Servicio diario - 13 de febrero de 2018


 

Iglesia Greco-melquita: "El abrazo del padre de una Iglesia con Pedro"
Rosa Die Alcolea

ENTREVISTA: Mons. Dario Viganó: "El cine puede poner en los corazones la inquietud saludable de la búsqueda de significado"
Deborah Castellano Lubov

Canadá: Francisco nombra obispo de Nelson a Mons. Gregory Bittman
Redacción

Padre Antonio Rivero: "Dios hizo una alianza eterna con nosotros"
Antonio Rivero

San Juan Bautista de la Concepción, 14 de febrero
Isabel Orellana Vilches


 

 

13/02/2018-13:12
Rosa Die Alcolea

Iglesia Greco-melquita: "El abrazo del padre de una Iglesia con Pedro"

(ZEMIT — 13 feb. 2018).- "Esto es lo que significa la ceremonia de hoy: el abrazo del padre de una Iglesia con Pedro".

El Papa Francisco ha explicado esta mañana, 13 de febrero de 2018, en la Santa Misa celebrada en la Casa de Santa Marta, el significado de la celebración de hoy, en lugar de ofrecer una homilía como de costumbre.

En la Misa de hoy, el patriarca Youssef Absi, patriarca de la Iglesia de Antioquía de los Greco-melquitas, ha hecho pública la Comunión eclesiástica (apostolica communio): "Él es padre de una Iglesia, de una Iglesia antiquísima y viene a abrazar a Pedro, para decir estoy en comunión con Pedro', ha explicado Francisco.

El patriarca de la Iglesia Greco-melquita ha concelebrado la Eucaristía con el Papa Francisco. Al final de la Santa Misa, el Patriarca dio las gracias, en francés, al Santo Padre y, por invitación del Papa, impartieron juntos la bendición final.

Francisco concedió al recién elegido Patriarca Youssef Absi mediante una carta del pasado 22 de junio.

El Patriarca de Antioquía y los Obispos greco melquitas católicos viajaron a Roma al término del Sínodo que celebraron en El Líbano a principios de este mes de febrero.

Publicamos a continuación las palabras del Santo Padre durante la Misa y las de agradecimiento del Patriarca.

 

Palabras del Papa Francisco

Esta misa con nuestro hermano, el patriarca Youssef, hará la apostolica communio: él es padre de una Iglesia, de una Iglesia antiquísima y viene a abrazar a Pedro, para decir "estoy en comunión con Pedro". Esto es lo que significa la ceremonia de hoy: el abrazo del padre de una Iglesia con Pedro. Una Iglesia rica, con su propia teología dentro de la teología católica, con su propia liturgia maravillosa y con un pueblo, en este momento una gran parte de este pueblo está crucificada, como Jesús. Ofrecemos esta misa por el pueblo, por el pueblo que sufre, por los cristianos perseguidos en el Medio Oriente, que entregan sus vidas, sus bienes, sus propiedades porque son expulsados. Y también ofrecemos la misa por el ministerio de nuestro hermano Youssef.

 

Palabras del Patriarca al Papa Francisco

Santidad,

Me gustaría darle las gracias por esta hermosa misa de comunión, en nombre de todo el Sínodo de nuestra Iglesia greco-melquita católica. Personalmente, estoy realmente conmovido por su caridad fraterna, por los gestos de fraternidad, de solidaridad que ha demostrado a nuestra Iglesia durante esta misa. Prometemos mantenerla siempre en nuestros corazones, en los corazones de todos nosotros, clero y fieles, y siempre recordaremos este evento, estos momentos históricos, este momento que no puedo describir por lo hermoso que es: esta fraternidad, esta comunión que une a todos los discípulos de Cristo. Gracias, Santidad.

© Librería Editorial Vaticano

 

 

13/02/2018-18:17
Deborah Castellano Lubov

ENTREVISTA: Mons. Dario Viganó: "El cine puede poner en los corazones la inquietud saludable de la búsqueda de significado"

Monseñor Dario Edoardo Viganó no tiene dudas: dado que el cine es un arte tan dinámico, que captura las emociones de personas de todas las edades, una fábrica de sueños, puede convertirse incluso en un instrumento de evangelización.

En una entrevista exclusiva con ZENIT, el Prefecto de la Secretaría de Comunicaciones del Vaticano habló de ello en una charla sobre la Cátedra de Arte Sacro de la Universidad de Monterrey, México, cuyo 20° aniversario ha dedicado al cine.

Las celebraciones han comenzado hoy, martes 13 de febrero de 2018. Mons. Viganó ha sido invitado a Monterrey para ofrecer tres discursos sobre "Buscando a Dios en los pliegues de lo visible", "El rostro de Jesús en el cine: historia, modelos narrativos, preguntas intersemióticas" y "Arte sacro en el cine. Nuevos lenguajes y métodos inéditos de contar historias en los documentales del centro de producción audiovisual de la Santa Sede".

La Universidad de Monterrey publicará un libro para recordar los primeros 20 años de actividades de la Cátedra de Arte Sacro. Durante las celebraciones, algunas figuras de arte sagrado se proyectarán en los edificios de la universidad.

La entrevista con el Prefecto tuvo lugar antes de que él viajara a México para participar en las celebraciones.

***

 

La Cátedra de Arte Sacro de la Universidad de Monterrey, México, ha decidido dedicar las celebraciones de su 20° aniversario al séptimo arte, el cine, un arte que tiene detrás una historia muy breve. En el imaginario colectivo, las grandes obras maestras del arte sacro son las de la pintura, de la escultura. En su opinión, ¿cómo se puede explicar este tipo de elección?

Debo confesarte que fue una feliz sorpresa para mí también ser invitado a dar una conferencia sobre el cine en una prestigiosa Cátedra Universitaria, que ya ha superado la edad adulta (este año es la 20a edición). No creo que la elección del séptimo arte necesite muchas explicaciones: el cine es universalmente reconocido como código artístico y está abierto a todas las innovaciones tecnológicas que se han ofrecido en el tiempo. Es un arte dinámico, proyectado hacia el futuro, que involucra todas las fases de la edad, desde niños hasta adultos; capta las emociones, cuenta historias tomadas de nuestra vida y, sobre todo, es la fábrica de los sueños. Hablar de sueños no significa hacer referencia a la parte superficial de la existencia, a lo efímero, sino a aquella parte de nosotros que está siempre dispuesta a recibir novedades y proyectos, a moverse, a combinar sentimientos y racionalidad. El cine tiene todo esto y lo hace... con arte.

 

En su opinión, ¿cuáles son las obras maestras, sobre el tema de lo sagrado, que ha producido el cine? ¿Cuáles son las primeras películas que le vienen a la mente?

Para mí, erudito y amante del cine, esta es una pregunta que plantea una gran dificultad. Si hacemos una comparación algo exagerada, sería como preguntarle a un padre o a una madre a qué hijo amar más, cuál es el más hermoso, cuál es el que tiene las mejores cualidades. En cualquier caso, al tener que responderte, no puedo dejar de mencionar "El Evangelio según Mateo" de Pier Paolo Pasolini, un hito en la historia del cine y del cine que aborda el texto bíblico y el tema de lo sagrado; "Diario de un sacerdote rural" de Robert Bresson; "Diálogos de los Carmelitas" de Raymond Leopold Bruckberger y Philippe Agostini; "El séptimo sello" de Ingmar Bergman; "Au Hasard Balthazar" de Robert Bresson. Añado uno más reciente (1994) "Antes de la lluvia" de Milcho Manchevski. Me detendré aquí, porque la lista corre el riesgo de ser demasiado larga y perder su eficacia.

 

Sin embargo, en el cine en general y entre sus personalidades, pensando también en los directores, actores famosos y en su vida célebre, de riqueza, éxito, etc, ¿hay sensibilidad de lo sagrado y búsqueda de lo sagrado? Para muchos, parece ser un mundo donde lo efímero es lo más importante.

Me alegro de que me hagas esta pregunta, porque me permite disipar un mito común y sacar a la luz correcta la figura de los actores y los directores, que el imaginario colectivo coloca en un "no lugar" donde gastan su tiempo entre un exceso y otro, mientras espera trabajar en la siguiente película que se le propone. Del mismo modo que uno puede encontrar en todas partes y en todas las categorías de personas excesos y degradación, también en el mundo del cine. Sin embargo, esto no significa que todos sean así. Actores, actrices, directores son personas que deben enfrentar la vida como todos nosotros, problemas y dificultades, se enfrentan a la tarea de formar una familia, tienen hijos y, como todos los mortales comunes, deben enfrentar la realidad. Además, no pasan la mayor parte de su tiempo en escena, sino en la realidad de todos los días. A todo esto se añaden las preguntas importantes de la vida, preguntas que nos atormentan a cada uno: cuál es el significado de la existencia, por qué nacer, vivir y morir, la existencia de Dios o su ausencia de nuestra historia encuentran espacio en la mente y corazón de los protagonistas del cine. Comparto un secreto contigo: soy muy amigo de Wim Wenders, director del inolvidable "The Sky over Berlin". Puedo garantizarle que los temas que enumeré anteriormente están en la profesión y en la vida cotidiana de Wim, y hemos hablado de ello muchas veces (la última vez en un debate público en el Festival de Cannes 2017).

 

Sobre el tema de lo sagrado, ¿cuáles son los "temas" e "historias" que encontrarían mayor aceptación entre el público? ¿Puede el cine ser verdaderamente un medio de evangelización?

A la primera pregunta, me permito responder que las narraciones, las historias deben tener además un componente de fascinación, una estructura narrativa pedagógica, educativa y formativa. Esto me permite enfatizar que no es suficiente que en una película el nombre de Dios, de Jesús, de un santo se repita muchas veces, para decir que el tema de lo sagrado es seriamente tratado. El cine no debe explicar, sino más bien evocar, inducir a la reflexión, estimular e ir más allá de lo que se ve, más allá de la representación. Por lo tanto, agrego que también es necesario proponer al público productos que forman una cierta forma de mirar una película, para educar la calidad de la mirada del espectador. Respondiendo a la segunda pregunta, si se tratan temas religiosos, el cine puede convertirse en un instrumento de evangelización, no de proselitismo, sino una ocasión para poner en el corazón de las personas la sana inquietud de la búsqueda de sentido, de la presencia de los demás y del otro. En este terreno, los caminos de creyentes y no creyentes se cruzan, porque es el corazón del hombre, como dice San Agustín, el que está inquieto. Termino recordando una expresión del Papa Pío XI (1922-1939) en su encíclica Vigilanti Cura: "Por otra parte, no hay medios más poderosos hoy que el cine para ejercer influencia sobre las multitudes, ya sea por la naturaleza misma de las imágenes proyectadas en la pantalla, ya sea por la popularidad del espectáculo cinematográfico. Finalmente debido a las circunstancias que lo acompañan. El poder del cine radica en que habla a través de imágenes".

 

Entre sus intervenciones programadas en Monterrey, hay una en "El rostro de Jesús en el cine". La figura de Jesús es extremadamente compleja de contar en un lenguaje como el cinematográfico. ¿Por qué este desafío ha cautivado a tantos directores y actores? ¿Se puede afirmar que todos ellos han logrado capturar la esencia de Jesús?

La razón de la fascinación radica en la representatividad. Jesús encarna por excelencia a la persona humana, una referencia indispensable cuando razonamos sobre el humanum. Casi como diciendo: un verdadero hombre debería ser así, con esa mirada que te escudriña dentro de los pliegues más ocultos de la existencia, que cuida al otro, lo reconstruye en su dignidad, lo reconoce como persona. Redefinir una personalidad de este tipo se transforma inmediatamente en un desafío para directores y actores y, como escribió Francois Mauriac en su "Vida de Jesús": "...y cuando, algunas semanas más tarde, Jesús es apartado del grupo de los discípulos, sube y se disuelve en la luz, no es una partida definitiva. Él ya está escondido, en el recodo del camino que va de Jerusalén a Damasco, y espía a Saulo, su amado perseguidor. De ahora en adelante, en el destino de cada hombre, habrá este Dios acechando"... también en el cine.

© Traducción de Rosa Die Alcolea

 

 

13/02/2018-13:18
Redacción

Canadá: Francisco nombra obispo de Nelson a Mons. Gregory Bittman

(ZENIT — 13 feb. 2018).- El Papa ha nombrado obispo de la diócesis de Nelson (Canadá) a Mons. Gregory Bittman, hasta ahora obispo de Calderria y auxiliar de Edmonton.

El Papa Francisco ha aceptado la renuncia al gobierno pastoral de la diócesis de Nelson (Canadá), presentada por monseñor John Corriveau, franciscano capuchino.

 

Mons. Gregory John Matthew Bittman

Mons.Gregory Bittman nació el 5 de marzo de 1961 en Hamilton, Ontario. Su formación inicial tuvo lugar en el Seminario Benedictino de Christ the King en Mission, Colombia Británica, donde obtuvo el Master of Divinity. Luego trabajó en el hospital de Edmonton como enfermero. Continuando sus estudios, se licenció en Derecho Canónico en la Catholic University of America.

Fue ordenado sacerdote el 15 de agosto de 1996.

Después de su ordenación, ha sido Administrador de la parroquia Sacred Heart de Gibbons (1996-1997); párroco de Our Lady of the Prairies de Daysland (1997-1999); párroco de Christ the King en Settler, y de Our Lady of Grace en Castor (1999-2000);párroco de Saint Agnes e Saint Anthony (2000-2001);canciller de la archidiócesis de Edmonton y miembro del Colegio de Consultores (2000). En 2009 fue nombrado Vicario Judicial.

Elegido obispo titular de Calderria y Auxiliar de Edmonton el 14 de julio de 2012, fue consagrado el 3 de septiembre sucesivo.

© Librería Editorial Vaticano

 

 

13/02/2018-09:15
Antonio Rivero

Padre Antonio Rivero: "Dios hizo una alianza eterna con nosotros"

Primer Domingo de Cuaresma
Ciclo B
Textos: Gn 9, 8-15; 1 Pe 3, 18-22; Mc 1, 12-15

Antonio Rivero, L.C. Doctor en Teología Espiritual, profesor en el Noviciado de la Legión de Cristo en Monterrey (México) y asistente del Centro Sacerdotal Logos en México y Centroamérica, para la formación de sacerdotes diocesanos

Idea principal: La Alianza que Dios ha hecho con nosotros es eterna y definitiva.

Síntesis del mensaje: La Alianza que pactó Dios en el Antiguo Testamento con la humanidad es universalista, estable, cósmica (la lectura). Con Cristo, esa Alianza será eterna, definitiva, nueva y totalmente purificadora y santificadora, y nos llama a llevar una vida digna (2a lectura). Por eso, esa Alianza requiere de nosotros una vigilancia constante para ser fieles, pues Satanás estará detrás de nosotros, como hizo con Cristo, para que fallemos a Dios (evangelio).

 

Puntos de la idea principal:

En primer lugar, la Alianza en el Antiguo Testamento. El mundo de la Biblia, como todo mundo humano, conoce la experiencia del berit, principal término hebreo para decir alianza, relación de solidaridad entre dos contrayentes: individuos (Gén 21,32), cónyuges (Ez 16,8), pueblos (Jos 9), soberanos o súbditos (2Sam 5,3); para resolver disputas de propiedad, de vecindad, de proyectos en contraste entre ellos (Gén 21,32; 31,44; 2Sam 3,12-19). Antes que categoría religiosa, la alianza es una profunda experiencia humana de relación constructiva a muchísimos niveles privados y públicos, individuales y colectivos, no por juego, sino para regir el peso de la vida. Por este motivo tan existencialmente significativo y universal, la alianza no podía dejar de ser asumida por Dios, según el principio de la pedagogía divina, como símbolo y paradigma de su relación con el hombre, obviamente según las características específicas de tal proporción, única en sí misma. ¿Cuáles? Se trata de una relación entre partes infinitamente desiguales (Dios y el hombre); se trata de una relación totalmente no preestablecida, una relación querida con libre elección por parte de Dios, según su lógica de amor (Dt 4,37), donde más que contrato bilateral, es un juramento de Dios de elegirse el pueblo como aliado, por lo que es fácil el paso de alianza a testimonio o testamento de Dios. Última característica: la alianza de Dios se vale de sus servidores o ministros, los cuales, por su parte, se presentan como aliados por excelencia con Dios y a la vez solidarios con el pueblo, testigos ejemplares y creíbles en primera persona de cuanto anuncian a los demás.

En segundo lugar, la Alianza en el Nuevo Testamento realizada en Cristo y por Cristo. Por medio está la muerte sacrificial y victoriosa de Jesús, en cuyo contexto, durante la Última Cena, Jesús pronuncia por primera y última vez el término alianza: «Tomad y bebed... Este cáliz es la nueva Alianza sellada con mi sangre, que es derramada por vosotros» (Lc 22,20). La referencia está netamente relacionada con la sangre de la alianza sinaítica (cf Ex 24,8). Pero con el matiz fundamental de que se trata de una alianza verdaderamente nueva, o sea, correspondiente al designio de Dios. De tal novedad, en estrecha e iluminadora confrontación con la antigua alianza, se mueve sobre todo la Carta a los hebreos, que usa el término 17 veces. Jesús es la alianza personificada: en Él se expresa la fidelidad de Dios y al mismo tiempo la fidelidad del hombre, para siempre. Gracias a Él el hombre recibe el corazón de una nueva criatura y el don del Espíritu (cf. Heb 8,10). También en la Última Cena Jesús afirma: «Os aseguro que ya no beberé más de este fruto de la vid hasta el día en que beba un vino nuevo en el reino de Dios» (Mc 14,25). Con estas palabras revela que la nueva alianza no es un acontecimiento estático, sino que viene a ser una incesante oferta que interpela a toda persona, aun a aquellas que no lo saben, hasta que el Reino llegue en plenitud. Entonces llegará a puerto esta singular relación de Dios con el hombre, sembrada en la creación, hecha visible en el pueblo de Israel, debilitada y rota por el pecado y finalmente, en Cristo, convertida en el gran proyecto realizado (cf. Ef 1,4-6).

Finalmente, nosotros entramos a formar parte de esa Alianza de Cristo el día de nuestro bautismo. Y toda la liturgia, todos los sacramentos, especialmente la eucaristía y el matrimonio, los demás signos sacramentales (el canto, los lugares de culto, el pan y el vino, el altar, otros símbolos...) son relacionados y contemplados dentro del misterio de la alianza sellada con la sangre de Cristo. Esta alianza nos exige una vida santa y una lucha contra el pecado.

Para reflexionar: ¿Vivo mi vida cristiana en clave de Alianza con Dios? ¿Mi matrimonio, mi consagración a Dios en la vida religiosa o sacerdotal...los vivo en clave de Alianza con Dios? ¿Qué hago para defender esa Alianza con Dios?

Para rezar: Señor, hazme fiel a tu Alianza. Perdona mis negligencias. Dame fuerzas para corresponder a esta tu Alianza de amor.

 

 

13/02/2018-16:58
Isabel Orellana Vilches

San Juan Bautista de la Concepción, 14 de febrero

«Cuando el amor a Dios se desborda, brotan las bendiciones. Este gran reformador trinitario sufrió mucho por causas internas y externas, pero alcanzó la santidad, como santa Teresa vaticinó a sus padres cuando él era un niño»

En los siglos que median de aquel instante en el que este santo trinitario subió al cielo en 1613, su figura no ha hecho más que agrandarse. Y todo porque la herida de amor divino que traspasó su ser de parte a parte, además de impregnar a cuantos tuvo a su alrededor, sigue desbordándose para alumbrar a tantos modernos cautivos de sí mismos, de afanes diversos que asfixian su caminar, y de la opresión de otros. El efecto de esa mística llaga, ajena al paso del tiempo, se ha multiplicado y mantiene su frescura primigenia como signo palpable de que la única perennidad que en rigor cabe esperar es la que se alcanza con la ofrenda a Dios de la propia vida. Juan Bautista soñó la santidad, hizo de ella coto de sus juegos infantiles, respiró aromas de eternidad a los pies del sagrario unido a Maria, y nutrió su acontecer con esa exclusiva aspiración, venciendo sus flaquezas con la gracia de Cristo.

Nació en Almodóvar del Campo, Ciudad Real, España, el 10 de julio de 1561 en el hogar de unos labradores acomodados. Siendo niño mostró un precoz anhelo hacia la perfección del amor. Tanto es así que jugaba a ser santo incluyendo prácticas ascéticas que afectaron seriamente a su salud, al punto de que alguna secuela le acompañó hasta su muerte. El testimonio y aliento de sus padres contribuyeron a que calasen en él definitivamente rasgos de piedad característicos de su vida: devoción a la Eucaristía y rezo del Santo Rosario, así como la abnegación y un dilecto amor a los pobres. El conocimiento de hazañas de jóvenes que habían alcanzado la gloria eterna ofreciéndose a Dios sin reservas le animaba en su afán religioso.

Santa Teresa de Jesús, al conocerle de paso en uno de sus viajes apostólicos hacia 1574 o 1576, identificó en él al santo que llegaría a ser, comunicando a sus padres el futuro que preveía para el adolescente. Ellos, gozosos ante el vaticinio, no pusieron ningún impedimento para que su hijo siguiera en pos de su vocación. En este camino que emprendía, alimentando su aspiración religiosa, se formó con los carmelitas descalzos de su ciudad natal, y prosiguió estudios en Baeza y Toledo. Su primer intento fue integrarse en la comunidad, pero no pudo ver cumplido ese sueño por designios inexplicables de la divina Providencia. Yen 1580 se convirtió en religioso de la orden de trinitarios calzados, donde tomó el hábito y profesó al año siguiente. En el noviciado había coincido con Simón de Rojas, entre otros religiosos que iban a derramar su sangre por Cristo.

El camino hacia la santidad acarreaba renuncias que en un primer momento no se sentía inclinado a realizar. Después, al convertirse en un reformador consumado, repararía en esos escollos que surgieron de su interior. Y en una mirada retrospectiva sobre su vida, apuntaría debilidades como la vanidad y una cierta resistencia a dar respuesta inmediata a lo que entendía que Dios le pedía, además de señalar faltas diversas como la impaciencia y poco tacto, entre otras, surgidas de un temperamento colérico como el suyo, que le jugaba malas pasadas. En suma, advirtió que no había sido riguroso en la exigencia del seguimiento.

La santidad se fragua a través de fidelísimos y constantes sacrificios que testifican cada día la autenticidad de una decisión. Y Juan conquistó la suya. Esa es su grandeza y corona. Durante dieciséis años se fue forjando en la caridad, viviendo la regla primitiva de la Orden, sobreponiéndose a su endeble salud. Llevó su gran sabiduría de excelso predicador por Alcalá de Henares y Sevilla. Fue entonces, al salir de esta capital, cuando a través de una revelación que surgía como de una tempestad, vio que debía emprender la reforma trinitaria llevando a la Orden hacia un mayor rigor. Había llegado su hora: «Señor, me haré reformado en Valdepeñas». «Pasó la tempestad y yo quedé recoleto con voto y con obligación y con deseo y voluntad». Con esta convicción llegó a esta localidad en 1596, y de allí partió a Roma dos años más tarde, habiendo abandonado a los pies de Cristo el lastre que le ataba a tantas cosas inútiles; se dijo: «más quiero mi religión y la honra de mi buen Dios que los tesoros del mundo».

La misión no fue nada fácil. Hubo férreas oposiciones de trinitarios calzados, detenciones, agresiones físicas y verbales, traiciones hasta de sus hijos, entre otras, que no le impidieron poner en pie la reforma que se produjo el 20 de agosto de 1599. Dejándose la vida en el empeño de dar a conocer a Cristo y asentar las bases de la misma, Juan no desmayó. Fundó 19 conventos, uno de ellos para monjas de clausura. Siendo el eje central de su vida la Santísima Trinidad, vivió y transmitió la caridad con los cautivos y los necesitados, la humildad, la penitencia y la oración. «¡Señor, ámate yo y sea pobre, tan pobre que solo tenga un breviario!».

Purificado y moldeado por Dios, como se acrisola el oro en el fuego, en momentos de oscuridad suplicaba ardientemente: «Tú, Señor, ¿no sabes que deseo hacer sola tu santa voluntad, aunque me cuesten mil vidas? Dame, Señor, luz; sepa yo tu santa voluntad. Nada se me da de cuantos trabajos hay en el mundo; solo querría yo agradarte y no salir un punto de tu querer». Estas hondas experiencias rezuman los numerosos tratados ascéticos, místicos y teológicos que surgieron de su pluma, y en los que se aprecia su amor a la cruz. El tránsito a la vida eterna le sorprendió en Córdoba el 14 de febrero de 1613. Fue canonizado el 25 de mayo de 1975 por Pablo VI. Los trinitarios calzados dejaron de existir como Orden en 1897.