Servicio diario - 10 de septiembre de 2018


 

"¿Quién es el obispo?": Hombre de oración, de anuncio y de comunión
Redacción

Abuso sexual de menores: "Importancia primordial" de escuchar a las víctimas
Rosa Die Alcolea

El Papa en Santa Marta: "¿Ustedes son cristianos y viven así?"
Rosa Die Alcolea

Consejo de Cardenales: "Solidaridad total" con el Papa Francisco
Rosa Die Alcolea

Ángelus: Jesús vino a liberar el corazón, "núcleo profundo" de la persona
Rosa Die Alcolea

Beatificación de Elisabeth Eppinger: El Papa aplaude a una mujer "valiente y sabia"
Redacción

San Juan Gabriel Perboyre, 11 de septiembre
Isabel Orellana Vilches


 

 

 

10/09/2018-19:10
Redacción

"¿Quién es el obispo?": Hombre de oración, de anuncio y de comunión

(ZENIT – 10 sept. 2018).- “¿Quién es el obispo?”, preguntó el Papa, apuntando 3 rasgos esenciales: un hombre de oración, un hombre de anuncio y un hombre de comunión.

El Santo Padre recibió el pasado sábado, 8 de septiembre de 2018, en audiencia al cardenal Marc Ouellet, Prefecto de la Congregación para los Obispos, y a los Obispos de los territorios de misión participantes en el seminario promovido por la Congregación para la Evangelización de los Pueblos.

El ministerio del obispo da escalofrío –advirtió el Sucesor de Pedro–, tan grande es el misterio que lleva dentro de sí. “Gracias a la efusión del Espíritu Santo, el obispo está configurado a Cristo, Pastor y Sacerdote. Es decir, está llamado a tener las características del Buen Pastor y a hacer suyo el corazón del sacerdocio, o sea, la ofrenda de la vida”.

Por lo tanto, el obispo –continuó Francisco– no vive para sí mismo, sino que tiende a dar su vida a las ovejas, en particular a las más débiles y en peligro.

 

Seminarios guiados por hombres de Dios

Asimismo, el Papa encomendó a los obispos la misión de cuidar la formación en los seminarios: “Verificad cuidadosamente que estén guiados por hombres de Dios, por educadores capaces y maduros que, con la ayuda de las mejores ciencias humanas, garanticen la formación de perfiles humanos sanos, abiertos, auténticos y sinceros”.

Así, el Pontífice les exhortó a dar prioridad al discernimiento vocacional “para ayudar a los jóvenes a reconocer la voz de Dios entre las muchas que retumban en los oídos y en el corazón”.

Los obispos participaron en el Seminario organizado por la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, que se desarrolla en el Pontificio Colegio Misionero Internacional San Pablo Apóstol de Roma, del 3 al 15 de septiembre de 2018.

Participan en el Seminario de Estudio, los recién nombrados en las circunscripciones eclesiásticas dependientes del Dicasterio misionero: 74 obispos de 34 naciones de cuatro continentes: 17 naciones de África, 8 de Asia, 6 de Oceanía, 3 de América Latina.

Publicamos a continuación el discurso que el Papa  ha dirigido a los presentes durante la audiencia:

***

 

Discurso del Santo Padre

Queridos hermanos buenos días,

Me alegra encontraros con motivo de vuestro seminario de formación. Junto con vosotros saludo a las comunidades que os han sido confiadas: los sacerdotes, los religiosos y religiosas, los catequistas y los fieles laicos. Agradezco al cardenal Filoni las palabras que me ha dirigido y también doy las gracias al arzobispo Rugambwa y a Mons. Dal Toso.

¿Quién es el obispo? Interroguémonos sobre nuestra identidad de pastores para ser más conscientes de ella incluso si sabemos que no existe un modelo-estándar, idéntico en todos los lugares. El ministerio del obispo da escalofrío, tan grande es el misterio que lleva dentro de sí. Gracias a la efusión del Espíritu Santo, el obispo está configurado a Cristo, Pastor y Sacerdote. Es decir, está llamado a tener las características del Buen Pastor y a hacer suyo el corazón del sacerdocio, o sea, la ofrenda de la vida. Por lo tanto, no vive para sí mismo, sino que tiende a dar vida a las ovejas, en particular a las más débiles y en peligro. Por eso el obispo nutre una compasión genuina por la multitud de hermanos que son como ovejas sin pastor (cf. Mc 6,34) y por los que, de diversas maneras, son descartados. Os  pido que tengáis gestos y palabras de especial consuelo para aquellos que experimentan marginalidad y degrado; más que otros, necesitan percibir la predilección del Señor, de quien sois las manos bondadosas.

¿Quién es el obispo? Me gustaría bosquejar con vosotros tres rasgos esenciales: un hombre de oración, un hombre de anuncio y un hombre de comunión.

Hombre de oración. El obispo es el sucesor de los apóstoles y como los apóstoles está llamado por Jesús a estar con Él (véase Mc 3, 14). Allí encuentra su fortaleza y su confianza. Delante del tabernáculo aprende a confiarse y a confiar al Señor. Así madura en él la certeza de que incluso por la noche, mientras duerme, o de día, entre el trabajo y el sudor en el campo que cultiva, madura la semilla (cf. Mc 4,26-29). Para el obispo la oración no es una devoción, sino una necesidad; no es un compromiso entre muchos, sino un ministerio indispensable de intercesión: debe poner todos los días ante Dios personas y situaciones. Al igual que Moisés, levanta sus manos al cielo en favor de su pueblo (cf. Ex el 17,8 a 13) y es capaz de insistir con el Señor (véase Éxodo 33.11 a 14), de negociar con el Señor, como Abraham. La parresia de la oración. Una oración sin parresia no es oración.: ¡Este es el Pastor que reza! Uno que tiene el valor de discutir con Dios por su rebaño. Activo en la oración, comparte la pasión y la cruz de su Señor. Nunca satisfecho, trata constantemente de asimilarse a Él, en camino para convertirse, como Jesús, en víctima y altar para la salvación de su pueblo. Y esto no proviene de saber muchas cosas, sino de saber una cosa todos los días en la oración: “Jesucristo, y Cristo crucificado” (1 Cor 2: 2). Porque es fácil llevar una cruz sobre en el pecho, pero el Señor nos pide que llevemos una mucho más pesada sobre los hombros y en el corazón: Nos pide que compartamos su cruz. Pedro, cuando  explica a los fieles que tenían que hacer los diáconos recientemente creados añade – y vale también para nosotros, obispos: “La oración y el anuncio de la palabra”. En primer lugar la oración. Me gusta preguntarle a cada obispo: “¿Cuántas horas rezas cada día?”.

Hombre del anuncio. Sucesor de los Apóstoles, el obispo siente suyo el mandato que Jesús les dio: “Id y proclamad el Evangelio” (Mc 16:15). “Id”: el Evangelio no se anuncia mientras se está sentado, sino por el camino. El obispo no vive en la oficina, como un director de empresa, sino entre la gente, por los caminos del mundo, como Jesús. Lleva a su Señor, donde no es conocido, donde está desfigurado y perseguido. Y saliendo de sí mismo, se encuentra. No se complace de la comodidad,  no se siente un príncipe, no le gusta la vida tranquila y no ahorra energías, sino que se entrega a los demás, abandonándose a la fidelidad de Dios. Si buscase apoyos y seguridades mundanas, no sería un verdadero apóstol del Evangelio.

¿ Y cuál es el estilo del anuncio? Testimoniar con humildad el amor de Dios, tal como lo hizo Jesús, que por amor se humilló. La proclamación del Evangelio sufre las tentaciones del poder, de la satisfacción, de la propaganda, de la mundanidad. La mundanidad. Guardaos de la mundanidad. Siempre existe el riesgo de preocuparse más de la forma que de la sustancia, de convertirse en actores en lugar de testigos, de diluir la Palabra de salvación proponiendo un Evangelio sin Jesús crucificado y resucitado. Pero vosotros estáis llamado a ser memorias vivas del Señor, para recordarle a la Iglesia que anunciar significa dar la vida, sin medias tintas, dispuestos también  a aceptar el sacrificio total de sí mismos.

Y tercero, hombre de comunión. El obispo no puede tener todas las dotes, el conjunto de los carismas, -algunos creen que los tienen, ¡pobrecitos!-pero está llamado a tener el carisma del conjunto, es decir, a mantener unida, a cimentar la comunión. La Iglesia necesita unión, no solistas fuera del coro o líderes de batallas personales. El Pastor reúne: obispo para sus fieles, es cristiano con sus fieles. No sale en los periódicos, no busca el consenso del mundo, no está interesado en proteger su buena reputación, pero le gusta tejer la comunión  involucrándose en primera persona y actuando con humildad. No sufre por la falta de protagonismo, sino que vive arraigado en el territorio, rechazando la tentación de alejarse con frecuencia de la diócesis  -la tentación de los obispos de aeropuerto- y huyendo de la búsqueda de su propia  gloria.

No se cansa de escuchar.  No se basa en proyectos  prefabricados, sino que se deja interpelar  por la voz del Espíritu, que ama hablar a través de la fe de los simples. Se hace uno con su gente y sobre todo con su presbiterio, siempre disponible para recibir y alentar a sus sacerdotes. Promueve con el ejemplo, más que con palabras, una genuina fraternidad sacerdotal, mostrando a los sacerdotes que  uno es pastor para el rebaño, no por razones de prestigio o carrera. No seáis trepas ni ambiciosos: apacentad el rebaño de Dios “no como amos de las personas que os han sido confiadas, sino haciéndoos modelos del rebaño” (1 Pedro 5,3).

Huid del clericalismo, ” una manera anómala de entender la autoridad en la Iglesia —tan común en muchas comunidades en las que se han dado las conductas de abuso sexual, de poder y de conciencia”. Corroe la comunión, ya que” genera una escisión en el cuerpo eclesial que beneficia y ayuda a perpetuar muchos de los males que hoy denunciamos. Decir no al abuso, es decir enérgicamente no a cualquier forma de clericalismo. (Carta al Pueblo de Dios, 20 de agosto de 2018). Por lo tanto, no os sintáis  señores del rebaño, aunque otros  lo hagan o determinadas costumbres locales lo favorezcan. El pueblo de Dios, para el cual  y al cual habéis sido ordenados, sienta que sois padres bondadosos: nadie debe mostrar actitudes de sujeción hacia vosotros. En esta coyuntura histórica, parecen acentuarse en varias partes  determinadas tendencias deliderazgo. Mostrarse  como hombres fuertes que mantienen las distancias y dominan a los demás puede parecer cómodo y atractivo, pero no evangélico. Comporta, a menudo,  daños irreparables  al rebaño, por el que Cristo dio su vida con amor, abajándose y  aniquilándose. Sed, por lo tanto, hombres pobres de bienes y ricos de relaciones, nunca duros y antipáticos, sino afables, pacientes, simples y abiertos.

También me gustaría pediros que os preocupaseis, en particular, de algunas realidades:

Las familias. Aunque penalizadas por una cultura que transmite la lógica de lo provisional y favorece los derechos individuales, siguen siendo las primeras células de todas las sociedades y las primeras Iglesias, porque son iglesias domésticas. Promoved cursos de preparación para el matrimonio y el acompañamiento para las familias: serán siembras que darán frutos a su tiempo. Defended  la vida de los concebidos como la de los ancianos, apoyad a los padres y abuelos en su misión.

Los seminarios. Son los viveros del mañana. Allí, sed como uno de casa. Verificad cuidadosamente que estén guiados por hombres de Dios, por educadores capaces y maduros que, con la ayuda de las mejores ciencias humanas, garanticen la formación de perfiles humanos sanos, abiertos, auténticos y sinceros. Dad prioridad al discernimiento vocacional para ayudar a los jóvenes a reconocer la voz de Dios entre las muchas que retumban en los oídos y en el corazón.

Los jóvenes, a quienes se dedicará el  Sínodo inminente. Escuchémoslos, dejemos que nos interpelen,  acojamos sus  deseos, dudas, críticas y crisis. Son el futuro de la Iglesia y de la sociedad: un mundo mejor depende de ellos. Incluso cuando parezcan estar infectados por los virus del consumismo y el hedonismo, no  los dejemos nunca en cuarentena; busquémoslos, sintamos su corazón que suplica vida e implora  libertad. Ofrezcámosles el Evangelio con valor.

Los pobres. Amarlos significa luchar contra todas las pobrezas, espirituales y materiales. Dedicad tiempo y energía a los últimos, sin temor a ensuciaros las manos. Como apóstoles de la caridad,  llegad a las periferias humanas y existenciales de vuestras diócesis.

Finalmente, queridos hermanos, desconfiad, os lo ruego, de la tibieza que conduce a la mediocridad y a la pereza; de la tranquilidad que esquiva el sacrificio; de la prisa pastoral que conduce a la intolerancia; de la abundancia de bienes que desfigura el Evangelio. Os deseo en cambio la santa inquietud por el Evangelio, la única inquietud que da paz. Os agradezco por la escucha y os bendigo, en la alegría de teneros como los más queridos entre los hermanos. Y os pido, por favor, que no os olvidéis de rezar y de hacer que recen por mí. Gracias.

 

 

 

10/09/2018-16:29
Rosa Die Alcolea

Abuso sexual de menores: "Importancia primordial" de escuchar a las víctimas

(ZENIT — 10 sept. 2018).- La Comisión Pontificia para la Protección de los Menores reunió en Roma del 7 al 9 de septiembre de 2018, para celebrar la 9a Asamblea Plenaria.

En el comunicado emitido por la Comisión al término de las jornadas, señalan que la el Papa Francisco ha enfatizado la "importancia primordial" de escuchar a las víctimas/supervivientes y de tener sus historias de vida como guías de la respuesta de la Iglesia para proteger a los menores del abuso sexual.

En esta línea, los miembros de la Comisión contaron con el testimonio de dos personas que sufrieron abuso sexual por parte del clero: una víctima/superviviente y la madre de dos adultos supervivientes que fueron abusados cuando eran niños.

El grupo de expertos dedicados a Trabajando con Supervivientes presentó una serie de proyectos piloto —el primero de los cuales será en Brasil—, que serán un mecanismo para crear "ambientes seguros y procesos transparentes" a través de los cuales las personas que han sido abusadas puedan dar un paso adelante.

En esta asamblea, el grupo que supervisa Educación y Formación ha expuesto una serie de futuras iniciativas en seminarios de formación y conferencias que son una parte esencial para promover la concienciación y la responsabilidad de las políticas de protección a nivel local.

A continuación, ofrecemos el comunicado publicado por la Comisión Pontificia tras la celebración de la Asamblea.

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La Comisión Pontificia para la Protección de los Menores concluye su Asamblea Plenaria

La 99 Asamblea Plenaria ordinaria de la Comisión Pontificia para la Protección de los Menores se reunió en Roma del 7 al 9 de septiembre de 2018.

El Santo Padre ha enfatizado la importancia primordial de escuchar a las víctimas/supervivientes y de tener sus historias de vida como guías de la respuesta de la Iglesia para proteger a los menores del abuso sexual. Los miembros de la Comisión iniciaron su encuentro dos testimonios de personas que han sufrido el abuso sexual por parte del clero: una víctima/superviviente y la madre de dos adultos supervivientes que fueron abusados cuando eran niños. La Comisión les agradece que hayan compartido sus historias con nosotros, el coraje de su testimonio y su contribución al proceso de aprendizaje.

Los miembros reflexionaron también sobre los recientes acontecimientos en la Iglesia a nivel mundial que han afectado negativamente a muchas personas, incluidas víctimas/supervivientes, familias y comunidad de creyentes. Las cuestiones que han surgido en los meses recientes no solo centran la atención pública en la gravedad de los abusos, sino que son una oportunidad para llamar a la gente a la misión de la prevención, de forma que el futuro sea diferente a nuestra historia. El punto de partida de la Comisión no es investigar abusos; nuestro punto de partida es la prevención de los abusos.

 

Trabajando con Supervivientes

Durante la Asamblea Plenaria, el grupo de expertos dedicados a Trabajando con Supervivientes anunciaron la puesta en marcha de una serie de proyectos piloto, el primero de los cuales será en Brasil. Continuando con el trabajo de los miembros fundadores, estos proyectos son un mecanismo para crear ambientes seguros y procesos transparentes a través de los cuales las personas que han sido abusadas puedan dar un paso adelante. Gracias a estos survivor advisory panels se espera que las autoridades de la Iglesia local también se beneficien del input directo de las víctimas/supervivientes sobre cómo mejorar las políticas de protección de menores y prevención de abusos.

 

Responsabilidad Local

Desde el encuentro del pasado mes de abril, los miembros de la Comisión han participado en más de 100 workshops sobre protección de menores.

El grupo que supervisa Educación y Formación ha expuesto una serie de futuras iniciativas en seminarios de formación y conferencias que son una parte esencial para promover la concienciación y la responsabilidad de las políticas de protección a nivel local.

En abril de 2019, la Comisión patrocinará una Conferencia sobre Protección para los Responsables de la Iglesia en Europa Central y Europa del Este. También en abril de 2019, junto con la Conferencia Episcopal Brasileña, la Comisión ofrecerá una semana de formación en protección destinada a obispos y formadores en Aparecida, Brasil. En noviembre de 2019, los miembros han sido invitados a intervenir en un encuentro del CELAM en México. En 2020, la Comisión co-patrocinará un Congreso sobre Protección de Menores destinado a los que trabajan en el ámbito eclesial y la sociedad civil de las Américas, en Bogotá, Colombia.

El grupo de trabajo Líneas Básicas y Normas de Protección compartió sus progresos el desarrollo de instrumentos de auditoría para ofrecer a las Conferencias Episcopales locales y contribuir así a la supervisión de sus políticas y mecanismos de protección.

 

Trabajando con la Santa Sede

La colaboración con las entidades de la Santa Sede y la Curia Romana es también una parte integral del mandato de la Comisión en su ayuda al Santo Padre. Durante la Plenaria, algunos miembros tuvieron la oportunidad de hablar en los dos cursos para obispos ordenados en el último año: uno organizado por la Congregación para la Evangelización de los Pueblos y otro organizado por la Congregación para los Obispos.

La presentación de la Comisión contó con numerosos participantes y fue bien acogida. Los miembros agradecen a los Prefectos de estas Congregaciones, el Cardenal Filoni y el Cardinal Ouellet, y a sus colaboradores estos encuentros y la sólida atención que prestan a este aspecto fundamental en la misión de proteger a los menores.

Durante las próximas semanas la Comisión también mantendrá encuentros con la Congregación para la Doctrina de la Fe y con la Conferencia Episcopal Italiana para continuar fortaleciendo la colaboración en la protección de los menores.

 

El 30° aniversario de la Convención sobre los Derechos del Niño

El 20 de noviembre de 2019 se celebrará el 30° aniversario de la Convención sobre los Derechos del Niño, el cual ha sido ratificado por 196 estados parte, incluida la Santa Sede. La Comisión trabajará activamente con varias entidades para dar forma a esta oportunidad de crear conciencia sobre la protección de los niños.

La Comisión Pontificia para la Protección de los Menores fue creada por el Papa Francisco en marzo de 2014 para proponer las iniciativas más oportunas para la protección de todos los menores y adultos vulnerables, y para promover la responsabilidad local en las Iglesias particulares.

 

 

10/09/2018-18:42
Rosa Die Alcolea

El Papa en Santa Marta: "¿Ustedes son cristianos y viven así?"

(ZENIT — 10 sept. 2018).- "Hermanos, por todas partes oímos hablar de la inmoralidad entre ustedes, y de una inmoralidad que ni siquiera se encuentra entre los paganos. ¿Pero ustedes son cristianos y viven así?": Es la frase que ha tomado el Papa de la Primera Carta de San Pablo Apóstol a los Corintios para su reflexión en la Misa matutina de Santa Marta.

Francisco ha indicado que la novedad del Evangelio "es absoluta, es total": Nos lleva a todos, porque "nos transforma desde dentro hacia fuera: el espíritu, el cuerpo y la vida cotidiana", ha explicado a los fieles presentes esta mañana, 10 de septiembre de 2018, en la Capilla de la Casa Santa Marta.

En este sentido —afirma el Papa—, la novedad del Evangelio es la resurrección de Cristo, es el Espíritu quien nos ha enviado "para acompañarnos en la vida". Los cristianos somos hombres y mujeres de novedad, no de las novedades.

 

Doble vida

El Pontífice ha señalado que, Pablo se dirige a los cristianos constatando que muchos de ellos llevan "una doble vida" y está muy enfadado con ellos, que se jactaban de ser "cristianos abiertos" y en la cual "la confesión de Jesucristo iba de la mano de una inmoralidad tolerada".

Las personas que Pablo condena "son personas tibias, inmorales, (...) son personas que simulan, son personas formales, son personas hipócritas", ha matizado Francisco. "La llamada de Jesús es una llamada a la novedad", ha reiterado.

"Alguien puede decir: 'Pero, padre, somos débiles, somos pecadores...' — Ah, eso es otra cosa. Si tu aceptas que eres pecador y débil, Él te perdona, porque parte de la novedad del Evangelio es confesar que Jesucristo vino para el perdón de los pecados. Pero si tú, que dices ser cristiano, convives con estas novedades mundanas, no, esto es hipocresía. Esa es la diferencia. Y Jesús nos había dicho en el Evangelio: 'Tengan cuidado cuando les digan: el Cristo está allí, está allí, está allí....'. Las novedades son estas: no hay salvación con esto, con esto...". Cristo es uno solo. Y Cristo es claro en su mensaje".

 

 

10/09/2018-17:22
Rosa Die Alcolea

Consejo de Cardenales: "Solidaridad total" con el Papa Francisco

(ZENIT — 10 sept. 2018).- Los nueve obispos que forman el Consejo de Cardenales del Papa Francisco (C9) muestran una "solidaridad total" con el Santo Padre frente a lo sucedido en las últimas semanas, conscientes de que "en el debate actual la Santa Sede está a punto de hacer las aclaraciones necesarias".

Así lo expresan en el comunicado, difundido por la Oficina de Prensa de la Santa Sede, al término de la sesión de apertura de la XXVI reunión de trabajo, celebrada esta mañana, 10 de septiembre de 2018, en presencia del Papa Francisco.

Los trabajos del Consejo de Cardenales (C9) continuarán hasta el miércoles 12 de septiembre de 2018, según informó la Oficina de Prensa de la Santa Sede.

Los prelados, en la primera jornada de su 26a sesión, han entregado al Santo Padre la propuesta sobre la reforma de la Curia Romana, elaborada en los cinco primeros años de actividad.

 

Revisión del Consejo

Los miembros del Consejo han pedido al Papa una reflexión sobre el trabajo que realizan, dada la continuidad del mismo, también sobre la estructura y composición del propio Consejo, teniendo también en cuenta la edad avanzada de algunos miembros.

Asimismo, los Cardenales expresaron su satisfacción por el éxito del IX Encuentro Mundial de Familias en Dublín, felicitando también al Cardenal Kevin J. Farrell y al Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, quienes junto con el Arzobispo Diarmuid Martin organizaron el evento.

 

Miembros del Consejo

El Consejo de Cardenales está formado por nueve prelados: Mons. Giuseppe Bertello, presidente de la Comisión Pontificia para el Estado de la Ciudad del Vaticano; Mons. Francisco Javier Errazuriz Ossa, arzobispo emérito de Santiago, Chile; Mons. Oswald Gracias, arzobispo de Bombay; Mons. Reinhard Marx, arzobispo de Munich; Mons. Laurent Monsengwo Pasinya, arzobispo de Kinshasa, Congo; Mons. Sean Patrick O'Malley, arzobispo de Boston; Mons. George Pell, prefecto de la Secretaría de Economía (no presente, en Australia); Mons. Oscar Andrés Rodríguez Maradiaga, arzobispo de Tegucigalpa, Honduras; y Mons. Pietro Parolin, Secretario de Estado del Vaticano.

El Consejo de Cardenales es un organismo consultivo dentro de la Iglesia Católica creado por Francisco, formado por un grupo permanente de cardenales que tiene como misión aconsejar al Pontífice en el gobierno de la Iglesia, siendo cada miembro libre de hacer sus propias sugerencias.

La primera reunión se celebró del 1 al 3 de octubre de 2013, y la última del 11 al 13 de junio de este año, informa Vatican News'.

 

 

10/09/2018-12:12
Rosa Die Alcolea

Ángelus: Jesús vino a liberar el corazón, "núcleo profundo" de la persona

(ZENIT — 10 sept. 2018).- Es precisamente el corazón, es decir, el "núcleo profundo de la persona" —aclara el Santo Padre—, lo que Jesús vino a "abrir", a liberar, para permitirnos vivir plenamente la relación con Dios y con los demás.

El Papa rezó el Ángelus ayer, domingo, 9 de septiembre de 2018, desde la ventana de su estudio en el Palacio Apostólico Vaticano ante miles de fieles reunidos en la plaza de San Pedro para la habitual cita dominical.

Francisco anunció que Jesús nos revela el secreto de un milagro que nosotros también podemos repetir, "convirtiéndonos en protagonistas del Effatá, de esa palabra "Ábrete" con la que devolvió la palabra y el oído al sordomudo": Se trata de abrirnos a las necesidades de nuestros hermanos que sufren y atraviesan por dificultades, evitando el egoísmo y el cierre del corazón.

El Hijo de Dios es "un hombre insertado en la realidad humana", explicó el Papa. "Se hizo hombre, por lo tanto, puede comprender la condición dolorosa de otro hombre e interviene con un gesto en el que está involucrada su propia humanidad".

Estas fueron las palabras del Santo Padre al presentar la oración mariana:

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Antes del Ángelus

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

El Evangelio de este domingo (véase Me 7, 31-37) refiere el episodio de la curación milagrosa de un sordomudo, cumplida por Jesús. Le llevaron un sordomudo, rogándole que le impusiera la mano. Pero en cambio, Jesús hace varios gestos: antes que nada, lo aleja de la multitud. En esta ocasión, como en otras, Jesús siempre actúa discretamente. No quiere impresionar a la gente, no busca popularidad ni éxito, solo quiere hacer el bien a las personas. Con esta actitud, nos enseña que el bien debe hacerse sin clamores, sin ostentación, sin "hacer sonar la trompeta". Debe hacerse en silencio.

Cuando estaban solos, Jesús puso sus dedos en las orejas del sordomudo y con su saliva tocó su lengua. Este gesto recuerda la Encarnación. El Hijo de Dios es un hombre insertado en la realidad humana: se hizo hombre, por lo tanto, puede comprender la condición dolorosa de otro hombre e interviene con un gesto en el que está involucrada su propia humanidad. Al mismo tiempo, Jesús quiere dejar claro que el milagro ocurre a causa de su unión con el Padre: para esto, levantó la mirada al cielo. Luego suspiró y pronunció la palabra decisiva: Effatá, que significa "Ábrete". E inmediatamente el hombre fue sanado: sus orejas se abrieron, su lengua se soltó. La curación fue para él una "apertura" a los demás y al mundo.

Este relato del Evangelio subraya la necesidad de una doble curación. En primer lugar, la curación de la enfermedad y del sufrimiento físico, para devolver la salud del cuerpo; aunque esta finalidad no es completamente alcanzable en el horizonte terrenal, a pesar de tantos esfuerzos de la ciencia y la medicina. Pero hay una segunda curación, tal vez más difícil, y es la curación del miedo. La curación del miedo que nos empuja a marginar a los enfermos, a marginar a los que sufren, a los discapacitados. Y hay muchas maneras de marginar, incluso con una pseudo- piedad o con la remoción del problema; nos quedamos sordos y mudos frente a los dolores de las personas marcadas por la enfermedad, la angustia y la dificultad. Demasiadas veces, los enfermos y los que sufren se convierten en un problema, mientras deberían ser una ocasión para expresar la solicitud y la solidaridad de una sociedad hacia los más débiles.

Jesús nos ha revelado el secreto de un milagro que nosotros también podemos repetir, convirtiéndonos en protagonistas del Effatá, de esa palabra "Ábrete" con la que devolvió la palabra y el oído al sordomudo. Se trata de abrirnos a las necesidades de nuestros hermanos que sufren y atraviesan por dificultades, evitando el egoísmo y el cierre del corazón. Es precisamente el corazón, es decir, el núcleo profundo de la persona, lo que Jesús vino a "abrir", a liberar, para permitirnos vivir plenamente la relación con Dios y con los demás. Se hizo hombre para que el hombre, que se había vuelto en su interior sordo y mudo por el pecado, pudiera escuchar la voz de Dios, la voz del Amor que habla a su corazón, y así aprender a hablar a su vez el lenguaje del amor, traduciéndolo en gestos de generosidad y entrega.

¡Qué María, aquella que se "abrió" totalmente al amor del Señor, obtenga que podamos experimentar todos los días, en la fe, el milagro del Effatá, para vivir en comunión con Dios y con nuestros hermanos y hermanas!

© Librería Editorial Vaticano

 

 

10/09/2018-12:44
Redacción

Beatificación de Elisabeth Eppinger: El Papa aplaude a una mujer "valiente y sabia"

(ZENIT — 10 sept. 2018).- El Pontífice saludó la beatificación de Alfonsa María Eppinger, fundadora de las Hermanas del Santísimo Salvador, tras la oración del Ángelus, ayer, domingo 10 de septiembre de 2018.

Demos gracias a Dios por esta mujer valiente y sabia —indicó Francisco— que, sufriendo, callando y orando, fue testigo del amor de Dios sobre todo con aquellos que estaban enfermos en cuerpo y espíritu, y a continuación animó a todos los fieles allí presentes a dar un aplauso a la beata.

Siguen las palabras del Santo Padre después del rezo del Ángelus, publicadas por la Oficina de Prensa de la Santa Sede.

***

 

Después del Ángelus

Queridos hermanos y hermanas:

Ayer, en Loreto, en el Santuario Pontificio de la Santa Casa, se celebró la Fiesta de la Natividad de María y comenzó la propuesta de espiritualidad para las familias: la Casa de María, casa de cada familia. Confiemos a la Santísima Virgen las iniciativas del santuario y cuántos, de diversas maneras, tomarán parte.

Hoy, en Estrasburgo, se celebra la beatificación de Alfonsa María Eppinger, fundadora de las Hermanas del Santísimo Salvador. Demos gracias a Dios por esta mujer valiente y sabia que, sufriendo, callando y orando, fue testigo del amor de Dios sobre todo con aquellos que estaban enfermos en cuerpo y espíritu. ¡Un aplauso a la nueva beata todos juntos!

Saludo con afecto a todos vosotros, romanos y peregrinos de diferentes países: familias, grupos parroquiales, asociaciones.

Saludo a los fieles de la diócesis de Como, a los jóvenes participantes en el encuentro promovido por L'Opera della Chiesa, a los que se confirman en Prevalle.

Os deseo a todos un buen domingo. Y por favor, no os olvidéis de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta pronto!

© Librería Editorial Vaticano

 

 

10/09/2018-06:34
Isabel Orellana Vilches

San Juan Gabriel Perboyre, 11 de septiembre

«Presbítero francés, integrante de la Congregación de la Misión. Apasionado por Cristo, aspiró al martirio que obtuvo en la misión de China en medio de atroces sufrimientos»

Su espeluznante martirio en la misión de China, plagado de torturas, puede equipararse por su refinada crueldad a otros estremecedores que tantas veces han segado la vida de los fieles seguidores de Cristo. Era natural de Puech de Montgesty, Francia, donde nació el 6 de enero de 1802. Fue el primogénito de ocho hermanos. Al parecer, su vocación al martirio como misionero se suscitó siendo niño ante la encendida prédica que un sacerdote hizo en una de las iglesias que solía frecuentar. Que ingresara en la Congregación de la Misión era algo comprensible ya que un tío paterno formaba parte de la misma, y sus allegados vivían este hecho como una bendición. Gran parte de los varones de la familia fueron ordenados sacerdotes. Poco antes de cumplir los 15 años, Juan Gabriel afirmó que quería ser misionero. Y cumplió su deseo ingresando en el seminario de Montauban, regido por los padres lazaristas que estaban impregnados del carisma de san Vicente de Paúl. En realidad él fue como simple acompañante de su hermano pequeño Luis, con la idea de permanecer allí por una temporada. Pero se sintió llamado al sacerdocio y a lo largo del noviciado ratificó su anhelo de derramar su sangre por amor a Cristo.

Fue ordenado en septiembre de 1825 por el obispo de Montauban, y aunque le urgía partir a las misiones tuvo que esperar doce años para cumplir su sueño. Quiso ocupar el lugar de su hermano Luís que había muerto de unas fiebres mientras navegaba rumbo a China. Pero no gozaba de buena salud, y sus superiores lo nombraron subdirector del noviciado de París después de haber ejercido la docencia brillantemente en el seminario de Saint-Flour. Hasta allí llegaban noticias del martirio de otros hermanos que no hacían más que alimentar su deseo de morir por Cristo. Ante las prendas que vestía el P. Clet, uno de los religiosos que había alcanzado esa palma añorada por él, manifestó:

«He aquí el hábito de un mártir... ¡cuánta felicidad si un día tuviéramos la misma suerte» [...]. «Rezad para que mi salud se fortifique y que pueda ir a la China, a fin de predicar a Jesucristo y de morir por Él».

Pero sus hermanos ya conocían su afán por restablecerse físicamente para que su débil constitución no le impidiera viajar a China, difundir allí el Evangelio y obtener la corona martirial. No ocultaba que había ingresado en la Orden con ese exclusivo fin.

Finalmente, como en 1835 los médicos autorizaron su partida, los superiores dieron también su visto bueno. El intrépido apóstol llego a Macao en marzo de 1836. Estudió con verdadero ahínco la lengua china y adoptó las costumbres y vestimenta de los ciudadanos, rapándose la cabeza y dejando crecer su pelo y bigotes. Los dos años que permaneció en Ho-nan y en Hu-pé se caracterizaron por una intensa acción apostólica entre los niños abandonados a los que asistía, alimentaba e instruía. Las duras inclemencias del tiempo no le detuvieron. Padeció innumerables fatigas, entre otras, las provenientes de sus agotadores desplazamientos que solía realizar a pie o bien en carretas tiradas por bueyes, siempre alegre, sin importarle pasar hambre y sed, o mantenerse en un estado de vigilia. «Hay que ganarse el cielo con el sudor de la frente» , decía. Todo se le hacía poco para poder transmitir el amor a Cristo: su única pasión: « Jesucristo es el gran maestro de la ciencia; sólo Él da la verdadera luz. Toda ciencia que no procede de Él y no conduce a Él es vana, inútil y peligrosa. No hay más que una sola cosa importante: conocer y amar a Jesucristo».Con su gracia superó momentos de desánimo que le asaltaron alguna vez.

En 1839 se desató una persecución y los misioneros de la comunidad de Hu-pé donde Juan Gabriel estaba destinado, tuvieron que huir. Llegaba su momento; se hallaba preparado. Tanto su familia como su superior conocían su absoluta disponibilidad a cumplir la voluntad divina, su deseo de unirse al Redentor. El valeroso misionero había escrito a su padre anticipándose a darle consuelo ante la más que previsible muerte que sabía que le aguardaba y que ansiaba: «Si tuviéramos que sufrir el martirio, sería una gracia grande que se nos concedería; es algo para desear, no para temer». Y al superior general le transmitía su paz con la sabiduría encarnada en Cristo, fruto de su oración, exponiendo con claridad lo que conocía sobradamente acerca de la vida misionera; de forma implícita ratificaba su cotidiano abrazo a la cruz y su serena espera ante el martirio:«No sé qué me reservará el futuro. Sin duda muchas cruces. Es la cruz el pan cotidiano del misionero».

No era temerario. Y cuando todos huyeron, él se refugió en un bosque. Pero un mandarín convertido lo delató por treinta taéis, moneda china. A partir de ese instante los atroces suplicios que tuvo que sufrir fueron indecibles. En un papel impregnado de sangre escribió a la comunidad narrando parte de lo que había padecido hasta ese momento, dando respuesta a la petición el P. Rizzolati. Le torturaron salvajemente con tal de lograr que apostatase de su fe en Cristo. Pero él se mantuvo inalterable, sin proferir ninguna queja. Como sobrevivía a los crueles tormentos, lo encarcelaban para volver a atormentarlo con más violencia si cabe. El virrey no logró que pisoteara el crucifijo. Y el 11 de septiembre de 1840 después de haber permanecido aherrojado con grilletes y haber sido tratado con tanta ferocidad en Ou-tchang-fou,lo ataron a un madero en forma de cruz muriendo estrangulado. Tenía 38 años. León XIII lo beatificó el 10 de noviembre de 1889. Juan Pablo II lo canonizó el 2 de junio de 1996. Sus restos reposan en París, en la capilla de la sede general de su Congregación.