Servicio diario - 30 de agosto de 2017


Audiencia: ‘Recordemos el primer encuentro con Jesús’
Redacción

Jornada por la creación: primer llamado conjunto del Papa y Bartolomé
Redacción

Traducción completa de la catequesis del Papa (30 de agosto de 2017)
Redacción

Oriente Medio: saludo del Papa a las personas de lengua árabe
Rosa Die Alcolea

El Papa a los jóvenes: “Encuentren tiempo para el diálogo con Dios”
Rosa Die Alcolea

Mensaje de los obispos españoles: “Por una ecología integral”
Redacción

El cardenal Parolin espera la beatificación de Juan Pablo I
Redacción

Beato Pere Tarrés – 31 de agosto
Isabel Orellana Vilches


 

30/08/2017-08:23
Redacción

Audiencia: ‘Recordemos el primer encuentro con Jesús’

(ZENIT – Ciudad del Vaticano, 30 Ago. 2017).- En la audiencia de este miércoles, ya en la plaza de San Pedro, a continuación de las realizadas en agosto en el Aula Pablo VI, el papa Francisco entró en el papamóvil, encontrando a unas 20 mil personas que le esperaban con cantos, coreando o agitando banderas y pañuelos.
El Santo Padre dedicó casi 20 minutos a saludar a los fieles y peregrinos, haciendo detener el vehículo para saludar y bendecir a niños y ancianos. Incluso hizo subir a un niño en el jeep blanco para que le acompañara durante el recorrido.
El sucesor de Pedro en sus palabras en español recordó que “en la catequesis de hoy reflexionamos sobre la relación entre la esperanza y la memoria de la vocación”.
Y precisó que “los primeros discípulos de Jesús recordaban de forma nítida el momento de su llamada. Juan y Andrés escucharon cómo su maestro Juan el Bautista decía de Jesús: «Ese es el Cordero de Dios»”.
Indicó así que “esta fue la chispa que dio comienzo a su historia de seguimiento. Ellos iniciaron a estar con él y muy pronto se transformaron en misioneros, haciendo que sus hermanos Simón y Santiago también siguieran a Jesús”.
El Pontífice entonces se interrogó: “Nosotros, ¿cómo podemos descubrir nuestra vocación? Se puede hallar de muchas formas, pero toda vocación, ya sea al matrimonio, al sacerdocio o a la vida consagrada, comienza con un encuentro personal con Jesús, que nos llena de inmensa alegría”.
Precisó entretanto que “el Señor no quiere que lo sigamos sin ganas, sino con el corazón lleno de gozo, y esa felicidad de estar con él es la que evangeliza el mundo”. Porque “el cristiano, como la Virgen María, conserva en su corazón la llama del primer encuentro con el Señor, y ante las pruebas de la vida vuelve a ese sagrado fuego, que lo conforta y que fue encendido una vez para siempre”.
El resumen de la catequesis en español terminó con las siguientes palabras: “Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular los grupos provenientes de España y Latinoamérica”.
“Los animo -concluyó el Papa- a que se acuerden de ese primer encuentro con Jesús en sus vidas, para que puedan reavivar ese fuego de amor, que los invita a seguirle con alegría y que es llama de esperanza. Muchas gracias”

 

 

30/08/2017-08:59
Redacción

Jornada por la creación: primer llamado conjunto del Papa y Bartolomé

(ZENIT – Ciudad del Vaticano, 30 Ago. 2017).- En la audiencia de este miércoles el papa Francisco hizo una invitación a participar a la Jornada de oración por el cuidado de la creación, en comunión y oración con los hermanos ortodoxos y con todas las personas de buena voluntad. El Santo Padre ha invitado así a superar la crisis ecológica que la humanidad está viviendo.
“Pasado mañana, el 1º de septiembre –dijo el Papa– se celebra la Jornada de oración por el cuidado de la creación. En esta ocasión el querido hermano Bartolomé, patriarca ecuménico de Constantinopla y yo, hemos preparado juntos un mensaje. En este invitamos a todos a asumir una actitud respetuosa y responsable hacia lo creado”.
Y añadió: “Hacemos además un llamado, a quienes ocupan roles influyentes para que escuchen el grito de la tierra y el grito de los pobres, quienes más sufren por los desequilibrios ecológicos”.
En Roma el Pontífice junto a los obispos, sacerdotes, personas consagradas, laicos y feles se reunirán este viernes por la tarde, a las 17 horas en la basílica de San Pedro, para una liturgia de la palabra.
Además en todo el mundo las diversas realidades eclesiales han programado oportunas iniciativas de oración y de reflexión, para volver esta Jornada, un momento fuerte, teniendo en cuenta también la adopción de estilos de vida coherentes.

 

 

30/08/2017-11:11
Redacción

Traducción completa de la catequesis del Papa (30 de agosto de 2017)

Publicamos la traducción completa, desde el italiano, de la catequesis del papa Francisco, en la plaza de S. Pedro, este miércoles 30 de agosto de 2017 sobre “esperanza y memoria”. Y tomó como imagen la llamada de los primeros discípulos de Jesús. En sus memorias se quedó tan marcada esta experiencia, que alguno registró incluso la hora. Señaló que el Evangelio indica esta profunda amistad que nació entre los discípulos y el Maestro, llevándoles a ser misioneros, con profunda alegría.
El Pontífice señala también que cada vocación verdadera inicia con un encuentro con Jesús que nos dona una alegría y una esperanza nueva; y nos conduce, incluso a través de pruebas y dificultades, a un encuentro siempre más pleno. A continuación el texto completo.

 

Catequesis del Papa Francisco

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
«Hoy quisiera regresar sobre un tema importante: la relación entre la esperanza y la memoria, con particular referencia a la memoria de la vocación. Y tomó como imagen la llamada de los primeros discípulos de Jesús. En sus memorias se quedó tan marcada esta experiencia, que alguno registró incluso la hora: «Era alrededor de las cuatro de la tarde» (Jn 1,39). El evangelista Juan narra el episodio como un nítido recuerdo de juventud, que se quedó intacto en su memoria de anciano: porque Juan escribió estas cosas cuando era anciano.
El encuentro había sucedió en las inmediaciones del río Jordán, donde Juan Bautista bautizaba; y aquellos jóvenes galileos habían escogido al Bautista como guía espiritual. Un día llega Jesús, y se hizo bautizar en el río. Al día siguiente pasó de nuevo y entonces el que bautizaba –es decir, Juan Bautista– dijo a dos de sus discípulos: “Este es el Cordero de Dios” (v. 36).
Y para estos dos fue la ‘chispa’. Dejaron a su primer maestro y se pusieron en el seguimiento de Jesús. Por el camino, Él se gira hacia ellos y les plantea la pregunta decisiva: “¿Qué quieren?” (v. 38).
Jesús aparece en el Evangelio como un experto del corazón humano. En ese momento había encontrado a dos jóvenes en búsqueda, sanamente inquietos. De hecho, ¿qué juventud es una juventud satisfecha, sin una pregunta de sentido? Los jóvenes que no buscan nada, no son jóvenes, son jubilados, se han envejecido antes de tiempo. Es triste ver jóvenes jubilados. (aplausos)
Y Jesús, a través de todo el Evangelio, en todos los encuentros que le suceden a lo largo del camino, se presenta como un ‘incendiario’ de los corazones. De aquí ésta pregunta que busca hacer emerger el deseo de vida y de felicidad que cada joven se lleva dentro: “¿Qué cosa buscas?”.
También yo hoy quiero preguntarle a los jóvenes que están aquí en la Plaza y a aquellos que nos escuchan a través de los medios de comunicación: “¿Tú, que eres joven, qué cosa buscas? ¿Qué cosa buscas en tu corazón?”.
La vocación de Juan y de Andrés comienza así: es el inicio de una amistad con Jesús tan fuerte que impone una comunión de vida y de pasiones con Él. Los dos discípulos comienzan a estar con Jesús y enseguida se transforman en misioneros, porque cuando termina el encuentro no regresan a casa tranquilos: tanto es así que sus respectivos hermanos, Simón y Santiago, son rápidamente incluidos en el seguimiento.
Fueron donde estaban ellos y les han dicho: “¡Hemos encontrado al Mesías, hemos encontrado a un gran profeta!”, dan la noticia. Son misioneros de ese encuentro. Fue un encuentro tan conmovedor, tan feliz que los discípulos recordaran por siempre ese día que iluminó y orientó su juventud.
¿Cómo se descubre la propia vocación en este mundo? Es posible descubrirla de varios modos, pero esta página del Evangelio nos dice que el primer indicador es la alegría del encuentro con Jesús.
Matrimonio, vida consagrada, sacerdocio: cada vocación verdadera inicia con un encuentro con Jesús que nos dona una alegría y una esperanza nueva; y nos conduce, incluso a través de pruebas y dificultades, a un encuentro siempre más pleno, crece, ese encuentro, más grande, ese encuentro con Él y a la plenitud de la alegría.
El Señor no quiere hombres y mujeres que caminan detrás de Él de mala gana, sin tener en el corazón el viento de la alegría. Ustedes, que están aquí en la Plaza, les pregunto –cada uno responda a sí mismo –ustedes, ¿tienen en el corazón el viento de la alegría? Cada uno se pregunte: ¿Yo tengo dentro de mí, en el corazón, el viento de la alegría?
Jesús quiere personas que han experimentado que estar con Él nos da una felicidad inmensa, que se puede renovar cada día de la vida. Un discípulo del Reino de Dios que no sea gozoso no evangeliza este mundo, es uno triste.
Se convierte en predicador de Jesús no afinando las armas de la retórica: tú puedes hablar, hablar, hablar pero si no hay otra cosa. ¿Cómo se convierte en predicador de Jesús? Custodiando en los ojos el brillo de la verdadera felicidad. Vemos a tantos cristianos incluso entre nosotros, que con los ojos nos transmiten la alegría de la fe: con los ojos.
Por este motivo el cristiano, como la Virgen María, custodia la llama de su enamoramiento: enamorados de Jesús. Cierto, hay pruebas en la vida, existen momentos en los cuales se necesita ir adelante no obstante el frío y el viento contrario, no obstante tantas amarguras. Pero los cristianos conocen el camino que conduce a aquel sagrado fuego que los ha encendido una vez por siempre.
Y por favor, les recomiendo: no escuchemos a personas desilusionadas e infelices; no escuchemos a quien recomienda cínicamente no cultivar la esperanza en la vida; no confiemos en quien apaga desde su nacimiento todo entusiasmo diciendo que ningún proyecto vale el sacrificio de toda una vida; no escuchemos a los “viejos” de corazón que sofocan la euforia juvenil.
Vayamos donde los viejos que tienen los ojos brillantes de esperanza. Cultivemos en cambio, sanas utopías: Dios nos quiere capaces de soñar como Él y con Él, mientras caminamos bien atentos a la realidad. Soñar en un mundo diferente.
Y si un sueño se apaga, volver a soñarlo de nuevo, yendo con esperanza a la memoria de los orígenes, a esas brazas que, tal vez después de una vida no tan buena, son brazas que están escondidas bajo las cenizas del primer encuentro con Jesús.
Esta es la una dinámica fundamental de la vida cristiana: recordarse de Jesús. Pablo decía a su discípulo: “Recuérdate de Jesucristo” (2 Tim 2,8); este es el consejo del gran San Pablo: “Recuérdate de Jesucristo”. Recordarse de Jesús, del fuego de amor con el cual un día hemos concebido nuestra vida como un proyecto de bien, y a vivificar con esta llama nuestra esperanza. Gracias».

© Traducción realizada por ZENIT desde el audio

 

 

30/08/2017-09:40
Rosa Die Alcolea

Oriente Medio: saludo del Papa a las personas de lengua árabe

(ZENIT, 30 Ago. 2017).- “No tengáis miedo de escuchar al Espíritu que sugiere opciones atrevidas”, ha dicho el papa Francisco a las personas de lengua árabe.
El papa Francisco ha dado la bienvenida a los visitantes de lengua árabe, especialmente a los de Oriente Medio, en la Audiencia general celebrada esta mañana, 30 de agosto de 2017, en la plaza de San Pedro.
Así, el Papa les ha animado a seguir a Cristo: “Queridos hermanos y hermanas, también a vosotros, Jesús os mira y os invita a ir a Él”, y les ha alentado: “No tengáis miedo de escuchar al Espíritu que sugiere opciones atrevidas, y no os retraséis cuando vuestra conciencia os pide correr el riesgo de seguir al Maestro”.

 

 

30/08/2017-10:31
Rosa Die Alcolea

El Papa a los jóvenes: “Encuentren tiempo para el diálogo con Dios”

(ZENIT – 30 Ago. 2017).- El papa Francisco ha invitado a los jóvenes, enfermos y recién casados a “encontrar tiempo para su diálogo con Dios”.
Como cada miércoles en la Audiencia general, el Papa ha dirigido esta mañana 30 de agosto de 2017, unas palabras en italiano a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados.
Francisco ha animado a los jóvenes, que tras regresar después de las vacaciones a sus actividades habituales, “encuentren el tiempo para su diálogo con Dios todos los días y difundan su luz y paz a su alrededor”.
Asimismo, el Papa ha invitado a las personas enfermas, así como a los jóvenes y a los matrimonios a encontrar “consuelo en el Señor Jesús, que continúa su obra de redención en la vida de cada hombre”. Y en concreto, se ha dirigido a los recién casado y los ha exhortado a que “aprendan a orar juntos, en la intimidad doméstica, para que su amor sea siempre más verdadero, fecundo y duradero”.
Durante la audiencia el Pontífice recordó que “los jóvenes que no buscan nada, no son jóvenes, son jubilados, se han envejecido antes de tiempo. Es triste ver jóvenes jubilados”.
“También yo hoy quiero preguntarle a los jóvenes que están aquí en la Plaza y a aquellos que nos escuchan a través de los medios de comunicación: “¿Tú, que eres joven, qué cosa buscas? ¿Qué cosa buscas en tu corazón?”, interrogo.
Y añadió: “Por favor, les recomiendo: no escuchemos a personas desilusionadas e infelices; no escuchemos a quien recomienda cínicamente no cultivar la esperanza en la vida; no confiemos en quien apaga desde su nacimiento todo entusiasmo diciendo que ningún proyecto vale el sacrificio de toda una vida; no escuchemos a los ‘viejos’ de corazón que sofocan la euforia juvenil”.
“Vayamos donde los viejos que tienen los ojos brillantes de esperanza. Cultivemos en cambio, sanas utopías: Dios nos quiere capaces de soñar como Él y con Él, mientras caminamos bien atentos a la realidad. Soñar en un mundo diferente” concluyó.

 

 

30/08/2017-12:03
Redacción

Mensaje de los obispos españoles: “Por una ecología integral”

La Conferencia Episcopal Española, a través de la Comisión de Pastoral Social, ha publicado un mensaje ante la Jornada mundial de oración por el cuidado de la creación que se celebra el próximo 1 de septiembre de 2017, y que el papa Francisco instituyó en 2015.

 

Mensaje de los obispos españoles

El pasado 24 de mayo se cumplían los dos años de la publicación de la encíclica “Laudato si” del papa Francisco sobre “el cuidado de la casa común”. En la misma, el Santo Padre aborda los principales problemas sobre la relación del ser humano con sus semejantes y con la naturaleza. Para hacer frente a la degradación del ambiente, al agotamiento de las reservas naturales y a los perniciosos efectos de la contaminación ambiental es necesaria una respuesta decidida y urgente de creyentes y no creyentes.
Entre otras cosas, el Papa nos invita a todos los hombres y mujeres del mundo a practicar una “ecología integral”, asumiendo las responsabilidades personales y comunitarias en el progresivo deterioro del medio ambiente durante los últimos años. Todos hemos de tomar conciencia de que el gran crecimiento tecnológico de las últimas décadas no ha estado acompañado de un desarrollo del ser humano en responsabilidad, valores y conciencia.
Como consecuencia de una libertad mal entendida, de la búsqueda ciega del egoísmo y de las necesidades inmediatas, el hombre de hoy está “desnudo y expuesto a su propio poder, que sigue creciendo, sin tener los elementos para controlarlo. Puede disponer de mecanismos superficiales, pero podemos sostener que le falta la ética sólida, una cultura y una espiritualidad que realmente lo limiten y lo contengan en una lúcida abnegación”[1].
El ser humano, creado a imagen y semejanza de Dios, recibió del Creador el encargo de dar nombre a las demás criaturas y de cuidar la creación, pero sin olvidar que él no es Dios y, por tanto, no puede pretender ocupar el lugar que sólo a Dios le pertenece. Por ello, ha de actuar en todo momento desde una actitud de humildad, escuchando a Dios y poniéndose al servicio de los demás y de la misma creación.
Cuando el cosmos y la naturaleza son contemplados sin referencia a Dios y sin tener en cuenta las necesidades de los hermanos, pueden llegar a concebirse como un depósito, del que se pueden extraer sus riquezas de acuerdo con los egoísmos desmedidos de los individuos de cada continente. Ante estos abusos, la creación protesta a través de fenómenos naturales extraordinarios y por medio de los desastres ecológicos. Estas manifestaciones violentas de la naturaleza nos están indicando que es necesario respetar la creación y no manipularla.

 

Mirada creyente

Los cristianos, desde nuestra fe en el Creador de todas las cosas, además de valorar y proteger la creación, estamos invitados a promover en la sociedad una mayor atención hacia la misma, evitando reducirla a puro ecologismo, fomentando los comportamientos éticos y actuando siempre desde una libertad responsable. Cada día es más urgente que escuchemos a la creación, que narra la gloria de Dios, y que escuchemos también a Dios, que habla a través de las obras de sus manos. Frente a quienes consideran el cosmos únicamente desde su materialidad, sin valorar su belleza y sin considerar su referencia al Creador, los cristianos somos invitados a contemplar todo lo creado como un espejo, en el que se refleja la bondad, el amor y la belleza de nuestro Dios.
La confianza y la escucha del Creador implican un modelo de relaciones entre los seres humanos y la naturaleza que hagan posible contemplarla no sólo como obra de Dios, sino como casa y hogar para todos los seres humanos. En este sentido, si no crece el amor entre todos los habitantes del planeta, será imposible movilizar la voluntad humana para atajar el deterioro de la creación y la destrucción de la misma.
La respuesta a la crisis ecológica y la protección del medio ambiente hemos de situarlas dentro de la historia de amor que comienza con la creación y que tiene su desarrollo a lo largo de los tiempos hasta llegar a su cumplimiento en Cristo. Esta historia de amor exige la responsabilidad humana que, al mismo tiempo que nos permite asumir nuestras diferencias con la naturaleza, nos lleva a la convicción de nuestra pertenencia a la misma.
Para avanzar en esta responsabilidad con relación a la creación, entre otras cosas, es preciso un diálogo franco y abierto que ayude a la superación de los intereses egoístas sobre la cuestión ecológica. En este diálogo con los creyentes de otras religiones, con los gobiernos de las naciones y con las instituciones sociales, los cristianos hemos de ser los primeros en asumir que la fe en Jesucristo nos ofrece fundamentos extraordinarios para la práctica de una ecología integral y para el desarrollo pleno de la humanidad. “Será un bien para la humanidad y para el mundo que los creyentes reconozcamos mejor los compromisos ecológicos que brotan de nuestras convicciones” [2].

 

Conversión ecológica

Pero, además de valorar la importancia del diálogo, todos los habitantes del planeta hemos de progresar en una sincera “conversión ecológica”, asumiendo que el cuidado de la casa común exige un cambio profundo de aquellos criterios, tan arraigados en la cultura actual, que favorecen el consumismo y la búsqueda de los propios intereses, olvidando la dimensión espiritual de la persona y las necesidades de nuestros semejantes.
Esta conversión ecológica, que ha de concretarse en el uso moderado de bienes materiales, en el control de los gastos superfluos y en la atención de los más frágiles, exige un cambio efectivo de mentalidad y de estilo de vida, en las opciones de consumo y en las inversiones, escuchando la voz del Creador, buscando la verdad y trabajando por el bien común[3].
Para que los cristianos y los restantes seres humanos no olvidemos nuestra responsabilidad en el cuidado de la casa común y podamos renovar la adhesión a la propia vocación de custodios de la creación, el Santo Padre, en comunión con las Iglesias ortodoxas, nos convoca cada año, el día 1 de septiembre, a celebrar la Jornada Mundial de Oración por el cuidado de la Creación. En este día, especialmente, estamos invitados a invocar la ayuda del Señor para la protección del medio ambiente y a pedir su misericordia por los pecados contra el mundo en el que vivimos.
Los Obispos de la Comisión Episcopal de Pastoral Social invitamos a todas las comunidades cristianas a dar gracias a Dios por la armonía y perfección de la creación, y a elevar súplicas al Creador por la conversión de quienes, considerándose dueños y señores de la misma, abusan de sus recursos y se olvidan de los millones de hermanos que, en distintos rincones del planeta, sufren hambre, enfermedades y miseria debido a una mala distribución de los bienes de la creación, que Dios quiere que lleguen a todos.

Los Obispos de la Comisión Episcopal de Pastoral Social

 

 

30/08/2017-17:37
Redacción

El cardenal Parolin espera la beatificación de Juan Pablo I

39 años después de la elección de Juan Pablo I para la Cátedra de Pedro (26 de agosto, 1978), el cardenal Pietro Parolin espera que el “Papa de la sonrisa” sea beatificado, y exhorta a rezar por esta intención.
El secretario de Estado del Vaticano mencionó esta Causa de Beatificación el 28 de agosto de 2017, en la sede de la editorial Grafica Veneta en Trebaseleghe, en la región de Padua, Italia, en el marco de la presentación de la revista “Las tres venecianas”, dedicada a las visitas de Juan Pablo II y a Benedicto XVI en Cadore (Italia), publicado por L´Osservatore Romano en italiano el 29 de agosto.
El “número 2” del Vaticano expresó su deseo de que “Juan Pablo I alcance el honor de ser elevado a los altares”. “Rezad también por ello”, dijo el secretario de Estado, quien conserva un vínculo personal con el Papa Luciani, quien fue su Arzobispo Metropolitano cuando él era seminarista de la diócesis de Vicenza en los años 70.
Sobre la conclusión de la Causa de Beatificación, el Cardenal expresó su deseo de que llegue pronto, “si hay un milagro”. “Una vez que el decreto sobre el ejercicio heroico de las virtudes cristianas sea aprobado, si hay un milagro, creo que no faltará demasiado para la conclusión de la Causa”, afirmó el Cardenal.
“La condición primordial es el milagro; Yo creo que ya hay algo. Si el milagro se aprueba, se procederá rápidamente”.
La Causa de beatificación de Juan Pablo I fue reiniciada en julio de 2016, con un nuevo postulador, el cardenal Beniamino Stella, Prefecto de la Congregación para el Clero.
El cardenal Albino Luciani, patriarca de Venecia, fue elegido Papa el 26 de agosto de 1978. Él murió de repente de un ataque al corazón el siguiente 28 de septiembre, tras 33 días de pontificado.

 

 

30/08/2017-04:19
Isabel Orellana Vilches

Beato Pere Tarrés – 31 de agosto

(ZENIT – Madrid).- Nació el 30 de mayo de 1905 en Manresa, Barcelona, España. Tenía dos hermanas; todos fueron educados en la fe. Su padre, mecánico de profesión, se trasladaba frecuentemente a Badalona. Y allí estudió con los escolapios. Luego en Manresa se formó con los jesuitas. Simpático, abierto e inclinado a la reflexión, era un muchacho encantador que ayudaba al farmacéutico Josep Balaguer, quien lo animó a proseguir estudios. Cursó el bachillerato con beca, y comenzó la carrera de medicina en la universidad de Barcelona. En esa época, año 1922, frecuentaba el Oratorio de San Felipe Neri que se hallaba en el conocido barrio de Gracia donde vivía. Le dirigió el padre Jaume Serra hasta que estalló la Guerra Civil en 1936. Se había integrado en la Federación de Jóvenes Cristianos, cultivaba la oración, el estudio y realizaba una intensa labor apostólica, encarnada en su devoción a la Eucaristía y a la Virgen. De aquella época debió quedarle claro, como dijo, que «la actividad humana, sea cual sea, tiene que descansar sobre dos fundamentos básicos: la constancia y la perfección o mejora progresiva de aquellos actos o disciplinas que el hombre se impone». Fueron años en los que tuvo experiencia directa del dolor, con la pérdida de su padre en 1925, seguido del grave accidente que sufrió su madre, a consecuencia del cual quedó inválida. En 1927 en Monistrol de Calders, donde trabajó temporalmente, consagró su castidad a Dios. Al año siguiente se licenció en medicina con premio extraordinario. Además, tuvo la alegría de asistir a la consagración de sus hermanas en la Orden de las Concepcionistas.
Su labor como médico era realmente excepcional, cuajada de sus hondos valores cristianos. Decía: «nuestra actuación de puertas afuera tiene que ir precedida de una buena preparación de puertas adentro». Junto a su colega, el Dr. Manresa, abrió en Barcelona el Sanatorio de la «Mare de Déu de la Mercè». Veía a Cristo en cada enfermo; insuflaba a todos la confianza en Él, transmitiéndoles su alegría y esperanza con un trato piadoso, caritativo y respetuoso, que hacía extensivo también a sus familias: «para el médico, el lecho del enfermo es un altar, y el enfermo es la imagen de Jesucristo». Su entusiasmo era palpable en los corredores del hospital. Estaba convencido de que «el entusiasmo es vida, es amor, es audacia, es talento, es, en una palabra, potencia creadora. Es toda el alma la que se manifiesta abrasada de ideal bajo el dominio de la razón». El inicio de la Guerra Civil le sorprendió en Montserrat, donde se hallaba realizando los ejercicios espirituales. El monasterio se mantuvo intacto gracias a sus gestiones, de lo contrario habría sido bombardeado. Más tarde, desde su refugio en Barcelona llevaba a escondidas la comunión a los perseguidos por su fe e ideales contrarios a los sustentados por los milicianos que tenían en sus manos el poder. Él mismo logró zafarse del asedio y persecución a la que fue sometido su domicilio.
En 1938 fue movilizado como sanitario en el bando republicano y sus servicios fueron tan excepcionales que los mismos soldados reclamaron su ascenso a capitán. Mientras, se preparó para ser ordenado sacerdote. En una de las cartas que envió a su hermana Francisca ese año le decía: «Amar con locura, querida hermana, quiere decir clavar nuestras manos y nuestros pies, junto con las manos y los pies de nuestro Divino Redentor; quiere decir llegar airosos, con la frente alta y serena y con paso firme hasta el sacrificio de nuestra vida, si es voluntad de Dios, derramando nuestra sangre en defensa del Nombre Santísimo [...]. Amar es sinónimo de sufrir. Cuando más aprecio hay se es más capaz de sufrir por la persona amada. El sufrimiento es la más alta expresión del amor. El sufrimiento es la gran arma de la santificación [...]. El dolor es como las aguas que bajan de las cumbres, una energía latente que hace falta saber aprovechar. Ofreciéndolo constantemente a Dios, haremos bajar del cielo las gracias de la conversión del mundo [...]. ¡No nos entretengamos tanto en nuestras miserias! ¡Amemos, amemos, amemos! El amor es un fuego purificador. Abandonémonos absolutamente en sus brazos santificadores».
Finalizada la guerra, ingresó en el seminario de Barcelona. Fue ordenado en 1942 y asumió diversas misiones en la diócesis de Sesrovires. Después, cursó estudios teológicos en Salamanca, y al regresar a Barcelona siguió desempeñando una intensa labor apostólica en Sarrià. Dirigió el centro femenino de Acción Católica, estuvo al frente de obras diocesanas y benéficas, fundó la obra benéfico-asistencial de atención a los tuberculosos, etc. Las dificultades le perseguían y las afrontaba con caridad, fortaleza y prudencia. Era un líder, con autoridad moral, coherente, que se implicaba abiertamente en el ideal que profesaba: «Si las palabras no van seguidas de las obras, es como el sonido de las campanas que el viento se lleva. Si la vida, los actos de los hombres, no están de acuerdo con las ideas que profesan y propugnan, es en vano que trabajen y luchen en defensa de aquello que afirman ser sus más nobles ideales. Es hora de realidades y no de palabras vacías de sentido. Es hora de definirse. No podemos admitir las medias tintas».
En mayo de 1950 le diagnosticaron un linfosarcoma linfoblástico. En ese momento para este gran profesional, que había dicho: «el médico es como el sacerdote que ofrece el dolor a Dios», debieron tener un peso significativo estas otras palabras suyas: «amar es el gran don del hombre; ser amado es su más grande deseo y nunca un hombre lo necesita tanto como cuando está aplastado por el peso de su dolor. Aquello que no pueden sanar las medicinas ni los más enérgicos tratamientos, lo consigue una palabra amable, una suave sonrisa, un gesto afectuoso». Ofreciendo sus sufrimientos por la conversión de los sacerdotes, murió el 31 de agosto de ese año en la clínica fundada por él. Juan Pablo II lo beatificó el 5 de septiembre de 2004.