pero piensa que como no le ha puesto el sello de dogma de fe, el debate sigue abierto. Pues no, señor, no. La Congregación para la Doctrina de la Fe despejó cualquier posible duda al respecto. Lean este documento magisterial (negritas mías):

Pregunta: Si la doctrina que debe mantenerse de manera definitiva, según la cual la Iglesia no tiene facultad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres propuesta en la Carta Apostólica Ordinatio sacerdotalis, se ha de entender como perteneciente al depósito de la fe.

Respuesta: Sí.

Esta doctrina exige un asentimiento definitivo, puesto que, basada en la Palabra de Dios escrita y constantemente conservada y aplicada en la Tradición de la Iglesia desde el principio, ha sido propuesta infaliblemente por el Magisterio ordinario y universal (cf. Lumen gentium, 25,2). Por consiguiente, en las presentes circunstancias, el Sumo Pontífice, al ejercer su ministerio de confirmar en la fe a sus hermanos (cf. Lc 22,32), ha propuesto la misma doctrina con una declaración formal, afirmando explícitamente lo que siempre, en todas partes y por todos los fieles se debe mantener, en cuanto perteneciente al depósito de la fe.

Si alguien cree que una enseñanza que ha sido propuesta INFALIBLEMENTE por el Magisterio de la Iglesia puede ser cambiada, es que no tiene ni idea de lo que es el catolicismo.

Acaba Vidal diciendo:

En una sociedad cada vez más secularizada, multiétnica y plurireligiosa, el anglicanismo (religión de Estado) y el catolicismo pierden fieles a borbotones. La mayoría se va a la indiferencia. Para detener la sangría o recuperar a las ovejas perdidas, los anglicanos ofrecen modernidad. Los católicos, hasta ahora sólo tradición. Con Francisco, tradición y apertura hacia una Iglesia más moderna, abierta y en sintonía con los tiempos.

En la Iglesia anglicana, una especie de laboratorio de la cristiandad, la mujer y los gays ya no se sienten ni están discriminados. Las mujeres ya pueden ser sacerdotes y, pronto, obispas. Y los homosexuales, también. Algo que para Roma era anatema y que el Papa Francisco tendrá que abordar.

La solución para detener la sangría es, según Vidal, modernidad. Resulta que esa modernidad ha sido la que ha vaciado los templos anglicanos, de tal manera que hoy en Londres hay más fieles practicantes entre los musulmanes que entre los anglicanos, pero ¿qué más da?

Yo creo que la solución a la preocupación de este periodista es obvia. Está en manos de Justin Welby. Tiene que crear con urgencia un ordinariato para “católicos” como José Manuel Vidal. Incluso le puede nombrar presidente del mismo en España. No tengo la menor duda de que muchos se unirán. Nos harán un favor a los católicos que somos fieles al Magisterio. Dejarán la Iglesia más sana, más libre, más fiel a sí misma.

Al fin y al cabo, si parte de los anglicanos evangélicos -esos que se toman más en serio la Biblia- pueden acabar largándose de la comunión anglicana, ¿no les vendría bien captar a una cantidad importante de católicos heterodoxos? Se los enviamos envueltos en un lacito, si hace falta. El lazo, rosa, por supuesto. Eso sí, que no piense captar a ningún cristiano ortodoxo practicante. Ellos son infinitamente más fieles a su propio magisterio de lo que millones de católicos lo serán en toda su vida. Y si algún teólogo o sacerdote -obispo es impensable- desentona, va a la calle ipso facto. Los obispos ortodoxos se toman en serio las admoniciones de los apóstoles sobre las herejías. Justo lo que no se hace en el catolicismo de medio siglo a esta parte. Así les va. Así nos va.

Luis Fernando Pérez Bustamante