Servicio diario - 18 de agosto de 2017


Atentado de Barcelona: oración y cercanía del Papa Francisco
Redacción

Cercanía a los católicos y paz en Rusia
Rosa Die Alcolea

“Tres tareas”, por Mons. Enrique Díaz Díaz
Enrique Díaz Díaz

San Ezequiel Moreno y Díaz, 19 de agosto
Isabel Orellana Vilches

“Discernir política y políticos”, por Mons. Arizmendi
Felipe Arizmendi Esquivel


 

17/08/2017-19:28
Redacción

Atentado de Barcelona: oración y cercanía del Papa Francisco

La declaración del Director de La Oficina de Prensa de la Santa Sede, Greg Burke, este jueves, 17 de agosto 2017, con motivo del atentado terrorista ocurrido en Barcelona (España) este mismo jueves, expresa la oración y la cercanía del Papa Francisco.
El atendado ha sido causado por una furgoneta en las Ramblas, corazón del centro de Barcelona. Han muerto 13 personas y hay al menos 100 heridos, según informa el Ministerio Español de Interior.
“El Santo Padre está siguiendo con gran preocupación cuanto está sucediendo en Barcelona. El Papa reza por las víctimas de este atentado y desea expresar su cercanía a todo el pueblo español, especialmente a los heridos y a las familias de los fallecidos”, dice Greg Burke.
Igualmente, la Conferencia Episcopal Española publica este mensaje en su página web: “Esta tarde ha tenido lugar en Barcelona un grave atentado terrorista con resultado de muerte y numerosos heridos. Ante este hecho luctuoso y execrable, la Conferencia Episcopal Española quiere en primer lugar mostrar su cercanía y oración a todas las víctimas y sus familias. Asimismo manifestamos nuestro apoyo a toda la sociedad que es atacada con estas acciones, en esta ocasión los ciudadanos de Barcelona, y a las Fuerzas de Seguridad.
Al mismo tiempo condenamos cada muestra de terrorismo, una práctica intrínsecamente perversa, del todo incompatible con una visión moral de la vida, justa y razonable. No sólo vulnera gravemente el derecho a la vida y a la libertad, sino que es muestra de la más dura intolerancia y totalitarismo.
Pedimos a todos los creyentes que eleven sus oraciones para pedir a Dios que conceda el descanso eterno a las personas fallecidas, restablezca la salud del resto las víctimas, consuelo a los familiares, llene de paz los corazones de las personas de buena voluntad y nunca más se repitan estas acciones despreciables.”

 

 

18/08/2017-16:48
Rosa Die Alcolea

Cercanía a los católicos y paz en Rusia

El objetivo de esta visita del Secretario de Estado del Vaticano a Rusia “será una oportunidad para mostrar la cercanía espiritual del Papa a la comunidad católica local”, expresan en el comunicado de la Santa Sede.
La Santa Sede confirma que el Cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado, visitará la Federación Rusa del 21 al 24 de agosto de 2017, a invitación de las autoridades del país. Irá acompañado por el Mons. Visvaldas Kulbokas, Consejero de Nunciatura y Oficial de la Sección de Relaciones con los Estados de la Secretaría de Estado.
“El propósito de la visita es reunirse con las más altas autoridades civiles y los principales líderes de la Iglesia Ortodoxa Rusa”, expresa la Santa Sede en el comunicado, y también “será una oportunidad para mostrar la cercanía espiritual del Papa a la comunidad católica local”.
El Cardenal Mons. Parolin dialogará con el presidente Putin prioritariamente sobre la búsqueda del “diálogo”, la “paz” y el “bien común”, así lo ha expresó en una entrevista publicada en el diario italiano “Corriere della Sera” (Leer artículo de Zenit).
El prelado insistió en que, por lo tanto “la necesidad y la urgencia de buscar la paz y cómo lo hacen sin duda será uno de los temas principales de las conversaciones”, afirmó el Cardenal Parolin.
En las diversas conversaciones, además de las cuestiones relativas a los intereses bilaterales, se darán las relativas a la situación internacional y, en particular, a la “búsqueda de soluciones pacíficas a los conflictos en curso, prestando especial atención a los aspectos humanitarios”, apunta la Santa Sede.

 

Programa

Según el programa previsto, el Secretario de Estado tendrá una reunión con los obispos católicos del país el lunes 21 de agosto de 2017, y por la noche celebrará la Santa Misa en la Catedral de la Inmaculada Concepción, en Moscú, seguida de un momento de convivencia con los representantes del clero y los laicos.
Para ese mismo día, hay prevista una entrevista con el Metropolita Hilarión de Volokolamsk, Presidente del Departamento de Relaciones Exteriores del Patriarcado de Moscú.
El martes, 22 de agosto, se dedicará a una sesión de trabajo con el Ministro de Asuntos Exteriores, Serguéi Lavrov, y, por la tarde, a una visita al Patriarca Kirill de Moscú.
El miércoles 23 de agosto, el Secretario de Estado viajará a Sochi para reunirse con el Presidente de Rusia, Vladimir Putin. En la mañana del jueves 24, el Cardenal Parolin regresará a Roma.

 

 

18/08/2017-09:19
Enrique Díaz Díaz

“Tres tareas”, por Mons. Enrique Díaz Díaz

Isaías 56, 1. 6-7: “Conduciré a los extranjeros a mi monte santo”
Salmo 66: “Que te alaben, Señor, todos los pueblos”
Romanos 11, 13-15. 29-32: “Dios no se arrepiente de sus dones ni de su elección”
San Mateo 15, 21-28: “Mujer, ¡qué grande es tu fe!”

Sólo el camellón, donde se resguarda, conoce sus penas. Día a día, tratando de simular una sonrisa, se acerca a los vehículos a ofrecer sus mercancías. Recibe la mayoría de las veces un “no” rotundo, un desprecio o una ignorancia disimulada. “También hay quien me sonríe, pregunta por mis mercancías y me compra algo. Así voy sobreviviendo, pero para una mujer sola, con mi niño, con las dificultades para entender la castilla... es muy difícil. Aunque Irapuato es también México, muchos me miran con desprecio y me siento extranjera en mi tierra por ser indígena y mujer. Pero ya no quiero volver a mi comunidad. También a veces me molestan los que andan drogados o la policía... como si uno estuviera robando. Qué difícil ser mujer indígena en la ciudad”.
Si preguntáramos, todo mundo nos contestaría que no es partidario de la discriminación, pero la hay y está a la vista. Y así como nos chocan las realidades de nuestro entorno, seguramente nos chocarán las expresiones que hoy encontramos tan fuertes en el Evangelio. Nos habíamos acostumbrado, sobre todo en los últimos domingos, a un Jesús misericordioso y compasivo. A quien hablaba de un amor universal, hoy lo encontramos diciendo: “Yo no he sido enviado sino a las ovejas descarriadas de la casa de Israel”. Quien había hecho la multiplicación de los panes como signo de una mesa universal, ahora afirma: “No está bien quitarles el pan a los hijos para echárselo a los perritos” y se muestra duro para conceder un favor a una pobre mujer cananea. Dos de sus más grandes presupuestos: la universalidad y el amor incondicional y respetuoso a la mujer y a cualquier persona, hoy parecería que son puestos en tela de juicio por esta narración.
¿Qué encontramos tras la narración de la mujer cananea? Está la ideología del tiempo de Jesús donde Israel se autonombraba como el único portador de las esperanzas de salvación y llamaba infieles a los otros pueblos. Adoptaba una postura intransigente ante los pueblos paganos llamándolos incluso “perros” como sinónimo de incrédulo y en contraposición a la “oveja”, el arquetipo de la docilidad y pertenencia al pueblo. Es posible que en su memoria estuvieran algunas de las deidades vecinas que
presentaban figuras de canes en cuerpos de hombre. Por otro lado está toda la discriminación y desprecio que la mujer israelita sufría considerada con frecuencia impura y ocasión de pecado. Si en un primer momento Jesús se muestra acorde con esta ideología, pronto rompe estas esclavitudes y abre el camino a la libertad. El sufrimiento no conoce fronteras y la compasión de Dios llega a todos por igual.
Nos causan admiración y criticamos fuertemente las situaciones de Israel que parecen perdidas en el tiempo y en el espacio. Sin embargo constantemente somos testigos de cómo nuestras modernas civilizaciones aceptan y justifican la discriminación a los pueblos diferentes y de cómo la mujer continúa viviendo en un ambiente de inferioridad y opresión. La xenofobia sigue haciendo estragos en nuestras sociedades. Las fronteras son cada día más custodiadas para impedir el paso de los hermanos que buscan una mejor vida. Nos escandalizamos de la palabrería insultante de Trump y del trato que reciben los migrantes mexicanos más allá de nuestras fronteras, pero mexicanos y centroamericanos siguen pasando las de Caín en nuestro propio territorio. Hay mexicanos de primera y de segunda; y hay mexicanos que no tienen voz, ni ningún derecho. La mujer con grandes trabajos va logrando espacios en la sociedad y en la Iglesia, sin embargo sigue siendo explotada y oprimida. Se le utiliza y se le denigra. Se le considera objeto de lujo o de placer y como a “objeto” se le trata. Su trabajo es menos remunerado y se le chantajea y acosa. Son violadas y denigradas. Es escandaloso el número de mujeres que sufren violencia en el propio hogar o son reducidas a un trabajo doméstico, obligado, sin retribución y sin aspiraciones.
¿Tiene Jesús estas palabras en su corazón? ¿Cambió su actitud obligado por la oración de la mujer o por la insistencia de los apóstoles? Hay quienes afirman que la tenacidad y la fuerza de la oración de aquella madre provocan este milagro al igual que en Caná la insistencia de María provocó la conversión del agua en vino. Hay quienes dicen que es pedagogía de Jesús para enseñar no solamente el valor de la oración, sino también para abrir la puerta a los gentiles y reconocer la dignidad de la mujer. El mensaje de esperanza de Jesús va destinado a todos los hombres y mujeres, sea cual sea su nación o su condición. Así lo anuncia el profeta Isaías en la primera lectura: “Mi templo será la casa de oración para todos los pueblos”, hablando expresamente de la acogida a los extranjeros que se han adherido al Señor. Desde el inicio del evangelio de hoy se nos anunciaba cómo Jesús se dirigía a la comarca de Tiro y de Sidón para escándalo de los judíos. Era acercarse descaradamente a los paganos. Y el mismo Evangelio concluye con una alabanza: “Mujer, ¡qué grande es tu fe!”. Precisamente aquello de lo que más se enorgullecía Israel, su credo, ahora lo escucha pero atribuido a ¡una mujer!, ¡una mujer pagana!, ¡cananea!
El Papa Francisco ha insistido constantemente en las tres tareas que nos deja hoy Jesús: la primera es el sentido de universalidad, Dios no se encierra en nuestros pobres esquemas de capillismo, de sentirnos los únicos, de no querer ver como hermanos a los que son de otro grupo, otra raza, de otro pueblo, de otro credo. La segunda será la lucha seria por un verdadero equilibrio entre la dignidad del hombre y la mujer, su papel y su participación dentro de la sociedad y de la Iglesia. Y la tercera, el poder de la oración insistente. La mujer cananea, llena de fe, arrodillada a los pies de Jesús será una escuela de oración y una invitación a valorar el sentido de la oración. ¿Cómo podremos abrirnos a los hermanos diferentes? ¿Qué podemos hacer para un respeto de la dignidad de la mujer? ¿Cómo es nuestra oración, sobre todo cuando no alcanza en un primer momento lo que nosotros quisiéramos?
Padre Bueno, enciende nuestros corazones con el fuego de tu amor para que, amándote, difundamos tu amor entre todos los hombres, respetemos la dignidad de cada uno, en especial de la mujer y hagamos vida el Evangelio de tu Hijo, Jesús. Amén.

 

 

18/08/2017-17:03
Isabel Orellana Vilches

San Ezequiel Moreno y Díaz, 19 de agosto

«Prelado español, agustino recoleto. Fue apóstol en Filipinas, Colombia y Ecuador. Canonizado en la clausura del V centenario de la evangelización de América Latina. Juan Pablo II lo puso como modelo de misionero y obispo. Es patrón de los enfermos de cáncer»

Natural de Alfaro, La Rioja, España, vino al mundo el 9 de abril de 1848. Era el segundo varón y tercero de los seis hijos del sastre Félix Moreno y de su esposa Josefa Díaz. En su infancia ya tenía claro que sería fraile, respuesta que dio a la conocida pregunta que acostumbra a formularse a los pequeños acerca de lo que desean ser de mayores. Ocurrente y simpático solventó en un segundo el comentario jocoso que hicieron en alusión a la estatura, que entonces tenía, porque en su inocencia el despierto muchacho ya presuponía que no habría nada que le impidiese cumplir su sueño: «Me pondré un sombrero de copa para ser más alto». Acompañaba a su madre al rosario de la aurora y compartía la piedad del hogar; fue monaguillo y sacristán de las dominicas. Tenía buenas dotes para la música; se le daba bien el canto y el rasgueo de la guitarra. Sobre todo, anteponía a las suyas las necesidades del prójimo.
En 1864, muerto ya su padre y con una difícil situación económica, siguió los pasos de su hermano Eustaquio, ingresando en el convento de los agustinos recoletos de Monteagudo, Navarra; un año más tarde profesó. Después se dispuso a partir como misionero a Filipinas. La expedición formada por 18 religiosos llegó a Manila en 1870. Allí fue ordenado sacerdote en 1871. Recorrió Palawan, Mindoro y Luzón. A Mindoro había ido junto a Eustaquio engrosando el número de los que debían evangelizarla, desempeñando la misión de vicario provincial de la Orden. Desplegó todo su ardor apostólico, como hizo siempre, hasta que la malaria le obligó a regresar a Manila.
En esa fecunda etapa filipina, alentado por su oración (se le ha considerado «gran orante»), la devoción al Sagrado Corazón de Jesús y a María, una trayectoria llena de ayunos y mortificaciones, dando signos inequívocos de su obediencia y abnegación, ejerció su actividad con tal celo apostólico que las gentes sencillas que habían experimentado su cercanía, disponibilidad y edificante testimonio comenzaron a señalarle como un hombre santo. Amaba la vida comunitaria y cuidaba primorosamente todo lo que contribuía a realzarla, teniendo especial atención por la liturgia. En 1885 en el capítulo provincial fue designado prior del noviciado de Monteagudo y volvió a España. Los tres años que pasó allí, además de formar a los novicios en el espíritu que acostumbraba, y continuar predicando de forma incansable, socorrió a los pobres y afectados por sucesivas epidemias de cólera y viruela, muchas veces a costa de privaciones suyas y de sus hermanos.
En 1888 partió como voluntario a Colombia, integrando un nutrido grupo de religiosos, convencido de que Dios le elegía para esa nueva misión. Y jalonó con su virtud otros cinco fértiles años de vida entregada a Cristo. Iba con el empeño prioritario de restaurar los pilares de la observancia de las comunidades de su Orden. A ello se dedicó hasta 1894 sin dejar de enarbolar la bandera de la fe. Fue prelado de Pinara y vicario apostólico de Casanare, lugar inhóspito que evangelizó pasando por encima de dificultades climatológicas y enfermedades, sin escuchar las voces que trataban de disuadirle para que no llegase hasta allí con el fin de evitarle problemas. A falta de vocaciones, se desvivía multiplicándose, urgido por el amor.
Dejó el lugar con la aflicción del apóstol, en obediencia a su nueva responsabilidad como obispo de Pasto en 1895: «Me retiran de Casanare, padre Manuel, donde tantos méritos para el cielo se pueden adquirir [...] y me trasladan a Pasto. ¡Hágase la voluntad de Dios! Aquí, en Casanare estaba con vosotros y vivíamos como en comunidad, por lo que todo se me hacía como fácil y llevadero. ¡Pero allá, en Pasto, qué vida tan distinta se me presenta! Voy solito, y sin ninguno de mis hermanos tendré que vivir allí. Me echo en brazos de Nuestro Señor». Esta designación lo sumió en religiosa duda: «¿Me habré hecho indigno de sufrir por Dios, mi Señor?». Pero no era así. Allí apuró otro de los cálices de su dolor. Era un prelado que vertía en sus cartas pastorales, muy seguidas en esa época, la defensa de aquello en lo que creía, con el único fin de poner en claro los compromisos de un católico, por encima de afiliaciones políticas. Puede que su afirmación: «el liberalismo es pecado», haya sido la más controvertida. Desde luego, ha hecho correr ríos de tinta entre sus críticos y detractores. Fue calumniado, perseguido, humillado..., y hasta vivió el desamparo por parte de sus superiores. También monseñor Federico González Suárez, obispo de Ibarra, terció juzgando la injerencia de Ezequiel en asuntos de aquella diócesis.
El último escalón de su incruento martirio fue un terrible cáncer de nariz diagnosticado en 1905. Con ejemplar fe y entereza, confesó: «Me he puesto en manos de Dios. Él hará su santa voluntad. Hay que descansar en lo que Él quiera hacer. ¡Qué consolador es todo esto!».
Por él hubiera seguido junto a sus fieles. Pero sus superiores le recomendaron regresar a España para ser intervenido. Sintió mucho separarse de su diócesis. Quiso unirse a Cristo en su Pasión, y tuvo ocasión de mostrarlo cuando incluso debió ser privado de la anestesia porque así parecía convenir en un momento dado a la cirugía. Las sucesivas operaciones a las que fue sometido, de alto riesgo y escalofriante explicación técnica, las sobrellevó de una forma tal que el personal médico quedó impresionado de tan heroica fortaleza.
El último trecho de este calvario tuvo lugar en el convento de Monteagudo, donde eligió pasar el resto de sus días, junto a la Virgen del Camino. En medio de atroces dolores clavaba sus ojos en la cruz, y así murió el 19 de agosto de 1906. Fue beatificado por Pablo VI el 1 de noviembre de 1975, y canonizado en Santo Domingo el 11 de octubre de 1992 por Juan Pablo II, quien lo ensalzó como insigne misionero y pastor, modelo en el V Centenario de la evangelización de América que se celebraba.

 

 

18/08/2017-09:32
Felipe Arizmendi Esquivel

“Discernir política y políticos”, por Mons. Arizmendi

DISCERNIR POLÍTICA Y POLÍTICOS

+ Felipe Arizmendi Esquivel
Obispo de San Cristóbal de Las Casas

VER
En Chiapas, las campañas para la sucesión en la gubernatura están desatadas. Aunque la ley electoral no permite hacerlas, se han buscado muchos subterfugios para hacerse presentes los aspirantes a ese cargo. Por todas partes aparecen espectaculares con rostros, logos y frases que, de una forma u otra, manifiestan quiénes anhelan llegar a ser nuestro próximo gobernador. Yo me pregunto: ¿Por qué, habiendo tantos problemas y habiendo gobernadores en la cárcel por corrupción, varios aspiran con todas sus fuerzas a ser gobernadores de nuestro Estado? ¿Es porque aman mucho a nuestro pueblo? ¿Es porque tienen soluciones viables a nuestra situación, sobre todo de pobreza y marginación? ¿Es por otros intereses políticos, económicos, psicológicos y coyunturales? ¿Es porque conocen muy bien la realidad estatal y tienen suficientes alianzas para gobernar? ¿Es porque han desgastado su vida en favor de los demás, y tienen experiencia en el servicio, sólo por la pasión de hacer el bien?
A nivel nacional, la lucha por la presidencia de la República está igualmente cada día más intensa y aguerrida. Los cálculos de las preferencias por uno u otro candidato, visible o posible, promueven una serie de estrategias, sin las cuales se podría prever una derrota anticipada. Parece que no cuentan las convicciones políticas, sino las conveniencias de asegurar un puesto en el próximo sexenio. Algunos cambian de opción política con tanta facilidad, que nos hacen pensar en qué los mueve: el bien del país, o su bien personal. La buena política puede ser una altísima expresión de amor, de caridad, de servicio y entrega al bien del pueblo; puede ser incluso una expresión de santidad cristiana, porque lo más sublime de nuestra fe es la donación de sí mismo a los demás; pero también se puede degradar en una ambición sólo por el poder, la fama y el dinero. Son las clásicas tentaciones de la humanidad.

PENSAR
Dijo el Papa Benedicto XVI, en Deus caritas est: “La Iglesia no puede ni debe emprender por cuenta propia la empresa política de realizar la sociedad más justa posible. No puede ni debe sustituir al Estado. Pero tampoco puede ni debe quedarse al margen en la lucha por la justicia. Debe insertarse en ella a través de la argumentación racional y debe despertar las fuerzas espirituales, sin las cuales la justicia, que siempre exige también renuncias, no puede afirmarse ni prosperar. La sociedad justa no puede ser obra de la Iglesia, sino de la política. No obstante, le interesa sobremanera trabajar por la justicia esforzándose por abrir la inteligencia y la voluntad a las exigencias del bien” (28).
Dice el Papa Francisco: “¡Pido a Dios que crezca el número de políticos capaces de entrar en un auténtico diálogo que se oriente eficazmente a sanar las raíces profundas y no la apariencia de los males de nuestro mundo! La política, tan denigrada, es una altísima vocación, es una de las formas más preciosas de la caridad, porque busca el bien común. Tenemos que convencernos de que la caridad no es sólo el principio de las micro-relaciones, como en las amistades, la familia, el pequeño grupo, sino también de las macro-relaciones, como las relaciones sociales, económicas y políticas. ¡Ruego al Señor que nos regale más políticos a quienes les duela de verdad la sociedad, el pueblo, la vida de los pobres! Es imperioso que los gobernantes y los poderes financieros levanten la mirada y amplíen sus perspectivas, que procuren que haya trabajo digno, educación y cuidado de la salud para todos los ciudadanos. ¿Y por qué no acudir a Dios para que inspire sus planes? Estoy convencido de que a partir de una apertura a la trascendencia podría formarse una nueva mentalidad política y económica que ayudaría a superar la dicotomía absoluta entre la economía y el bien común social” (EG 205).

ACTUAR
Exhorto a la comunidad a ser críticos ante los movimientos políticos y partidistas que estamos viviendo. No se dejen engañar por promesas que son difíciles o imposibles de cumplir, como cuando alguien promete que va a acabar con la corrupción, que los precios de la gasolina y de la luz eléctrica van a bajar, que los sueldos van a subir, que todo va a cambiar. Hay que ser realistas y analizar qué sí es posible y qué no. Y sobre todo, que nuestro pueblo pobre no se deje comprar por dádivas, pues pareciera que hoy el control del pueblo es con dinero, no con proyectos, ni con políticas para el bien común, sino sólo con estrategias para lograr el poder. La buena política es algo mucho más noble y digno; es dar la vida para que otros tengan una vida mejor.