Servicio diario - 08 de junio de 2017


El Papa a los obispos venezolanos: acompañar al pueblo en este momento difícil, buscar la convivencia y la paz
Sergio Mora

El Papa recibió a los obispos de Venezuela para hablar de la situación del país
Redacción

Plenaria del Diálogo Interreligioso con el tema: la mujer es educadora de fraternidad
Redacción

Obsesión por la unidad diversificada
Felipe Arizmendi Esquivel

San José de Anchieta – 9 de junio
Isabel Orellana Vilches


 

08/06/2017-16:16
Sergio Mora

El Papa a los obispos venezolanos: acompañar al pueblo en este momento difícil, buscar la convivencia y la paz

(ZENIT – Roma, 8 Jun. 2017).- “Seguir adelante con nuestro trabajo pastoral, con el acompañamiento al pueblo en estos momentos difíciles y por supuesto ayudar a buscar la convivencia y la paz”. Esas fueron las líneas que el papa Francisco les dio a los directivos de la Conferencia Episcopal de Venezuela, en la audiencia privada que tuvieron este jueves en el Vaticano. ZENIT pudo conversar con el cardenal Jorge Urosa, quien explicó varios particulares de esta situación dramática, que compartimos con nuestros lectores.
Eminencia, ¿Qué orientación les dio el Papa, qué les recomendó?
— Card. Urosa: El Santo Padre ha repetido lo que nos ha dicho en una carta muy hermosa que envió a los obispos venezolanos el 5 de mayo pasado. Nos alentó a seguir adelante con nuestro trabajo pastoral, con el acompañamiento al pueblo en estos momentos difíciles y por supuesto ayudar a buscar la convivencia y la paz. Esas son las líneas fundamentales.
En el diálogo que había entablado el Gobierno con la oposición y que contó con la mediación de la Iglesia se habló de elecciones, de devolver los poderes a la Asamblea Nacional y de la liberación de presos políticos ¿qué pasó?
— Card. Urosa: El 30 y 31 de octubre del año pasado se llegaron a unos acuerdos y el gobierno no los ha cumplido y esa es la razón por la cual la gente está protestando y en rebeldía.
De acuerdo, el Gobierno no los ha cumplido pero ¿en esos acuerdos no habrá algo que la oposición no haya cumplido?
— Card. Urosa: No habían pedido nada de importante porque las cosas importantes son precisamente las que tenía que hacer el gobierno.
El Papa le dijo hace unos días atrás a un político venezolano que ‘Soy el Papa de todos’. Sabemos entretanto que todos quieren decir ‘es mío’
— Card. Urosa: El Santo Padre es el Papa de todos, y nadie puede pretender que él favorezca a un grupo político. El Papa favorece la paz y la convivencia del pueblo venezolano y está sumamente preocupado. Como manifestó en sus palabras del 30 abril, le preocupa la gran cantidad de muertos y heridos que ha producido la represión del gobierno.
Pero esta crisis viene desde lejos... ¿qué cambió en el panorama?
— Card. Urosa: Sí, pero se agravó cuando el gobierno quitó las facultades constitucionales de la Asamblea Nacional, elegida en diciembre de 2015, para instaurar un régimen más bien dictatorial, totalitario, marxista, comunista, lo que el pueblo no acepta. Y esto desató hace unos dos meses una rebelión popular, que fue reprimida de manera brutal, yo diría incluso criminal porque ya asesinaron a casi 70 personas. Con la inflación más alta del mundo los salarios no satisfacen la necesidad de la gente, no se encuentran alimentos, hay quien muere por falta de medicinas. Y es necesario que se resuelva el problema del hambre.
¿Hay presos políticos en Venezuela?
— Card. Urosa: Eran un centenar y pero ahora son muchos más porque el Gobierno
llevó a muchos manifestantes a la cárcel.
¿Hay alguna cosa concreta que la Iglesia ya están haciendo para ayudar al pueblo Venezolano además del trabajo pastoral?
— Card. Urosa: En los últimos meses hemos iniciado un programa de ollas comunitarias, que da un poco de alivio al hambre y angustia de esta gente.
¿Y sobre la ayuda humanitaria, de la Cáritas y Ongs ?
–Card. Urosa: Lamentablemente el gobierno no facilita las líneas de ayuda para
solucionar los problemas de alimentos y medicamentos que sufre Venezuela.
Hay quien en Venezuela dice que el Papa es bueno y los obispos son malos... — Card. Urosa: Hay quien lo dice... Nosotros estamos contentísimos del afecto que el Santo Padre nos ha demostrado. Le hemos manifestado nuestra unión y comunión. Y estamos felices del resultado de este encuentro que hemos tenido.

 

08/06/2017-11:14
Redacción

El Papa recibió a los obispos de Venezuela para hablar de la situación del país

(ZENIT – Ciudad del Vaticano, 8 Jun. 2017).- El papa Francisco ha recibido este jueves por la mañana en el Palacio Apostólico del Vaticano a los directores de la Conferencia Episcopal de Venezuela (CEV) para hablar sobre el la grave situación que está atravesando el país, definida por la Radio Vaticano como “grave crisis humanitaria, política y económica”. La audiencia privada ha durado una media hora. A continuación, después de otro encuentro, se reunieron siempre en el Vaticano con el secretario de Estado, Pietro Parolin.
La delegación estaba presidida por el presidente de la CEV, Mons. Diego Rafael Padrón Sánchez; el primer vicepresidente Mons. José Luis Azuaje Ayala; el segundo vicepresidente, Mons. Mario del Valle Moronta Rodríguez; el secretario general, cardenal Jorge Liberato Urosa Sabino, arzobispo de Caracas; y el cardenal Baltazar Enrique Porras Cardozo, arzobispo de Mérida.
Algunos particulares fueron dados a conocer más tarde por el cardenal Jorge Urosa. Ayer miércoles el cardenal Urosa se reunió en Italia con presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado. También están programados encuentros con los dicasterios y la Cáritas Internacional.

Leer también: Declaraciones del cardenal Urosa a la Radio Vaticano antes de la audiencia con el Papa

 

08/06/2017-10:36
Redacción

Plenaria del Diálogo Interreligioso con el tema: la mujer es educadora de fraternidad

(ZENIT – Ciudad del Vaticano, 8 Jun. 2017).- El Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso inició este miércoles su asamblea plenaria, con el tema “El rol de la mujer en la educación a la fraternidad universal”.
Los trabajos del dicasterio guiado por el cardenal Jean-Louis Tauran, cuentan con la participación de cuatro mujeres y proseguirán hasta mañana viernes. Concluidos los mismo el papa Francisco les recibirá en audiencia.
Sobre el tema de la plenaria, el cardenal señaló a Radio Vaticano que “las mujeres tienen una dignidad igual a la del hombre y sobre todo nosotros como cristianos, sabemos que somos miembros de un cuerpo único, cuya cabeza es Cristo y esto le da una paridad de relación. Delante de Dios, como dice san Pablo, no hay ni esclavos ni libres: todos somos miembros de Cristo”.
Y añadió que no por caso “el primer anuncio de Pascua fue confiado por Jesús a las mujeres, que fueron las primeras misioneras”, particularmente importante si se piensa al día hoy y a la “crisis de la familia”.
“La mujer por esencia es madre –dijo el cardenal Tauran– y tiene una ternura, una
capacidad de escuchar, de atender, de interesarse y este es un mensaje universal”. Por ello también debe tener “su lugar en la sociedad”.
Y precisó que “las mujeres son capaces de tener, como los hombres, responsabilidades y por lo tanto es bueno conocer estos puntos de vista para tener una visión completa de la mujer, entendida en cuanto igual al hombre delante de Dios y de la sociedad”.
“Las mujeres –concluyó– tienen que tener las mismas responsabilidades y asumir las mismas responsabilidades”.

 

08/06/2017-07:07
Felipe Arizmendi Esquivel

Obsesión por la unidad diversificada

+ Felipe Arizmendi Esquivel
Obispo de San Cristóbal de Las Casas

VER
A cada rato me llegan quejas y mensajes de que, entre grupos de una misma comunidad católica, siguen las divisiones, los pleitos, las incomprensiones, los rechazos. Unos se quejan de otros. En el fondo, hay diversas formas de vivir la fe, y cada cual se siente estar en lo correcto, condenando a los otros. Unos insisten más en la lucha social, en la denuncia profética, en marchas o peregrinaciones por el cambio social, y esto como vivencia sincera y convencida de su fe, mientras que otros ponen el acento en los aspectos más religiosos, como la oración, la lectura de la Palabra de Dios, las celebraciones sacramentales. En vez de aceptarse en sus diferencias, de respetarse y valorarse, de asumir como válidos otros caminos de fe, se excluyen, no se toleran como miembros de una misma parroquia o diócesis. Hace años, un miembro de Comunidades Eclesiales de Base (CEBs) me dijo que, si yo aceptaba a los de Renovación Católica en el Espíritu Santo, no contara con CEBs... Afortunadamente, se han dado pasos de aceptación y colaboración, y hay parroquias donde conviven fraternalmente, aunque persisten desconfianzas y descalificaciones.
En algunos Estados del país, acaban de pasar elecciones para gobernadores y otros cargos políticos. ¿Qué es lo que hubo en las campañas previas y qué queda ahora? Sólo acérrimas críticas de unos contra otros. Acusaciones mutuas de corrupción, para convencer al electorado de que los otros son los malos y uno es la mejor opción. Nadie pondera lo positivo de los otros, ni ve aspectos buenos que podrían servir mucho a la sociedad, sino todo lo contrario. Y si hicieron alianzas, no fue para poner en común sus fuerzas y valores, sino sólo por el interés de derrotar al candidato que, de otra forma, no podrían vencer. Si ahora piensan en alianzas para las elecciones presidenciales del 2018, no es por conjuntar propuestas y unir proyectos, sino sólo por el interés de ganar. Eso no es unidad, no es alianza, sino sólo conveniencia oportunista, que tarde o temprano se rompe y sólo deja enemigos y resentimientos. Son soluciones momentáneas para sacar a alguien del poder; son estrategias convenencieras; no es unidad que da cohesión a las diferencias.

PENSAR
El Papa Francisco nos dijo el domingo pasado, fiesta de Pentecostés: “El mismo Espíritu crea la diversidad y la unidad y de esta manera plasma un pueblo nuevo, variado y unido: la Iglesia universal. De tal manera que se dé la unidad verdadera, aquella según Dios, que no es uniformidad, sino unidad en la diferencia.
Para que se realice esto es bueno que nos ayudemos a evitar dos tentaciones frecuentes. La primera es buscar la diversidad sin unidad. Esto ocurre cuando buscamos destacarnos, cuando formamos bandos y partidos, cuando nos endurecemos en nuestros planteamientos excluyentes, cuando nos encerramos en nuestros particularismos, quizás considerándonos mejores o aquellos que siempre tienen razón. Son los así llamados custodios de la verdad. Entonces se escoge la parte, no el todo, el pertenecer a esto o a aquello antes que a la Iglesia; nos convertimos en unos seguidores partidistas en lugar de hermanos y hermanas en el mismo Espíritu; cristianos de derechas o de izquierdas antes que de Jesús; guardianes inflexibles del pasado o vanguardistas del futuro antes que hijos humildes y agradecidos de la Iglesia. Así se produce una diversidad sin unidad. En cambio, la tentación contraria es la de buscar la unidad sin diversidad. Sin embargo, de esta manera la unidad se convierte en uniformidad, en la obligación de hacer todo juntos y todo igual, pensando todos de la misma manera. Así la unidad acaba siendo una homologación donde ya no hay libertad. Pero dice san Pablo, «donde está el Espíritu del Señor, hay libertad» (2 Co 3,17).
Nuestra oración al Espíritu Santo consiste entonces en pedir la gracia de aceptar su unidad, una mirada que abraza y ama, más allá de las preferencias personales, a su Iglesia, nuestra Iglesia; de trabajar por la unidad entre todos, de desterrar las murmuraciones que siembran cizaña y las envidias que envenenan, porque ser hombres y mujeres de la Iglesia significa ser hombres y mujeres de comunión; significa también pedir un corazón que sienta la Iglesia, madre nuestra y casa nuestra: la casa acogedora y abierta, en la que se comparte la alegría multiforme del Espíritu Santo” (4-VI-2017).

ACTUAR
Aprendamos a construir la unidad en la diversidad; a aceptar como un valor el ser diferentes, donde cada quien aporta sus capacidades, para construir juntos una familia mejor, una sociedad más justa, una Iglesia más armoniosa y multiforme. Así la quiere el Espíritu. Así la quiere Jesús.

 

08/06/2017-04:35
Isabel Orellana Vilches

San José de Anchieta – 9 de junio

(ZENIT – Madrid).- Nació el 19 de marzo de 1534 en San Cristóbal de La Laguna, Tenerife, España. Fue el tercero de una numerosa familia. Su padre fue alcalde de la ciudad; estaba emparentado con san Ignacio de Loyola. A los 15 años enviaron a José junto a uno de sus hermanos a Portugal, donde estudió en el colegio de Artes,
institución de la universidad de Coimbra. Algunos apuntan que pudo influir en esta decisión la ascendencia judía de su madre. Enviarlo allí se entendería como una prevención para su vida, ya que en ese país la temida Inquisición, que hacía estragos en España, no tenía la misma rigidez. Su trayectoria académica fue brillante. Entonces se apreciaron sus singulares dotes para la poesía. Fue época de cruciales decisiones comenzando por la consagración de su virginidad ante una imagen de María.
En 1551, animado por las noticias que san Francisco Javier transmitía en sus cartas, se sintió llamado a la vida misionera y se vinculó a la Compañía de Jesús. Pero padecía severa escoliosis desde que era niño y se acentuó con la misión que le encomendaron: ayudar a los sacerdotes que oficiaban la misa, más de una decena diarias. Tanto tiempo de pie fue agravando la lesión y acarreó de por vida dolores osteoarticulares. Aunque no se quejaba –solamente llevaba una faja para su mejor sostén–, unos comentarios que escuchó acerca de su dolencia le hicieron temer que podría verse obligado a dejar el convento. El provincial Simón Rodríguez, compañero de san Ignacio, lo tranquilizó; no tenía nada que temer. Al final, como él deseaba, fue trasladado a Brasil junto a otros jesuitas.
Llegó a Bahía en 1553 lleno de ardor apostólico, con el anhelo de hender la cruz en aquellas tierras que quiso de antemano. Cristo bendecía ese signo del genuino misionero que parte entusiasmado, lleno de fe. Tanto es así que en unos meses, junto al provincial Manuel de Lóbrega, fundó Piratininga. Determinado a evangelizar a los indios, se estableció junto a ellos. Con la ayuda del padre Auspicueta se familiarizó con la lengua de los tupíes y guaraníes. Acogió como si fueran suyas costumbres y leyendas. A su vez, les enseñó gramática al igual que hizo con los hijos de los portugueses. Fue pionero, tanto en apreciar una raíz común entre todas las lenguas que se hablaban, a la que denominó tupí, como en dar a luz una gramática, diccionario y catecismo tupi-guarani; no fueron sus únicas obras. La vertiente pastoral estuvo presente al menos en dos textos: uno dedicado a confesores y otro para asistencia de los que se hallan en trance de morir. En uno de sus trabajos incluyó un conjunto de sermones y cantos. Fue dramaturgo y autor de manuales de medicina, fauna y flora. Engrosan su labor literaria, poesía y dramas en diversas lenguas. Se le considera iniciador de la historia literaria de Brasil.
Se convirtió en gran defensor de los derechos de los indios a quienes prestó toda su ayuda. En la festividad de san Pablo de 1555 inauguró el colegio que hizo construir. Fue origen de la ciudad de Sâo Paulo. En 1563 fue designado embajador de paz entre los portugueses y los tamoias. Era un pueblo peligroso que practicaba la antropofagia y lo tuvo como rehén durante cinco meses en la aldea de Iperoig. Les enseñó el evangelio sin dejar de encomendarse a Dios insistentemente y a María en cuyo honor escribía en la arena –y grababa en su memoria– un extenso poema latino, publicado en 1663 en Lisboa. Mientras llegaba la paz, amenazaron con matarle en distintas ocasiones. Pero él decía: «Yo sé que no me mataréis, que no ha llegado aún el tiempo de mi muerte». Al final, viendo los prodigios que realizó, fue estimadísimo en la tribu. En 1565 fue ordenado sacerdote. Ese año, junto a Nóbrega, puso los cimientos de la fundación de Río de Janeiro.
Durante una década fue rector del colegio de San Vicente, y en este tiempo no solo predicó a los portugueses con gran fruto, sino que se encargó también de evangelizar a los vecinos indios tapuyas, una tribu difícil y feroz. Su intenso apostolado con los indios discurrió entre las colonias portuguesas de Río y de Espíritu Santo. El dominio de la lengua, su valentía y el amor que profesaba a esos pueblos, a los que alfabetizó y enseñó diversas artes sanándoles humana y espiritualmente, fue admirable y heroico. Afrontó situaciones comprometidas, llenas de angustia y altamente peligrosas. Transitando con un hermano con los pies descalzos por un barrizal, comentó: «Algunos desean que les sorprenda la muerte en varias partes o colegios, conforme al afecto de cada uno, para pasar aquel último trance con mayor ánimo y consuelo, ayudados de la caridad de sus hermanos; pero yo digo que no hay género de muerte mejor que dejar la vida anegada entre el cieno y el agua de estas lagunas, caminando por obediencia y el bien de nuestros prójimos».
Su labor como provincial se caracterizó por el trato caritativo y delicado que dispensó a todos. Se desplazaba con tanta rapidez para visitar a los hermanos, especialmente si debía restablecer la paz entre algunos, que se ha visto en ello un hecho milagroso. Fue un hombre de profunda oración; a veces hasta comiendo se quedaba tan prendido de la presencia de Dios que se olvidaba de la comida. Fue un maestro de la pobreza y de la obediencia, servicial, humilde e incansable trabajador, muy devoto de la Pasión de Cristo. Recibió varios carismas y dones, entre otros el de éxtasis y profecía. Al final le sugirieron que eligiese un lugar para su retiro. Lo rehusó. Había ido a misionar Brasil y allí quería morir. Partió a Reritiba en 1587 junto al padre Guarapari, y sacando fuerzas de flaqueza siguió evangelizando a los indios. Tenía debilidad por los enfermos. Una noche se levantó para asistir a uno de ellos, y sufrió una caída. Su salud se fue agravando durante seis meses y falleció el 9 de junio de 1597, como él mismo vaticinó. Juan Pablo II lo beatificó el 22 de junio de 1980. Francisco lo canonizó el 3 de abril de 2014. En honor del santo, Reritiba modificó su nombre tomando el de Anchieta que mantiene en la actualidad.