Servicio diario - 14 de febrero de 2019


 

FAO: El Papa aboga por el "desarrollo local" y la innovación tecnológica "al servicio de los pobres"
Rosa Die Alcolea

El Papa visita la sede de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura
Rosa Die Alcolea

Francisco en la FAO: "Los pueblos indígenas son un grito viviente a favor de la esperanza"
Rosa Die Alcolea

Los obispos mexicanos anuncian 'Tolerancia cero al abuso sexual a menores'
Redacción

México: 152 sacerdotes retirados del ministerio por pederastia, en los últimos 9 años
Redacción

Discurso del Papa: "La liturgia es el camino principal a través del cual pasa la vida cristiana"
Redacción

Myrna Cunningham, del pueblo miskito de Nicaragua: "Los pueblos indígenas defendemos la vida"
Rosa Die Alcolea

Mons. Enrique Díaz Díaz: "¿Dónde está tu felicidad?"
Enrique Díaz Díaz

San Claudio de la Colombiére, 15 de febrero
Isabel Orellana Vilches


 

 

 

14/02/2019-14:22
Rosa Die Alcolea

FAO: El Papa aboga por el "desarrollo local" y la innovación tecnológica "al servicio de los pobres"

(ZENIT – 14 febrero 2019).- El Papa Francisco ha indicado esta mañana, 14 de febrero de 2019, en la sede de la FAO, en Roma, que el “desarrollo local tiene valor en sí mismo y no en función de otros objetivos. Se trata de lograr que cada persona y cada comunidad pueda desplegar sus propias capacidades de un modo pleno, viviendo así una vida humana digna de tal nombre”.

En el marco de la inauguración de la 42ª sesión del Consejo de los Gobernadores del Fondo Internacional para el Desarrollo Agrícola (FIDA), el Pontífice ha visitado esta mañana la sede de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), y ha ofrecido un discurso.

Después de hablar a la asamblea, Francisco ha saludado a un grupo de representantes de los pueblos indígenas y, finalmente, y ha dirigido unas palabras de saludo al personal del FIDA.

Exhorto a cuantos tienen responsabilidad en las naciones y en los organismos intergubernamentales, así como a quienes pueden contribuir desde el sector público y privado, a desarrollar los cauces necesarios para que puedan implementarse las medidas adecuadas en las regiones rurales de la tierra, para que puedan ser artífices responsables de su producción y progreso.

 

Tecnología “al servicio de los pobres”

Asimismo, el Pontífice ha exhortado a los Gobernadores del Fondo Internacional para el Desarrollo Agrícola a apostar por la innovación, la capacidad de emprendimiento, el protagonismo de los actores locales y la eficiencia de los procesos productivos “para lograr la transformación rural con vistas a erradicar la desnutrición” y a “desarrollar de forma sostenible el medio campesino”.

Y en ese contexto –ha aportado– es necesario fomentar una “ciencia con conciencia” y poner la tecnología realmente “al servicio de los pobres”.

Publicamos a continuación el discurso del Papa al Consejo de los Gobernadores del Fondo Internacional para el Desarrollo Agrícola (FIDA), pronunciado esta mañana.

***

 

Discurso del Papa Francisco

Señores Jefes de Estado,
Señor Presidente del Consejo de Ministros de Italia,
Señores Ministros,
Estados miembros,

He aceptado con gusto la invitación que usted me ha dirigido, señor Presidente, en nombre del Fondo Internacional para el Desarrollo Agrícola (FIDA), para esta ceremonia de apertura de la cuadragésima segunda sesión del Consejo de Gobernadores de esta Organización intergubernamental.

Mi presencia desea traer a esta Sede los anhelos y necesidades de la multitud de hermanos nuestros que sufren en el mundo. Me gustaría que pudiéramos mirar sus rostros sin sonrojamos, porque finalmente su clamor ha sido escuchado y sus preocupaciones atendidas. Ellos viven situaciones precarias: el aire está viciado, los recursos naturales esquilmados, los ríos contaminados, los suelos acidificados; no tienen agua suficiente para ellos mismos ni para sus cultivos; sus infraestructuras sanitarias son muy deficientes, sus viviendas escasas y defectuosas.

Y estas realidades se prolongan en el tiempo cuando, por otra parte, nuestra sociedad ha alcanzado grandes logros en otros ámbitos del saber. Esto quiere decir que estamos ante una sociedad que es capaz de avanzar en sus propósitos de bien; y también vencerá la batalla contra el hambre y la miseria, si se lo plantea con seriedad. Estar decididos en esta lucha es primordial para que podamos escuchar —no como un eslogan sino de verdad—: "El hambre no tiene presente ni futuro. Solo pasado". Para esto, es necesario la ayuda de la comunidad internacional, de la sociedad civil y de cuantos poseen recursos. Las responsabilidades no se evaden, pasándolas de unos a otros, sino que se van asumiendo para ofrecer soluciones concretas y reales. Son éstas las soluciones concretas y reales las que debemos pasar de unos a otros.

La Santa Sede siempre ha alentado los esfuerzos desplegados por las agencias internacionales para afrontar la pobreza. Ya en diciembre de 1964 san Pablo VI, pidió en Bombay y posteriormente reiteró en otras circunstancias, la creación de un Fondo mundial para combatir la miseria y dar un impulso decisivo a la promoción integral de las zonas más depauperadas de la humanidad (cf. Discurso a los participantes en la Conferencia Mundial sobre la Alimentación, 9 noviembre 1974). Y desde entonces, sus sucesores no hemos cesado de animar e impulsar iniciativas semejantes, uno de cuyos ejemplos más notorios es el FIDA.

Esta 42 sesión del Consejo de Gobernadores del FIDA sigue en esta lógica y tiene ante ella un trabajo fascinante y crucial: crear posibilidades inéditas, despejar vacilaciones y poner a cada pueblo en condiciones de afrontar las necesidades que lo afligen. La comunidad internacional, que elaboró la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, necesita dar pasos ulteriores para la consecución real de los 17 objetivos que la conforman. A este respecto, la aportación del FIDA resulta imprescindible para poder cumplir los dos primeros objetivos de la Agenda, los referidos a la erradicación de la pobreza, la lucha contra el hambre y la promoción de la soberanía alimentaria. Y nada de ello será posible sin lograr el desarrollo rural, un desarrollo del que viene hablándose desde hace tiempo pero que no termina de concretarse. Y resulta paradójico que buena parte de los más de 820 millones de personas que sufren hambre y malnutrición en el mundo viva en zonas rurales, esto es paradójico, y se dedique a la producción de alimentos y sea campesina. Además, el éxodo del campo a la ciudad es una tendencia global que no podemos obviar en nuestras consideraciones.

El desarrollo local, por lo tanto, tiene valor en sí mismo y no en función de otros objetivos. Se trata de lograr que cada persona y cada comunidad pueda desplegar sus propias capacidades de un modo pleno, viviendo así una vida humana digna de tal nombre. Ayudar a desplegar esto, pero no de arriba hacia abajo, sino con ellos y para ellos –“pour et avec”- dijo el Señor Presidente.

Exhorto a cuantos tienen responsabilidad en las naciones y en los organismos intergubernamentales, así como a quienes pueden contribuir desde el sector público y privado, a desarrollar los cauces necesarios para que puedan implementarse las medidas adecuadas en las regiones rurales de la tierra, para que puedan ser artífices responsables de su producción y progreso.

Los problemas que signan negativamente el destino de muchos hermanos nuestros en la hora presente no podrán resolverse en forma aislada, ocasional o efímera. Hoy más que nunca hemos de sumar esfuerzos, lograr consensos, estrechar vínculos. Los retos actuales son tan intrincados y complejos que no podemos seguir afrontándolos de forma ocasional, con resoluciones de emergencia. Habría que otorgar protagonismo directo a los propios afectados por la indigencia, sin considerarlos meros receptores de una ayuda que puede acabar generando dependencias. Y cuando un pueblo se acostumbra a depender, no se desarrolla. Se trata de afirmar siempre la centralidad de la persona humana, recordando que «los nuevos procesos que se van gestando no siempre pueden ser incorporados en esquemas establecidos desde afuera, sino que deben partir de la misma cultura local» (Carta enc. Laudato si’, 144), que es original siempre. Y en este sentido, y como viene ocurriendo en los últimos años, el FIDA ha conseguido mejores resultados a través de una mayor descentralización, impulsando la cooperación sur-sur, diversificando las fuentes de financiación y los modos de actuación, promoviendo una acción basada en las evidencias y que, a la vez, genera conocimiento. Los animo fraternalmente a continuar por este camino, que es humilde, pero es el justo. Un camino que debe redundar siempre en la mejora de las condiciones de vida de las personas más menesterosas.

Finalmente, comparto con ustedes unas reflexiones más específicas en torno a la temática “Innovaciones e iniciativas empresariales en el mundo rural”, que guía esta sesión del Consejo de Gobernadores del FIDA. Es necesario apostar por la innovación, la capacidad de emprendimiento, el protagonismo de los actores locales y la eficiencia de los procesos productivos para lograr la transformación rural con vistas a erradicar la desnutrición y a desarrollar de forma sostenible el medio campesino. Y en ese contexto, es necesario fomentar una “ciencia con conciencia” y poner la tecnología realmente al servicio de los pobres. Por otra parte, las nuevas tecnologías no deben contraponerse a las culturas locales y a los conocimientos tradicionales, sino complementarlos y actuar en sinergia con los mismos.

Los animo a todos ustedes, aquí presentes, y a los que trabajan de forma habitual en el Fondo Internacional para el Desarrollo Agrícola, para que sus trabajos, desvelos y deliberaciones sean en beneficio de los descartados –en esta cultura del descarte- en beneficio de las víctimas de la indiferencia y del egoísmo; y así podamos ver la derrota total del hambre y una copiosa cosecha de justicia y prosperidad. Muchas gracias.

© Librería Editorial Vaticano

 

 

 

14/02/2019-15:56
Rosa Die Alcolea

El Papa visita la sede de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura

(ZENIT – 14 febrero 2019).- Esta mañana, a las 8:50 horas, el Papa Francisco se ha desplazado a la sede de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en Roma, para encontrarse con los participantes en la ceremonia de apertura de la XLII Sesión del Consejo de Gobernadores del Fondo Internacional para el Desarrollo Agrícola (FIDA).

A su llegada, el Papa fue recibido por el presidente del FIDA, Gilbert F. Houngbo. Tras la firma en el libro de honor y el intercambio de dones, el Santo Padre se dirigió a la sala donde tuvo lugar la ceremonia de apertura.

Francisco ha escrito en el libro de honor de dicha institución: “Con mis mejores deseos y mi oración para que sigan, con la valentía que los caracteriza, en su trabajo en pro de las zonas rurales”. Y ha añadido: “Y mi gratitud por vuestra valentía y esfuerzo. Que Dios los bendiga”.

 

Artífices de su producción y progreso

En su discurso, el Santo Padre ha dado importancia al desarrollo local de los pueblos, que “tiene valor en sí mismo y no en función de otros objetivos”, ha matizado.

Así, el Obispo de Roma ha exhortado a las personas responsables en las naciones y en los organismos intergubernamentales, así como a quienes pueden contribuir desde el sector público y privado, a “desarrollar los cauces necesarios para que puedan implementarse las medidas adecuadas en las regiones rurales de la tierra, para que puedan ser artífices responsables de su producción y progreso”.

Durante la visita, después de pronunciar un discurso ante el Consejo de Gobernadores durante la sesión de apertura, el Papa saludó a un grupo de representantes de los pueblos indígenas y, finalmente, dirigió unas palabras de saludo al personal del FIDA. Al final, el Santo Padre, dejó la sede de la FAO a las 10:50 horas y regresó al Vaticano.

 

Foro Internacional de Pueblos Indígenas

El Santo Padre se reunió, durante su visita a la sede de la FAO, a un grupo de 38 delegados de 31 diferentes pueblos indígenas de América, África, Área de Asia y el Pacífico, ha informado el Director ad interim de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, Alessandro Gisotti.

La reunión duró unos veinte minutos. El Santo Padre saludó a todos los presentes uno por uno, algunos de ellos han regalado al Papa Francesco unas estolas artesanales, hechas por los propios indígenas que representaban.

Myrna Cunningham, representante del pueblo miskito de Nicaragua, coordinadora del Comité de Coordinación del Foro Internacional de Pueblos Indígenas en el FIDA, ha dirigido al Papa unos palabras de bienvenida.

 

“Defendemos la vida”

La mujer indígena le ha mostrado al Santo Padre su disposición, en nombre de todos los presentes, de colaborar con las iniciativas que él impulsa para impedir que se siga destruyendo la casa común y poder “desarrollar un diálogo intercultural, que permita acciones concretas y tangibles, para proteger a la tierra y sus habitantes”.

“Los pueblos indígenas defendemos la vida, el ambiente, nuestros territorios ancestrales”, ha asegurado Myrna Cunningham. “Defendemos la diversidad de culturas, idiomas, formas de ver el mundo; protegemos este planeta, que es el único que tenemos, defendemos la humanidad, nuestra Casa Común”.

El Foro, establecido en 2011, es una plataforma para el diálogo permanente entre los representantes de los pueblos indígenas, el FIDA y los gobiernos internacionales. Este año, el Foro se enfoca en promover el uso del conocimiento de los pueblos indígenas para permitirles desarrollar resiliencia climática y facilitar el desarrollo sostenible.

 

 

 

14/02/2019-15:01
Rosa Die Alcolea

Francisco en la FAO: "Los pueblos indígenas son un grito viviente a favor de la esperanza"

(ZENIT – 14 febrero 2019).- “Los pueblos indígenas son un grito viviente a favor de la esperanza”, ha anunciado en Pontífice esta mañana, 14 de febrero de 2019, en la sede central de la FAO, en Roma. “Ellos nos recuerdan que los seres humanos tenemos una responsabilidad compartida en el cuidado de la ‘casa común'”.

Coincidiendo con las sesiones del Consejo de Gobernadores, se ha celebrado la cuarta reunión mundial del Foro de los pueblos indígenas, convocada por el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), en la que han trabajado en torno a “fomentar los conocimientos y las innovaciones de los pueblos originarios en pro de la resiliencia al cambio climático y el desarrollo sostenible”.

El Santo Padre ha recordado que “Dios creó la tierra para beneficio de todos, para que fuera un espacio acogedor en el que nadie se sintiera excluido y todos pudiéramos encontrar un hogar” y ha añadido que “si determinadas decisiones tomadas hasta ahora la han estropeado, nunca es demasiado tarde para aprender la lección y adquirir un nuevo estilo de vida”.

A continuación, ofrecemos el discurso del Papa Francisco a los representantes de los pueblos indígenas.

 

Saludo del Santo Padre a un grupo de representantes de los pueblos indígenas

Estimadas amigas y amigos:

Agradezco a la señora Myrna Cunningham sus amables palabras y me alegra saludar a quienes, coincidiendo con las sesiones del Consejo de Gobernadores, han celebrado la cuarta reunión mundial del Foro de los pueblos indígenas, convocada por el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA). El tema de sus trabajos ha sido “fomentar los conocimientos y las innovaciones de los pueblos originarios en pro de la resiliencia al cambio climático y el desarrollo sostenible”.

La presencia de todos ustedes aquí muestra que las cuestiones ambientales son de extrema importancia y nos invita a dirigir nuevamente la mirada a nuestro planeta, herido en muchas regiones por la avidez humana, por conflictos bélicos que engendran un caudal de males y desgracias, así como por las catástrofes naturales que dejan a su paso penuria y devastación. No podemos seguir ignorando estos flagelos, respondiendo a ellos desde la indiferencia o la insolidaridad o posponiendo las medidas que eficazmente los tienen que afrontar. Por el contrario, solo un vigoroso sentido de fraternidad fortalecerá nuestras manos para socorrer hoy a quienes lo precisan y abrir la puerta del mañana a las generaciones que vienen detrás de nosotros.

Dios creó la tierra para beneficio de todos, para que fuera un espacio acogedor en el que nadie se sintiera excluido y todos pudiéramos encontrar un hogar. Nuestro planeta es rico en recursos naturales. Y los pueblos originarios, con su copiosa variedad de lenguas, culturas, tradiciones, conocimientos y métodos ancestrales, se convierten para todos en una llamada de atención que pone de relieve que el hombre no es el propietario de la naturaleza, sino solamente el gerente, aquel que tiene como vocación velar por ella con esmero, para que no se pierda su biodiversidad, y el agua pueda seguir siendo sana y cristalina, el aire puro, los bosques frondosos y el suelo fértil.

Los pueblos indígenas son un grito viviente a favor de la esperanza. Ellos nos recuerdan que los seres humanos tenemos una responsabilidad compartida en el cuidado de la “casa común”. Y si determinadas decisiones tomadas hasta ahora la han estropeado, nunca es demasiado tarde para aprender la lección y adquirir un nuevo estilo de vida. Se trata de adoptar una manera de proceder que, dejando atrás planteamientos superficiales y hábitos nocivos o explotadores, supere el individualismo atroz, el consumismo convulsivo y el frío egoísmo. La tierra sufre y los pueblos originarios saben del diálogo con la tierra, saben lo que es escuchar la tierra, ver la tierra, tocar la tierra. Saben el arte del bien vivir en armonía con la tierra. Y eso lo tenemos que aprender quienes quizás estemos tentados en una suerte de ilusión progresista a costillas de la tierra. No olvidemos nunca el dicho de nuestros abuelos: “Dios perdona siempre, los hombres perdonamos algunas veces, la naturaleza no perdona nunca”. Y lo estamos viendo, por el maltrato y la explotación. A ustedes, que saben dialogar con la tierra, se les confía el transmitirnos esta sabiduría ancestral.

Si unimos fuerzas y, en espíritu constructivo, entablamos un diálogo paciente y generoso, terminaremos tomando mayor conciencia de que tenemos necesidad los unos de los otros; de que una actuación dañina con el entorno que nos rodea repercute negativamente también en la serenidad y fluidez de la convivencia, que a veces no fue convivencia sino destrucción; de que los indigentes no pueden seguir padeciendo injusticias y los jóvenes tienen derecho a un mundo mejor que el nuestro y aguardan de nosotros respuestas y convincentes.

Gracias a todos ustedes por el tesón con que afirman que la tierra no está únicamente para explotarla sin miramiento alguno, también para cantarle, cuidarla, acariciarla. Gracias por alzar su voz para aseverar que el respeto debido al medio ambiente debe ser siempre salvaguardado por encima de intereses exclusivamente económicos y financieros. La experiencia del FIDA, su competencia técnica, así como los medios de los que dispone, prestan un valioso servicio para roturar caminos que reconozcan que «un desarrollo tecnológico y económico que no deja un mundo mejor y una calidad de vida integralmente superior no puede considerarse progreso» (Carta enc. Laudato si’, 194).

Y, en el imaginario colectivo nuestro, también hay un peligro: los pueblos así llamados civilizados “somos de primera” y los pueblos así llamados originarios o indígenas “somos de segunda”. No. Es el gran error de un progreso desarraigado, desmadrado de la tierra. Es necesario que ambos pueblos dialoguen. Hoy urge un “mestizaje cultural” donde la sabiduría de los pueblos originarios pueda dialogar al mismo nivel con la sabiduría de los pueblos más desarrollados, sin anular. “Mestizaje cultural” sería la meta hacia la cual tenemos que seguir con la misma dignidad.

Mientras los animo a seguir adelante, suplico a Dios que no deje de acompañar con sus bendiciones a vuestras comunidades y a quienes en el FIDA trabajan por tutelar a cuantos viven en las zonas rurales y más pobres del planeta, pero más ricas en la sabiduría de convivir con la naturaleza.

Muchas gracias

© Librería Editorial Vaticano

 

 

 

14/02/2019-16:53
Redacción

Los obispos mexicanos anuncian 'Tolerancia cero al abuso sexual a menores'

(ZENIT – 14 febrero 2019).- Tras las recientes declaraciones del Presidente del Episcopado Mexicano, Mons. Rogelio Cabrera, en las que comunicó que en los últimos nueve años han sido retirados en México 152 sacerdotes por casos de pederastia, la Conferencia del Episcopado Mexicano, emitió un comunicado de prensa el pasado 12 de febrero de 2019.

En este marco, cabe recordar que el Papa Francisco se reunirá los próximos días en el Vaticano, del 21 al 24 de febrero de 2019, con los presidentes (o representantes) de las Conferencias Episcopales de todo el mundo, para reflexionar y trabajar sobre ‘La protección de los menores en la Iglesia’.

 

Comunicado de la CEM

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El lunes 7 de enero de 2019, con la presencia de S. E. Mons. Rogelio Cabrera López, Presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), se instaló formalmente el Equipo Nacional de Protección de Menores de la Conferencia del Episcopado Mexicano (ENPM) aprobado por la CVI Asamblea Plenaria de la CEM.

La primera realidad a la que se enfrentó el ENPM fue la ausencia de una estadística nacional de casos de abuso sexual infantil por parte de clérigos. Por ello, se le ha encomendado la recopilación de datos sobre el particular ante distintas instancias eclesiásticas y de organizaciones dedicadas a estos temas.

Los primeros datos recibidos, y que fueron hechos del conocimiento público en días pasados por el Presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano, con la finalidad de iniciar un camino de transparencia de cara a la sociedad, fueron los proporcionados por la Nunciatura Apostólica en México, que tiene el registro de 152 casos de sacerdotes relacionados con probables conductas cometidas en agravio de menores. Evidentemente, en los siguientes meses se continuará con el esfuerzo por tener el diagnóstico completo de casos de abuso sexual infantil en México.

En este sentido, es importante mencionar que, de conformidad con la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, los tratados internacionales en materia de derechos humanos y el Código Nacional de Procedimientos Penales, es obligación de ciudadanos y autoridades preservar absoluta reserva de los datos de las víctimas, así como de los probables responsables. Revelar dichos datos, no sólo vulnera los ordenamientos jurídicos mencionados, sino que puede re-victimizar a los afectados y poner en riesgo el éxito de las investigaciones, dejando libres a los responsables por violaciones al debido proceso.

La Iglesia está, hoy más que nunca, cooperando con las autoridades del País, especialmente en los casos de abuso contra menores por parte de clérigos, de conformidad con las leyes mexicanas. La sociedad y los miembros de la Iglesia lo exigen pues no podemos permitir un caso más.

La Conferencia del Episcopado Mexicano reitera su compromiso con firmeza, ofreciendo múltiples acciones para crear una cultura de prevención, atención y respuesta, destacando las siguientes:

  1. Elaboración de las “Líneas Guía del Procedimiento a Seguir en Casos de Abuso Sexual de Menores por Parte de Clérigos,” (basadas en las disposiciones de la Congregación para la Doctrina de la Fe, y aprobadas en la CII Asamblea Plenaria de la CEM, en noviembre del 2016).
  2. Se acogieron las disposiciones que S.S. Francisco precisó, a través del Cardenal Sean O’Malley, Presidente de la Comisión Pontificia para la Protección de Menores (CPPM); y del R.P. Dr. Hans Zollner S.J. Director del Centro para la Protección del Menor, de la Universidad Gregoriana (ambos presentes en la CII Asamblea Plenaria de la CEM, en noviembre del 2016).
  3. Elaboración del “Protocolo de Protección de Menores” (basado en la Legislación Penal Sustantiva y Adjetiva vigente en México, y aprobado en la CIV Asamblea Plenaria de la CEM, en noviembre del 2017). Con el fin de establecer criterios para la prevención y, en su caso, sanción canónica y penal en contra del probable responsable, brindando todo el apoyo y asistencia con todas las fuerzas a la víctima y a su familia.
  4. Se han dado capacitaciones a los Voceros de 46 Diócesis de México, acerca de los “Protocolos de Actuación en Caso de Abuso a Menores”, organizadas por la Comisión Episcopal para la Pastoral de la Comunicación (CEPCOM) en colaboración con el Equipo Jurídico de la CEM, y el Centro de Investigación y Formación Interdisciplinar para la Protección del Menor (CEPROME).
  5. Se inició, desde septiembre del 2017, el trabajo de asesoría y capacitación a los obispos de México, empezando en la semana anual de formación de ese año; y después con más de 25 Diócesis de nuestro País, todo ello, sobre las Líneas Guía y los “Protocolos de Actuación en Caso de Abuso a Menores”, impartido por el equipo jurídico de la CEM y otros especialistas.
  6. Se ha llevado a cabo desde hace ya varios años, un trabajo exhaustivo de revisión y fortalecimiento de la inscripción y formación en los seminarios de México.
  7. La aprobación del Equipo Nacional de Protección de Menores durante la CVI Asamblea Plenaria de la CEM en noviembre de 2018 . Este equipo multidisciplinario esta integrado por obispos, sacerdotes y laicos especializados e independientes con amplia experiencia en esta materia bajo la coordinación de la Secretaria General de la CEM.
  8. Asimismo, la CEM dentro de la próxima reunión a celebrarse en Roma, planteará la necesidad de que las Conferencias Episcopales tengan mayores facultades para atender este flagelo.

El abuso sexual a menores constituye una de las realidades mas dolorosas de la Iglesia católica en el mundo, sin embargo, con estas acciones concretas, claras, transparentes y contundentes deseamos recuperar la confianza de los fieles y lograr que la Iglesia continúe con su misión evangelizadora con un rostro limpio luminoso y confiable como el de nuestro Señor Jesucristo.

+Alfonso G. Miranda Guardiola

Obispo Auxiliar de Monterrey
Secretario General de la CEM

 

 

 

14/02/2019-16:37
Redacción

México: 152 sacerdotes retirados del ministerio por pederastia, en los últimos 9 años

(ZENIT — 14 febrero 2019).- En el marco de la preparación a la reunión sobre 'La protección de los menores en la Iglesia', que se celebrará próximamente con el Papa Francisco en el Vaticano, el Presidente del Episcopado Mexicano, Mons. Rogelio Cabrera, afirmó el pasado domingo, 10 de febrero, que "en lo que va de estos últimos nueve años han sido retirados del ministerio 152 sacerdotes, algunos por el tamaño de la culpa han tenido que ir a la cárcel, algunos ya purgaron la culpa y otros están todavía haciéndolo".

Recientemente, el Pontífice hizo un llamado a los obispos del mundo para tratar el tema de abuso de sexual de menores dentro de la Iglesia. La reunión será en el Vaticano, del 21 al 24 de febrero de 2019, en la que participarán todos los presidentes episcopales la Iglesia Católica en el mundo.

 

Entender, superar y castigar

El Arzobispo de Monterrey recalcó que "tenemos obligación todos los obispos de México de dialogar, de entender, de superar y de castigar todo aquello que vaya en contra de menores o de adultos vulnerables".

Asimismo, comentó que "En México no hay un centro que recopile toda la información porque cada obispo es el que enfrenta estos problemas, espero muy pronto tener el conteo para hacérselo saber a la sociedad. Es un deber nuestro decir como están las cosas en México".

"Esperamos que con la tolerancia cero disminuyan los casos de delitos y que también los obispos se pongan las pilas en estas situaciones y como o manda la ley informar inmediatamente al ministerio público".

Por ahora se desconoce la cantidad de las víctimas, el arzobispo comentó "Mínimo hay 152 abusados." Asimismo espera que en cada país haya un centro para que se sepa que es lo que hay en cada diócesis

En este enlace, pueden ver la conferencia de prensa completa de Mons. Rogelio Cabrera.

 

"Protocolo para protección de menores"

Por otra parte, la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), en un comunicado informó que se está trabajando en un cultura de prevención , atención y respuesta, destacando las siguientes: Elaboración de las "Líneas Guía del Procedimiento a Seguir en Casos de Abuso Sexual de Menores por Parte de Clérigos" y la elaboración del "Protocolo para protección de menores", entre otros.

 

Mensaje del Cardenal Aguiar Retes

A través de un video publicado en sus redes sociales, el Arzobispo Primado México, Cardenal Carlos Aguiar Retes, afirmó su acuerdo en el comunicado que realizó el presidente del Episcopado Mexicano, sobre las medidas que se tienen que tomar al respecto.

"Me alegra el pronunciamiento que ha hecho el Presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano, justo pocos días antes de ir a este importantísimo encuentro con el Santo Padre, el Papa Francisco"

El Cardenal Aguiar destacó que en su arquidiócesis se ha recalcado por evitar los casos de pederastia, mediante la atención de los sacerdotes.

"Quiero expresar con alegría, como lo he hecho desde el incio de mi ministerio al frente de la Arquidiócesis de México, el pronunciamiento que había tenido sobre la precaución y la cautela y el cuidado de la vida sacerdotal y evitar en cuanto sucedan casos de pederastia entre sacerdotes, actuar inmediatamente", afirmó.

Asimismo recarlcó "Transparencia de cara a la sociedad y tolerancia cero al abuso sexual de menores".

En este enlace, pueden ver el video completo del cardenal.

Ana Paula Morales Martínez

 

 

14/02/2019-17:04
Redacción

Discurso del Papa: "La liturgia es el camino principal a través del cual pasa la vida cristiana"

(ZENIT — 14 febrero 2019).- Después del encuentro con los participantes en la Asamblea del Fondo Internacional para el Desarrollo Agrícola (FIDA) en la sede de la FAO en Roma, el Santo Padre Francisco a su regresó al Vaticano recibió en la sala adyacente al Aula Pablo VI, a los participantes en la Plenaria de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos.

Sigue el discurso que el Papa ha dirigido a los presentes:

 

Discurso del Santo Padre

Señores cardenales
Queridos hermanos en el episcopado y en el sacerdocio:
Queridos hermanos y hermanas

Me alegra encontraros con motivo de vuestra Asamblea Plenaria. Agradezco al cardenal prefecto las palabras que me ha dirigido y  saludo a todos vosotros, miembros, colaboradores y consultores de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos.

Esta plenaria llega en un momento significativo. Han transcurrido cincuenta años desde que, el 8 de mayo de 1969, san Pablo VI quiso instituir la entonces Congregatio pro Cultu Divino, para dar forma a la renovación deseada por el Concilio Vaticano II. Se trataba de publicar los libros litúrgicos según los criterios y las decisiones de los Padres Conciliares, con el fin de favorecer, en el Pueblo de Dios, la participación “activa, consciente y piadosa” en los misterios de Cristo (cf. Const. Sacrosanctum Concilium, 48). La tradición de oración de la Iglesia necesitaba expresiones renovadas, sin perder nada de su riqueza milenaria, al contrario,  redescubriendo los tesoros de sus orígenes. En los primeros meses de ese año, brotaron los primeros frutos de la reforma efectuada por la Sede Apostólica en beneficio del Pueblo de Dios. Precisamente tal día como hoy se promulgaba el Motu proprio Mysterii paschalis sobre el calendario romano y el año litúrgico (14 de febrero de 1969) y luego  la importante Constitución Apostólica Missale Romanum (3 de abril de 1969), con la que el Santo Papa promulgaba el Misal Romano. En el mismo año vieron la luz el Ordo Missae y varios otros Ordo, entre los cuales el del bautismo de los niños, el del matrimonio y el de las exequias. Eran  los primeros pasos de un camino por el que  continuar con sabia constancia.

Sabemos que no basta con cambiar los libros litúrgicos para mejorar la calidad de la liturgia. Hacer esto solamente sería un engaño. Para que la vida sea verdaderamente una alabanza agradable Dios, es ciertamente necesario cambiar el corazón. La conversión cristiana está orientada a esta conversión, que es un encuentro de vida con el “Dios de los vivientes” (Mt 22:32). Este es también hoy el propósito de vuestro trabajo, encaminado a ayudar al Papa a llevar a cabo su ministerio en beneficio de la Iglesia en oración, extendida  por toda la tierra. En la comunión eclesial, tanto la Sede Apostólica como las Conferencias de Obispos operan en un espíritu de cooperación, diálogo y sinodalidad. En efecto,  la Santa Sede no reemplaza a los obispos, sino que trabaja con ellos para servir, en la riqueza de los diversos idiomas y culturas, la vocación orante de la Iglesia en el mundo. En esta línea se coloca el Motu proprio Magnum principium (3 de septiembre de 2017), con el cual quise favorecer, entre otras cosas, la necesidad de “una colaboración constante, llena de confianza mutua, vigilante y creativa, entre las Conferencias Episcopales y el Dicasterio de la Sede Apostólica que ejerce la tarea de promover la liturgia sagrada”. El deseo es continuar por el camino de la colaboración mutua, conscientes de las responsabilidades que implica la comunión eclesial, en la que encuentran armonía la unidad y la variedad. Es una cuestión de armonía.

Aquí también se inserta el desafío de la formación, objeto específico de vuestra reflexión. Hablando de formación, no podemos olvidar, ante todo, que la liturgia es vida que forma, no idea para aprender. A este respecto, es útil recordar que la realidad es más importante que la idea (ver Exhortación Apost. Evangelii gaudium, 231-233). Y es bueno, por lo tanto, en la liturgia como en otras áreas de la vida eclesial, no acabar en polarizaciones ideológicas estériles, que nacen a menudo cuando, considerando las ideas propias válidas en todos los contextos,  se llega a adoptar una actitud de dialéctica perenne hacia quien no las comparte. Por lo tanto, partiendo quizás del deseo de reaccionar frente  algunas inseguridades del contexto actual, corremos el riesgo de volver a caer en un pasado que ya no existe o de escapar a un futuro presunto. El punto de partida es, en cambio, reconocer la realidad de la liturgia sagrada, un tesoro viviente que no puede reducirse a gustos, recetas y corrientes, sino que debe ser recibido con docilidad y promovido con amor, como un alimento insustituible para el crecimiento orgánico del Pueblo de Dios. La liturgia no es “el campo del hágalo usted mismo”, sino la epifanía de la comunión eclesial. Por lo tanto, en las oraciones y en los gestos resuena el “nosotros” y no el “yo”; la comunidad real, no el sujeto ideal. Cuando se añoran con nostalgia tendencias  del pasado o se quieren imponer otras nuevas, existe el riesgo de anteponer la parte al todo, el “yo” al Pueblo de Dios, lo abstracto a lo concreto, la ideología a  la comunión y, en la raíz, lo mundano a lo espiritual.

En este sentido, es precioso el título de vuestra Asamblea: La formación litúrgica del Pueblo de Dios. En efecto, la tarea que nos espera es esencialmente difundir en el Pueblo de Dios el esplendor del misterio viviente del Señor, manifestado en la liturgia. Hablar de formación litúrgica del Pueblo de Dios significa, ante todo, tomar conciencia del papel insustituible que desempeña la liturgia en la Iglesia y para la Iglesia. Y luego, ayudar concretamente al Pueblo de Dios a interiorizar mejor la oración de la Iglesia, a amarla como una experiencia de encuentro con el Señor y con los hermanos y, a la luz de esto, a redescubrir su contenido y observar sus ritos.

Dado que la liturgia es una experiencia encaminada a la conversión de la vida a través de la asimilación de la manera de pensar y de comportarse del Señor, la formación litúrgica no puede limitarse simplemente a brindar conocimientos,- esto es un error- aunque sean necesarios, sobre libros litúrgicos, ni siquiera a la defensa del cumplimiento debido de las disciplinas rituales. Para que la liturgia cumpla su función formativa y transformadora, es necesario que los pastores y los laicos sean introducidos a la comprensión del significado y del lenguaje simbólico, comprendidos  el arte, el canto y la música al servicio del misterio celebrado, también el silencio. El mismo Catecismo de la Iglesia Católica adopta el camino mistagógico para ilustrar la liturgia, valorizando las oraciones y los signos. La mistagógica: he aquí  un camino idóneo para  entrar en el misterio de la liturgia, en el encuentro vivo con el Señor crucificado y resucitado. Mistagógica significa descubrir la nueva vida que a través de los sacramentos hemos recibido en el Pueblo de Dios, y redescubrir continuamente la belleza de renovarla.

Con respecto a las etapas de la formación, sabemos por experiencia que, además de la inicial, es necesario cultivar la formación permanente del clero y de los laicos, especialmente de aquellos involucrados en los ministerios al servicio de  la liturgia. La formación no solamente una vez, permanente. En cuanto a los ministros ordenados, también en vista de una saludable ars celebrandi, es válida la llamada  del Concilio: “Es absolutamente necesario dar el primer lugar a la formación litúrgica del clero” (Const Sacrosanctum Concilium,. 14). El primer lugar. Las responsabilidades educativas son compartidas, aunque en la fase operativa interpelen más a las  diócesis individuales. Vuestra reflexión ayudará al Dicasterio a poner a punto pautas y orientaciones para ofrecerlas, en un espíritu de servicio, a quienes -conferencias episcopales, diócesis, institutos de formación, revistas- tienen la responsabilidad de cuidar y acompañar la formación litúrgica del Pueblo de Dios.

Queridos hermanos y hermanas, todos estamos llamados a profundizar y reavivar nuestra formación litúrgica. La liturgia es, de hecho, el camino principal a través del cual pasa la vida cristiana en cada fase de su crecimiento. Tenéis ante vosotros, por lo tanto,  una gran y hermosa tarea: trabajar para que el Pueblo de Dios redescubra la belleza de encontrarse con el Señor en la celebración de sus misterios y, encontrándolo, tenga vida en su nombre. Os agradezco vuestro compromiso y os bendigo, pidiéndoos que me reservéis  siempre un lugar – ¡ancho!-en vuestras oraciones. Gracias.

 

 

 

14/02/2019-16:28
Rosa Die Alcolea

Myrna Cunningham, del pueblo miskito de Nicaragua: "Los pueblos indígenas defendemos la vida"

(ZENIT – 14 febrero 2019).- En su visita a la sede de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Santo Padre se ha encontrado con un grupo de 38 representantes de 31 pueblos indígenas, a quienes ha dirigido unas palabras.

En este contexto, Myrna Cunningham, representante del pueblo miskito de Nicaragua, coordinadora del Comité de Coordinación del Foro Internacional de Pueblos Indígenas en el FIDA, ha dirigido al Papa unos palabras de bienvenida.

Siguen las palabras íntegras de la representante del pueblo miskito de Nicaragua:

 

***

 

Palabras de Myrna Cunningham, en representación del Foro de los Pueblos Indígenas

Naksa. Lamkula tara maikisna, Miskitu tasba wina. Bakanu wan sinska nani kumi ra mankai, asla laka wal sipsa pawaia, laman laka ba yabalka. ( Reciba saludos desde nuestro territorio indigena Miskitu. Si juntamos todos nuestros pensamientos, podemos avanzar y alcanzar la ruta del Buen Vivir) 

Estimado Papa Francisco, 

Nosotros, mujeres y hombres de pueblos indígenas, honrados por recibirnos, le agradecemos por sus permanentes aportes y reflexiones a favor de la paz mundial, sus llamados a recorrer los caminos del diálogo, por encima de cualquier intento de usar la fuerza, en lugar de la palabra y la búsqueda del entendimiento. 

Nuestros pueblos tienen experiencia pasada y lamentablemente también presente, sobre lo que significa la violencia y el irrespeto por los derechos de los demás. Compartimos y hacemos nuestras sus palabras: “Para conseguir la paz hace falta valor, mucho más que para hacer la guerra.” 

Agradecemos los mensajes que ha dado al mundo en relación a nosotros, los pueblos indígenas, reconociendo nuestro carácter de auténticos interlocutores para cualquier esfuerzo nacional, regional o global de desarrollo sostenible y mejora de las condiciones de vida de quienes habitamos este planeta; para lo cual, como Ud. mismo ha destacado, es necesario el establecimiento de ámbitos sólidos e institucionales de diálogo y participación. 

Compartimos plenamente lo expresado en su Encíclica “Laudato si”, dedicada al cuidado de nuestra Casa Común. 

Si algo nos caracteriza a los Pueblos Indígenas, es nuestra profunda relación con el ambiente, con nuestros territorios ancestrales, con la Pachamama, que forman parte de nuestra identidad. Practicamos una visión en la cual, los seres humanos y la naturaleza, en estrecha y armónica interrelación, garantizamos la vida de todos los seres. 

No es ninguna casualidad que los lugares del planeta que se mantienen en mejores condiciones naturales, son aquellos habitados milenariamente por nuestros pueblos. 

Pero nuestra práctica ancestral, cada dia enfrenta poderosos enemigos. 

Por un lado, la violencia, que Ud. mismo destaca en su Encíclica; expulsandonos de nuestras tierras para proyectos extractivos, agropecuarios y aun energeticos, que solo buscan el lucro, sin atender la degradación de la naturaleza, ni la agresión a las culturas originarias. Casi cada día, hermanas y hermanos, son asesinados en algún punto del planeta, por defender sus tierras, sus aguas, por defender a la Pachamama.

También enfrentamos concepciones conservacionistas, que separan la flora y la fauna de sus ancestrales habitantes, negando la integralidad armónica entre seres humanos y entorno. 

Estos problemas, ocurren a pesar de que nos han reconocido derechos humanos fundamentales a través de Declaraciones y Tratados internacionales, que en la práctica, aun están muy lejos de hacerse realidad. 

Estimado Papa Francisco, 

Como Ud. mismo ha remarcado, “La defensa de la tierra no tiene otra finalidad que no sea la defensa de la vida”. 

Los pueblos indígenas defendemos la vida, el ambiente, nuestros territorios ancestrales. Defendemos la diversidad de culturas, idiomas, formas de ver el mundo; protegemos este planeta, que es el único que tenemos, defendemos la humanidad, nuestra Casa Común. 

Por tanto, estamos prestos a colaborar con las iniciativas que Ud. impulsa para impedir que se siga destruyendo nuestra casa y poder desarrollar un diálogo intercultural, que permita acciones concretas y tangibles, para proteger a la tierra y sus habitantes. 

Le invitamos a que nos siga acompañando en los esfuerzos que los pueblos indígenas del mundo estamos haciendo, como este, a través del Foro de Pueblos Indígenas en el FIDA, donde promovemos acciones para aplicar los conocimientos tradicionales e innovaciones de nuestros pueblos para enfrentar el cambio climático e iniciativas de desarrollo sostenible respetuosas de la diversidad cultural y nuestra vision de Buen Vivir. 

Estamos seguros que su sensibilidad, capacidad y visión sobre los grandes temas de la humanidad, nos permite encontrar en su persona un aliado en el camino de la construcción de un mundo en paz, con diálogo y sin guerras, donde podamos recuperar nuestra Casa Común en la cual todos los pueblos y culturas tengamos lugar en respetuosa convivencia. 

Gracias por acompañarnos e iluminarnos en esa ruta. 

© Librería Editorial Vaticano

 

 

 

14/02/2019-07:43
Enrique Díaz Díaz

Mons. Enrique Díaz Díaz: "¿Dónde está tu felicidad?"

 

Jeremías 17, 5-8: Maldito el que confía en el hombre; bendito el que confía en el Señor.
Salmo 1: Dichoso el hombre que confía en el Señor.
I Corintios 15, 12. 16-20: Si Cristo no resucitó es vana la fe de ustedes.
San Lucas 6, 17. 20-26: Dichosos los pobres — ¡Ay de ustedes los ricos!.

A este mundo que se ahoga en el pesimismo y la frustración a pesar de tantos bienes de consumo y de tantos progresos, el Papa Francisco le propone el camino de la felicidad en su pasada Exhortación "Alégrense y regocíjense", retomando las palabras de Jesús. "El Señor lo pide todo, y lo que ofrece es la verdadera vida, la felicidad para la cual fuimos creados. Él nos quiere santos y no espera que nos conformemos con una existencia mediocre, aguada, licuada".

Es el destino del hombre, ser feliz. La felicidad se encuentra no en el mucho acumular ni en el mucho disfrutar, sino en esa armonía interior que nos hace capaces de amar, de donar y de construir. La verdadera felicidad brota de la experiencia de sabernos amados de Dios.

Si todo el Evangelio es buena nueva, hay partes centrales que sustentan toda la vida del discípulo. Las Bienaventuranzas, tanto en San Mateo como en San Lucas, forman ese núcleo que hace diferente la propuesta de Jesús. Mientras San Mateo sitúa esta predicación en un monte queriendo elevar el espíritu y presentar a Jesús como un nuevo Moisés, con una ley nueva y diferente; San Lucas la sitúa en un llano para mostrar a Jesús junto al pueblo, muy cerca de las personas. Mientras San Mateo nos recuerda hasta ocho o nueve bienaventuranzas, San Lucas presenta solamente cuatro y unidas a los "ayes" o "malaventuranzas", que ya el profeta Jeremías nos anunciaba desde el Antiguo Testamento.

Mientras San Mateo insiste en un aspecto más espiritual y del corazón con un sentido exhortativo, San Lucas nos hace enfrentarnos a la dura realidad de la pobreza, de la miseria, del dolor y el hambre. Conviene tener muy presente a quienes llama Jesús "felices" y de quienes se lamenta porque podemos estar buscando la felicidad inmediata y olvidarnos de lo que Él valora.

Jesús llama "felices y dichosos" a cuatro clases de personas: los pobres, los que pasan hambre, los que lloran y los que son perseguidos por causa de la fe. Y se lamenta y dedica sus "ayes", que algunos llaman maldiciones, a cuatro clases de personas: los ricos, los que están saciados, los que ríen y los que son adulados por el mundo. ¡Qué diferentes son nuestros valores y conceptos! Es muy distinta la ambición y la motivación del hombre actual, o quizás del hombre de todos los tiempos. Y nosotros ¿dónde estamos? ¿Dónde ponemos nuestra felicidad?

Jesús desestabiliza la escala de valores que predomina en la sociedad. Las bienaventuranzas expresan un radical cambio en los valores que la presencia del Reino pide. Es más, son signo de la presencia de ese Reino: proclaman la llegada de las promesas mesiánicas. Quien dice sí a Jesús encuentra el gozo de sentirse amado por Dios y se hace participante de la historia de la salvación juntamente con los profetas y con el mismo Jesús. Alguien me ha preguntado cómo puede ser feliz una persona siendo pobre. Es difícil responder con teorías. Yo los invito a contemplar a Jesús. Yo creo que Jesús es inmensamente feliz y sin embargo es pobre.

Las bienaventuranzas que proclama están íntimamente unidas a su persona y son la manifestación de que se puede ser realmente feliz. En una sociedad donde se mira siempre la ganancia y el interés, donde el dinero es el ídolo ante el cual se postran las personas, en un mundo intercomunicado y neoliberal, en un ambiente donde se busca toda clase de seguridades pero que no queda espacio para la verdadera libertad, solamente el "Hombre de las bienaventuranzas" es verdaderamente libre de las cosas y hace descubrir el verdadero rostro del hombre. Las bienaventuranzas no están separadas de quien las ha pronunciado. Si Él nos dice que son felices los pobres y quienes tienen hambre, es porque Él es feliz y quiere hacernos participes de su misma felicidad.

Las bienaventuranzas no son leyes, sino evangelio. La ley deja al hombre confiado a sus propias fuerzas o a las seguridades que le ofrecen los bienes. El evangelio coloca al hombre de frente al don de Dios y lo invita a hacer de ese regalo una plenitud de vida. La dicha o felicidad de los pobres radica ahora en el hecho mismo de que ya ha llegado a ellos el Reino de Dios. Son dichosos porque "el reino de Dios les pertenece" y "porque tienen a Dios como Rey". Jesús no les promete la felicidad, los declara felices. Y esta declaración la hace "en un llano", o sea, en el mismo plano y lugar en que se halla construida la sociedad a partir de los falsos valores de la riqueza y el poder.

Las bienaventuranzas no son la recompensa a virtudes morales, a esfuerzos o a la conversión. Es la alegría de saber que Dios se ha puesto de su lado y que comparte la suerte de los desamparados. No es una invitación a permanecer en la miseria. Jesús mismo la rechaza y lucha contra ella porque va contra el querer de Dios. El verdadero discípulo debe rechazarla y combatirla y todo esfuerzo por suprimirla es un paso que hace avanzar el reino de Dios, es expresión de la vida plena compartida. No es una invitación a vivir con resignación, y quizás con resentimiento, la situación de la pobreza, sino es descubrir que más allá de las posesiones y el poder está el reconocimiento a la persona como Hijo de Dios que comparte la misma vida de Jesús.

¿Dónde está la felicidad? Este pequeño pasaje evangélico cambia todo el sentido de la vida cuando decidimos hacerlo realidad. Responde con claridad a los interrogantes fundamentales que nos hacemos cada uno de nosotros y que a veces tenemos la tentación de responder con los bienes materiales. Pero los bienes atan y esclavizan. Hoy Cristo nos ofrece la respuesta sobre quién y cómo es Dios, con quién está, dónde debe colocarse el discípulo, cómo encontrar gozo y paz, quiénes son verdaderamente felices... ¿Qué le respondemos a Jesús? ¿Somos felices? ¿Dónde hemos encontrado la felicidad? ¿En nuestra vida qué reflejamos más: las bienaventuranzas que proclama Jesús o los "ayes" que condena?

Señor nuestro, que prometiste venir y hacer tu morada en los corazones rectos y sinceros, concédenos la rectitud y sinceridad de vida que nos hagan dignos de esa presencia tuya. Purifica nuestros corazones e intenciones y haz que descubramos la verdadera felicidad que sólo en ti podemos encontrar. Amén

 

 

14/02/2019-07:05
Isabel Orellana Vilches

San Claudio de la Colombiére, 15 de febrero

«Este insigne apóstol del Sagrado Corazón de Jesús venció su inicial aversión por la vida religiosa convirtiéndose en jesuita. Fue confesor de santa Margarita María de Alacoque. Perseguido y acusado injustamente, murió en el destierro»

Nació el 2 de febrero de 1641 en Saint-Symphorien-d'Ozon, localidad francesa perteneciente a Lyon. Sus padres eran creyentes. En el ámbito familiar, elogiado por la piedad en la que estaba asentado, recibió una honda formación espiritual. Después, su excelente carácter le ayudaría en la vida religiosa, en la que no hizo más que incrementar las numerosas cualidades innatas que le adornaban. Y la oración haría que tocase el corazón de los demás con sus inteligentes y acertados consejos que dejaban traslucir su sed de unión con Dios, en tal grado que el mundo con todas sus vanidades y fútiles ofertas se desvanecía ante sus pies. Su único referente era Él. Con estos sentimientos que bullían en su espíritu convirtió a muchas personas y las alentó a esforzarse para amar el sendero de la cruz.

Podría pensarse que un alma de estas características por fuerza tenía que llegar a la vida religiosa, pero no fue así. Claudio sintió una inicial «aversión» por ella que logró vencer ingresando en 1658 en la Compañía de Jesús. En 1660 profesó y perdió a su madre, Margarita, quien le había dirigido una sentida petición que resultó ser a la vez profética: «Hijo mío, tú tienes que ser un santo religioso».

Completado su noviciado en Aviñón, y culminados sus estudios de filosofía, se dedicó a la enseñanza en el colegio Clermónt de París, punto neurálgico en esa época de la vida intelectual francesa. Pero las cualidades de Claudio traspasaron las fronteras a través de sus escritos y de sus acciones. Probablemente por ello, teniendo constancia fehaciente de su rigor intelectual, Colbert le confió la educación de sus hijos. Es conocida la inclinación del santo a las bellas artes como también los selectos amigos que admiraban su labor. Al respecto, es significativa la correspondencia que mantuvo con personas destacadas de la talla de Oliverio Patru, miembro de la Academia Francesa, uno de sus incondicionales seguidores.

Sus dotes oratorias se hicieron públicas durante la canonización de san Francisco de Sales, ya que fue designado para realizar su panegírico aunque todavía no era sacerdote. Sus palabras conmovieron a todos. Los sermones que pronunció después ante personas de distintas procedencias, entre las que se contaron algunos miembros relevantes de la realeza y de la cultura, son modélicos en todos los sentidos: fondo y forma; eran fruto de su reflexión a la luz de la oración.

Desde 1670 a 1674 dirigió la Congregación mariana. A finales de ese año fue admitido en profesión solemne. Había escrito: «¡Dios mío!, quiero hacerme santo entre Vos y yo». En el retiro preparatorio se sintió llamado a consagrarse al Sagrado Corazón. Entonces añadió otro voto de absoluta fidelidad a las reglas de la Compañía, voto que había vivido rigurosamente antes de profesar. Su obediencia fue paradigmática. Delicado y exquisito en su quehacer, todo reflejaba su reciedumbre espiritual. Abandonado en brazos de la confianza divina, compuso una hermosísima oración dedicada a ella.

Este fragmento de su conocido «Acto de confianza» muestra su ardiente anhelo de permanecer unido a Dios por encima de sí: «Estoy tan convencido, Dios mío, de que velas sobre todos los que esperan en Ti y de que no puede faltar cosa alguna a quien de Ti las aguarda todas, que he determinado vivir en adelante sin ningún cuidado, descargándome en Ti de toda mi solicitud. Despójenme los hombres de los bienes y de la honra, prívenme las enfermedades de las fuerzas y medios de servirte, pierda yo por mi mismo la gracia pecando; que no por eso perderé la esperanza, antes la conservaré hasta el postrer suspiro de mi vida, y vanos serán los esfuerzos de todos los demonios del infierno para arrancármela, porque con vuestros auxilios me levantaré de la culpa...».

Los 33 años de su vida le parecían el momento ideal para entregar su alma a Dios, pensando que a esa edad había sido crucificado Jesucristo. «Me parece, Señor, que ya es tiempo de que empiece a vivir en Ti y solo para Ti, pues a mi edad, Tú quisiste morir por mí en particular», anotó en su Diario. Pero no había llegado su hora.

En 1675 fue nombrado superior del colegio de Paray-le-Monial que contaba con escasísimos alumnos. En ese momento conoció a santa Margarita María de Alacoque que sufría la incomprensión de su confesor ante las revelaciones que recibía del Sagrado Corazón de Jesús. Ella, al oírle predicar a la comunidad de la Visitación, sintió que era la persona que Cristo ponía en su camino: «Mientras él nos hablaba —escribió —, oí en mi corazón estas palabras: 'He aquí al que te he enviado'». Y venciendo su voluntad, que le instaba a no abrirle su corazón, le confió sus pesares.

El religioso, conocedor de la violencia que se hizo a sí misma, la comprendió y orientó como solo saber hacer un santo, con toda caridad y delicadeza, siendo dador de paz. La atención dispensada a Margarita atrajo críticas surgidas, como siempre, de insensibilidades diversas. La realidad es que, al igual que ella, otros muchos hallaban en Colombiére el sosiego que precisaban.

En 1676 se trasladó a Londres, donde predicó y convirtió a numerosos protestantes. Las controversias de la corona que implicaban a los católicos le salpicaron y sembraron el bulo de que se hallaba mezclado en un complot. Acusado y hecho prisionero, Luis XIV impidió que lo martirizaran y fue desterrado a Francia. Llegó en 1679 muy enfermo ya que en la cárcel se produjeron los primeros vómitos de sangre y no recibió la asistencia precisa. Buscando aires mejores para su salud, le enviaron a Lyon y dos años más tarde a Paray.

Margarita, que había seguido con gran preocupación el proceso de su enfermedad, le hizo saber que allí moriría. Entonces Claudio, que pensaba partir a otro lugar más benigno, paralizó los preparativos del viaje. Y el 15 de febrero de 1682, contando con 41 años, entregó su alma a Dios. La santa supo por una revelación que se hallaba en la gloria y que no precisaba oraciones. Fue beatificado por Pío XI el 16 de junio de 1929, y canonizado por Juan Pablo II el 31 de mayo de 1992.