Servicio diario - 20 de agosto de 2016


 

Colombia: sacerdote jesuita ofrece al ELN canjearse por un secuestrado
Posted by Redaccion on 20 August, 2016



(ZENIT – Roma).- El sacerdote colombiano Francisco de Roux ofreció al Ejercito de Liberación Nacional (ELN) canjearse por el ex congresista Odín Sánchez. Lo escribió en su cuenta oficial de Twitter con las siguientes palabras: “ELN, me ofrezco por la libertad de Odín. Digan a dónde tengo que ir, tomen mi libertad y suéltenlo”.
La segunda organización subversiva del país, pidió según declaraciones de un familiar del ex congresista a Radio Caracol, el pago de 925.000 dólares para liberarlo y divulgó una prueba de su supervivencia en la que responsabiliza al Estado del secuestro.
El jesuita que se ha destacado por sus intervenciones en defensa de los derechos humanos y que tiene una columna en el diario El Tiempo, colaboró para intentar que el ELN nacido en 1964 en ambientes de la izquierda católica, inicie un diálogo de paz con el gobierno, a ejemplo del grupo FARC. El sacerdote además fundó y dirigió el Programa de Desarrollo y Paz del Magdalena Medio.
El 31 de marzo pasado se trató de iniciar los diálogos públicamente, pero el ELN no aceptó hasta el momento algunas de las condiciones, como liberar a los rehenes y renunciar al secuestro.
El viceministro colombiano del Interior, Guillermo Rivera, señaló que su gobierno “rechaza y condena el secuestro” y consideró que el canje de personas favorecería los secuestros. Y reiteró que para iniciar un diálogo de paz, el grupo ELN tiene que dejar el libertad a las personas que tiene como rehenes.


Cristianos en las Mezquitas, ‘una respuesta a la página negra del 11 de septiembre’
Posted by Sergio Mora on 20 August, 2016



(ZENIT – Roma).- El movimiento internacional ‘Unidos para Unir’, pidió a las mezquitas de Italia que abran sus puertas a los visitadores cristianos en la tarde del 11 de septiembre próximo, fecha del 15 aniversario del atentado del 2001 a las Torres gemelas de Nueva York, en una iniciativa llamada ‘Cristianos en las mezquitas’.
El presidente de la ‘Comunidad árabe en Italia’ y de ‘Unidos para unir’, Foad Aodi, uno de los principales organizadores conversando con ZENIT indicó que “con este gesto se quiere dar una respuesta clara a la página negra de la historia mundial que fue el atentado del 11 de septiembre”, “para archivar los gestos de quien hacen la guerra a la religión, porque lo sucedido no es una guerra de religiones”.
Se trata, dijo de “superar el miedo la religión musulmana yendo a las mezquitas” y señaló su deseo de que el papa Francisco les ayude porque reforzaría el mensaje. Precisó que están contactando a los canales debidos para llegar a él, así como a los obispos italianos, movimientos y organizaciones varias.
“Así como hemos hechos nuestra parte en la iniciativa ‘Musulmanes en las Iglesias’ nos esperamos una respuesta bastante fuerte por parte del cardenal Bagnasco para dar a un mensaje mundial en este momento”. Y esperamos que “los obispos, religiosos, instituciones italianas, presidentes de regiones, municipalidades y ciudadanos estén con nosotros”.
La propuesta llega después de la iniciativa lanzada en diversos países de Europa la cual invitó a los fieles musulmanes a acercarse a la misa dominical del 31 de julio en las iglesias católicas para recordar y homenajear al sacerdote Jacques Hamel, asesinado por dos fanáticos islámicos el mes pasado en Normandía.
Añadió que “las mezquitas que no adherirán a la iniciativa responderán directamente a sus poblaciones” y que “nosotros volveremos pública la lista de las estructuras que abrirán las puertas, pero también a las que no lo harán. La respuesta a este llamado será la prueba o menos para los imán y sobre la integración en Italia” porque no es admisible que haya musulmanes “que quieran seguir pensando como ciudadanos extranjeros, siguiendo solamente los dictámenes de sus países de origen”.
Precisó además que “la jornada de apertura de las mezquitas no será una ocasión de oración sino de visita en la que los expertos de religión islámica podrán explicar y responder a las eventuales preguntas. La idea es favorecer el diálogo y abatir prejuicios”.
Una iniciativa indudablemente interesante, cuyo apoyo público y oficial por parte del Vaticano dependerá mucho de la adhesión que encuentre entre los musulmanes del en Italia.
Cuando fue construida en 1995 la primera mezquita en Roma, la más grande de Europa, con su centro cultural, la Santa Sede no se opuso y consideró que era un derecho de quienes practican la religión musulmana. Entretanto pidió reciprocidad, o sea que en los países musulmanes los cristianos puedan construir iglesias y profesar libremente y públicamente su fe.
Leer también: El mundo musulmán impresionado ante el camino emprendido por Francisco


Los atentados del Estado Islámico en números
Posted by Redaccion on 20 August, 2016



(ZENIT – Roma).- El Estado Islámico desde su nacimiento hace 13 años y sus organizaciones yihadistas ha realizado 4.900 ataques terroristas con un saldo de 33 mil personas muertas, 41 mil heridos y 11 mil secuestrados.
Lo indica el Consorcio nacional de estudios sobre terrorismo y de respuestas al terrorismo, de la Universidad de Maryland (Start). El 13 por ciento de los atentados terroristas del mundo han sido cometidos por el Isis y desde el 2014 toman una dimensión internacional.
La investigación se basa en los datos del archivo Boko Haram en África occidental, Tehrik-e-Khilafat en Pakistán y el Bagsamoro Islamic Freedom Movement en las Filipinas.


San Pío X – 21 de agosto
Posted by Isabel Orellana Vilches on 20 August, 2016



(ZENIT – Madrid).- «Para alabar a Dios bien, no se necesita ser sabio», decía Giuseppe M. Sarto, segundo vástago de los diez nacidos en una humilde familia de Riese, Italia, donde nació el 2 de junio de 1835. Su padre, cartero, murió cuando él se hallaba en plena juventud, pero su madre, que hizo un ímprobo esfuerzo para poder darle adecuada formación, tendría la alegría de verle con el solideo cardenalicio; había visto crecer a su pequeño «Beppi» recordando por activa y por pasiva que sería sacerdote. La excelente formación catequética marcó al futuro pontífice. Precisamente la catequesis fue una de las líneas significativas de su pontificado porque sabía el bien que una preparación rigurosa reporta a la fe, especialmente a estas edades. Una beca del párroco le permitió seguir cursando estudios en Castelfranco Veneto, aunque para ello debía recorrer diariamente 8 km., una distancia que efectuaba a pie dos veces.
Sus arduos sacrificios dieron resultado, y en 1850, con otra ayuda que recibió del obispo de Treviso, se trasladó al seminario de Padua. Fue ordenado previa dispensa en 1858. Durante nueve años ejerció como vicepárroco de Tombolo y en 1867 fue designado párroco de Salzano (diócesis de Treviso). Si en Tombolo había abierto una escuela nocturna para adultos, en Salzano y Treviso mantuvo esta línea ocupándose de ellos y también de los jóvenes. Sufragó las obras de ampliación del hospital de esta ciudad, restauró la iglesia y mostró su generosidad y abnegación con los afectados por la epidemia de cólera. Desde 1875 a 1878 fue director espiritual y rector del seminario, canónigo, vicario general y capitular a la muerte del prelado Zanelli.
En noviembre de 1884 fue designado obispo de Mantua, una diócesis difícil, presa de divisiones entre el clero. En su ejercicio pastoral tuvo como singular punto de mira la formación de este colectivo. Impartió en el seminario teología moral y dogmática; era seguidor de la doctrina tomista. En 1893 León XIII lo nombró cardenal de San Bernardo alle Terme, y casi a renglón seguido patriarca de Venecia, en un momento político complejo por los afanes de injerencia del gobierno italiano que hubiera querido influir en su nominación. En Venecia prosiguió con su apostolado, promovió el canto gregoriano, estableció la facultad de derecho canónico y se granjeó el afecto y el respeto de los fieles. Era un hombre sencillo y humilde, de inmenso corazón, sensible al sufrimiento de los pobres y enfermos. Luchó por amor a Cristo para superar sus debilidades, y huyó de cualquier atisbo de pompa y ostentación, despidiendo al servicio para ser atendido por sus hermanas. Siempre se sintió, y así aludía a su persona, como un «cardenal rural».
Muchas obras impulsó en Venecia hasta que en 1903, tras la muerte del papa León XIII, después de varias votaciones del cónclave fue elegido para sucederle. Inicialmente todo apuntaba al cardenal Rampolla, pero fue vetado por el emperador de Austria. Por eso, Giuseppe –que escogió el nombre de Pío en honor de los pontífices que habiéndolo elegido antes dieron su vida defendiendo la religión–, revocó la prebenda de los gobernantes para intervenir en nombramientos que debían regirse por la voluntad de Dios. Él mismo, abrumado por la altísima misión que se le encomendaba, y sintiéndose indigno, quiso rehusarla, sin poder contener sus lágrimas. Pero le hicieron ver que aceptando la elección cumplía la voluntad divina. Con el peso de la temblorosa soledad del que ha sido designado para regir la Iglesia, manifestó: «Acepto el pontificado como una cruz…». Creyó que Dios le daría las gracias precisas para ejercer el gobierno, como así fue. Desde el principio se propuso «renovar todas las cosas en Cristo». Hacia Él quería conducir al mundo entero, afligido al constatar que el hombre vivía de espaldas a Dios.
Era piadoso y firme; estaba lleno de caridad. Había demostrado sobradamente sus dotes para encauzar la vida espiritual de los fieles corrigiendo y animando, exhortando a todos a que dejasen penetrar en su espíritu el amor de Dios. Y en esa línea se mantuvo cultivando personalmente la oración, llevando por doquier la devoción por Cristo y por María, sin abandonar los estudios. Se ocupó de que la instrucción catequética llegase a los adultos –es autor de un catecismo–, y a los jóvenes, en las escuelas y en la universidad, de la formación del clero, diseñó un nuevo programa de estudios para los seminarios, estableció el seminario regional (le preocupaba la santidad de los sacerdotes), impulsó la redacción de un nuevo Código de Derecho Canónico, creó el Pontificio Instituto Bíblico en Roma, emprendió una importante restauración del Vaticano, dio realce a las misiones en la Iglesia, etc. También fomentó la recepción de la comunión, que aconsejaba fuese diaria, impulsó la solemnidad de los Congresos Eucarísticos, (de ahí su reconocimiento como «papa de la Eucaristía»), promovió la música sacra y dio realce al canto gregoriano. Además, combatió las herejías y plantó cara al modernismo entre otras acciones encaminadas a preservar la pureza de la fe.
En el aspecto diplomático tuvo que lidiar con distintos gobiernos reacios a la Santa Sede. Vaticinó el estallido de la Primera Guerra Mundial, y profundamente consternado manifestó: «Esta será la última aflicción que me mande el Señor. Con gusto daría mi vida para salvar a mis pobres hijos de esta terrible calamidad». Pocos días después de expresarse así, cayó gravemente enfermo. Murió el 21 de agosto de 1914. En su testamento escribió: «Nací pobre, he vivido en la pobreza y quiero morir pobre». En el funeral se resaltaron las tres virtudes características de su vida: pobreza, humildad y bondad. Pío XII lo beatificó el 3 de junio de 1951, y también lo canonizó el 29 de mayo de 1954.