Servicio diario - 17 de abril de 2018


 

Santa Marta: "La Iglesia necesita que todos nosotros seamos profetas"
Rosa Die Alcolea

Paz para Siria: Llamada a la comunidad de América Latina y El Caribe
Redacción

Argentina: Mons. Fenoy, nombrado arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz
Redacción

P. Antonio Rivero: Domingo del Buen Pastor
Antonio Rivero

Beato Andrés Hibernón, 18 de abril
Isabel Orellana Vilches


 

 

17/04/2018-17:44
Rosa Die Alcolea

Santa Marta: "La Iglesia necesita que todos nosotros seamos profetas"

(ZENIT — 17 abril 2018).- "El verdadero profeta es capaz de llorar sobre el pueblo que no lo escucha", ha dicho el Santo Padre Francisco.

Esta mañana, 17 de abril de 2018, el Papa ha reflexionado en la misa matutina en la Casa de Santa Marta sobre la Primera lectura tomada de los Hechos de los Apóstoles.

El Papa ha hablado de san Esteban: "La Iglesia —dice el Santo Padre— necesita que todos nosotros seamos profetas", y ha comentado: "Cuando el profeta llega a la verdad y toca el corazón, el corazón se abre o el corazón se vuelve de piedra, y se desencadena la rabia, la persecución. Así termina la vida de un profeta".

Asimismo, el Pontífice ha observado que así como los profetas anteriores habían sido perseguidos por sus padres, también estos ancianos y escribas con sus corazones que «se consumían de rabia» se lanzaron contra Esteban, «y arrastrándolo fuera de la ciudad, lo apedrearon».

 

Verdad incómoda

La verdad muchas veces es incómoda y no es agradable de escuchar: el Santo Padre Francisco recuerda que "los profetas siempre han tenido estos problemas de persecución para decir la verdad".

"Pero, ¿cuál es para mí la prueba de que un profeta cuando habla en voz alta dice la verdad? —ha planteado el Papa—. Es cuando este profeta es capaz no sólo de decir, sino también de llorar sobre el pueblo que ha abandonado la verdad. Y Jesús, por una parte, le reprocha con esas palabras duras; «generación perversa y adúltera» dice por ejemplo; y por la otra parte llora por Jerusalén. Ésta es la prueba: un verdadero profeta es aquel capaz de llorar por su pueblo y también de decir cosas fuertes cuando debe decirlas. No es tibio, es siempre así: directo".

 

Profeta de la esperanza

Pero el verdadero profeta no es un "profeta de desventuras" —precisa el Santo Padre—. "El verdadero profeta es un profeta de la esperanza":

"Abrir puertas, sanear las raíces, restaurar la pertenencia al pueblo de Dios para seguir adelante. No es 'por oficio' un reprochador... No, él es un hombre de esperanza. Reprocha cuando es necesario, y abre las puertas mirando el horizonte de la esperanza. El verdadero profeta, si hace bien su trabajo, se juega la piel".

 

 

17/04/2018-13:55
Redacción

Paz para Siria: Llamada a la comunidad de América Latina y El Caribe

(ZENIT — 17 abril 2018).- El equipo de Derechos Humanos del Departamento de Justicia y Solidaridad (DEJUSOL) del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) y el Secretariado Latinoamericano y del Caribe Cáritas (SELACC), hacen un llamamiento a La Paz en Siria.

Lo hacen uniendo su voz a la del Santo Padre Francisco, quien el pasado miércoles 8 de abril, pidió a las autoridades políticas internacionales el fin de violencia, en el rezo del Regina Coeli.

A continuación, ofrecemos el comunicado de CELAM:

***

 

Paz para Siria

Shalom, Salam

Al pueblo fiel de Dios de nuestros países de América Latina y El Caribe, y a los hombres y mujeres de buena voluntad:

"Así dice el Señor: Escuchen en Ramá, (Siria) se oyen lamentos y llanto amargo. Es Raquel que llora inconsolable a sus hijos; que ya no viven." (Jer. 31, 15)

Consternados por las noticias de ataques con gases tóxicos a una población ya crucificada por años de una guerra interna con crueldades indecibles, turbios intereses e injusticias, se suman los bombardeos de Estados Unidos, Reino Unido y Francia durante la noche del viernes 13 de abril.

La violencia y la guerra no son solución a los graves problemas de ese hermoso y atormentado país. Como equipo de Derechos Humanos del Departamento de Justicia y Solidaridad (DEJUSOL) del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) y del Secretariado Latinoamericano y del Caribe Cáritas (SELACC), unimos nuestra voz a la del Santo Padre Francisco, quien nos hizo este llamamiento por la paz en Siria el pasado miércoles 8 de abril, en el rezo del Reina del cielo:

"Llegan de Siria noticias terribles de bombardeos con decenas de víctimas, muchas de ellas son mujeres y niños. Noticias de muchas personas golpeadas por los efectos de sustancias químicas contenidas en las bombas. Rezamos por todos los difuntos, por los heridos, por las familias que sufren. No hay una guerra buena y una mala, y nada, nada puede justificar el uso de tales instrumentos de exterminio contra personas y poblaciones inermes. Recemos para que los responsables políticos y militares elijan el otro camino, el de la negociación, el único que puede llevar a una paz que no sea la de la muerte y de la destrucción".

Pedimos a toda la Comunidad Católica de América Latina y El Caribe, a otras comunidades de fe y a los hombres y mujeres de buena voluntad, comprometidos con la justicia, la paz, el desarrollo integral de nuestros pueblos y el cuidado de nuestra Madre Tierra que se sumen a este llamamiento y, en la medida de lo posible, organicen momentos de oración, reflexión y solidaridad por la paz en Siria, haciendo participes a los mismos hermanos y hermanas de Siria como también pedimos a la comunidad internacional que dejando a un lado intereses políticos y económicos se empeñe en construir la paz con justicia, entendiendo que la paz es camino de la cultura del encuentro.

Con el Papa Francisco y sus antecesores, una vez más, afirmamos: "Todo se pierde con la guerra. Todo se gana con la paz".

Que Jesús, vencedor de la muerte y de todas las injusticias, sea nuestra luz en el camino de ser constructores de Paz.

Bogotá, 14 de abril de 2018

Mons. Gustavo Rodríguez Vega
Presidente del DEJUSOL
Arzobispo de Yucatán
México

Mons. José Luis Azuaje
Presidente del SELACC
Obispo de Barinas
Venezuela

 

 

17/04/2018-15:10
Redacción

Argentina: Mons. Fenoy, nombrado arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz

(ZENIT — 17 abril 2018).- El Papa ha nombrado arzobispo metropolitano de Santa Fe de la Vera Cruz (Argentina) a S.E. Mons. Sergio Alfredo Fenoy, hasta ahora obispo de San Miguel.

El Santo Padre ha aceptado la renuncia al gobierno pastoral de la archidiócesis de Santa Fe de la Vera Cruz (Argentina), presentado por Mons. José María Arancedo.

 

Mons. Sergio Alfredo Fenoy

Mons. Sergio Fenoy Aldredo nació en Rosario, provincia de Santa Fe, el 19 de mayo de 1959. Fue ordenado sacerdote de la archidiócesis de Rosario el 2 de diciembre de 1983. Obtuvo la Licenciatura en Derecho Canónico en la Universidad Pontificia Gregoriana (Roma).

El 3 de abril de 1999 fue elegido obispo titular de Satafis y Auxiliar de Rosario, recibiendo la ordenación episcopal el 21 de mayo siguiente. El 5 de diciembre de 2006, fue transferido a la sede de San Miguel.

Dentro de la Conferencia Episcopal Argentina ha sido Secretario General y en la actualidad forma parte de la Comisión Permanente en calidad de Delegado de la Región Pastoral Buenos Aires y miembro del Consejo de Asuntos Jurídicos y de la Comisión de la Universidad Católica Argentina.

© Librería Editorial Vaticano

 

 

17/04/2018-12:30
Antonio Rivero

P. Antonio Rivero: Domingo del Buen Pastor

 

DOMINGO 4 DE PASCUA

Domingo del Buen Pastor

Ciclo B

Textos: Hech 4, 8-12; 1 Jn 3, 1-2; Jn 10, 11-18

1. Antonio Rivero, L.C. Doctor en Teología Espiritual, profesor en el Noviciado de la Legión de Cristo en Monterrey (México) y asistente del Centro Sacerdotal Logos en México y Centroamérica, para la formación de sacerdotes diocesanos.

 

Idea principal: Jesús es nuestro Pastor.

Síntesis del mensaje: Resumo el mensaje de este domingo con las palabras del beato Monseñor Oscar Romero, próximamente santo, a unos meses de ser asesinado celebrando la santa misa: "Como pastor de esta comunidad, estoy obligado a dar la vida por quienes amo, que son todos los salvadoreños, aun por aquellos que vayan a asesinarme. Si llegaran a cumplirse las amenazas de muerte, desde ahora ofrezco a Dios mi sangre por la redención y por la resurrección de El Salvador".

 

Puntos de la idea principal:

En primer lugar, cuando Jesús se define como el buen Pastor está diciendo lo que Hornero decía de Agamenón y Jenofonte de Ciro: "Yo soy el conductor de los hombres, el dirigente de las naciones, el salvador del mundo". Y cuando Jesús añade que todos los demás pastores son unos "asalariados" está diciendo que muchos por ahí que se dicen pastores, guía de pueblos y naciones, dirigentes de comunidades, tanto políticos como religiosos, son unos arribistas, trepadores y galgueadores del dinero, de la vanidad y del poder. Ahora entendemos mejor algunas duras expresiones del papa Francisco cuando recuerda con harta frecuencia al clero para que no seamos mundanos, no busquemos honores ni prestigios ni carrerismo. Y cuando termina Jesús con que, los tales asalariados, en cuanto ven las orejas al lobo, dejan las ovejas y huyen, está dando una descarga durísima contra los jefes políticos y religiosos de su tierra, de su tiempo, de todas las tierras y tiempos de la historia. Basta ver el panorama mundial: ¡quién se enfrenta al lobo del relativismo y consumismo, a la hiena de la malversación de fondos y corrupción, al zorrillo de la ideología del género y manipulación genética! ¡Quién enfrenta a esos gobernantes sin escrúpulos que prometen el oro y el moro, y después nos salen con sus enjuagues y se quedan con la poltrona, el oro y el moro!

En segundo lugar, Cristo sí es el buen Pastor, el único Pastor auténtico, el único dirigente honesto y cabal, ejemplo para todos los que tienen una misión de pastorear en la Iglesia, en la sociedad y en las comunidades. A todos los dirigentes de ayer, de hoy y de mañana Cristo Pastor les está diciendo varias cosas: que vivan para su rebaño y no de su rebaño; que cuiden su rebaño y no su sola parcela familiar y sus fans de amigos; que defiendan su rebaño de todo tipo de lobos ideológicos; que esté dispuesto a dar la vida por su rebaño, si fuera necesario, dando a todos trabajo, salud, educación, y evitando en sus vidas la opulencia y el despilfarro, las ganancias desorbitadas, los sueldos escandalosos de funcionarios y parlamentarios centrales o autonómicos, los chalets de lujo, las vidas de sultanes, lo aviones privados...Cristo, único Pastor les grita que tienen que servir y no querer siempre ser servidos.

Finalmente, Cristo Pastor también tiene palabras serias para quienes tenemos una misión en la Iglesia como sacerdotes. Que no seamos funcionarios, ventanilla y 'Vuelva usted mañana". Que no seamos burócratas de las cuentas y el papeleo, administrador mecánico de la palabra de Dios y sacramentos rutinarios o postineros, arribista y ansioso de medros y prebendas, que hizo la carrera eclesiástica y a veces hasta el carrerón. Que conozcamos, amemos, alimentemos, defendamos y demos la vida por nuestras ovejas, que no son nuestras, que son de Cristo. Que seamos auténticos sacerdotes pastores, y no sacerdotes secularizados que entienden más de cine y deportes que de Dios, que encabezan reuniones y huelgas, pero no se arrodillan ni estudian ni enseñan a rezar a sus ovejas. Que seamos pastores cuya autoridad nos viene de Cristo para hacer crecer a las ovejas y llevarlas a Él, y no que fustigamos las ovejas con el látigo del autoritarismo. Nuestra autoridad es de servicio y no de mando.

Para reflexionar: Reflexionemos en este poema-soneto de Lope de Vega:

Pastor que con tus silbos amorosos
me despertaste del profundo sueño,
Tú que hiciste cayado de ese leño,
en que tiendes los brazos poderosos,

vuelve los ojos a mi fe piadosos,
pues te confieso por mi amor y dueño,
y la palabra de seguirte empeño,
tus dulces silbos y tus pies hermosos.

Oye, pastor, pues por amores mueres,
no te espante el rigor de mis pecados,
pues tan amigo de rendidos eres.

Espera, pues, y escucha mis cuidados,
pero ¿cómo te digo que me esperes,
si estás para esperar los pies clavados?

Para rezar: Señor Jesús, Pastor, reviste mi corazón de las virtudes que adornaron tu vida de pastor: mansedumbre, bondad, ternura, desprendimiento, sacrificio, fortaleza, firmeza para poder llevar tu rebaño hasta el cielo.

 

 

17/04/2018-06:16
Isabel Orellana Vilches

Beato Andrés Hibernón, 18 de abril

«Una sencilla vida de entrega, colmada del amor de Dios, signó el acontecer de este virtuoso limosnero que vio premiada su entrega indeclinable con dones como milagros, bilocación, profecía, y multiplicación de alimentos, entre otros»

Su adolescencia y juventud estuvo dedicada a liberar a su familia de la pobreza en la que malvivían con las limosnas que obtenían, aunque la situación había sido bien distinta cuando él vino al mundo. Sus padres se establecieron en Alcantarilla, Murcia, España. Pero Andrés nació en la capital en 1534 en casa de un tío canónigo, lugar donde se hallaba su madre temporalmente. Unos días más tarde regresaron a la localidad. Creció familiarizado con Dios, cultivando la devoción a María y amando los principios de la fe que le inculcaron.

Su padre tenía origen nobiliario, pero una crisis económica suscitada por una pertinaz sequía le desposeyó de sus bienes. Al perder su estatus le enviaron a Valencia junto a un tío para que pudiera labrarse un porvenir. Allí trabajó como pastor de ganado hasta los 20 años. Luego decidió volver a casa. El dinero que había ganado lo reservó para la dote que su hermana precisaba para desposarse conforme a la costumbre de la época. Pero en el viaje de regreso al domicilio paterno, unos ladrones le golpearon y le esquilmaron lo que llevaba dejándole con lo puesto. En este hecho vio con claridad lo que ya se había fraguado en su espíritu: que debía ser religioso. Su trabajo en el campo no fue impedimento para que frecuentase las visitas al Santísimo, por el que tuvo gran devoción, ni mermó sus ansias de penitencia. Estaba forjado en el ayuno y en las mortificaciones; es decir, que había comenzado ya una vía de perfección. Sus virtudes eran manifiestas para quienes le conocían: mansedumbre, humildad y diligencia, entre otras muchas.

Antes de comprometerse pasó unos días en Granada acompañando a un regidor de Cartagena, alguacil mayor del Santo Oficio, quele tenía en gran estima y confianza, tanto que puso bajo su custodia cuantiosos bienes. Pero un día, sin despedirse de él, temiendo que pudiera influir en su decisión de consagrarse, partió para ingresar en el convento franciscano de Albacete perteneciente a la provincia de Cartagena donde hizo el noviciado. Aunque lo conocía, al regidor le impactó su honradez cuando vio que el beato había mantenido intactas sus valiosas pertenencias. Andrés profesó en 1557.

Permaneció seis años en esa comunidad tras los cuales eligió la reforma de san Pedro de Alcántara porque tenía unas reglas más severas. Se le asignó la residencia de San José de Elche donde llegó en 1563. Acostumbrado a la pobreza y a la mendicidad, no tuvo duda de que había elegido el lugar idóneo para él. La peculiar sensibilidad de los santos descubre la finura y profundidad de la vida espiritual cuando pasa por su lado. Sus hermanos san Pascual Bailón y san Juan de Ribera, que fue arzobispo de Valencia, al ver actuar a Andrés constataban su espíritu evangélico percibiendo su grandeza en cualquier detalle. A todos les cupo la gracia de vivir esos primeros instantes de
instauración del movimiento renovador.

Andrés siempre encontraba unos minutos para hincarse en tierra y rezar fuera labrando la huerta, en la portería o mendigando. Era obediente, responsable, austero, prudente, discreto, puntual, abnegado incluso a pesar de la edad y los achaques, y poseía un gran sentido del honor. Su gran temple y confianza en la Providencia fue especialmente ostensible en circunstancias de catástrofe en las que actuó con admirable entereza. Sentía gran veneración por los sacerdotes y debilidad por los pobres y los enfermos. Y había obtenido de sus superiores el permiso para recibir frecuentemente la comunión, algo inusual en la época.

La fama de santidad le precedía. Su piedad traspasaba los muros del convento. Era estimado por las gentes, y personas ilustres que le conocían le abrían su corazón porque era un gran maestro y confesor. Desconocía lo que era tener un minuto de ocio, sin que le reportase celestes ganancias. En una ocasión, cuando le preguntaron si la vida espiritual le había resultado tediosa alguna vez, respondió que «jamás lo sentía, porque había hecho hábito de nunca estar ocioso, con lo cual siempre se hallaba apto para la oración o contemplación».Pasó por varios conventos, todos en la zona del Levante español. Tuvo en la limosna un fecundo campo apostólico. Los pobres vieron en él un amigo y asesor; les orientaba en la búsqueda de un trabajo digno. También asistía a los que estabanen trance de morir, y contribuyó a la conversión de musulmanes a quienes conmovía con su palabra y ejemplo. Cuando le llamaban «santo viejo», respondía humildemente, sin falsa modestia: «¡Oh, que lástima! Viejo loco, sí, insensato e impertinente, pero de santo no, no».Se caracterizaba por su capacidad contemplativa, fue agraciado con muchos éxtasis y raptos que le sobrevenían en cualquier lugar, aunque suplicaba a Dios que en esos momentos le preservase de miradas ajenas. Además, recibió distintos dones: el de la bilocación y el de profecía, así como el de milagros (curación de enfermos) y la multiplicación de alimentos. Vaticinó el día y hora de su muerte cuatro años antes de que se produjera.

La antigua lesión de estómago y«fluxión» ocular que venía padeciendo le causaron muchos sufrimientos. Los hermanos que permanecían a su lado cuando se encontraba en su lecho de muerte, afligidos por los dolores que soportaba, aunque los encajaba con admirable fortaleza, hubieran deseado compartirlos con él. Y al hacérselo saber, el venerable religioso manifestó: «Esto no, mis carísimos hermanos, porque estos dolores me los ha regalado Dios, y los pido y quiero enteramente para mí. Creedme, hermanos, que no hay cosa más preciosa en este mundo que padecer por amor de Dios». La devoción que tuvo en vida a María le acompañó en el momento de entregar su alma a Dios. Su deceso se produjo en el convento de San Roque de Gandía, Valencia, el 18 de abril de 1602. Pío VI lo beatificó el 22 de mayo de 1791. Su cuerpo incorrupto desapareció en la Guerra Civil española. Localizados sus restos, se llevaron a Alcantarilla siendo trasladados con posterioridad a la catedral de Murcia donde se veneran.