Servicio diario - 06 de septiembre de 2018


 

Santa Marta: Aprender a acusarse a sí mismo y no a los demás
Rosa Die Alcolea

Venezuela: Más de 40 obispos visitan y apoyan al Sucesor de Pedro
Rosa Die Alcolea

Viudas consagradas: Testimonio del amor misericordioso de Dios
Rosa Die Alcolea

Oriente Medio: El día de descanso es para "dar gracias por la vida"
Rosa Die Alcolea

República Checa: El embajador lee sus credenciales al Papa
Redacción

Beata Eugenia Picco, 7 de septiembre
Isabel Orellana Vilches


 

 

 

06/09/2018-19:24
Rosa Die Alcolea

Santa Marta: Aprender a acusarse a sí mismo y no a los demás

(ZENIT — 6 sept. 2018).- "Hay que reconocerse pecador: sin aprender a acusarse, no se puede caminar en la vida cristiana", ha dicho el Santo Padre Francisco en la Eucaristía de Santa Marta.
La reflexión del Papa, esta mañana, 6 de septiembre de 2018, se ha desarrollado a partir del Evangelio hodierno de Lucas (Lc 5, 1-11), en el que Jesús pide a Pedro subir a la barca y, después de predicar, le invita a echar las redes y se realiza una pesca milagrosa.

Después de ver que las redes casi se rompían a causa del gran número de peces, se arrojó a las rodillas de Jesús y le dijo: "Señor, aléjate de mí porque soy un pecador".

El Papa ha subrayado que "el primer paso decisivo de Pedro" como discípulo de Jesús fue "acusarse a sí mismo: 'Yo soy un pecador' ". También este debe ser "el primer paso de cada uno de nosotros, si se quiere entrar en la vida espiritual, en la vida de Jesús, servir a Jesús, seguir a Jesús, debe ser éste, acusarse a sí mismo: sin acusarse a sí mismo no se puede caminar en la vida cristiana".

Si bien el primer paso de la conversión es "acusarse a sí mismo con vergüenza y sentir la maravilla de sentirse salvado" —ha señalado el Papa—, "debemos convertirnos", "debemos hacer penitencia", exhorta al Papa invitando a reflexionar sobre la tentación de acusar a los demás:

"Hay personas que viven hablando de los demás, acusando a los demás y nunca pensando en sí mismos y cuando voy a confesarme, cómo me confieso, ¿como los loros? "Bla, bla, bla,... Yo hice esto, esto...". ¿Pero tu corazón toca lo que has hecho? Tantas veces, no. Vas allí para hacer cosmética, a maquillarte un poco para salir bello. Pero no entró completamente en tu corazón, porque no hiciste lugar, porque no fuiste capaz de acusarte a ti mismo".

Así, el Pontífice ha explicado que una señal de que una persona no sabe, de que un cristiano no sabe cómo acusarse a sí mismo "es cuando está acostumbrado a acusar a los demás, a hablar de los demás, a poner su nariz en la vida de los demás. Eso es una mala señal".

"¿Yo hago esto?" —ha planteado el Papa—. "Es una buena pregunta para llegar al corazón". En esta línea, el Papa ha propuesto pedir hoy al Señor "la gracia de encontrarnos ante Él con este estupor que da su presencia y la gracia de sentirnos pecadores, pero concretos y decir como Pedro: 'Aléjate de mí porque soy un pecador' ".

 

 

06/09/2018-15:47
Rosa Die Alcolea

Venezuela: Más de 40 obispos visitan y apoyan al Sucesor de Pedro

(ZENIT — 6 sept. 2018).- Esta mañana, los Obispos Venezolanos iniciaron la Visita Ad Limina Apostolorum con la celebración de la Eucaristía en el altar ubicado en la tumba del Apóstol Pedro, en la Basílica de San Pedro, en el Vaticano.

La Misa ha estado presidida por Mons. José Luis Azuaje, Arzobispo de Maracaibo, presidente de la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV); y como concelebrantes principales Mons. Mario Moronta, Primer-Vicepresidente de la CEV, Obispo de San Cristóbal y el Cardenal Baltazar Porras, Arzobispo de Mérida y Administrador Apostólico de la Arquidiócesis de Caracas.

La Visita Ad Limina Apostolorum se celebrará hasta el próximo 15 de septiembre. La última realizada por el Episcopado Venezolano fue en el año 2009 con el Papa, hoy emérito, Benedicto XVI.

 

Más de 40 obispos

Más de 40 obispos de las diversas circunscripciones eclesiásticas estuvieron en la Eucaristía para elevar una plegaria por Venezuela ante la tumba de Pedro y con la presencia de algunos sacerdotes que realizan estudios en las diversas universidades Pontificias de la ciudad de Roma.

Mons. José Luis Azuaje, durante la homilía expresó que hoy día "se hace más vigente la petición de Pedro de pastorear libremente con sinceridad y testimonio de vida el rebaño por Dios encomendado a cada uno de nosotros. El servicio es a la gente, ella es la dueña de nuestras horas, de nuestros afanes en las diversas comunidades"

Para Mons. Azuaje la Visita Ad Limina es una oportunidad "para contemplar el misterio de la llamada y de la entrega; el misterio de las definiciones de las diversas responsabilidades que asumimos en la Iglesia. Todo ello tiene sentido desde una confesión de fe "Tu eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo".

Añadió además que "no es cosa de sentimientos, de simples creencias, sino de fe viva, lo que nos permite abrirnos a la Esperanza, a no sucumbir ante la contingencia histórica por más destructiva que sea, por eso nos acercamos a esta roca firme, a esta piedra desde donde se ha edificado la Iglesia de Cristo".

 

Pedro, roca firme

Al referirse al lugar de la celebración de inicio de la Visita Ad Limina, señala que esta Eucaristía en la tumba de Pedro "no es un monumento cultural", es "donde reposa la roca firme querida por Cristo para edificar la Iglesia".

"Nuestros ojos contemplan la tumba de la roca firme, que hoy quieren tambalear, pero se les olvida que Cristo le ha dado las llaves del Reino de los Cielos, le ha dado poder liberador, un poder cuya fuerza es la misericordia y el amor", matizó Mons. José Luis Azuaje, presidente de la Conferencia Episcopal Venezolana.

"Hoy sucesorialmente esta roca es Francisco —continuó— quien ejerce su ministerio Pretino. Su servicio es querer renovar y poner al día la Iglesia para que dé verdadero testimonio del Resucitado. Le ha traído muchos inconvenientes".

 

Carta de apoyo al Papa

El presidente de la CEV, con motivo de la inminente Visita Ad Limina envió en nombre de los Obispos venezolanos una carta al inicio de esta visita al Pontífice argentino, mostrándole todo su apoyo en estos momentos difíciles para la Iglesia.

En la misiva, Mons. Azuaje escribió: "Reciba de todos los miembros de la Conferencia Episcopal Venezolana, nuestra palabra y sentimiento de cercanía, fraternidad y solidaridad con su persona y con su Ministerio Petrino, en la firme convicción que es el Señor Jesús con su Espíritu, quien le impulsa a acrecentar la comunión y la colegialidad en la Iglesia".

"Como Pastores de este pueblo de Dios que peregrina en Venezuela —indicó el Arzobispo de Maracaibo— le acompañamos en su proyecto de hacer más visible el rostro de Cristo en la Iglesia, lo que tantas veces acarrea incomprensiones y hasta insidias, pero confiamos en la fuerza del Espíritu que anima y sostiene en todo momento.

Compartimos sus preocupaciones y sus decisiones para sanear misericordiosamente aquello que ha generado desaliento, escándalo y hasta deserción de muchos católicos. Ante esto recordamos a Pablo: 'todo lo puedo en aquel que me conforta' " (Fil 4, 13).

 

Obispo, un pobre del Señor

Alentó a sus hermanos Obispos a hacer suyas las palabras del Papa Francisco "el obispo se presenta como un hombre escogido por Dios, no para ser una celebridad, sino para ser un pobre del Señor, un testigo de la verdad y que lucha por alcanzar la eterna caridad. Su vocación es ser cordero que se identifica con el rebano, entre el pueblo con el que es menos atractivo a esta sociedad".

Brotan tres acciones fundamentales, ha propuesto el arzobispo Azuaje: la primera sería acoger, dar cabida a todos con un corazón, amplio, sin distinción de ninguna especie, teniendo una predilección con los más pobres y vulnerables. Segundo: caminar con el pueblo, sentir y compartir sus gozos y sufrimientos. Tercero: permanecer con el pueblo que se nos ha encomendado sin deseo de estar en otro lado, es decir, fructificar donde Dios nos ha plantado.

Al culminar la Eucaristía, el Episcopado Venezolano se ha reunido en la Congregación para la Educación Católica y posteriormente con el Instituto para las obras de la Religión (10R).

 

 

06/09/2018-16:12
Rosa Die Alcolea

Viudas consagradas: Testimonio del amor misericordioso de Dios

(ZENIT — 6 sept. 2018).-"Dentro de vuestras comunidades, procurad, a través de la experiencia de vuestra propia fragilidad, estar cerca de los jóvenes y de los pobres, para mostrarles la ternura de Dios y su cercanía en el amor", ha dicho el Papa a las viudas consagradas.

A las 12:15 horas, en la Sala del Consistorio del Palacio Apostólico Vaticano, el Santo Padre Francisco ha recibido en audiencia a los participantes en el congreso internacional de las viudas consagradas organizado por la Fraternité Notre Dame de la Résurrection y la Communauté Anne la prophétesse.

Francisco les ha recordado que su consagración en la viudez "es un don que el Señor da a su Iglesia para recordar a todos los bautizados que la fuerza de su amor misericordioso es un camino de vida y santidad, que nos permite pasar las pruebas y renacer a la esperanza y a la alegría del Evangelio".

Publicamos a continuación el discurso que el Papa ha dirigido a los presentes durante la audiencia:

***

 

Discurso del Papa Francisco

Queridas amigas,

Os recibo con alegría con motivo de vuestra peregrinación a Roma. Gracias por la presentación, y expreso mi cordial saludo a las integrantes de la Fraternité Notre Dame de la Résurrection y la Communauté Anne la prophétesse, ahora presente en varios países, así como a los sacerdotes que os acompañan, y a través vuestro, a todas las personas que han sufrido la prueba de la muerte de su cónyuge.

«La viudez es una experiencia particularmente difícil [...] Algunos, cuando les toca vivir esta experiencia, muestran que saben volcar sus energías todavía con más entrega en los hijos y los nietos, y encuentran en esta experiencia de amor una nueva misión educativa [...] "(Exhortación apostólica postsinodal Amoris Laetitia, 254). Si esto es verdad para la mayoría de vosotras, la muerte de vuestro cónyuge también os ha llevado a reconocer una llamada particular del Señor y a responder consagrándoos a Él por amor y con amor. Junto con vosotras, doy gracias a Dios por la fidelidad de vuestro amor que une a cada una, más allá de la muerte, con vuestro marido y que os ha llamado y consagrado para vivir hoy siguiendo a Cristo en castidad, obediencia y pobreza. " A veces la vida presenta desafíos mayores y a través de ellos el Señor nos invita a nuevas conversiones que permiten que su gracia se manifieste mejor en nuestra existencia «para que participemos de su santidad» (Hb 12,10. (Exhortación Apostólica. ap. Gaudete et exsultate, 17). Así, con vuestra consagración, atestiguais que es posible, con la gracia de Dios y el apoyo y acompañamiento de los ministros y otros miembros de la Iglesia, vivir los consejos evangélicos ejerciendo vuestras responsabilidades familiares, profesionales y sociales.

Vuestra consagración en la viudez es un don que el Señor da a su Iglesia para recordar a todos los bautizados que la fuerza de su amor misericordioso es un camino de vida y santidad, que nos permite pasar las pruebas y renacer a la esperanza y a la alegría del Evangelio. Os invito, pues, a mantener los ojos fijos en Jesucristo y a cultivar el vínculo especial que os une a Él. Porque es allí, en el corazón a corazón con el Señor, escuchando su palabra, donde conseguimos el valor y la perseverancia de entregarnos en cuerpo y alma para ofrecer lo mejor de nosotros mismos a través de nuestra consagración y nuestros esfuerzos (ver ibid., 25).

Ojalá vosotras también, mediante vuestra vida sacramental, deis testimonio de este amor de Dios que es para cada hombre una llamada a reconocer la belleza y la felicidad de ser amados por Él. Unidas a Cristo, sed levadura en la masa de este mundo, luz para aquellos que caminan en la oscuridad y en la sombra de la muerte. Con la calidad de vuestra vida fraterna, dentro de vuestras comunidades, procurad, a través de la experiencia de vuestra propia fragilidad, estar cerca de los jóvenes y de los pobres, para mostrarles la ternura de Dios y su cercanía en el amor. En esta perspectiva, os animo a vivir vuestra consagración en la vida diaria con sencillez y humildad, invocando al Espíritu Santo para que os ayude a testimoniar, en el ámbito de la Iglesia y del mundo, que "Dios puede actuar en cualquier circunstancia, también en medio de aparentes fracasos", y que "quien se ofrece y se entrega a Dios por amor seguramente será fecundo "(Exhortación apostólica Evangelii Gaudium, 279).

Con esta esperanza, os confío al Señor y, por intercesión de la Virgen María, os imparto la bendición apostólica, que extiendo a cuantos forman parte de la Fraternité Notre Dame de la Resurrección y de la Communauté Anne prophétesse. Y por favor, rezad por mí como yo rezo por vosotras. ¡Gracias!

© Librería Editorial Vaticano

 

 

06/09/2018-18:49
Rosa Die Alcolea

Oriente Medio: El día de descanso es para "dar gracias por la vida"

(ZENIT — 6 sept. 2018).- "Recordad siempre que el día de descanso para nosotros, los cristianos, es un día de bendición y acción de gracias. Es el día para decirle a Dios: gracias por la vida, por tu misericordia y por todos tus dones".

El Santo Padre reflexionó en la audiencia general celebrada ayer, 5 de septiembre de 2018, sobre el día del descanso, que los cristianos celebramos el domingo, por ser "el momento de la contemplación, es el momento de la alabanza", explicó.

El Papa dirigió un saludo a los peregrinos de habla árabe, especialmente a los de Oriente Medio, y les exhortó a recordar siempre que el día de descanso es el día para decirle a Dios: "gracias por la vida, por tu misericordia y por todos tus dones".

 

 

06/09/2018-16:05
Redacción

República Checa: El embajador lee sus credenciales al Papa

(ZENIT — 6 sept. 2018).- El Papa Francisco ha recibido en audiencia a Václav Kolaja, embajador de la República Checa ante la Santa Sede, con motivo de la presentación de sus cartas credenciales.

La reunión ha tenido lugar en el Vaticano a las 9:30 horas, según ha informado la Oficina de Prensa de la Santa Sede.

Sigue una breve biografía del nuevo embajador:

 

Václav Kolaja

Embajador de la República Checa ante la Santa Sede

Václav Kolaja nació el 14 de junio de 1971 en Uherské Hraditt?. Está casado y tiene dos hijos.

Se graduó en Historia (Charles University, Praga, 1996).

El embajador ha sido funcionario en el Departamento del Protocolo Diplomático en el Ministerio de Asuntos Exteriores (1996-1997), funcionario en el Departamento de Relaciones Políticas con la Unión Europea en el Ministerio de Asuntos Exteriores (1997-2000), secretario de la Embajada en Londres (2000-2004), y jefe de la Sección Legal e Institucional de la Representación Permanente de la República Checa ante la Unión Europea, Bruselas (2004-2009).

Asimismo, ha trabajado como responsable de América del Norte en el MFA (2009-2011).Jefe de la Sección Política de la Embajada en Washington D.C. (2011-2015), Coordinador de seguridad informática en el MAE (2015-2016), y ha sido viceministro de Asuntos Exteriores (desde el 1 de junio de 2016).

 

 

06/09/2018-19:36
Isabel Orellana Vilches

Beata Eugenia Picco, 7 de septiembre

«Desde un hogar desestructurado, pasando por la asfixia espiritual de un ambiente mundano, halló la paz y la felicidad en el convento parmesano de las Pequeñas Hijas de los Sagrados Corazones de Jesús y de María»

Es cierto que el influjo positivo de la familia hacia la fe ha suscitado numerosas vocaciones a lo largo de los siglos. Pero no es una condición sine qua non para ello. Eugenia, que nació en Crescenzago, Milán, Italia, el 8 de noviembre de 1867, era hija de un matrimonio desestructurado. Su padre José Picco, ciego, fue un destacado músico de la prestigiosa Scala de Milán. Y su madre, Adelaida del Corno, se dejó llevar por la debilidad, que no fue precisamente su esposo, y se entregó en brazos de la fama y oropeles rindiendo culto a la vanidad y al fulgor del dinero. Incansable viajera, buscando tal vez una felicidad que se le resistía y que no encontraría nunca en la forma de vida disipada que solía llevar, no dudaba en dejar a la pequeña con sus abuelos.
Primeramente, salía para acompañar a su marido, pero cuando un día regresó a casa sin él (desaparecido misteriosamente en el transcurso de un viaje a Rusia), continuó con sus desmanes. Y Eugenia se vio obligada a soportar al nuevo compañero de su madre, con el que ésta tuvo tres hijos más, y a escuchar todo lo estoicamente que le fue posible los reproches maternos porque soñaba para ella un futuro como artista, además de sufrir los inconvenientes creados por su amante.

Sin duda ninguna, éste no era el ambiente propicio para que se forjara una vocación. «Peligros y ocasiones tanto en casa como afuera»,diría Eugenia después. Y es que su pasión adolescente, incontenible a sus 14 años, se volcó en un muchacho joven. Era hermosa y elegante; su atractivo se completaba con sus dotes para la música.

Desenvuelta y libre iba y venía inmersa en la farándula. Por fortuna, una profesora, Giuseppina Allegri, experta en los conflictos que surgen a estas edades, se ocupó de ella. Debió apreciar los nobles sentimientos que poseía y orientó sus pasos hacia quienes podían ayudarla espiritualmente. Allegri le presentó a la religiosa María Virginia Pizzetti. La beata se convenció de la certeza de las palabras de Pizzetti: era Jesús el que obraba en su interior; nadie más. La presencia divina que latía en su corazón, aún sin estar familiarizada con ella todavía, le alentaba a orar creyendo y esperando recibir una respuesta tanto en la capilla de las hermanas ursulinas del Sagrado Corazón como en la basílica milanesa de San Ambrosio. Una noche de particular sufrimiento, en la primavera de 1886, a través de una imagen que pendía sobre la pared bajo la cual tenía su cama, en medio de su oración se sintió llamada a vivir la santidad.

Tenía casi 20 años y la invitación de Dios era para ella un torrente de bendiciones. Pensaba que su verdadero hogar sería la Congregación de las Pequeñas Hijas de los Sagrados Corazones de Jesús y de María, sita en Parma. Una Orden a la que se encaminó por sugerencia de las ursulinas que consideraron más oportuno que se integrase en esa fundación, valorando el hecho de que ello le permitiría escapar del ambiente asfixiante que le rodeaba en Milán. Para llevar a cabo su empeño, en agosto de 1887 tuvo que huir de su domicilio. Agustín Chieppi, artífice de esa Obra creada en 1865 junto a Anna Micheli, la acogió paternalmente. Se hizo cargo de su sufrimiento y de las circunstancias en las que había tenido que vivir. Y en agosto del año siguiente comenzó el noviciado. Profesó en presencia del fundador en 1891 y emitió votos perpetuos en 1894. El resto de su vida lo destinó a cumplir la voluntad de Dios con espíritu generoso, fiel, humilde... Ella misma sintetizaba su anhelo, diciendo: «Como Jesús ha escogido el pan, algo tan común, así debe ser mi vida, común... accesible a todos y, al mismo tiempo, humilde y escondida, como lo es el pan».

Impartió música, canto y francés a las alumnas del colegio de la Congregación. Después le encomendaron sucesivas misiones. Fue maestra de novicias, archivista, secretaria general y consejera. En 1911 fue elegida superiora general, oficio que desempeñó hasta el fin de sus días. Logró que su gobierno fructificase por su caridad, prudencia y fidelidad al carisma de su fundador. Su sostén fue la oración y la Eucaristía. En el decurso de la Primera Guerra Mundial se volcó en curar a los heridos acogidos por la comunidad en la casa madre. Pero allí acudían también los que estaban ingresados en hospitales. Ellas enseñaban a los hijos de los reclutados en el frente ya que estos muchachos no podían recibir formación. Los que nada poseían, los niños, los que nadie estimaba hallaron en Eugenia una madre. Era extraordinariamente sensible al dolor del prójimo. Seguro que en esos días aciagos, de tanto sufrimiento, recordó vivamente las palabras que les dirigía su fundador: «Tenéis que estar listas para ir hasta los campos de batalla». «Las Pequeñas Hijas tienen que estar listas a donar la última gota de su sangre para los hermanos».
Todo en Eugenia fue una suma de mortificación, obediencia e inocencia evangélicas.

Supo sobrenaturalizar lo ordinario con religiosa maestría. Muchos le confiaban sus cuitas, buscaban su consejo y salían fortalecidos. Fue una gran formadora. No tuvo buena salud, y aún se debilitó más con las privaciones y sacrificios. En 1919, año en el que fue reelegida superiora general, a causa de la tuberculosis ósea se le amputó el pie derecho, un episodio dramático que acogió serenamente. Mons. Conforti, prelado de Parma, le aconsejó paternalmente: «No se gobierna con los pies, sino con la cabeza» .Ciertamente. Lo que antes era ir y venir quedó «reducido», si así puede decirse, a la ofrenda en estricta oración. Nada más fecundo que ello. Las secuelas no le abandonaron y murió el 7 de septiembre de 1921. Fue beatificada el 7 de octubre de 2001 por Juan Pablo II. En su homilía recordó que «ante el sufrimiento, con los inevitables momentos de dificultad y desasosiego que entraña [...I, supo transformar la experiencia del dolor en ocasión de purificación y crecimiento interior».