Servicio diario - 24 de enero de 2018


 

Audiencia General — 24 enero 2018 (Texto completo)
Redacción

Comunicaciones Sociales: "Periodismo de paz", hecho por personas para personas
Redacción

República Democrática del Congo: Francisco pide "evitar todas las formas de violencia"
Rosa Die Alcolea

Audiencia General: "Animar la fe y el desarrollo social" en Chile y Perú
Rosa Die Alcolea

Yazidí: el Papa aboga por sus derechos al recibir representantes
Redacción

Jóvenes: San Francisco de Sales, "modelo de dulzura"
Redacción

Siria, Líbano, Oriente Medio: "La paz es el don supremo que Cristo nos dejó"
Rosa Die Alcolea

República Centroafricana: El Presidente Touadéra irá al Vaticano el 25 de enero
Anne Kurian

Beato Manuel Domingo y Sol, 25 de enero
Isabel Orellana Vilches


 

 

24/01/2018-16:12
Redacción

Audiencia General — 24 enero 2018 (Texto completo)

(ZENIT — 24 enero 2018).- "No hay que esconder los conflictos debajo de la cama" ha recomendado el Papa Francisco. "Los conflictos que salen a la luz, se enfrentan y se resuelven con el diálogo. Pensad en los pequeños conflictos que hay seguramente en vuestra casa: no hay que esconderlos, sino enfrentarlos".

El Santo Padre ha compartido con los fieles en la Audiencia General, este miércoles 24 de enero de 2018, su experiencia en Chile y en Perú, viaje que realizó del 15 al 21 de enero de 2018, "dos pueblos buenos, buenos...", ha señalado.

"Mi paz os doy" fue el lema de la visita a Chile, que cobró actualidad y vida —ha explicado Francisco— en el contexto de protesta que precedió su estancia en el país, en varias manifestaciones. "No solamente cada uno de nosotros necesita la paz, también el mundo hoy, en esta tercera guerra mundial a trozos... ¡Por favor, recemos por la paz!", ha exhortado el Santo Padre.

 

Degradación ecológico-social y corrupción

El Papa ha asegurado que la corrupción "arruina los corazones": "Por favor, no a la corrupción. Subrayé que nadie está exento de responsabilidad frente a estas dos plagas y que el compromiso de contrarrestarlas concierne a todos".
En esta línea, Francisco ha relatado una de las citas más importantes de su 22° viaje apostólico, en Perú: "Hablando a las autoridades políticas y civiles, manifesté mi aprecio por el patrimonio ambiental, cultural y espiritual de ese país y me centré en las dos realidades que más lo amenazan: la degradación ecológico-social y la corrupción".

Así, el Pontífice ha hablado de los encuentros más significativos de su viaje: En Chile visitó el norte y el sur, conoció a las mujeres, muchas de ellas madres jóvenes, de un centro penitenciario; celebró la Misa en la Araucanía, donde habitan los indios mapuches, y en Iquique, punto de encuentro entre el desierto y el mar; y se reunió con los obispos, a quienes confirmó en el rechazo de cualquier compromiso con el abuso sexual de menores.

Del mismo modo, en Perú, bajo el lema "Unidos por la esperanza", Francisco se encontró con las autoridades civiles y diplomáticas; con cientos de nativos, representantes de los pueblos de la Amazonía peruana, a los que apoyó en decir "no" a la colonización económica y a la colonización ideológica; así como con la población de Trujillo, que tanto han sufrido con el fenómeno de tormentas conocido como el "Niño Costero".

RD

Sigue el texto de la catequesis del Papa Francisco, traducida al español por la Oficina de Prensa del Vaticano.

 

Catequesis del Papa Francisco

Queridos hermanos y hermanas, buenos días.

Esta catequesis se desarrolla en dos lugares conectados: vosotros aquí, en la Plaza y un grupo de niños, algo enfermos, que están en el Aula. Ellos os verán y vosotros los veréis; así estamos conectados, Saludemos a los niños que están en el Aula: era mejor que no se resfriasen, y por eso están allí.

Hace dos días regrese del viaje apostólico a Chile y Perú. ¡Un aplauso para Chile y Perú! Dos pueblos buenos, buenos... Doy gracias al Señor porque todo ha salido bien: pude encontrar al Pueblo de Dios en camino por esas tierras, -también a los que no están en camino, están algo parados... pero son buena gente- y alentar el desarrollo social de esos países. Renuevo mi gratitud a las autoridades civiles y a los obispos, que me recibieron con tanto cariño y generosidad; así como a todos los colaboradores y voluntarios. Pensad que en cada uno de los dos países había más de 20.000 voluntarios: 20.000 y algunos más en Chile, 20.000 en Perú. Gente buena, la mayoría jóvenes.

Mi llegada a Chile estuvo precedida por varias manifestaciones de protesta por varios motivos, como habéis leído en los periódicos. Y esto hizo que el lema de mi visita fuera aún más actual y vivo: "Mi paz os doy". Son las palabras que Jesús dirigió a los discípulos, que repetimos en cada Misa: el don de la paz, que solo Jesús muerto y resucitado puede dar a quienes se confían a él. No solamente cada uno de nosotros necesita la paz, también el mundo hoy, en esta tercera guerra mundial a trozos... ¡Por favor, recemos por la paz!

En el encuentro con las autoridades políticas y civiles del país, alenté el camino de la democracia chilena, como un espacio de encuentro solidario y capaz de incluir la diversidad; para ese fin indiqué como método el camino de la escucha: en particular la escucha de los pobres, de los jóvenes y de los ancianos, de los inmigrantes, y también la escucha de la tierra.

En la primera eucaristía, celebrada por la paz y la justicia, resonaron las Bienaventuranzas, especialmente "Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios" (Mt 5, 9). Una bendición para testimoniar con el estilo de la proximidad, de la cercanía, del compartir, reforzando así, con la gracia de Cristo, el tejido de la comunidad eclesial y de toda la sociedad.

En este estilo de proximidad cuentan más los gestos que las palabras, y un gesto importante que pude hacer fue visitar el penitenciario femenino en Santiago: los rostros de esas mujeres, muchas de ellas madres jóvenes, con sus pequeños en brazos, expresaban, a pesar de todo, tanta esperanza. Las animé a exigir, de ellas mismas y de las instituciones, un serio camino de preparación para la reinserción, como un horizonte que da sentido a la pena diaria. No podemos imaginar una cárcel, cualquier cárcel, sin esta dimensión de la reinserción, porque sin esta esperanza de reinserción social la cárcel es una tortura infinita. En cambio, cuando se trabaja para la reinserción —también los condenados a cadena perpetua pueden reinsertarse- mediante el trabajo de la cárcel a la sociedad, se abre un diálogo. Pero siempre una cárcel debe tener esta dimensión de la reinserción, siempre.

Con los sacerdotes y personas consagradas y con los obispos de Chile, viví dos encuentros muy intensos, todavía más fecundos por el sufrimiento compartido de algunas heridas que afligen a la Iglesia en ese país. En particular, confirmé a mis hermanos en el rechazo de cualquier compromiso con el abuso sexual de menores, y al mismo tiempo en la confianza en Dios, que a través de esta dura prueba purifica y renueva a sus ministros.

Las otras dos misas en Chile se celebraron una en el sur y otra en el norte. La del sur, en Araucanía, la tierra donde viven los indios mapuches, transformó en alegría los dramas y las fatigas de este pueblo, lanzando un llamamiento a una paz que sea armonía de la diversidad y al repudio de toda violencia. La del norte, en Iquique, entre el océano y el desierto, fue un himno al encuentro entre los pueblos, que se expresa de manera singular en la religiosidad popular.

Los encuentros con los jóvenes y con la Universidad Católica de Chile respondieron al desafío crucial de ofrecer un sentido grande a la vida de las nuevas generaciones. Dejé la palabra programática de San Alberto Hurtado a los jóvenes: "¿Qué haría Cristo en mi lugar?". Y en la Universidad propuse un modelo de formación integral, que traduce la identidad católica en la capacidad de participar en la construcción de sociedades unidas y plurales, donde los conflictos no se ocultan sino que se gestionan con el diálogo. Siempre hay conflictos: también en casa, siempre los hay. Pero, tratar mal los conflictos es todavía peor. No hay que esconder los conflictos debajo de la cama: los conflictos que salen a la luz, se enfrentan y se resuelven con el diálogo. Pensad en los pequeños conflictos que hay seguramente en vuestra casa: no hay que esconderlos, sino enfrentarlos. Buscad la ocasión y se habla: el conflicto se resuelve así, con el diálogo.

En Perú, el lema de la visita fue: "Unidos por la esperanza". Unidos no en una uniformidad estéril, todos iguales: esa no es unión; sino en toda la riqueza de las diferencias que heredamos de la historia y la cultura. Un testimonio emblemático de ello fue el encuentro con los pueblos de la Amazonía peruana, que también puso en marcha el itinerario del Sínodo Pan-Amazónico convocado para octubre de 2019, como también lo atestiguan los momentos vividos con la gente de Puerto Maldonado y con los niños del Hogar "El Principito". Juntos dijimos "no" a la colonización económica y a la colonización ideológica.

Hablando a las autoridades políticas y civiles de Perú, manifesté mi aprecio por el patrimonio ambiental, cultural y espiritual de ese país y me centré en las dos realidades que más lo amenazan: la degradación ecológico-social y la corrupción. No sé si vosotros habéis oído hablar de corrupción... no lo sé... No existe solamente allí. Aquí también y es más peligrosa que la gripe. Se mezcla y arruina los corazones. La corrupción arruina los corazones. Por favor, no a la corrupción. Subrayé que nadie está exento de responsabilidad frente a estas dos plagas y que el compromiso de contrarrestarlas concierne a todos.

Celebré la primera misa pública en Perú en la orilla del océano, cerca de la ciudad de Trujillo, donde la tormenta llamada "Niño costero" golpeó duramente a la población el año pasado. Por eso la alenté a reaccionar frente a ella, pero también ante otras tormentas como el hampa, la falta de educación, de trabajo y vivienda segura. También en Trujillo también conocí a los sacerdotes y consagrados del norte del Perú, compartiendo con ellos la alegría de la llamada y de la misión, y la responsabilidad de la comunión en la Iglesia. Les exhorté a ser ricos de memoria y fieles a sus raíces. Y entre estas raíces está la devoción popular a la Virgen María. Siempre en Trujillo tuvo lugar la celebración mariana en la que coroné a la Virgen de la Puerta, proclamándola "Madre de la Misericordia y la Esperanza".

El último día del viaje, el domingo pasado, se desarrolló en Lima, con un fuerte acento espiritual y eclesial. En el santuario más famoso de Perú, donde se venera el cuadro de la Crucifixión llamado "Señor de los Milagros", encontré a unas 500 religiosas de clausura, de vida contemplativa: un verdadero "pulmón" de fe y oración para la Iglesia y para toda la sociedad. En la catedral recé una oración especial por la intercesión de los santos peruanos, a la que siguió el encuentro con los obispos del país, a quienes propuse la figura ejemplar de San Toribio di Mogrovejo.

Asimismo señalé a los jóvenes peruanos a los santos como hombres y mujeres que no perdieron el tiempo en "maquillar su propia imagen, sino que siguieron a Cristo, que los miró con esperanza. Como siempre, la palabra de Jesús le da pleno significado a todo y así también el Evangelio de la última celebración eucarística resumió el mensaje de Dios a su pueblo en Chile y Perú: "Convertíos y creed en el Evangelio" (Mc 1:15). ). Así —parecía decir el Señor -: recibiréis la paz que os doy y estaréis unidos en mi esperanza. Este es, más o menos, el resumen de este viaje. Oremos por estas dos naciones hermanas, Chile y Perú, para que el Señor las bendiga.

© Librería Editorial Vaticano

 

 

24/01/2018-11:27
Redacción

Comunicaciones Sociales: "Periodismo de paz", hecho por personas para personas

(ZENIT — 24 enero 2018).- "El mejor antídoto contra las falsedades no son las estrategias, sino las personas, personas que, libres de la codicia, están dispuestas a escuchar, y permiten que la verdad emerja a través de la fatiga de un diálogo sincero; personas que, atraídas por el bien, se responsabilizan en el uso del lenguaje".

La Santa Sede ha hecho público hoy, 24 de enero de 2018, Fiesta de San Francisco de Sales, patrón de los periodistas, el Mensaje del Santo Padre para la 52a Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, que se celebrará el próximo 13 de mayo bajo el lema: "La verdad os hará libres" (Gv 8, 32). Fake news y periodismo de paz".

 

Servicio a todos

El Papa llama a promover un "periodismo de paz", sin entender con esta expresión un periodismo «buenista» que "niegue la existencia de problemas graves y asuma tonos empalagosos", describe.

Por el contrario, el Pontífice propone el ejercicio de un periodismo "sin fingimientos, hostil a las falsedades, a eslóganes efectistas y a declaraciones altisonantes; un periodismo hecho por personas para personas, y que se comprende como servicio a todos".

 

Centro de la noticia

El Pontífice anima a "educar en la verdad", esto es: "educar para saber discernir, valorar y ponderar los deseos y las inclinaciones que se mueven dentro de nosotros, para no encontrarnos privados del bien «cayendo» en cada tentación".

Tiene la tarea —escribe el Santo Padre en el mensaje— de recordar que en el centro de la noticia no está la velocidad en darla y el impacto sobre las cifras de audiencia, "sino las personas": El periodista no realiza sólo un trabajo, sino una "verdadera y propia misión".

"Informar es formar, es involucrarse en la vida de las personas", recuerda Francisco. Por eso la verificación de las fuentes y la custodia de la comunicación son "verdaderos y propios procesos de desarrollo del bien" que generan confianza y abren "caminos de comunión y de paz".

 

Antídoto

El Papa exhorta a "hacer frente a estas falsedades", como la desinformación o las fake news, y advierte que no es tarea fácil, porque la desinformación "se basa frecuentemente en discursos heterogéneos, intencionadamente evasivos y sutilmente engañosos, y se sirve a veces de mecanismos refinados".

"El antídoto más eficaz contra el virus de la falsedad es dejarse purificar por la verdad", propone el Papa argentino.

RD

Ofrecemos el mensaje del Papa Francisco para la 52a Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales:

 

Mensaje del Papa Francisco

Queridos hermanos y hermanas:

En el proyecto de Dios, la comunicación humana es una modalidad esencial para vivir la comunión. El ser humano, imagen y semejanza del Creador, es capaz de expresar y compartir la verdad, el bien, la belleza. Es capaz de contar su propia experiencia y describir el mundo, y de construir así la memoria y la comprensión de los acontecimientos.

Pero el hombre, si sigue su propio egoísmo orgulloso, puede también hacer un mal uso de la facultad de comunicar, como muestran desde el principio los episodios bíblicos de Caín y Abel, y de la Torre de Babel (cf. Gn 4,1-16; 11,1-9). La alteración de la verdad es el síntoma típico de tal distorsión, tanto en el plano individual como en el colectivo. Por el contrario, en la fidelidad a la lógica de Dios, la comunicación se convierte en lugar para expresar la propia responsabilidad en la búsqueda de la verdad y en la construcción del bien.

Hoy, en un contexto de comunicación cada vez más veloz e inmersos dentro de un sistema digital, asistimos al fenómeno de las noticias falsas, las llamadas «fake news». Dicho fenómeno nos llama a la reflexión; por eso he dedicado este mensaje al tema de la verdad, como ya hicieron en diversas ocasiones mis predecesores a partir de Pablo VI (cf. Mensaje de 1972: «Los instrumentos de comunicación social al servicio de la verdad»). Quisiera ofrecer de este modo una aportación al esfuerzo común para prevenir la difusión de las noticias falsas, y para redescubrir el valor de la profesión periodística y la responsabilidad personal de cada uno en la comunicación de la verdad.

 

1. ¿Qué hay de falso en las «noticias falsas»?

«Fake news» es un término discutido y también objeto de debate. Generalmente alude a la desinformación difundida online o en los medios de comunicación tradicionales. Esta expresión se refiere, por tanto, a informaciones infundadas, basadas en datos inexistentes o distorsionados, que tienen como finalidad engañar o incluso manipular al lector para alcanzar determinados objetivos, influenciar las decisiones políticas u obtener ganancias económicas.

La eficacia de las fake news se debe, en primer lugar, a su naturaleza mimética, es decir, a su capacidad de aparecer como plausibles. En segundo lugar, estas noticias, falsas pero verosímiles, son capciosas, en el sentido de que son hábiles para capturar la atención de los destinatarios poniendo el acento en estereotipos y prejuicios extendidos dentro de un tejido social, y se apoyan en emociones fáciles de suscitar, como el ansia, el desprecio, la rabia y la frustración. Su difusión puede contar con el uso manipulador de las redes sociales y de las lógicas que garantizan su funcionamiento. De este modo, los contenidos, a pesar de carecer de fundamento, obtienen una visibilidad tal que incluso los desmentidos oficiales difícilmente consiguen contener los daños que producen.

La dificultad para desenmascarar y erradicar las fake news se debe asimismo al hecho de que las personas a menudo interactúan dentro de ambientes digitales homogéneos e impermeables a perspectivas y opiniones divergentes. El resultado de esta lógica de la desinformación es que, en lugar de realizar una sana comparación con otras fuentes de información, lo que podría poner en discusión positivamente los prejuicios y abrir un diálogo constructivo, se corre el riesgo de convertirse en actores involuntarios de la difusión de opiniones sectarias e infundadas. El drama de la desinformación es el desacreditar al otro, el presentarlo como enemigo, hasta llegar a la demonización que favorece los conflictos. Las noticias falsas revelan así la presencia de actitudes intolerantes e hipersensibles al mismo tiempo, con el único resultado de extender el peligro de la arrogancia y el odio. A esto conduce, en último análisis, la falsedad.

 

2. ¿Cómo podemos reconocerlas?

Ninguno de nosotros puede eximirse de la responsabilidad de hacer frente a estas falsedades. No es tarea fácil, porque la desinformación se basa frecuentemente en discursos heterogéneos, intencionadamente evasivos y sutilmente engañosos, y se sirve a veces de mecanismos refinados.

Por eso son loables las iniciativas educativas que permiten aprender a leer y valorar el contexto comunicativo, y enseñan a no ser divulgadores inconscientes de la desinformación, sino activos en su desvelamiento. Son asimismo encomiables las iniciativas institucionales y jurídicas encaminadas a concretar normas que se opongan a este fenómeno, así como las que han puesto en marcha las compañías tecnológicas y de medios de comunicación, dirigidas a definir nuevos criterios para la verificación de las identidades personales que se esconden detrás de millones de perfiles digitales.

Pero la prevención y la identificación de los mecanismos de la desinformación requieren también un discernimiento atento y profundo. En efecto, se ha de desenmascarar la que se podría definir como la «lógica de la serpiente», capaz de camuflarse en todas partes y morder. Se trata de la estrategia utilizada por la «serpiente astuta» de la que habla el Libro del Génesis, la cual, en los albores de la humanidad, fue la artífice de la primera fake news (cf. Gn 3,1-15), que llevó a las trágicas consecuencias del pecado, y que se concretizaron luego en el primer fratricidio (cf. Gn 4) y en otras innumerables formas de mal contra Dios, el prójimo, la sociedad y la creación.

La estrategia de este hábil «padre de la mentira» (Jn 8,44) es la mímesis, una insidiosa y peligrosa seducción que se abre camino en el corazón del hombre con argumentaciones falsas y atrayentes. En la narración del pecado original, el tentador, efectivamente, se acerca a la mujer fingiendo ser su amigo e interesarse por su bien, y comienza su discurso con una afirmación verdadera, pero sólo en parte: «¿Conque Dios os ha dicho que no comáis de ningún árbol del jardín?» (Gn 3,1). En realidad, lo que Dios había dicho a Adán no era que no comieran de ningún árbol, sino tan solo de un árbol: «Del árbol del conocimiento del bien y el mal no comerás» (Gn 2,17). La mujer, respondiendo, se lo explica a la serpiente, pero se deja atraer por su provocación: «Podemos comer los frutos de los árboles del jardín; pero del fruto del árbol que está en mitad del jardín nos ha dicho Dios: "No comáis de él ni lo toquéis, de lo contrario moriréis"» (Gn 3,2). Esta respuesta tiene un sabor legalista y pesimista: habiendo dado credibilidad al falsario y dejándose seducir por su versión de los hechos, la mujer se deja engañar. Por eso, enseguida presta atención cuando le asegura: «No, no moriréis» (v. 4). Luego, la deconstrucción del tentador asume una apariencia creíble: «Dios sabe que el día en que comáis de él, se os abrirán los ojos, y seréis como Dios en el conocimiento del bien y el mal» (v. 5). Finalmente, se llega a desacreditar la recomendación paternal de Dios, que estaba dirigida al bien, para seguir la seductora incitación del enemigo: «La mujer se dio cuenta de que el árbol era bueno de comer, atrayente a los ojos y deseable» (v. 6). Este episodio bíblico revela por tanto un hecho esencial para nuestro razonamiento: ninguna desinformación es inocua; por el contrario, fiarse de lo que es falso produce consecuencias nefastas. Incluso una distorsión de la verdad aparentemente leve puede tener efectos peligrosos.

De lo que se trata, de hecho, es de nuestra codicia. Las fake news se convierten a menudo en virales, es decir, se difunden de modo veloz y difícilmente manejable, no a causa de la lógica de compartir que caracteriza a las redes sociales, sino más bien por la codicia insaciable que se enciende fácilmente en el ser humano.

Las mismas motivaciones económicas y oportunistas de la desinformación tienen su raíz en la sed de poder, de tener y de gozar que en último término nos hace víctimas de un engaño mucho más trágico que el de sus manifestaciones individuales: el del mal que se mueve de falsedad en falsedad para robarnos la libertad del corazón. He aquí porqué educar en la verdad significa educar para saber discernir, valorar y ponderar los deseos y las inclinaciones que se mueven dentro de nosotros, para no encontrarnos privados del bien «cayendo» en cada tentación.

 

3. «La verdad os hará libres» (Jn 8,32)

La continua contaminación a través de un lenguaje engañoso termina por ofuscar la interioridad de la persona. Dostoyevski escribió algo interesante en este sentido: «Quien se miente a sí mismo y escucha sus propias mentiras, llega al punto de no poder distinguir la verdad, ni dentro de sí mismo ni en torno a sí, y de este modo comienza a perder el respeto a sí mismo y a los demás.

Luego, como ya no estima a nadie, deja también de amar, y para distraer el tedio que produce la falta de cariño y ocuparse en algo, se entrega a las pasiones y a los placeres más bajos; y por culpa de sus vicios, se hace como una bestia. Y todo esto deriva del continuo mentir a los demás y a sí mismo» (Los hermanos Karamazov, 11,2).

Entonces, ¿cómo defendernos? El antídoto más eficaz contra el virus de la falsedad es dejarse purificar por la verdad. En la visión cristiana, la verdad no es sólo una realidad conceptual que se refiere al juicio sobre las cosas, definiéndolas como verdaderas o falsas. La verdad no es solamente el sacar a la luz cosas oscuras, «desvelar la realidad», como lleva a pensar el antiguo término griego que la designa, aletheia (de a-lethés, «no escondido»). La verdad tiene que ver con la vida entera. En la Biblia tiene el significado de apoyo, solidez, confianza, como da a entender la raíz 'aman, de la cual procede también el Amén litúrgico. La verdad es aquello sobre lo que uno se puede apoyar para no caer. En este sentido relacional, el único verdaderamente fiable y digno de confianza, sobre el que se puede contar siempre, es decir, «verdadero», es el Dios vivo. He aquí la afirmación de Jesús: «Yo soy la verdad» (Jn 14,6). El hombre, por tanto, descubre y redescubre la verdad cuando la experimenta en sí mismo como fidelidad y fiabilidad de quien lo ama. Sólo esto libera al hombre: «La verdad os hará libres» (Jn 8,32).

Liberación de la falsedad y búsqueda de la relación: he aquí los dos ingredientes que no pueden faltar para que nuestras palabras y nuestros gestos sean verdaderos, auténticos, dignos de confianza. Para discernir la verdad es preciso distinguir lo que favorece la comunión y promueve el bien, y lo que, por el contrario, tiende a aislar, dividir y contraponer. La verdad, por tanto, no se alcanza realmente cuando se impone como algo extrínseco e impersonal; en cambio, brota de relaciones libres entre las personas, en la escucha recíproca. Además, nunca se deja de buscar la verdad, porque siempre está al acecho la falsedad, también cuando se dicen cosas verdaderas. Una argumentación impecable puede apoyarse sobre hechos innegables, pero si se utiliza para herir a otro y desacreditarlo a los ojos de los demás, por más que parezca justa, no contiene en sí la verdad.

Por sus frutos podemos distinguir la verdad de los enunciados: si suscitan polémica, fomentan divisiones, infunden resignación; o si, por el contrario, llevan a la reflexión consciente y madura, al diálogo constructivo, a una laboriosidad provechosa.

 

4. La paz es la verdadera noticia

El mejor antídoto contra las falsedades no son las estrategias, sino las personas, personas que, libres de la codicia, están dispuestas a escuchar, y permiten que la verdad emerja a través de la fatiga de un diálogo sincero; personas que, atraídas por el bien, se responsabilizan en el uso del lenguaje. Si el camino para evitar la expansión de la desinformación es la responsabilidad, quien tiene un compromiso especial es el que por su oficio tiene la responsabilidad de informar, es decir: el periodista, custodio de las noticias.

Este, en el mundo contemporáneo, no realiza sólo un trabajo, sino una verdadera y propia misión. Tiene la tarea, en el frenesí de las noticias y en el torbellino de las primicias, de recordar que en el centro de la noticia no está la velocidad en darla y el impacto sobre las cifras de audiencia, sino las personas. Informar es formar, es involucrarse en la vida de las personas. Por eso la verificación de las fuentes y la custodia de la comunicación son verdaderos y propios procesos de desarrollo del bien que generan confianza y abren caminos de comunión y de paz.

Por lo tanto, deseo dirigir un llamamiento a promover un periodismo de paz, sin entender con esta expresión un periodismo «buenista» que niegue la existencia de problemas graves y asuma tonos empalagosos. Me refiero, por el contrario, a un periodismo sin fingimientos, hostil a las falsedades, a eslóganes efectistas y a declaraciones altisonantes; un periodismo hecho por personas para personas, y que se comprende como servicio a todos, especialmente a aquellos — y son la mayoría en el mundo— que no tienen voz; un periodismo que no queme las noticias, sino que se esfuerce en buscar las causas reales de los conflictos, para favorecer la comprensión de sus raíces y su superación a través de la puesta en marcha de procesos virtuosos; un periodismo empeñado en indicar soluciones alternativas a la escalada del clamor y de la violencia verbal.

Por eso, inspirándonos en una oración franciscana, podríamos dirigirnos a la Verdad en persona de la siguiente manera:

Señor, haznos instrumentos de tu paz.
Haznos reconocer el mal que se insinúa en una comunicación que no crea comunión.
Haznos capaces de quitar el veneno de nuestros juicios.
Ayúdanos a hablar de los otros como de hermanos y hermanas.
Tú eres fiel y digno de confianza; haz que nuestras palabras sean semillas de bien para el mundo:
donde hay ruido, haz que practiquemos la escucha;
donde hay confusión, haz que inspiremos armonía;
donde hay ambigüedad, haz que llevemos claridad;
donde hay exclusión, haz que llevemos el compartir;
donde hay sensacionalismo, haz que usemos la sobriedad;
donde hay superficialidad, haz que planteemos interrogantes verdaderos;
donde hay prejuicio, haz que suscitemos confianza;
donde hay agresividad, haz que llevemos respeto;
donde hay falsedad, haz que llevemos verdad.
Amén.

Vaticano, 24 de enero de 2018, fiesta de san Francisco de Sales

FRANCISCO

© Librería Editorial Vaticano

 

 

24/01/2018-10:45
Rosa Die Alcolea

República Democrática del Congo: Francisco pide "evitar todas las formas de violencia"

(ZENIT — 24 enero 2018).- El Papa Francisco ha renovado su llamado para que todos se comprometan a "evitar todas las formas de violencia" en la República Democrática del Congo.

Esta mañana, 24 de enero de 2018, el Santo Padre lo ha anunciado en la Audiencia General, celebrada en la plaza de San Pedro ante miles de visitantes.

"Lamentablemente, continúo escuchando noticias de la República Democrática del Congo" —ha expresado preocupado—. "Por su parte, la Iglesia no quiere nada más que contribuir a la paz y al bien común de la sociedad".

Francisco hizo un llamamiento a la paz y rezó por nuestros hermanos africanos del Congo el pasado domingo, 21 de enero de 2018, en el rezo del Ángelus, en Lima, Perú.


Francisco pidió a las autoridades del país y a todos que pongan su "máximo empeño y esfuerzo" a fin de "evitar toda forma de violencia y de buscar soluciones en favor del bien común", y convocó un momento de silencio para orar todos juntos por los hermanos de la República Democrática del Congo.

 

 

24/01/2018-10:23
Rosa Die Alcolea

Audiencia General: "Animar la fe y el desarrollo social" en Chile y Perú

(ZENIT — 24 enero 2018).- "Le doy gracias al Señor que todo haya salido bien" ha compartido el Papa Francisco con todos los peregrinos en la Audiencia General de esta mañana, 24 de enero de 2018, que ha dedicado a su viaje apostólico a Chile y Perú.

En la fiesta de San Francisco de Sales, patrón de los escritores y periodistas, el Santo Padre ha celebrado la Audiencia General en la plaza de San Pedro, a la que llegaba pasadas las 9:20 horas, y miles de peregrinos, de Italia y de otros países, le recibían bajo el agradable sol de invierno romano. catequesis en español agradeciendo a las Autoridades civiles de Chile y de Perú, así como a sus hermanos Obispos, que le recibieron "con gentileza y generosidad", y a todos los demás colaboradores y voluntarios.

“Allí tuve la oportunidad de encontrar al Pueblo de Dios que peregrina en aquellas tierras, y de animar la fe y el desarrollo social de esos países”, ha señalado el Papa.

Francisco ha comenzado su catequesis en español agradeciendo a las Autoridades civiles de Chile y de Perú, así como a sus hermanos Obispos, que le recibieron “con gentileza y generosidad”, y a todos los demás colaboradores y voluntarios.

El Pontífice explicó que su llegada a Chile estuvo precedida por algunas manifestaciones de protesta, por diversos motivos; que han hecho “aún más vivo y actual” el lema de la visita: «Mi paz os doy», “palabras de Jesús a sus discípulos, y que repetimos en cada Misa: el don de la paz, que sólo el Resucitado puede dar a quien confía en él”.

En Chile —ha descrito— tuvo ocasión de reunirse con todas las realidades del país: "Alenté el camino de la democracia chilena, como espacio de encuentro solidario y capaz de incluir la diversidad, con el método de la escucha, especialmente de los pobres, los jóvenes, los ancianos, los inmigrantes y la tierra".

 

«Unidos por la esperanza»

Con el lema «Unidos por la esperanza», de su visita a Perú, Francisco ha querido "invitar a caminar juntos con toda la riqueza de las diferencias que heredamos de la historia y la cultura".

En los días de su viaje a Perú, del 18 al 21 de enero, Francisco se encontró con los pueblos de la Amazonia peruana, que ha dado inicio al itinerario del Sínodo Pan-amazónico de octubre 2019, ha contado a los fieles en la Audiencia General.

También ha compartido los momentos vividos con la población de Puerto Maldonado y con los niños de la Casa de acogida "El Principito", y con todas las demás realidades de Trujillo y de Lima.

Los peregrinos de lengua española, en particular de España y Latinoamérica, han recibido un saludo particular del Papa: "La potencia de la fidelidad y del amor misericordioso del Padre que se nos ofrece en Jesús, nos impulse a creer en el Evangelio y a iniciar un camino de conversión, que nos abran a acoger la paz que él nos da y a ser hombres y mujeres unidos en su esperanza".

Como cada miércoles en la Audiencia General, el Pontífice ha pronunciado su catequesis en las diferentes lenguas, y ha dirigido un saludo en particular a los diversos grupos de fieles allí presentes.

 

 

24/01/2018-18:11
Redacción

Yazidí: el Papa aboga por sus derechos al recibir representantes

(ZENIT — 24 enero 2018).- "La comunidad internacional no puede ser una espectadora muda e inerte frente a vuestro drama. Aliento, por lo tanto, a las instituciones y a las personas de buena voluntad pertenecientes a otras comunidades a contribuir a la reconstrucción de vuestros hogares y lugares de culto".

El Papa Francisco ha recibido en audiencia a una representación de con la Comunidad Yazidí de Alemania, esta mañana, a las 9 horas, en la sala adyacente al Aula Pablo VI.

El Santo Padre Francisco ha agradecido el encuentro y ha ofrecido un abrazo a todos los miembros de la comunidad Yazidí, especialmente a los que viven en Iraq y Siria. "Mi pensamiento solidario y mi oración van a las víctimas inocentes de la insensata e inhumana barbarie".

A continuación, sigue el discurso que ha pronunciado el Papa Francisco en la audiencia.

 

Discurso del Papa Francisco

Queridos hermanos:

Os saludo fraternalmente y os doy las gracias por este encuentro, a través del cual abrazo idealmente a todos los miembros de la comunidad Yazidí, especialmente a los que viven en Iraq y Siria. Mi pensamiento solidario y mi oración van a las víctimas inocentes de la insensata e inhumana barbarie. ¡Es inaceptable que los seres humanos sean perseguidos y asesinados debido a su pertenencia religiosa! Toda persona tiene derecho a profesar libremente y sin restricciones su propio credo.

Vuestra historia, rica en espiritualidad y cultura, ha estado por desgracia marcada por violaciones indescriptibles de los derechos fundamentales de la persona humana: raptos, esclavitud, tortura, conversiones forzadas, ejecuciones. Vuestros santuarios y lugares de culto han sido destruidos. Los más afortunados entre vosotros han podido escapar, pero dejando todo lo que tenían, incluso las cosas más queridas y más sagradas.

En muchas partes del mundo todavía hay minorías religiosas y étnicas, entre ellas los cristianos, perseguidas por su fe. La Santa Sede no se cansa de intervenir para denunciar estas situaciones, exigiendo reconocimiento, protección y respeto. Al mismo tiempo, exhorta al diálogo y la reconciliación para sanar cada herida.

Frente a la tragedia que se está perpetrando contra vuestra comunidad, se entiende, como dice el Evangelio que del corazón humano se puedan desencadenar las fuerzas más oscuras, capaces de llegar a planear la aniquilación del hermano, a considerarlo un enemigo , un adversario, o incluso un individuo sin la misma dignidad humana. Una vez más, levanto mi voz en favor de los derechos de los yazidíes, principalmente el derecho a existir como comunidad religiosa; nadie puede atribuirse el poder de cancelar un grupo religioso porque no forma parte de los llamados "tolerados".

También pienso en los miembros de vuestra comunidad que todavía están en manos de terroristas: espero vivamente que se haga todo lo posible para salvarlos; así como para encontrar a los desaparecidos y para dar identidad y digna sepultura a los que han sido asesinados. La comunidad internacional no puede ser una espectadora muda e inerte frente a vuestro drama. Aliento, por lo tanto, a las instituciones y a las personas de buena voluntad pertenecientes a otras comunidades a contribuir a la reconstrucción de vuestros hogares y lugares de culto. ¡Que no falten esfuerzos concretos para crear las condiciones adecuadas para el retorno de los refugiados a sus hogares y para preservar la identidad de la comunidad yazidí.

Que Dios nos ayude a construir juntos un mundo donde se pueda vivir en paz y fraternidad.

© Librería Editorial Vaticano

 

 

24/01/2018-10:57
Redacción

Jóvenes: San Francisco de Sales, "modelo de dulzura"

(ZENIT — 24 enero 2018).- "Hoy celebramos la memoria de San Francisco de Sales, Obispo y Doctor de la Iglesia. La figura de este santo, es para vosotros, jóvenes, modelo de dulzura".

El Papa Francisco ha dirigido —como cada miércoles en la Audiencia General— un pensamiento especial para los jóvenes, enfermos y recién casados.

San Francisco de Sales, patrón de los escritores y periodistas, es —ha anunciado el Santo Padre en la Audiencia General— para los enfermos "aliento a ofrecer sus sufrimientos por la causa de la unidad de la Iglesia de Cristo".

Asimismo, el Pontífice ha hablado a los recién casados: "Para vosotros es un ejemplo para reconocer en la vida familiar la primacía de Dios y su amor".

 

 

24/01/2018-17:21
Rosa Die Alcolea

Siria, Líbano, Oriente Medio: "La paz es el don supremo que Cristo nos dejó"

(ZENIT — 24 enero 2018).- "La paz es el don supremo que Cristo nos dejó antes de ascender al cielo".

El Santo Padre Francisco ha dirigido un saludo a los peregrinos de lengua árabe, especialmente a los de Siria, Líbano y Oriente Medio, en la Audiencia General, celebrada esta mañana, 24 de enero de 2018, en la plaza de San Pedro.

"Esta paz nos hace ver en cada hombre un hermano, transformando las diferencias en riquezas y nos hace capaces de construir un mundo en el que todos puedan encontrar su lugar, compartiendo con los demás sus dones".

Así, el Pontífice ha bendecido a todos los visitantes de lengua árabe: "¡Que el Señor os bendiga a todos y os de su paz!"

 

 

24/01/2018-17:13
Anne Kurian

República Centroafricana: El Presidente Touadéra irá al Vaticano el 25 de enero

(ZENIT — 24 enero 2018).- El Papa Francisco recibirá a Faustin-Archange Touadéra, presidente de la República centroafricana, el 25 de enero de 2018, en el Vaticano.

Esta será la segunda visita del presidente de África Central después del 18 de abril de 2016. En esa primera reunión, unos días después de la elección de Faustin-Archange Touadéra, fue una ocasión para desear la perpetuidad de un "período de paz y prosperidad para todo el país".

Se ha señalado que "los efectos de los últimos conflictos" todavía pesan sobre la población: "Por lo tanto, es importante que la comunidad internacional fortalezca su apoyo al desarrollo de la República Centroafricana".

Durante las entrevistas, también se señaló "la contribución de la Iglesia Católica" y sus pastores, "especialmente en los sectores de educación y salud, pero también en la perspectiva de la reconciliación y la reconstrucción nacional".

 

 

24/01/2018-18:14
Isabel Orellana Vilches

Beato Manuel Domingo y Sol, 25 de enero

«Este santo apóstol de las vocaciones, como lo denominó Pablo VI, amó profundamente su vocación sacerdotal y tuteló la de los seminaristas. Es el fundador de la Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos»

Hoy la Iglesia celebra la conversión de san Pablo apóstol, y entre otros, la vida de este beato.

Es impagable la labor de tantos sacerdotes diocesanos que han nutrido con su oración ante el sagrario (y continúan haciéndolo) la vocación que recibieron encaminada a llevar la fe al corazón de las gentes sencillas, a veces en lugares apartados e inhóspitos, multiplicando el tiempo para atender a varias parroquias y estar presente en los momentos de gozo y de duelo de los fieles. Son albaceas de hermosos sueños y han sido capaces de transitar por las frías veredas de la desidia ajena sin dejarse atrapar por el sentimiento de fracaso. Con su admirable tesón y sacrificio han cosechado numerosos frutos apostólicos a lo largo de los siglos. Manuel, considerado por Pablo VI «santo apóstol de las vocaciones», fue uno de ellos.

Vino al mundo el 1 de abril de 1836 en Tortosa, Tarragona, España. Y creció amando profundamente el sacerdocio en el que veía un campo fecundo de grandes proporciones evangelizadoras. En plena adolescencia ingresó en el seminario, y en 1862 comenzaba a dar rienda a sus anhelos en una modesta población, La Aldea, perteneciente a la demarcación de Tortosa, un destino en el que permaneció un año hasta que tomó posesión de la parroquia de Santiago de esta ciudad en la que había nacido. Combinó su misión pastoral con la atención espiritual a religiosas y la docencia en el Instituto. Entre las obras que emprendió a lo largo de 13 años se hallan tres conventos de clausura para religiosas, un centro juvenil y la fundación de la revista católica dirigida a este colectivo El Congregante, pionera en España. Pero la honda impresión de que podía hacer mucho más le acompañaba y portando este sentimiento en lo más recóndito de su ser, afán que ponía a los pies de Cristo en su oración, un día halló la respuesta.

¡Cuántos seminaristas han malvivido y sufrido carencias de distinto calado para materializar su vocación! En febrero de 1873 Manuel se encontró con un grupo de generosos jóvenes que actuaron en conformidad con el Evangelio despojándose de todo con auténtica fruición para obtener la perla preciosa, fieles al llamamiento de Cristo. El eslabón de este importantísimo hallazgo, de suma trascendencia en su vida, fue el seminarista Ramón Valero, quien informó al beato de la existencia de otros compañeros que se hallaban en su misma situación. Impresiona la grandeza de corazón de este colectivo aspirante al sacerdocio que sobrevivía casi clandestinamente en Tortosa, sin lugar donde guarecerse de forma digna, por haber sido destruido el seminario durante la guerra de 1868, y no tenían más comida que la que obtenían de la caridad ajena o de la que se procuraban en el basurero, ni más luz que una simple vela. Entre tantas necesidades incluían la falta de formadores.

Manuel se puso manos a la obra y en septiembre de ese mismo año ya contaba con un grupo de 24 seminaristas que habían vivido en precarias condiciones y tres años más tarde se había engrosado el número llegando casi al centenar. A este primer centro que denominó «Casa de san José» siguió en 1878 el «Colegio de san José para vocaciones sacerdotales», cuya apertura tuvo lugar en 1879 y en el que se alojaron 300 seminaristas que habían conocido en carne propia la indigencia. A ellos había que sumar otro centenar que tenía acogidos en el palacio de San Rufo.

Pero el horizonte de un apóstol es inmenso, su fe no tiene fronteras, y su oración insistente ante Dios para conocer su voluntad, termina por recibir respuestas. El 29 de enero de 1883, después de oficiar la Santa Misa, tuvo una honda impresión que pocos días más tarde emergió con claridad y dio lugar a la Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos que se centrarían en la formación de los seminaristas. Desde el primer momento, el espíritu que animó a los sacerdotes que inicialmente se unieron a esta labor era la Reparación al Corazón de Jesús, toda vez que Manuel tenía gran devoción por la Eucaristía que había convertido en el centro de su vida y quehacer apostólico. «Si descendiéramos al fondo, al manantial de los sentimientos de nuestra espiritualidad, tal vez encontraríamos lo que no habíamos reparado ni discurrido: que el origen de nuestro deseo por el bien y promoción de las vocaciones sacerdotales, de que Dios tenga muchos y buenos sacerdotes, ha sido nuestro instintivo amor a Jesús eucarístico», solía decir.

La profunda sensibilidad del beato revertió en los seminaristas que comenzaron a recibir una formación integral extraordinaria. Abarcaba todas las facetas: humanas, espirituales, intelectuales, pastorales, etc., una manera de proceder que signó la tarea de los Sacerdotes Operarios. Manuel vio con inmensa alegría cómo brotaban las vocaciones y llovían las demandas de prelados de distintas diócesis para contar con la inestimable ayuda de la Hermandad.

Siempre con el sello del amor a Jesús Eucaristía recordaba: «una de las cosas que nos avergonzarían en el cielo, si pudiese haber confusión, sería el pensar que le hemos tenido en la tierra, y no nos absorbió toda la vida, todo nuestro corazón». Y con este espíritu siguió trabajando por el reino de Dios sin desfallecer, con la convicción de que entre sus manos tenían la delicadísima tarea de formar sacerdotes revestidos por la auténtica y genuina entrega evangélica: «la formación de los sacerdotes es lo que podríamos decir 'la llave de la cosecha' en todos los campos de la gloria de Dios. Nosotros, más que apóstoles parciales, hemos de ser moldeadores y formadores de apóstoles». Entre sus grandes sueños alimentó la idea de erigir templos de Reparación en todas las diócesis. Uno de los dos construídos, a instancias suyas, fue el de Tortosa, y en él se custodian sus restos. Murió el 25 de enero de 1909. Juan Pablo II lo beatificó el 29 de marzo de 1987.