Servicio diario - 29 de noviembre de 2018


 

Océano Índico: Cinco obispos realizan la Visita 'ad Limina Apostolorum'
Rosa Die Alcolea

Santa Marta: "Alejémonos de la paganización de la vida" invita el Papa
Rosa Die Alcolea

"¿Dios ya no vive aquí?": Mensaje del Papa en el Congreso de bienes eclesiásticos
Rosa Die Alcolea

Regnum Christi: Acuerdan con la Santa Sede el texto del Estatuto de la futura federación
Redacción

El Por qué de la JMJ: Encuentro
Redacción

San Andrés Apóstol, 30 de noviembre
Isabel Orellana Vilches


 

 

 

29/11/2018-15:22
Rosa Die Alcolea

Océano Índico: Cinco obispos realizan la Visita 'ad Limina Apostolorum'

(ZENIT — 29 nov. 2018).- En la mañana del jueves, 29 de noviembre de 2018, el Papa ha recibido a los obispos de la Conferencia Episcopal del Océano Índico, con motivo de su Visita ad Limina Apostolorum , en el Vaticano.

Son 5 los obispos de esta Conferencia Episcopal que han visitado al Sucesor de Pedro: Monseñor Gilbert Aubry, obispo de Saint-Denis de la Réunion (Reunión); Mons. Alain Harel, vicario apostólico de Rodrigues (Mauricio), el cardenal Maurice Piat, obispo de Port Louis (Mauricio), Mons. Charles Mahuza Yaya, Vicario apostólico del archipiélago de las Comoras y Mons. Denis Wiehe, Obispo de Port Vittoria o Seychelles (Las Seychelles).

 

Ad Limina Apostolorum

Durante la Visita ad Limina Apostolorum, cada Obispo da cuenta al Papa del estado moral y espiritual de su diócesis y todo lo relacionado con su gobierno.

En las visitas ad Limina que los obispos de un país hacen en un lapso de cinco a diez años, rezan en Roma ante las tumbas de Pedro y de Pablo y renuevan su fidelidad al Pontífice.

 

 

29/11/2018-14:10
Rosa Die Alcolea

Santa Marta: "Alejémonos de la paganización de la vida" invita el Papa

(ZENIT — 29 nov. 2018).- Llegará el día —ha dicho Francisco— en el que el Señor dirá: "basta. Ésta es la crisis de una civilización que se cree orgullosa, suficiente, dictatorial y termina así".

El Santo Padre ha reflexionado esta mañana, 29 de noviembre de 2018, sobre destrucción y confianza; sobre derrota y victoria, en la Eucaristía celebrada en la Capilla de la Casa Santa Marta, en el Vaticano.

De la Primera Lectura, del Libro del Apocalipsis de San Juan Apóstol, el Papa ha destacado que describe la destrucción de Babilonia, la ciudad bella, símbolo de la mundanidad, "del lujo, de la autosuficiencia y del poder de este mundo".

Asimismo, ha comentado del la Segunda Lectura, del Evangelio según San Lucas, que "relata la devastación de Jerusalén, la Ciudad Santa".

En el día del juicio, la "gran prostituta" caerá —ha anunciado el Papa— Babilonia será destruida con un grito de victoria, condenada por el Señor y dejará ver su verdad: "Cueva de demonios, refugio de todo espíritu impuro". Bajo su magnificencia mostrará la corrupción, sus fiestas se presentarán como falsa felicidad. Su destrucción será violenta y "nadie más la encontrará".

Del mismo, el Pontífice ha relatado cómo caerá Jerusalén: Verá su ruina por otro tipo de corrupción, "la corrupción de la infidelidad al amor; no ha sido capaz de reconocer el amor de Dios en su Hijo". La Ciudad Santa "será pisoteada por los paganos", castigada por el Señor, porque ha abierto las puertas de su corazón a los paganos.

En esta línea, Francisco ha meditado: “Existe la paganización de la vida, en nuestro caso, cristiana. ¿Vivimos como cristianos? Parece que sí. Pero en verdad, nuestra vida es pagana, cuando suceden estas cosas, cuando entra en esta seducción de Babilonia y Jerusalén vive como Babilonia”.

"¿Tú eres cristiano? ¿Tú eres cristiana? ¿Vives como cristiano? No se puede mezclar el agua con el aceite. Siempre diverso. El fin de una civilización contradictoria en sí misma que dice ser cristiana y vive como pagana", ha dicho en la homilía.

En conclusión, el Santo Padre ha invitado a pensar en "las Babilonias de nuestro tiempo", en los tantos Imperios poderosos, por ejemplo del siglo pasado, que se han derrumbado. "Y así terminarán también las grandes ciudades de hoy y así terminará nuestra vida, si seguimos por este camino de paganización", ha prevenido a los fieles.

"Permanecen sólo aquellos que ponen su esperanza en el Señor. Entonces, abramos el corazón con esperanza y alejémonos de la paganización de la vida" ha sido el llamamiento del Papa este jueves, 28 de noviembre.

 

 

29/11/2018-14:47
Rosa Die Alcolea

"¿Dios ya no vive aquí?": Mensaje del Papa en el Congreso de bienes eclesiásticos

(ZENIT — 29 nov. 2018).- ¿Dios ya no vive aquí? Cesión de lugares de culto y gestión integrada de los bienes culturales eclesiásticos es el título del Congreso organizado por el Consejo Pontificio para la Cultura, en colaboración con la Pontificia Universidad Gregoriana y la Conferencia Episcopal Italiana, que se celebra estos días en Roma.

Durante los días 29 y 30 de noviembre, un grupo de personas estudian sobre este campo en la Universidad Gregoriana. El Mensaje del Santo Padre ha sido leído en la apertura de los trabajos por el cardenal Gianfranco Ravasi, Presidente del Consejo Pontificio para la Cultura.

"El sentido común de los fieles percibe en los entornos y los objetos destinados al culto la permanencia de una suerte de huella que no desaparece incluso después de que hayan perdido ese destino", ha explicado el Santo Padre.

Una idea que el Pontífice ha querido comunicar a los congresistas es que los bienes culturales eclesiásticos son "testigos de la fe de la comunidad que los ha producido a lo largo de los siglos y, por este motivo, son a su manera instrumentos de evangelización que se añaden a los instrumentos ordinarios del anuncio, de la predicación y de la catequesis".

Además —continúa el Papa— los bienes culturales se destinan a las actividades caritativas de la comunidad eclesial; "en caso de necesidad deben servir al mayor bien del ser humano y especialmente al servicio de los pobres", asegura Francisco.

 

Liturgia, evangelización y caridad

Asimismo, Francisco ha citado en su mensaje algunas enseñanzas de Pablo VI y Juan Pablo II, pontífices sensibles con este tema, y ha señalado que "siguiendo el pensamiento del Magisterio eclesial, casi podemos elaborar un discurso teológico" sobre los bienes culturales, considerando que ocupan un lugar "en la liturgia sagrada, en la evangelización y en el ejercicio de la caridad".

Francisco ha concluido asegurando que "también la construcción de una iglesia o su nuevo destino no son operaciones que pueden tratarse solamente desde un punto de vista técnico o económico, sino que deben evaluarse según el espíritu de profecía".

Así, "a través de ellas, en efecto, pasa el testimonio de la fe de la Iglesia, que recibe y valoriza la presencia de su Señor en la historia", ha matizado.

RD

A continuación publicamos el mensaje que el Santo Padre Francisco ha enviado a los participantes en el congreso:

***

 

Mensaje del Santo Padre

Al venerable hermano
Cardenal Gianfranco Ravasi
Presidente del Consejo Pontificio para la Cultura.

Saludo cordialmente a los participantes en el congreso, convocado por el Consejo Pontificio para la Cultura, en colaboración con la Conferencia Episcopal Italiana y la Pontificia Universidad Gregoriana, sobre la cesión de las iglesias y su reutilización eclesial y sobre la gestión de los bienes culturales integrada en la pastoral ordinaria, y expreso mi gratitud a los ilustres oradores y organizadores de la iniciativa.

San Pablo VI, pastor muy sensible a los valores de la cultura, dirigiéndose a los participantes en una conferencia de archivistas eclesiásticos, dijo que cuidar de los documentos es equivalente a dar culto a Cristo, a tener sentido de la Iglesia, narrando a nosotros mismos y a quiénes vendrán después la historia del «transitus Domini» en el mundo (véase Discurso a los archivistas eclesiásticos, 26 de septiembre de 1963: Enseñanzas, I [1963], 615). Esta acertada frase puede extenderse, naturalmente, a todos los bienes culturales de la Iglesia.

También San Juan Pablo II, particularmente atento a la relevancia pastoral del arte y de los bienes culturales , dijo: « Al formular sus proyectos pastorales, las Iglesias particulares han de utilizar adecuadamente los propios bienes culturales. En efecto, éstos tienen una singular capacidad para ayudar a las personas a percibir más claramente los valores del espíritu y, testimoniando de diferentes modos la presencia de Dios en la historia de los hombres y en la vida de la Iglesia, disponen los corazones a acoger la novedad evangélica. »(Discurso en la Asamblea Plenaria de la Comisión Pontificia de los bienes culturales  de la Iglesia, 31 de marzo de 2000: Enseñanzas XXIII [2000], 505). Yo mismo he intentado dar una expresión social más marcada a la estética teológica, afirmando, por ejemplo, en la encíclica Laudato si’, que “prestar atención a la belleza y amarla nos ayuda a salir del pragmatismo utilitarista” (n.215); así como recordando, en un discurso ante las Academias Pontificias, la importancia del trabajo de los arquitectos y de los  artistas en la recalificación y renacimiento de las periferias urbanas y, en general, en la creación de contextos urbanos que salvaguarden la dignidad del hombre (cf. Mensaje a los participantes en la XXI  Sesión Pública de las Academias Pontificias, 6 de diciembre de 2016).

Por lo tanto, siguiendo el pensamiento del Magisterio eclesial, casi podemos elaborar un discurso teológico sobre los bienes culturales, considerando que ocupan un lugar en la liturgia sagrada, en la evangelización y en el ejercicio de la caridad. De hecho, forman parte,  en primer lugar de esas “cosas” (res) que son (o han sido) instrumentos del culto, “signos santos” según la expresión del teólogo Romano Guardini (Lo spirito  della liturgia. I santi segni, Brescia 1930, 113-204), “res ad sacrum cultum pertinentes”, de acuerdo con la definición de la Constitución conciliar Sacrosanctum Concilium (No. 122). El sentido común de los fieles percibe en los entornos y los objetos destinados al culto la permanencia de una suerte de huella que no desaparece incluso después de que hayan perdido ese destino.

Además, los bienes culturales eclesiásticos son testigos de la fe de la comunidad que los ha producido a lo largo de los siglos y, por este motivo, son a su manera instrumentos de evangelización que se añaden a  los instrumentos ordinarios del anuncio, de la predicación y de la catequesis. Pero esta elocuencia original suya puede conservarse incluso cuando ya no se usan en la vida ordinaria del pueblo de Dios, en particular a través de una adecuada exposición museística, que no los considere solo documentos de la historia del arte, sino que les devuelva casi una nueva vida para que puedan continuar desempeñando una misión eclesial.

Por último, los bienes culturales se destinan a las actividades caritativas de la comunidad eclesial. Se ve claramente, por ejemplo, en la Passio del mártir romano Lorenzo, donde se narra que "habiendo recibido la orden de entregar los tesoros de la Iglesia, mostró al tirano, bromeando, los pobres, que habían alimentado y vestido con los bienes dados en limosnas "(Martyrologium Romanum, editio altera, Typis Vaticanis 2004, 444). Y la iconografía sagrada a menudo ha interpretado esta tradición mostrando a San Lorenzo en el acto de vender los preciosos objetos de culto y de distribuir las ganancias conseguidas a los pobres. Esto constituye una enseñanza eclesial constante que, si bien inculca el deber de protección y conservación de los bienes de la Iglesia, y en particular de los bienes culturales , declara que no tienen un valor absoluto, sino que en caso de necesidad deben servir al mayor bien del ser humano y especialmente al servicio de los pobres.

Vuestro congreso se celebra, pues, oportunamente en estos días. La constatación de que muchas iglesias, necesarias hasta hace algunos años, ahora ya no lo son, debido a la falta de fieles y del clero, o a una distribución diferente de la población en las ciudades y en las áreas rurales, debe ser vista en la Iglesia no con ansiedad, sino como un signo de los tiempos que nos invita a la reflexión y nos obliga a adaptarnos. Es lo que de alguna manera afirma la Exhortación Apostólica Evangelii gaudium cuando, sosteniendo la superioridad del tiempo sobre el espacio, declara que "El tiempo rige los espacios, los ilumina y los transforma en eslabones de una cadena en constante crecimiento, sin caminos de retorno" (No. 223).

Esta reflexión, iniciada desde hace tiempo a nivel técnico en el ámbito académico y profesional, ya ha sido abordada por algunos episcopados. La contribución de este congreso es ciertamente la de hacer que las personas perciban la amplitud de la problemática, pero también la de compartir experiencias virtuosas, gracias a la presencia de los delegados de las Conferencias Episcopales de Europa y de algunos países de América del Norte y Oceanía.

El congreso ciertamente dará sugerencias e indicará líneas de acción, pero las decisiones concretas y últimas tocan a los obispos. A ellos les recomiendo encarecidamente que cada decisión sea el resultado de una reflexión coral llevada a cabo dentro de la comunidad cristiana y en diálogo con la comunidad civil. La cesión no debe ser la primera y la única solución en la que pensar, ni jamás debe llevarse a cabo con escándalo de fieles. En el caso de que fuera necesario, debería incluirse a tiempo en la programación pastoral ordinaria, ir precedida de una información adecuada y ser lo más posible compartida.

En el Primer Libro de los Macabeos leemos que, una vez liberada Jerusalén y restaurado el templo profanado por los paganos, los libertadores, que tenían que decidir el destino de las piedras del antiguo altar derribado, prefirieron depositarlas en un lugar "hasta que surgiera un profeta que diera respuesta sobre ellas " (4,46). También la construcción de una iglesia o su nuevo destino no son operaciones que pueden tratarse solamente desde un punto de vista técnico o económico, sino que deben evaluarse según el espíritu de profecía: a través de ellas, en efecto, pasa el testimonio de la fe de la Iglesia, que recibe y valoriza la presencia de su Señor en la historia.

Mientras deseo los mejores resultados del congreso, le imparto de todo corazón, a Usted querido hermano, a los colaboradores, a los oradores y todos los participantes la bendición apostólica.

Desde el Vaticano, 29 de noviembre de 2018.

FRANCISCO

© Librería Editorial Vaticano

 

 

29/11/2018-15:04
Redacción

Regnum Christi: Acuerdan con la Santa Sede el texto del Estatuto de la futura federación

(ZENIT – 29 nov. 2018).- Desde el 27 de noviembre hasta el 5 de diciembre de 2018, noventa representantes de las diferentes vocaciones que forman el Regnum Christi –legionarios de Cristo, consagradas, laicos Consagrados y seglares– se reúnen en Roma para la segunda parte de la Asamblea General con la presencia del asistente pontificio, P. Gianfranco Ghirlanda, jesuita.

El Regnum Christi recorre desde 2010 un “camino de renovación de la mano de la Santa Sede” con el propósito de “dotarse de una forma canónica adecuada”, indican el movimiento, en un comunicado de prensa, emitido el 27 de noviembre de 2018.

La finalidad principal de la Asamblea en este proceso de configuración canónica es acordar el texto del Estatuto de la futura federación Regnum Christi, Estatuto que tras ser ratificado por los órganos supremos de las ramas consagradas se entregará a la Santa Sede para su aprobación final.

Previos a esta segunda parte de la Asamblea General del Regnum Christi se han reunido en convocatoria extraordinaria los órganos supremos de los Legionarios de Cristo, las Consagradas y los Laicos Consagrados para dar su parecer al tercer borrador del Estatuto y ofrecer sus consideraciones a la Asamblea General del Regnum Christi donde se dialogarán entre todos los miembros, laicos incluidos.

 

El Estatuto, un punto de encuentro

El Estatuto General expresará el punto de encuentro del discernimiento hecho durante el proceso de renovación entre todas las vocaciones del Regnum Christi en relación con el carisma y misión, la espiritualidad, el Gobierno, la forma canónica, las distintas expresiones vocacionales del carisma, la participación de los laicos, y la organización de la actividad apostólica.

Los elementos de convergencia del discernimiento de todos ellos (legionarios de Cristo, consagradas, laicos consagrados y seglares) son actualmente la existencia de un carisma y misión común, el reconocimiento de la identidad de cada vocación, la aportación original de cada una de estas vocaciones al Regnum Christi, la autonomía de cada una de las ramas consagradas, y la federación como la mejor forma canónica para expresar, custodiar y promover el carisma común.

 

Laicos con voz y voto consultivo

Todas las ramas consagradas expresan el deseo de una participación de la rama laical, aún si no se encuentra en este momento una expresión canónica del todo adecuada a esta realidad. El Gobierno de la futura federación, según el actual borrador de Estatuto, propone un gobierno colegial de las tres ramas consagradas en el que participarían los laicos con voz y con voto consultivo.

 

Perfil de la Asamblea General

La Asamblea general está conformada por 91 delegados que residen en 14 países: Alemania, Argentina, Austria, Brasil, Canadá, Chile, Italia, México, El Salvador, España, Estados Unidos, Filipinas, Francia y Venezuela. 37 legionarios (40%) (16 por oficio, 21 por elección); 30 seglares (32%) (1 por oficio, 29 por elección), (13 mujeres, 17 hombres);18 consagradas (19%) (6 por oficio, 12 por elección); y 6 laicos consagrados (6,5%) (los 6, por oficio). En total, 29 de los delegados (el 31%) participan por oficio y 62 (el 69%) han sido elegidos por los miembros de sus propias ramas.

 

Regnum Christi en el mundo

Al final del año 2017, el Regnum Christi cuenta con 21.300 miembros seglares, 526 consagradas, 63 laicos consagrados y 1.537 legionarios de Cristo.

Cuenta, además, con 11.584 miembros del ECYD (el carisma del Regnum Christi vivido por los adolescentes).

Ha habido crecimiento de miembros laicos (4%) en el último año, y de un 1,5% en los adolescentes del ECYD. Se ha incorporado un consagrado. En este periodo se registra una disminución del 3,7% de consagradas y del 3% de legionarios.

 

Obra educativa, misionera y social

En su obra educativa (154 colegios, 5 academias internacionales, 14 universidades civiles y 4 eclesiásticas), se forman 176.000 alumnos, y miles de jóvenes y familias participan en las misiones de evangelización que este curso 2017-2018 han cumplido 25 años de andadura.

 

Parroquias

Durante el año 2017 se asumieron 2 nuevas parroquias confiadas a los Legionarios de Cristo, para un total de 44 parroquias, de las cuales 28 están en México (27 de ellas en la Prelatura de Cancún-Chetumal), 8 en Italia, 2 en Francia, 2 en Brasil, 2 en Estados Unidos, 1 en Argentina, 1 en Canadá, y el santuario diocesano de Nuestra Señora de Sonsoles en Ávila, España y legionarios y consagradas del Regnum Christi dirigen el centro de Magdala en Tierra Santa.

 

Misiones de evangelización

En 2017 – 2018 han cumplido su 25 aniversario las misiones de evangelización del Regnum Cristi, generalmente desarrolladas a través del apostolado Juventud y Familia Misionera. Son misiones al servicio de los párrocos, tanto durante la Semana Santa y periodos estivales. Hay misioneros de 30 países: Estados Unidos, El Salvador, Venezuela, Chile, Colombia, Brasil, Argentina, Cuba, Costa de Marfil, Polonia, Nueva Zelanda, Australia, Rumania, Hungría, Filipinas, Canadá, Belice, Italia, Francia, España, México, Irlanda, Alemania, Bosnia, Islas Bahamas, Líbano, Inglaterra, Austria, Bélgica y Lituania.

 

 

 

29/11/2018-17:46
Redacción

El Por qué de la JMJ: Encuentro

(ZENIT — 29 nov. 2018).- La Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) se celebrará del 22 al 27 de enero de 2019. En este marco, Zenit publica una serie de 10 artículos sobre "El Por qué de la JMJ", escritos por el diácono Pedro Guevara Mann, Director Artístico de la JMJ Toronto 2002 (Leer el primer artículo).

Durante los próximos meses, Pedro Guevara compartirá un poco de su experiencia con la JMJ — la Jornada Mundial de la Juventud y explicarles un poco del por qué de la JMJ. Pedro es panameño y diácono permanente en la arquidiócesis de Toronto, en Canadá donde trabaja como productor de TV para Salt + Light Catholic Television.

Sigue la reflexión del diácono Pedro Guevara:

***

 

Encuentro

La vez pasada vimos un poco el comienzo de la historia de la JMJ. El primer encuentro con el Papa Juan Pablo II fue en Roma en 1984 y el papa quedó con el deseo de hacerlo otra vez.

El año siguiente, 1985, fue declarado por las Naciones Unidas el año Internacional de la Juventud. El Papa pensó que sería apropiado invitar a los jóvenes a regresar a Roma. Y los jóvenes regresaron. Esta vez muchos más. ¿Por qué? ¿Qué tenía este señor —ahora un viejito — que tanto atraía a los jóvenes? Juan Pablo II fue la única persona que pudo reunir a tanta gente en un mismo lugar — ningún cantante de Rock ha podido reunir a tanta gente.

En Toronto, 850.000 personas vinieron a celebrar la misa final con el Santo Padre. Para la JMJ del 2000 en Roma, durante el año del Jubileo, 2 millones llegaron a la misa de clausura. En las Filipinas, en 1995, ¡5 millones estuvieron con el Papa Juan Pablo II en la misa final! Bueno, y ya sabemos que la población de Roma se duplicó a unos 6 millones para darle la despedida a este Gran Papa durante su funeral en el 2005.

El Papa Benedicto XVI continuó con esa habilidad de reunir a los jóvenes: 1.5 millones en la misa final en Madrid en el 2011. Y Francisco ha continuado: 3 millones estuvieron en la Playa de Copacabana en Rio de Janeiro con él en 2013. En Cracovia, para la JMJ del 2016, hubo 2.5 millones en la misa de envío.

El papa puede reunir a mucha gente porque la gente quiere encontrarse con Jesucristo.

Ahora, con el Papa Francisco, normalmente se escucha que la gente grita, "¡viva el papa!" Con Benedicto los jóvenes gritaban, "Benedettor A Juan Pablo II le gritaban: "Juan Pablo segundo, te quiere todo el mundo!". En inglés le gritaban, "JPII, we love you". Varias veces el respondió; "JPII he loves your ¡Juan Pablo segundo quiere a todo el mundo!

Juan Pablo II decía que amaba a los jóvenes — pero yo creo que era más que eso. Juan Pablo entendía que los jóvenes no son el futuro de la Iglesia, sino la Iglesia de hoy. Al encontrarse con ellos, él se conectaba con la realidad de la Iglesia de hoy. Al mismo tiempo, los jóvenes, al encontrarse con él, se encontraban con la Iglesia jerárquica y se conectaban con la tradición y la estructura de la Iglesia.

La Iglesia ha demostrado que quiere a los jóvenes. Pero no solamente en grupos juveniles y en el coro. No solamente para que ayuden a los viejos a mover sillas, sino para ser Iglesia. El Papa Juan Pablo II siempre decía que la JMJ no es para evangelizar a los jóvenes sino que durante la JMJ, ¡son los jóvenes que evangelizan a los obispos! Creo que eso lo vimos durante el reciente Sinodo de Obispos.

Y así es: los jóvenes buscan a la Iglesia y buscan al Papa porque buscan a Cristo. La Iglesia es el cuerpo de Cristo y el Papa es el vicarius cristi— eso quiere decir que él es el representante de Cristo en la tierra. Si lo buscamos a él, es porque buscamos a Cristo.

Para eso vienen los jóvenes a la JMJ: A encontrarse con el Papa y con la Iglesia. El lema de la JMJ siempre fue desde el comienzo: II Papa e i Giovanni insieme: EL PAPA Y LOS JOVENES JUNTOS.

La JMJ es un encuentro de los jóvenes con el papa y con la iglesia jerárquica, bajo la Cruz.

La próxima vez veamos por qué la JMJ es un aprender. [607]

 

 

29/11/2018-07:23
Isabel Orellana Vilches

San Andrés Apóstol, 30 de noviembre

«El primero de los discípulos en los que Cristo fijó su mirada. Un audaz apóstol que comenzó conduciendo a su hermano Pedro ante la presencia del Redentor. Considerado por tradición fundador del patriarcado de Constantinopla»

A este apóstol oriundo de Betsaida, que antes de conocer a Cristo ya se había dejado llevar por esa voz interior que le instaba a buscar lo máximo, no le costó reconocer dónde se hallaba esa alta cota que perseguía. Y es que no era un neófito en el seguimiento. No había acallado la inquietud que le indujo a seguir a Juan Bautista, y como discípulo suyo continuaba alentando su afán por crecer en ese gran amor trenzado de apremio, de urgencia en la conversión, de búsqueda incesante de la penitencia, que el precursor predicaba. Cuando estos sentimientos arraigan en el interior tienden a desarrollarse de forma imparable.

Mateo y Marcos dicen que su encuentro con Cristo se produjo en las orillas del lago Tiberíades, cuando se hallaba entre sus aperos de pesca junto a su hermano Pedro; Él los llamó convirtiéndoles en «pescadores de hombres». Juan, en cambio, señala a Andrés como el primer discípulo en el que se fijó el Redentor. Aquél día que Jesús volvía victorioso del desierto habiendo dejando desarmado al maligno, y se cruzó con el grupo presidido por el Bautista, Andrés tenía la sensibilidad precisa para percibir la trascendencia encerrada en las palabras que aquél pronunció señalando al Redentor como «Cordero de Dios». Para otros, que también escucharían este mismo calificativo que Juan le había dado el día anterior, no debieron significar nada. El evangelio únicamente reseña el impacto que causó en Andrés y en otro de los testigos del hecho —que tal vez después no prosiguió ya que no existen otros datos en el texto sagrado que permitan identificarle— mostrando que tuvieron la impronta de acercarse a Jesús.

Es una escena bellísima que permite imaginar el latido de estos corazones que desde el principio creyeron estar en presencia del Mesías. Cuando Él volvió su rostro hacia ellos para inquirir: «¿Qué buscáis?», propósito que conocía, aunque daba ese espacio a su libertad para que se explicaran, cómo expresarían su emoción. Iluminados por la certeza de tan excelso encuentro, simplemente preguntaron: «Maestro, ¿dónde habitas?», sin atisbo de curiosidad. Ya le amaban tanto, que de antemano estaban dispuestos a ir en pos de Él a cualquier lugar que hubiera señalado. De hecho, es lo que hicieron dejando a Juan antes de que Jesús se dirigiera a ellos. Con qué gozo acogerían su invitación: «Venid y lo veréis». Juan informa que «vieron donde moraba y se quedaron con Él» precisando la hora: «como las 4 de la tarde». Cuando algo así sucede, cambiando la vida, el momento exacto no se olvida.

Este es el seguimiento. Fue la conducta que tuvieron otros discípulos: Santiago, Mateo, Juan, Pedro... No se ponen condiciones; no se sopesan los riesgos que una decisión tal puede conllevar, no se encierra la voluntad con candados, no hay cálculo de por medio. Si así fuera no estaríamos hablando de ese amor incomparable y seductor que es capaz de destruir toda prudencia humana, ya que ésta, en realidad, cuando impregna la respuesta que debe darse a Cristo, no esconde más que el egoísmo. Lo único que se aprecia en todos los que han recibido este don de la fe, y han acogido esta gracia, es una disponibilidad previa a compartirlo todo con Cristo.

Andrés orientó sus pasos hacia Él y comenzó su vida apostólica. Era un intrépido evangelizador que en cuanto se encontró con Pedro le dio la gran noticia: «Hemos hallado al Mesías», y raudo lo condujo ante su presencia; es la actitud que procede en todo el que pone en el centro de su vida a Dios. Después, los derroteros de la divina Providencia hicieron que Pedro recibiese de Jesús la altísima responsabilidad de guiar a su Iglesia. Y Andrés, desde una fecunda retaguardia, continuaba alentando a la gente a seguir al Maestro, atento a las vicisitudes que se presentaban, como ese instante previo a la multiplicación de los panes y de los peces, en el que apreció las escasas viandas que poseía un muchacho para poder alimentar a la multitud que se congregaba en torno a Jesús, lo que pone de manifiesto su estado de oración.

Pero el inquieto Andrés era agudo y audaz, rasgos que compartía con otros discípulos. Cuando se hallaba con su hermano Pedro, junto a Santiago y a Juan, quiso saber, igual que ellos, cómo podrían identificar ese momento en el que se cumpliría el vaticinio de Cristo aludiendo a la destrucción de los pilares que sostenían el templo. Por tanto, vivió en primera persona el discurso pronunciado por Él y se nutrió nuevamente con la excelsa pedagogía del Maestro que les instó a vivir en un estado vigilante, como tantas veces aconsejó a lo largo de su vida pública. Las preguntas inducidas por religiosa inquietud reciben inmediata respuesta por parte de Dios.

Aún hubo otro tercer instante significativo que el evangelio reseña, situando a Andrés al lado de Felipe en el escenario de la fiesta de la Pascua que iba a celebrarse en Jerusalén. En esa ocasión el cometido era asistir en su labor apostólica a Jesús, que se dirigía a ciudadanos griegos. Ambos recibieron esta impactante noticia que Él les dio y a la que no hallaron su verdadero significado en ese momento: «Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del hombre. En verdad, en verdad os digo: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere da mucho fruto».

Andrés se encontraba también en Pentecostés junto a todos los discípulos que se hallaban reunidos ese día. Después, la tradición lo sitúa evangelizando a los griegos. Entre ellos gozó de tal preeminencia que se le ha considerado fundador del patriarcado de Constantinopla. Un apócrifo denominado la «Pasión de Andrés», datado a principios del siglo IV, narra su cruento martirio en Patrás donde sería crucificado el 30 de noviembre del año 63 d.C., en una cruz elegida por él, como hizo su hermano Pedro, para que fuese distinta de la que asignaron al Redentor. Le ajusticiaron en una con forma de aspa. Es un apóstol muy venerado en Oriente y en Occidente.