Servicio diario - 06 de mayo de 2017


Santa Rosa Venerini – 7 de mayo
Isabel Orellana Vilches

El Santo Padre a los Guardias Suizos: “Crecer como soldados de Cristo’
Redacción

El Papa a los jóvenes de las Escuelas por la Paz: ‘Prohibido resignarse, usar la creatividad’
Sergio Mora

El Papa a los seminaristas de Posillipo: ‘Para ser hombres de discernimiento se necesita coraje’
Sergio Mora

Texto completo de las palabras del papa Francisco al Seminario de Posillipo
Redacción

Los obispos de Venezuela: “No reformar la Constitución sino cumplirla”
Redacción


 

6 mayo 2017
Isabel Orellana Vilches

Santa Rosa Venerini – 7 de mayo

«Educar para salvar: convicción de esta fundadora de las Maestras Pías, cuyo origen burgués no le impidió ayudar a las niñas pobres, en medio de numerosas críticas. Durante un tiempo siguió caminos casi parejos a los de Lucía Filippini»

(ZENIT – Madrid).- Nació en Viterbo el 9 de febrero de 1656. Era hija de un médico que ejercía la profesión en el Hospital Grande de la ciudad, y tenía tres hermanos más. Destacó enseguida por su brillante inteligencia tanto como por su gran corazón enriquecido por la formación espiritual que recibía. Con 7 años profesó voto de consagración, aunque la juventud le trajo los aires de la seducción del mundo, y contra ella luchó remontando la contrariedad con oraciones y sacrificios. Los dos caminos que se ofrecían a la mujer: matrimonio o convento, le interrogaban a sus 20 años. Sin desestimar ninguno, percibía una llamada a servir a la Iglesia y a su entorno. El camino se allanó al percibir interiormente la respuesta de Dios. En 1676 ingresó en el monasterio de Santa Catalina de Viterbo. En visitas anteriores a su tía materna Anna Cecilia Zampichetti, religiosa del convento, le había impresionado el ambiente austero, lleno de bondad. Pero siete años después de vincularse a la comunidad, la inesperada muerte de su padre le obligó a dejarla para acompañar a su madre. A esta tragedia se sucedieron: el fallecimiento de su hermano Domenico cuando tenía 27 años, y la de su madre, que partió de este mundo transida de dolor por su pérdida.

No se cruzó de brazos contemplando el dolor. Éste fue para ella una fecunda vía purgativa que le condujo a buscar único consuelo en Dios. Situó en el centro de su vida a Cristo crucificado y abrió las puertas de su casa para que las niñas y las vecinas pudieran rezar el rosario con ella. Comenzaba y terminaba con una lección catequética. Cada día constataba la escasa cuando no nula preparación, en todos los sentidos, de las que apenas tenían recursos. Y atisbó en ello la luz que le llevó a poner en marcha otra nueva misión estable dirigida a paliar estas necesidades: una escuela para educación de las niñas. Tenía claro su objetivo: «Mi deseo es liberar a los jóvenes de la ignorancia y el mal para que el proyecto de Dios, que cada persona posee, se vuelva visible». Sus dos excelsas pasiones, la que experimentaba por Dios sosteniendo su existencia, y la salvación de todo ser humano, infundían en su ánimo celestes afanes que cincelaban su quehacer. Oración constante y una mirada en derredor suyo desde la cruz suscitaban en su corazón el anhelo de hacerse ella misma pura oblación. Unía todas las fatigas al sacrificio eucarístico incesantemente renovado en toda la Iglesia. De todo ello extrajo la fortaleza que derramó en sus innumerables actos de virtud.

Esta caritativa y humilde mujer, que no se detuvo ante nada, el 30 de agosto de 1685, con la venia del obispo de Viterbo, cardenal Sacchetti, y la colaboración de dos compañeras, abandonó el domicilio familiar. Entonces, sin dejar de portar esa llama del amor que le abrasaba, creó la Escuela Pública femenina. Era la primera de sus fundaciones, pionera para Italia. No fue una decisión espontánea, sino el fruto de su oración y de su incesante búsqueda de la voluntad divina. En una ocasión manifestó: «¡Me siento tan apegada a la voluntad de Dios, que no me importa ni la muerte ni la vida: quiero lo que Él quiere, quiero servirle por cuanto Él quiere ser servido por mí y nada más!». El objetivo de esta iniciativa era dar una formación humana y cristiana. Pero la tarea no era fácil; halló muchos contratiempos. Dentro del clero algunos juzgaron como «injerencia» su enseñanza del catecismo. Desde el estamento intelectual le reprocharon que enseñase a niñas pobres siendo que procedía de una familia burguesa, prejuicios que ni le rozaron. Rosa siguió su camino. Justamente la contradicción le aseguraba que estaba cumpliendo la voluntad de Dios.

Al final obtuvo los parabienes de párrocos testigos del gozo de las madres al ver crecer humana y espiritualmente a sus hijas llamadas a las aulas de la escuela con el sencillo toque de una campanilla agitada por las calles por una de las alumnas. Oración, catequesis, aprendizaje de lectura y escritura, así como trabajos manuales, eran las fórmulas de esta fecunda labor que llegó a oídos del obispo de Montefiascone, cardenal Barbarigo. Viendo su bondad, demandó la presencia de esta institución en su diócesis. Entre 1692 y 1694 Rosa impulsó allí y en los alrededores diez escuelas. A ellas le seguirían otras en la región del Lazio. Entonces conoció a Lucía Filippini y ambas siguieron durante un tiempo caminos casi parejos, bajo el amparo del cardenal. Cuando tuvo que partir, dejó a sus escuelas en manos de Lucía. Y al ser demandada su presencia en el centro que ésta regía en Roma mediando en una difícil situación, Rosa acudió con premura. Hasta que Lucía acudió al pontífice para solventarla. A partir de entonces cada una siguió su propia vía, aunque en el fondo la acción educativa de las Maestras Pías que ambas llevaron a cabo tenían similares objetivos.

A Rosa la fundación de Roma se le resistió seis años. El primer intento fue fallido y ello le supuso algunos disgustos y contrariedades. Las autoridades dieron el visto bueno a finales de 1713. Con la ayuda del abad Degli Atti, amigo de su familia, abrió su primera escuela en las cercanías del Capitolio. Clemente XI quedó impresionado cuando la visitó. Él y los ocho cardenales que le acompañaron constataron la excelente formación integral que recibían las alumnas. Sin ocultar su satisfacción, el papa dijo: «¡Señora Rosa, usted hace lo que nosotros no podemos hacer! Le agradecemos mucho porque, estas escuelas, ¡santificarán Roma! […]. Deseo que estas escuelas se difundan en todas nuestras ciudades». Fue el espaldarazo definitivo para su fundación, y también otro momento lleno de preocupaciones y de incesantes viajes para ella. Pero tuvo el gozo de ver en marcha más de cuarenta escuelas. Murió en la casa de San Marcos de Roma el 7 de mayo de 1728. Pío XII la beatificó el 4 de mayo de 1952. Y Benedicto XVI la canonizó el 15 de octubre de 2006.

 

6 mayo 2017
Redacción

El Santo Padre a los Guardias Suizos: “Crecer como soldados de Cristo’

Audiencia con el Papa en el día del juramento de los nuevos reclutas

(ZENIT – Ciudad del Vaticano, 6 Abr. 2017).- En el día en que los nuevos reclutas de la Guardia Suiza hacen su juramento, el sucesor de Pedro ha recibido en audiencia en el Vaticano al Cuerpo de la Guardia Suiza Pontificia, acompañados por sus familiares, para “extender un cordial saludo en especial a los nuevos reclutas, que han elegido dedicar unos años de su juventud al servicio del Sucesor de Pedro”.

Les indicó que hoy durante el juramento recordarán el doloroso y al mismo tiempo famoso “Saqueo de Roma”, en que los Guardias Suizos destacaron en una defensa valiente e indomable del Papa, hasta el sacrificio de la vida.”

“Vuestra presencia en la Iglesia, vuestro servicio importante en el Vaticano es una oportunidad para crecer como valientes “soldados de Cristo”, les recordó y que “los peregrinos y turistas que tienen la oportunidad de conoceros se sienten edificados cuando descubren en ustedes, junto con la característica buena educación, la precisión y la seriedad profesional, también el generoso testimonio cristiano y la santidad de vida”.

Les invitó también “sostenerse mutuamente para llevar una vida cristiana ejemplar, que esté motivada y apoyada por la fe”.

Dirigiéndose a las reclutas les indicó que estar comprometidos con el Evangelio, “pasa a través de los pequeños gestos cotidianos” a los cuales “es necesario darle un significado siempre nuevo”.

Les invitó además en “esta temporada de vuestra vida” a “recorrer Roma tras las huellas de los tantos santos y santas que han vivido en esta ciudad. Y así será aún más inolvidable y rico de frutos vuestro período romano”.

El sucesor de Pedro aprovechó la oportunidad para agradecer a a todo el Cuerpo de la Guardia Suiza “por la diligencia y la solicitud con que desempeña su valiosa actividad al servicio del Papa y del Estado de la Ciudad del Vaticano”.

Leer también: Los nuevos Guardias Suizos exclamaron: ‘Juro servir al Pontífice reinante’

 

6 mayo 2017
Sergio Mora

El Papa a los jóvenes de las Escuelas por la Paz: ‘Prohibido resignarse, usar la creatividad’

El Santo Padre conversa con los jóvenes reunidos en el Aula Pablo VI

(ZENIT – Ciudad del Vaticano, 6 Abr. 2017).- ¿Qué está sucediendo? Esta fue la pregunta que uno de los jóvenes del congreso nacional de las Escuelas por la Paz le hicieron al papa Francisco, en el encuentro que tuvieron este sábado en el aula Pablo VI en el Vaticano. Un verdadero diálogo entre el Papa y los jóvenes que hicieron las preguntas, a quienes llamándolos por sus nombres les respondió una a una.

Partiendo de allí el Santo Padre les recordó que los programas tienen más ‘audiencia‘ si hay violencia, como si hubiera un gusto en esto.

Pero también que hay mucha gente buena en el mundo que no se ve, que da la vida por los otros, aunque esos no hacen noticia y contó de una religiosa que conoció, la cual en África dedicó toda su vida al servicio de los otros.”Hay gente buena pero el mundo está en guerra: díganlo”.

Añadió: “Sentí vergüenza por el nombre de una bomba: ‘madre de todas las bombas’. La mamá da vida y esta da muerte. ¿Y llamamos mamá a aquel aparato? ¿Qué está sucediendo?”.

Respondiendo a la segunda pregunta: ¿Por qué es tan difícil aprender a amar? El Papa a su vez le hizo una pregunte al joven, quien respondió el “mal el dinero y el poder” y el Santo Padre subrayó “el dios dinero”.

El sucesor de Pedro señaló que según algunas estadísticas lo que más hacen ganar es el tráfico de armas, la droga, la explotación de gente, de niños obreros, algunos que trabajan desde los 7 años. La explotación de los operarios, no solo en los países lejanos, sino también en Europa e Italia, cuando le pagan en negro o sin contrato. “Esto se llama destrucción, nosotros los católicos lo llamamos pecado mortal”. Y recordó que hay “mujeres que son vendidas para explotarlas”.

Respondiendo a otro joven señaló que es necesario, “evitar el terrorismo de las palabras”. Por ejemplo cuando en hay un percance de tráfico sale una “letanía de insultos”, y que “insultar es herir a alguien”.

Les invitó a tener “una actitud de mansedumbre”, lo que “no significa ser estúpido, sino decir las cosas sin herir”. Es una de las virtudes que tenemos que volver a aprender, dijo. porque “la educación no educa a esta virtud de la mansedumbre”, esto debido a que se ha roto el pacto educativo entre la familia y la escuela.

El Santo Padre contó cuando de niño, dijo algo incorrecto a una maestra y mandaron a llamar a su mamá al colegio. Allí la madre le hizo pedir perdón a la maestra, y ese momento terminó bien, pero en la casa menos… Y por el contrario hoy sucede que cuando una maestra desaprueba a un alumno, los papás van a quejarse. Y “un joven crece mal”, porque “tiene que haber un pacto” entre “escuela, familia y Estado”.

El sucesor de Pedro invitó además a los jóvenes presentes “a escuchar a los otros”.Contó de un diálogo televisivo preelectoral en el que se ‘apedreaba’ a los otros.” Si a un nivel así no se logra hacer dialogar el desafío es muy alto”, dijo. Es más fácil insultar, reconoció, pero hay que educar a dialogar “con mansedumbre y con respeto”.

Sobre la destrucción del ambiente para poder ganar, el Santo Padre señaló las experiencias químicas que arruinan la salud. Y se preguntó “¿De dónde vienen estas enfermedades extrañas?”. Estamos “no solamente ensuciando lo creado sino destruyendo lo creado”, baste pensar indicó que muchos pediatras “aconsejan evita dar pollo de criaderos a los niños por las hormonas que tienen”.

“Resignarse es una palabra prohibida, resignarse nunca, nunca, usar la creatividad” exhortó el Papa.

Y respondiendo a que los gobiernos parecen que no querer cambiar nada recordó a una famosa cantante italiana: “La grande Mina: parole parole parole” (palabras, palabras, palabras).

 

6 mayo 2017
Sergio Mora

El Papa a los seminaristas de Posillipo: ‘Para ser hombres de discernimiento se necesita coraje’

Les invitó a no refugiarse en las normas sino a escuchar al Señor evitando el laxismo o el rigorismo

(ZENIT – Ciudad del Vaticano, Abr. 2017).- No volverse solamente eruditos o diccionarios vivientes, pero hombres de discernimiento, evitando los caminos cómodos y reductivos del rigorismo o del laxismo, evitando la tentación de refugiarse detrás de una norma rígida o detrás de una imagen de libertad idealizada.

Lo indicó el Santo padre Francisco este sábado por la mañana al recibir en la sala del Consistorio del Palacio Apostólico Vaticano, a la comunidad del Pontificio Seminario Campano de Posillipo, ubicado cerca de la ciudad italiana de Nápoles, fundado por voluntad de san Pío X y dirigido por la Compañía de Jesús.

En un tiempo en el que todos “nos sentimos pequeños, quizás impotentes delante del desafío educativo, caminar juntos, en un auténtico espíritu sinodal, es una decisión ganadora”, señaló el Pontífice, porque “ayudados, animados y enriquecidos los unos con los otros”.

El sucesor de Pedro les indicó tres aspectos, que de acuerdo al estilo ignaciano significa “partir de la centralidad de la relación de amistad personal con el Señor Jesús”. Con una formación que no los vuelva solamente eruditos o un diccionario, sino que les vuelva capaces de “una lectura crítica de la realidad”.

Porque “todo el camino vocacional, como para Simón Pedro y los primeros discípulos, gira entorno a un diálogo de amor, de amistar, mientras nosotros reconocemos en Jesús al Mesías”.

Les invitó así a los seminaristas a no tener miedo de llamar a las cosas por su nombre, abrirse a la transparencia, en particular hacia los formadores, “huyendo de la tentación del formalismo y del clericalismo”.

El segundo aspecto que subrayó el Papa es el discernimiento “que ayuda a los jóvenes a reconocer la voz del Señor entre tantas”. Y para ello es necesario tener “buena familiaridad para escuchar la palabra del Dios”, pero “también de sí mismos, del propio mundo interior, de los afectos y de los miedos”.

“Para volverse hombres de discernimiento es necesario tener coraje”, dijo el Papa, “al contrario de los caminos cómodos y reductivos del rigorismo o del laxismo”. Evitando la tentación de refugiarse detrás de una norma rígida o detrás de una imagen de libertad idealizada.

Porque “educar al discernimiento quiere decir exponerse, salir del mundo de las propias convicciones y prejuicios para abrirse y entender como Dios nos habla hoy, en questo mundo, en teste tiempo y en este momento”.

“No contentarse con cubrir un rol, de vestir un hábito les ayudará a no tener prisa para concluir vuestro itinerario”, dijo el Pontífice, pero a volver “más sólida la estructura humana y espiritual”.

“Buscar el Reino de Dios -añadió el Papa- quiere decir huir de la lógica de la mediocridad del “mínimo indispensable”, y abrirse para descubrir los grandes sueños de Dios para nosotros”.

Los jóvenes que han decidido al seguir al Señor en el camino del sacerdocio, de hecho están llamados a cultivar la amistad con Jesús, que se manifiesta de manera privilegiado en el amor a los pobres”.

El Pontífice al concluir pidió a Dios que “les conceda seguir con alegría y fidelidad este vuestro camino”.

 

6 mayo 2017
Redacción

Texto completo de las palabras del papa Francisco al Seminario de Posillipo

Recibidos en audiencia este sábado en el Vaticano

(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El Santo Padre Francisco ha concedido este sábado en la Sala del Consistorio del Palacio Apostólico Vaticano, una audiencia a la Comunidad del Pontificio Seminario de Posillipo, en las inmediaciones de Nápoles.

Publicamos a continuación el texto completo del discurso que el Papa ha dirigido a los presentes en el encuentro

Discurso del Santo Padre

Queridos hermanos obispos y sacerdotes,

queridos seminaristas,

Os encuentro con alegría –a mí me gusta encontrar a los seminaristas– y saludo a todos los que formáis la comunidad del Pontificio Seminario Campano interregional, acompañados por algunos obispos de la Región. Doy gracias al Rector por sus palabras y os saludo de una manera especial a vosotros, queridos seminaristas, que, gracias a Dios, sois numerosos.

Vuestro seminario es un caso singular en la actual escena eclesial italiana. Fundado en 1912 por la voluntad de San Pío X, como ocurría con varias instituciones educativas en aquella época, se confió inmediatamente a la dirección de los Padres Jesuitas que lo han guíado a través de las notables transformaciones sucedidas en más de cien años y actualmente es el único seminario en Italia dirigida por la Compañía de Jesús.

En las últimas décadas ha aumentado cada vez más la colaboración y la interacción con las Iglesias diocesanas que, además de enviar a los jóvenes candidatos al sacerdocio, se preocupan por encontrar entre sus presbíteros figuras adecuadas para la formación. Animo este camino significativo y fecundo de comunión eclesial, en el que cada diócesis, con sus pastores, están invirtiendo recursos considerables.

Una comunidad formativa interdiocesana supone una indudable oportunidad para el enriquecimiento, en virtud de las diferentes sensibilidades y experiencias de las que cada uno es portador y es capaz de educar a los futuros presbíteros para que se sientan parte de la única Iglesia de Cristo, ampliando siempre el aliento de su sueño vocacional con auténtico espíritu misionero (cf. Ratio fundamentalis institutionis sacerdotalis, 91), que no debilita, sino que más bien consolida y motiva el sentido de pertenencia a la Iglesia particular. En este tiempo, cuando todos no sentimos pequeños, tal vez impotentes frente al reto educativo, caminar juntos en verdadero espíritu “sinodal”, es una decisión vencedora, que nos ayuda a sentirnos sostenidos, estimulados y enriquecidos mutuamente.

Este ejercicio de comunión se enriquece aún más por el encuentro con la rica tradición espiritual y pedagógica ignaciana que tiene en los Ejercicios Espirituales un punto de referencia, en la que os habéis inspirado para vuestro proyecto de formación, mediando, así con “fidelidad creativa” las indicaciones que proceden del magisterio de la Iglesia.

Estimados educadores, formar a la espiritualidad propia del presbítero diocesano de acuerdo con la pedagogía de los Ejercicios de San Ignacio es vuestra misión: un reto arduo, pero al mismo tiempo emocionante, que tiene la responsabilidad de indicar la dirección para el futuro ministerio sacerdotal. Debo señalar aquí tres aspectos que considero importantes.

Educar según el estilo ignaciano significa en primer lugar, favorecer en la persona la integración armoniosa a partir de la centralidad de la amistad personal con el Señor Jesús. Es precisamente la primacía dada a la relación con el Señor, que nos llama “amigos” (Jn 15.: , 15), la que hace posible vivir una espiritualidad sólida, profunda, pero no desencarnada. Por lo tanto, es importante conocer, aceptar y reformar continuamente la propia humanidad. No cansarse nunca de ir adelante, reformar: siempre en camino.

En este sentido, incluso la formación intelectual no tiende a ser el simple aprendizaje de nociones para convertirse en eruditos,- ¡no sois un diccionario!- sino que quiere facilitar la adquisición de instrumentos cada vez más refinados para una lectura crítica de la realidad partiendo de sí mismos. “Tú eres el Cristo” – “Tú eres Pedro” (Mt 16,16.18): todo el camino vocacional como para Simón Pedro y los primeros discípulos, gira en torno a un diálogo de amor, de amistad, en el que, mientras reconocemos a Jesús como el Mesías, el Señor de nuestras vidas, El nos da el nombre “nuevo”, que encierra nuestra vocación, indica nuestra misión, que el Padre conoce y custodia desde siempre.

El descubrimiento de nuestro nuevo nombre, el nombre que mejor nos define, el más auténtico, pasa a través de nuestra capacidad de dar nombres gradualmente a las diferentes experiencias que animan nuestra humanidad. Llamar a las cosas por su nombre es el primer paso para conocerse a sí mismo y para conocer, pues, la voluntad de Dios en nuestras vidas. Queridos seminaristas, no tengáis miedo de llamar a las cosas por su nombre, de mirar cara a cara la verdad de vuestra vida y de abriros en transparencia y verdad a los demás, especialmente a vuestros formadores, huyendo de la tentación del formalismo y del clericalismo, que están siempre en la raíz de la doble vida.

Y precisamente el discernimiento es el segundo punto que me gustaría destacar. La educación para el discernimiento no es una exclusiva de la propuesta ignaciana, pero es sin duda su punto fuerte. El tiempo del seminario es un tiempo de discernimiento por excelencia, en el que, gracias al acompañamiento de los que, al igual que Eli y Samuel (cf. 1 Sam 3), ayudan a los jóvenes a reconocer la voz del Señor en medio de las muchas voces que resuenan y a veces retruenan en los oídos y en los corazones. Pero en esta época el ejercicio del discernimiento debe convertirse en un verdadero arte de la educación, porque el sacerdote es un verdadero “hombre de conocimiento” (cf. Ratio fundamentalis, 43).

Hoy más que nunca – lo ha dicho el Rector- el sacerdote está llamado a guiar a los cristianos a discernir los signos de los tiempos, para saber cómo reconocer la voz de Dios en la multitud de voces, a menudo confusas, que se superponen con mensajes contrapuestos, en nuestro mundo caracterizado por una pluralidad de sensibilidades culturales y religiosas. Para ser un experto en el arte del discernimiento en primer lugar hay que estar muy familiarizado con la escucha de la Palabra de Dios, pero también con un conocimiento cada vez mayor de uno mismo, del mundo interior propio, de los afectos y de los miedos .

Para llegar a ser hombres de discernimiento, es necesario, además, ser valientes, decirse la verdad a sí mismos. El discernimiento es una elección valiente, a diferencia de los caminos más cómodos y reductivos del rigor y la laxitud, como he reiterado a menudo. Educar al discernimiento quiere decir, además, escapar a la tentación de refugiarse detrás de una regla estricta o detrás de la imagen de una libertad idealizada. Educar al discernimiento significa “exponerse” salir del mundo de las convicciones y prejuicios propios para abrirse a entender cómo Dios nos habla hoy, en este mundo, en este tiempo, en este momento y como me habla a mí, ahora.

Finalmente, la formación para el sacerdocio de acuerdo a un estilo ignaciano significa siempre abrirse a la dimensión del Reino de Dios, cultivando el deseo del “magis”, de ese “algo más” en la generosidad de darnos al Señor y a los hermanos , que siempre está ante nosotros. Para este año de formación habéis elegido el tema “Buscad primero el reino de Dios y su justicia” (Mt 6,36): Esto os ayudará a ampliar el alcance de vuestra educación, a no contentaros solamente con desempeñar un rol, de llevar un vestido, os ayudará a no tener prisa para terminar vuestro camino, sino a hacer más sólida vuestra estructura humana y espiritual. Buscar el Reino nos ayuda a no asentarnos en lo que ya hemos logrado, a no sentarnos sobre nuestros éxitos, sino a cultivar esa santa inquietud de los que quieren ante todo servir al Señor en nuestros hermanos.

La inquietud amplía el alma y la hace más capaz de recibir el amor de Dios.Buscar el Reino significa rehuir la lógica de la mediocridad y de lo “mínimo indispensable “, para abrirse a descubrir los grandes sueños de Dios para nosotros. Buscar el Reino significa buscar la justicia de Dios y trabajar para que nuestras relaciones, las comunidades, nuestras ciudades sean transformadas por el amor misericordioso de Dios, que escucha el grito de los pobres (cf. Sal 34,7).

La búsqueda de la verdadera justicia debe fomentar en el llamado una creciente libertad interior hacia los bienes, los reconocimientos de este mundo, hacia los que sufren y hacia su propia vocación. Libertad interior hacia los bienes: quiero subrayarlo. Es el primer feo peldaño. No lo olvidéis: el diablo entra por los bolsillos, siempre; después está la vanidad y luego el orgullo, la soberbia, y así se acaba. Los jóvenes que han decidido seguir al Señor en el sacerdocio, están llamados de hecho a cultivar la amistad con Jesús, que se manifiesta de una manera privilegiada en el amor a los pobres, a fin de ser “testigos de la pobreza, a través de la simplicidad y la austeridad de la vida, para convertirse en promotores honestos y creíbles de una verdadera justicia social “(Ratio fundamentalis, 111) .

Por la intercesión de María, Reina de los Apóstoles, del obispo de San Alfonso María de Ligorio y de San Ignacio Loyola, maestro de discernimiento, el Señor os conceda continuar con alegría y fidelidad vuestro camino, siguiendo la tradición luminosa de la formaís part. Os doy las gracias y os pido que, por favor, no os olvidéis de rezar por mí. Gracias.

 

6 mayo 2017
Redacción

Los obispos de Venezuela: “No reformar la Constitución sino cumplirla”

Ante la dramática situación del país la Conferencia Episcopal se dirige a los venezolanos

Comunicado de la Presidencia de la CEV: “No reformar la Constitución sino cumplirla”

1. Atendiendo la grave situación que hoy afecta la vida y la convivencia en nuestro país, los obispos miembros de la Presidencia de la Conferencia Episcopal Venezolana, consideramos necesario y urgente hacer llegar nuestra palabra a todo el pueblo venezolano.

2. Luego de las desacertadas decisiones 156 y 157 del Tribunal Supremo de Justicia que han dado origen a las últimas manifestaciones de la población, la reciente iniciativa del Presidente de la República de convocar una Asamblea Constituyente, ha sido percibida por la inmensa mayoría de la población, como una iniciativa divorciada de las urgentes necesidades del país y como un paso más en el socavamiento del Estado Social de Derecho previsto en la actual Constitución.

3. Actualmente lo que más necesita el pueblo venezolano es comida, medicamentos, libertad, seguridad personal y jurídica, y paz. Todo ello se conseguiría, si el Gobierno actuara apegado a lo previsto en el texto constitucional vigente y con mayor sensibilidad ante tantas carencias. Los temas presentados por el Presidente de la República para apoyar su propuesta, no apuntan a resolver los graves problemas que aquejan a los venezolanos sino a prolongar la permanencia de su Gobierno en el poder.

4. La propuesta Presidencial de una Asamblea Constituyente sectorizada para la reforma de la Constitución es innecesaria y resulta peligrosa para la democracia venezolana, para el desarrollo humano integral y para la paz social, pues el objetivo fundamental de dicha Asamblea es “constitucionalizar” el “Estado Comunal”. Esto equivale a reeditar la reforma constitucional de 2007, planteada también por el Poder Ejecutivo, que fue rechazada por el pueblo en el Referendo Consultivo de ese mismo año., En definitiva, esta propuesta es querer imponer el “Plan de la Patria”, traducción operativa del “Socialismo del siglo XXI”, sistema totalitario, militarista, policial, violento y represor, que ha originado los males que hoy padece nuestro país.

5. La convocatoria a una Asamblea manejada en sus bases y en la elección de sus miembros por el Gobierno, la hace parcial, monocolor y excluyente. Es un nuevo intento en el afán de sustituir a la actual Asamblea Nacional, elegida por una mayoría abrumadora representativa de la soberanía popular. Pero, además, esta iniciativa presidencial es engañosa, al dejar en la penumbra muchos aspectos de su diseño y aplicación, y daría amplio margen a interpretaciones ambiguas de su reglamentación.

6. No podemos olvidar ni poner de lado la tristeza y el sufrimiento que este régimen está provocando a nuestro pueblo. Además, en el último mes ha hecho alarde de su naturaleza represiva mediante la sofocación de la legítima protesta con excesiva e inhumana violencia, generada por los organismos de seguridad del Estado, particularmente de la Guardia Nacional Bolivariana, y los grupos armados llamados “colectivos” que actúan bajo la mirada protectora de las autoridades. Se agrava la situación, al actuar no sólo en contra de quienes, apoyándose en sus derechos civiles levantan su voz de descontento y reclamo en la calle, sino también en contra de grupos familiares que en sus propias residencias han sido blanco de lo que parece ya violencia institucionalizada. Hacemos nuestro el dolor del pueblo venezolano y decimos: ¡Ya basta de tanta represión!

7. Ante toda esta lamentable situación, rechazamos la convocatoria a esa Asamblea Constituyente, y exhortamos a la población en general a no resignarse, a levantar su voz de protesta, pero sin caer en el juego de quienes generando violencia quieren conducir al país a escenarios de mayor confrontación con el fin de agravar la situación y mantenerse en el poder.

8. Este es un momento en el cual necesariamente debemos fijar nuestra mirada en el Dios de la Vida y de la Paz. Invitamos a todas nuestras parroquias y comunidades a organizar una Jornada de Oración por la Paz de Venezuela, el próximo domingo 21 de mayo, por el cese de la violencia, la represión oficial y por la búsqueda de caminos para el entendimiento y la reconciliación que tanto necesitamos. Es necesario acrecentar la escucha de la Palabra de Dios y la oración en cada hogar, en cada institución y en cada comunidad cristiana.

9. Acogemos con vivo agradecimiento las palabras del Santo Padre Francisco: “No dejan de llegar noticias dramáticas sobre la situación en Venezuela y el agravarse de los enfrentamientos, con numerosos muertos, heridos y detenidos. Mientras me uno al dolor de los familiares de las víctimas, para quienes aseguro oraciones de sufragio, dirijo un apremiante llamamiento al Gobierno y a todos los componentes de la sociedad venezolana para que se evite cualquier ulterior forma de violencia, sean respetados los derechos humanos y se busquen soluciones negociadas a la grave crisis humanitaria, social, política y económica que está agotando a la población. Encomendamos a la Santísima Virgen María la intención de la paz, de la reconciliación y de la democracia en ese querido país”.

10. Jesús resucitado y María de Coromoto nos bendigan y acompañen en nuestro caminar histórico hacia la reconstrucción del país por los caminos de la paz y de la no violencia.

Caracas, 5 de mayo de 2017

+Diego Rafael Padrón S
Arzobispo de Cumaná
Presidente de la CEV.

+José Luis Azuaje Ayala
Obispo de Barinas
1° Vicepresidente de la CEV

+Mario Moronta Rodríguez
Obispo de San Cristóbal
2° Vicepresidente de la CEV

+Víctor Hugo Basabe
Obispo de San Felipe
Secretario General de la CEV

+Jorge Cardenal Urosa Savino
Arzobispo de Caracas
Presidente Honorario de la CEV

+Baltazar Cardenal Porras C.
Arzobispo de Mérida
Presidente Honorario de la CEV