Servicio diario - 24 de febrero de 2019


 

Abusos en la Iglesia: "Ha llegado la hora de colaborar juntos para erradicar dicha brutalidad"
Rosa Die Alcolea

El Papa expone 8 dimensiones para combatir los abusos en la Iglesia
Rosa Die Alcolea

"¿,He cumplido con mi propia responsabilidad?": Los obispos hacen examen
Ana Paula Morales

Misa: "Sólo la conversión nos permitirá ver que las heridas de los que han sido maltratados son nuestras heridas"
Rosa Die Alcolea

Ángelus: "Queremos que se tomen todas las medidas posibles para que no se repitan tales crímenes"
Rosa Die Alcolea

Ángelus: Revertir el discurso negativo es la revolución de la misericordia
Anne Kurian

Realizado el `vademecum' que ayudará a los obispos a comprender sus tareas
Rosa Die Alcolea

San Luis Versiglia, 25 de febrero
Isabel Orellana Vilches


 

 

 

24/02/2019-10:50
Rosa Die Alcolea

Abusos en la Iglesia: "Ha llegado la hora de colaborar juntos para erradicar dicha brutalidad"

(ZENIT – 24 febrero 2019).- El Papa Francisco ha pronunciado un discurso conclusivo al final del Encuentro sobre ‘La Protección de los Menores en la Iglesia’, celebrado en el Vaticano del 21 al 24 de febrero de 2019, presidido por él mismo y celebrado junto a 190 representantes de la Iglesia Católica: Los Presidentes de las Conferencias Episcopales, Superiores y Superioras Religiosos, Líderes de las Iglesias Orientales, miembros de la Curia y del Comité Organizador del Encuentro.

En su discurso, el Papa concluye que el mal de los abusos un “problema universal y transversal” que desgraciadamente “se verifica en casi todas partes”. Sin embargo, reitera que “La universalidad de esta plaga, a la vez que confirma su gravedad en nuestras sociedades, no disminuye su monstruosidad dentro de la Iglesia”.

 

8 dimensiones

Así, el Pontífice ha propuesto 8 espacios de trabajo para combatir los abusos en la Iglesia, en su itinerario legislativo, y gracias al trabajo de la Comisión Pontificia para la Protección de los Menores y a la aportación de este encuentro. El Santo Padre se ha servido de la siete estrategias para erradicar la violencia contra los menores, las Best Practices formuladas, bajo la dirección de la Organización Mundial de la Salud, por un grupo de 10 agencias internacionales, llamadas INSPIRE. 

  1. La protección de los menores: el objetivo principal de cualquier medida es el de proteger alos menores e impedir que sean víctimas de cualquier abuso psicológico y físico. Por lo tanto, es necesario cambiar la mentalidad para combatir la actitud defensiva-reaccionaria de salvaguardar la Institución, en beneficio de una búsqueda sincera y decisiva del bien de la comunidad, dando prioridad a las víctimas de los abusos en todos los sentidos.
  2. Seriedad impecable: deseo reiterar ahora que «la Iglesia no se cansará de hacer todo lo necesario para llevar ante la justicia a cualquiera que haya cometido tales crímenes. La Iglesia nunca intentará encubrir o subestimar ningún caso».
  3. Una verdadera purificación: a pesar de las medidas adoptadas y los progresos realizados en materia de prevención de los abusos, se necesita imponer un renovado y perenne empeño hacia la santidad en los pastores, cuya configuración con Cristo Buen Pastor es un derecho del pueblo de Dios.
  4. La formación: es decir, la exigencia de la selección y de la formación de los candidatos al sacerdocio con criterios no solo negativos, preocupados principalmente por excluir a las personas problemáticas, sino también positivos para ofrecer un camino de formación equilibrado a los candidatos idóneos, orientado a la santidad y en el que se contemple la virtud de la castidad.
  5. Reforzar y verificar las directrices de las Conferencias Episcopales: es decir, reafirmar la exigencia de la unidad de los obispos en la aplicación de parámetros que tengan valor de normas y no solo de orientación.
  6. Acompañar a las personas abusadas: El mal que vivieron deja en ellos heridas indelebles que se manifiestan en rencor y tendencia a la autodestrucción. La escucha sana al herido, y nos sana también a nosotros mismos del egoísmo, de la distancia, del “no me corresponde”, de la actitud del sacerdote y del levita de la parábola del Buen Samaritano.
  7. El mundo digital: la protección de los menores debe tener en cuenta las nuevas formas de abuso sexual y de abusos de todo tipo que los amenazan en los ambientes en donde viven y a través de los nuevos instrumentos que usan. (…) Los seminaristas, sacerdotes, religiosos, religiosas, agentes pastorales; todos deben tomar conciencia de que el mundo digital y el uso de sus instrumentos incide a menudo más profundamente de lo que se piensa.
  8. El turismo sexual: la conducta, la mirada, la actitud de los discípulos y de los servidores deJesús han de saber reconocer la imagen de Dios en cada criatura humana, comenzando por los más inocentes.

Sigue el discurso íntegro del Papa Francisco, pronunciado al final de la Misa, celebrada esta mañana, domingo 24 de febrero de 2019:

***

 

Discurso del Papa Francisco

Queridos hermanos y hermanas:

En la acción de gracias al Señor, que nos ha acompañado en estos días, quisiera agradeceros también a vosotros por el espíritu eclesial y el compromiso concreto que habéis demostrado con tanta generosidad.

Nuestro trabajo nos ha llevado a reconocer, una vez más, que la gravedad de la plaga de los abusos sexuales a menores es por desgracia un fenómeno históricamente difuso en todas las culturas y sociedades. Solo de manera relativamente reciente ha sido objeto de estudios sistemáticos, gracias a un cambio de sensibilidad de la opinión pública sobre un problema que antes se consideraba un tabú, es decir, que todos sabían de su existencia, pero del que nadie hablaba. Esto también me trae a la mente la cruel práctica religiosa, difundida en el pasado en algunas culturas, de ofrecer seres humanos —frecuentemente niños— como sacrificio en los ritos paganos. Sin embargo, todavía en la actualidad las estadísticas disponibles sobre los abusos sexuales a menores, publicadas por varias organizaciones y organismos nacionales e internacionales (Oms, Unicef, Interpol, Europol y otros), no muestran la verdadera entidad del fenómeno, con frecuencia subestimado, principalmente porque muchos casos de abusos sexuales a menores no son denunciados,[1] en particular aquellos numerosísimos que se cometen en el ámbito familiar.

De hecho, muy raramente las víctimas confían y buscan ayuda.[2]Detrás de esta reticencia puede estar la vergüenza, la confusión, el miedo a la venganza, los sentimientos de culpa, la desconfianza en las instituciones, los condicionamientos culturales y sociales, pero también la desinformación sobre los servicios y las estructuras que pueden ayudar. Desgraciadamente, la angustia lleva a la amargura, incluso al suicidio, o a veces a vengarse haciendo lo mismo. Lo único cierto es que millones de niños del mundo son víctimas de la explotación y de abusos sexuales.

Sería importante presentar los datos generales —en mi opinión siempre parciales— a escala mundial,[3]después europeo, asiático, americano, africano y de Oceanía, para dar un cuadro de la gravedad y de la profundidad de esta plaga en nuestras sociedades.[4]Para evitar discusiones inútiles, quisiera evidenciar antes de nada que la mención de algunos países tiene el único objetivo de citar datos estadísticos aparecidos en los informes mencionados.

La primera verdad que emerge de los datos disponibles es que quien comete los abusos, o sea las violencias (físicas, sexuales o emotivas) son sobre todo los padres, los parientes, los maridos de las mujeres niñas, los entrenadores y los educadores. Además, según los datos de UNICEF de 2017 referidos a 28 países del mundo, 9 de cada 10 muchachas, que han tenido relaciones sexuales forzadas, declaran haber sido víctimas de una persona conocida o cercana a la familia.

Según los datos oficiales del gobierno americano, en los Estados Unidos más de 700.000 niños son víctimas cada año de violencia o maltrato, según el International Center For Missing and Exploited Children (ICMEC), uno de cada diez niños sufre abusos sexuales. En Europa, 18 millonesde niños son víctimas de abusos sexuales.[5]

Si nos fijamos por ejemplo en Italia, el informe del Telefono Azzurro de 2016 evidencia que el 68,9% de los abusos sucede dentro del ámbito doméstico del menor.[6]

Teatro de la violencia no es solo el ambiente doméstico, sino también el barrio, la escuela, el deporte[7]y también, por desgracia, el eclesial.

De los estudios efectuados en los últimos años sobre el fenómeno de los abusos sexuales a menores emerge que el desarrollo de la web y de los medios de comunicación ha contribuido a un crecimiento notable de los casos de abuso y violencia perpetrados online. La difusión de la pornografía se está esparciendo rápidamente en el mundo a través de la Red. La plaga de la pornografía ha alcanzado enormes dimensiones, con efectos funestos sobre la psique y las relaciones entre el hombre y la mujer, y entre ellos y los niños. Un fenómeno en continuo crecimiento. Una parte muy importante de la producción pornográfica tiene tristemente por objeto a los menores, que así son gravemente heridos en su dignidad. Los estudios en este campo documentan que esto sucede con modalidades cada vez más horribles y violentas; se llega al extremo de que los actos de abuso son encargados y efectuados en directo a través de la Red.[8]

Recuerdo aquí el Congreso internacional celebrado en Roma sobre la dignidad del niño en la era digital; así como el primer Fórum de la Alianza interreligiosa para Comunidades más seguras sobre el mismo tema y que tuvo lugar el pasado mes de noviembre en Abu Dhabi.

Otra plaga es el turismo sexual: según los datos de 2017 de la Organización Mundial del Turismo, cada año en el mundo tres millones de personas emprenden un viaje para tener relaciones sexuales con un menor.[9]Es significativo el hecho de que los autores de tales crímenes, en la mayor parte de los casos, no reconocen que están cometiendo un delito.

Estamos, por tanto, ante un problema universal y transversal que desgraciadamente se verifica en casi todas partes. Debemos ser claros: la universalidad de esta plaga, a la vez que confirma su gravedad en nuestras sociedades,[10]no disminuye su monstruosidad dentro de la Iglesia.

La inhumanidad del fenómeno a escala mundial es todavía más grave y más escandalosa en la Iglesia, porque contrasta con su autoridad moral y su credibilidad ética. El consagrado, elegido por Dios para guiar las almas a la salvación, se deja subyugar por su fragilidad humana, o por su enfermedad, convirtiéndose en instrumento de satanás. En los abusos, nosotros vemos la mano del mal que no perdona ni siquiera la inocencia de los niños. No hay explicaciones suficientes para estos abusos en contra de los niños. Humildemente y con valor debemos reconocer que estamos delante del misterio del mal, que se ensaña contra los más débiles porque son imagen de Jesús. Por eso ha crecido actualmente en la Iglesia la conciencia de que se debe no solo intentar limitar los gravísimos abusos con medidas disciplinares y procesos civiles y canónicos, sino también afrontar con decisión el fenómeno tanto dentro como fuera de la Iglesia. La Iglesia se siente llamada a combatir este mal que toca el núcleo de su misión: anunciar el Evangelio a los pequeños y protegerlos de los lobos voraces.

Quisiera reafirmar con claridad: si en la Iglesia se descubre incluso un solo caso de abuso —que representa ya en sí mismo una monstruosidad—, ese caso será afrontado con la mayor seriedad. De hecho, en la justificada rabia de la gente, la Iglesia ve el reflejo de Dios, traicionado y abofeteado por estos consagrados deshonestos. El eco de este grito silencioso de los pequeños, que en vez de encontrar en ellos paternidad y guías espirituales han encontrado a sus verdugos, hará temblar los corazones anestesiados por la hipocresía y por el poder. Nosotros tenemos el deber de escuchar atentamente este sofocado grito silencioso.

No se puede, por tanto, comprender el fenómeno de los abusos sexuales a menores sin tomar en consideración el poder, en cuanto estos abusos son siempre la consecuencia del abuso de poder, aprovechando una posición de inferioridad del indefenso abusado que permite la manipulación de su conciencia y de su fragilidad psicológica y física. El abuso de poder está presente en otras formas de abuso de las que son víctimas casi 85 millones de niños, olvidados por todos: los niños soldado, los menores prostituidos, los niños malnutridos, los niños secuestrados y frecuentemente víctimas del monstruoso comercio de órganos humanos, o también transformados en esclavos, los niños víctimas de la guerra, los niños refugiados, los niños abortados y así sucesivamente.

Ante tanta crueldad, ante todo este sacrificio idolátrico de niños al dios del poder, del dinero, del orgullo, de la soberbia, no bastan meras explicaciones empíricas; estas no son capaces de hacernos comprender la amplitud y la profundidad del drama. Una vez más, la hermenéutica positivista demuestra su proprio límite. Nos da una explicación verdadera que nos ayudará a tomar las medidas necesarias, pero no es capaz de darnos un significado. Y hoy necesitamos tanto explicaciones como significados. Las explicaciones nos ayudarán mucho en el ámbito operativo,pero nos dejan a mitad de camino.

¿Cuál es, por tanto, el “significado” existencial de este fenómeno criminal? Teniendo en cuenta su amplitud y profundidad humana, hoy no puede ser otro que la manifestación del espíritu del mal. Si no tenemos presente esta dimensión estaremos lejos de la verdad y sin verdaderas soluciones.

Hermanos y hermanas, hoy estamos delante de una manifestación del mal, descarada, agresiva y destructiva. Detrás y dentro de esto está el espíritu del mal que en su orgullo y en su soberbia se siente el señor del mundo[11]y piensa que ha vencido. Esto quisiera decíroslo con la autoridad de hermano y de padre, ciertamente pequeño, pero que es el pastor de la Iglesia que preside en la caridad: en estos casos dolorosos veo la mano del mal que no perdona ni siquiera la inocencia de los pequeños. Y esto me lleva a pensar en el ejemplo de Herodes que, empujado por el miedo a perder su poder, ordenó masacrar a todos los niños de Belén.[12]

Y de la misma manera que debemos tomar todas las medidas prácticas que nos ofrece el sentido común, las ciencias y la sociedad, no debemos perder de vista esta realidad y tomar las medidas espirituales que el mismo Señor nos enseña: humillación, acto de contrición, oración, penitencia. Esta es la única manera para vencer el espíritu del mal. Así lo venció Jesús.[13].

Así pues, el objetivo de la Iglesia será escuchar, tutelar, proteger y cuidar a los menores abusados, explotados y olvidados, allí donde se encuentren. La Iglesia, para lograr dicho objetivo, tiene que estar por encima de todas las polémicas ideológicas y las políticas periodísticas que a menudo instrumentalizan, por intereses varios, los mismos dramas vividos por los pequeños.

Por lo tanto, ha llegado la hora de colaborar juntos para erradicar dicha brutalidad del cuerpo de nuestra humanidad, adoptando todas las medidas necesarias ya en vigor a nivel internacional y a nivel eclesial. Ha llegado la hora de encontrar el justo equilibrio entre todos los valores en juego y de dar directrices uniformes para la Iglesia, evitando los dos extremos de un justicialismo, provocado por el sentido de culpa por los errores pasados y de la presión del mundo mediático, y de una autodefensa que no afronta las causas y las consecuencias de estos graves delitos.

En este contexto, deseo mencionar las Best Practices formuladas, bajo la dirección de la Organización Mundial de la Salud,[14]por un grupo de diez agencias internacionales que ha desarrollado y aprobado un paquete de medidas llamado INSPIRE, es decir, siete estrategias para erradicar la violencia contra los menores.[15]

Sirviéndose de estas directrices, la Iglesia, en su itinerario legislativo, gracias también al trabajo desarrollado en los últimos años por la Comisión Pontificia para la Protección de los Menores y a la aportación de este encuentro, se centrará en las siguientes dimensiones:

  1. La protección de los menores: el objetivo principal de cualquier medida es el de proteger alos menores e impedir que sean víctimas de cualquier abuso psicológico y físico. Por lo tanto, es necesario cambiar la mentalidad para combatir la actitud defensiva-reaccionaria de salvaguardar la Institución, en beneficio de una búsqueda sincera y decisiva del bien de la comunidad, dando prioridad a las víctimas de los abusos en todos los sentidos. Ante nuestros ojos siempre deben estar presentes los rostros inocentes de los pequeños, recordando las palabras del Maestro: «Al que escandalice a uno de estos pequeños que creen en mí, más le valdría que le colgasen una piedra de molino al cuello y lo arrojasen al fondo del mar. ¡Ay del mundo por los escándalos! Es inevitable que sucedan escándalos, ¡pero ay del hombre por el que viene el escándalo!» (Mt18,6-7).
  2. Seriedad impecable: deseo reiterar ahora que «la Iglesia no se cansará de hacer todo lo necesario para llevar ante la justicia a cualquiera que haya cometido tales crímenes. La Iglesia nunca intentará encubrir o subestimar ningún caso» (Discurso a la Curia Romana, 21 diciembre 2018). Tiene la convicción de que «los pecados y crímenes de las personas consagradas adquieren un tinte todavía más oscuro de infidelidad, de vergüenza, y deforman el rostro de la Iglesia socavando su credibilidad. En efecto, también la Iglesia, junto con sus hijos fieles, es víctima de estas infidelidades y de estos verdaderos y propios delitos de malversación» (ibíd.).
  3. Una verdadera purificación: a pesar de las medidas adoptadas y los progresos realizados en materia de prevención de los abusos, se necesita imponer un renovado y perenne empeño hacia la santidad en los pastores, cuya configuración con Cristo Buen Pastor es un derecho del pueblo de Dios. Se reitera entonces «su firme voluntad de continuar, con toda su fuerza, en el camino de la purificación. La Iglesia se cuestionará […] cómo proteger a los niños; cómo evitar tales desventuras, cómo tratar y reintegrar a las víctimas; cómo fortalecer la formación en los seminarios. Se buscará transformar los errores cometidos en oportunidades para erradicar este flagelo no solo del cuerpo de la Iglesia sino también de la sociedad» (ibíd.). El santo temor de Dios nos lleva a acusarnos a nosotros mismos —como personas y como institución— y a reparar nuestras faltas. Acusarnos a nosotros mismos: es un inicio sapiencial, unido al santo temor de Dios. Aprender a acusarse a sí mismo, como personas, como instituciones, como sociedad. En realidad, no debemos caer en la trampa de acusar a los otros, que es un paso hacia la excusa que nos separa de la realidad.
  4. La formación: es decir, la exigencia de la selección y de la formación de los candidatos al sacerdocio con criterios no solo negativos, preocupados principalmente por excluir a las personas problemáticas, sino también positivos para ofrecer un camino de formación equilibrado a los candidatos idóneos, orientado a la santidad y en el que se contemple la virtud de la castidad. San Pablo VI escribía en la encíclica Sacerdotalis caelibatus: «Una vida tan total y delicadamente comprometida interna y externamente, como es la del sacerdocio célibe, excluye, de hecho, a los sujetos de insuficiente equilibrio psicofísico y moral, y no se debe pretender que la gracia supla en esto a la naturaleza» (n. 64).
  5. Reforzar y verificar las directrices de las Conferencias Episcopales: es decir, reafirmar la exigencia de la unidad de los obispos en la aplicación de parámetros que tengan valor de normas y no solo de orientación. Ningún abuso debe ser jamás encubierto ni infravalorado (como ha sido costumbre en el pasado), porque el encubrimiento de los abusos favorece que se extienda el mal y añade un nivel adicional de escándalo. De modo particular, desarrollar un nuevo y eficaz planteamiento para la prevención en todas las instituciones y ambientes de actividad eclesial.
  6. Acompañar a las personas abusadas: El mal que vivieron deja en ellos heridas indelebles que se manifiestan en rencor y tendencia a la autodestrucción. Por lo tanto, la Iglesia tiene el deber de ofrecerles todo el apoyo necesario, valiéndose de expertos en esta materia. Escuchar, dejadme decir: “perder tiempo” en escuchar. La escucha sana al herido, y nos sana también a nosotros mismos del egoísmo, de la distancia, del “no me corresponde”, de la actitud del sacerdote y del levita de la parábola del Buen Samaritano.
  7. El mundo digital: la protección de los menores debe tener en cuenta las nuevas formas de abuso sexual y de abusos de todo tipo que los amenazan en los ambientes en donde viven y a través de los nuevos instrumentos que usan. Los seminaristas, sacerdotes, religiosos, religiosas, agentes pastorales; todos deben tomar conciencia de que el mundo digital y el uso de sus instrumentos incide a menudo más profundamente de lo que se piensa. Se necesita aquí animar a los países y a las autoridades a aplicar todas las medidas necesarias para limitar los sitios de internet que amenazan la dignidad del hombre, de la mujer y de manera particular a los menores: el delito no goza del derecho a la libertad. Es necesario oponernos absolutamente, con la mayor decisión, a estas abominaciones, vigilar y luchar para que el crecimiento de los pequeños no se turbe o se altere por su acceso incontrolado a la pornografía, que dejará profundos signos negativos en su mente y en su alma. Es necesario comprometernos para que los chicos y las chicas, de modo particular los seminaristas y el clero, no sean esclavos de dependencias basadas en la explotación y el abuso criminal de los inocentes y de sus imágenes, y en el desprecio de la dignidad de la mujer y de la persona humana. Se evidencian aquí las nuevas normas “sobre los delitos más graves” aprobadas por el papa Benedicto XVI en el año 2010, donde fueron añadidos como nuevos casos de delitos «la adquisición, la retención o divulgación» realizada por un clérigo «en cualquier forma y con cualquier tipo de medio, de imágenes pornográficas de menores». Entonces se hablaba de «menores de edad inferior a 14 años», ahora pensamos elevar este límite de edad para extender la protección de los menores e insistir en la gravedad de estos hechos.
  8. El turismo sexual: la conducta, la mirada, la actitud de los discípulos y de los servidores deJesús han de saber reconocer la imagen de Dios en cada criatura humana, comenzando por los más inocentes. Solo aprovechando este respeto radical por la dignidad del otro podemos defenderlo del poder dominante de la violencia, la explotación, el abuso y la corrupción, y servirlo de manera creíble en su crecimiento integral, humano y espiritual, en el encuentro con los demás y con Dios. Para combatir el turismo sexual se necesita la acción represiva judicial, pero también el apoyo y proyectos de reinserción de las víctimas de dicho fenómeno criminal. Las comunidades eclesiales están llamadas a reforzar la atención pastoral a las personas explotadas por el turismo sexual. Entre estas, las más vulnerables y necesitadas de una ayuda especial son ciertamente las mujeres, los menores y los niños; estos últimos, necesitan todavía de una protección y de una atención especial. Las autoridades gubernamentales deben dar prioridad y actuar con urgencia para combatir el tráfico y la explotación económica de los niños. Para este fin, es importante coordinar los esfuerzos en todos los niveles de la sociedad y trabajar estrechamente con las organizaciones internacionales para lograr un marco legal que proteja a los niños de la explotación sexual en el turismo y permita perseguir legalmente a los delincuentes.[16] 

Permitidme un agradecimiento de corazón a todos los sacerdotes y a los consagrados que sirven al Señor con fidelidad y totalmente, y que se sienten deshonrados y desacreditados por la conducta vergonzosa de algunos de sus hermanos. Todos —Iglesia, consagrados, Pueblo de Dios y hasta Dios mismo— sufrimos las consecuencias de su infidelidad. Agradezco, en nombre de toda la Iglesia, a la gran mayoría de sacerdotes que no solo son fieles a su celibato, sino que se gastan en un ministerio que es hoy más difícil por los escándalos de unos pocos —pero siempre demasiados— hermanos suyos. Y gracias también a los laicos que conocen bien a sus buenos pastores y siguen rezando por ellos y sosteniéndolos.

Finalmente, quisiera destacar la importancia de transformar este mal en oportunidad de purificación. Miremos a Edith Stein – santa Teresa Benedicta de la Cruz, con la certeza de que «en la noche más oscura surgen los más grandes profetas y los santos. Sin embargo, la corriente vivificante de la vida mística permanece invisible. Seguramente, los acontecimientos decisivos de la historia del mundo fueron esencialmente influenciados por almas sobre las cuales nada dicen los libros de historia. Y cuáles sean las almas a las que hemos de agradecer los acontecimientos decisivos de nuestra vida personal, es algo que solo sabremos el día en que todo lo oculto será revelado». El santo Pueblo fiel de Dios, en su silencio cotidiano, de muchas formas y maneras continúa haciendo visible y afirmando con “obstinada” esperanza que el Señor no abandona, que sostiene la entrega constante y, en tantas situaciones, dolorosa de sus hijos. El santo y paciente Pueblo fiel de Dios, sostenido y vivificado por el Espíritu Santo, es el rostro mejor de la Iglesia profética que en su entrega cotidiana sabe poner en el centro a su Señor. Será justamente este santo Pueblo de Dios el que nos libre de la plaga del clericalismo, que es el terreno fértil para todas estas abominaciones.

El resultado mejor y la resolución más eficaz que podamos dar a las víctimas, al Pueblo de la santa Madre Iglesia y al mundo entero, es el compromiso por una conversión personal y colectiva, y la humildad de aprender, escuchar, asistir y proteger a los más vulnerables.

Hago un sentido llamamiento a la lucha contra el abuso de menores en todos los ámbitos, tanto en el ámbito sexual como en otros, por parte de todas las autoridades y de todas las personas, porque se trata de crímenes abominables que hay que extirpar de la faz de la tierra: esto lo piden las numerosas víctimas escondidas en las familias y en los diversos ámbitos de nuestra sociedad.

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  • María Isabel Martínez Pérez, Abusos sexuales en niños y adolescentes, ed. Criminología y Justicia, 2012: se denuncia solo el 2% de los casos, sobre todo cuando los abusos ocurren en el ámbito familiar. Calcula de un 15 a un 20% de víctimas de pedofilia en nuestra sociedad. Solo el 50% de los niños revela el abuso sufrido y, de esos casos, solo el 15% llega a ser denunciado. Solo el 5% acaba en un proceso.
  • Una de cada tres víctimas no habla de ello con nadie (Datos 2017 recogidos por la organización sin ánimo de lucro THORN).
  • A escala mundial: en 2017, la OMS ha estimado que hasta mil millones de menores en una edad comprendida entrelos 2 y los 17 años han sufrido violencias o negligencias físicas, emotivas o sexuales. Los abusos sexuales (desde las caricias a la violación), según algunas estimaciones de UNICEF en 2014, afectan a más de 120 millones de niñas, entre las que se registra el más alto número de víctimas. En 2017 la misma organización de la ONU ha referido que en 38 países del mundo de bajo o medio rédito, casi 17 millones de mujeres adultas han admitido haber tenido en su infancia una relación sexual forzada.
 
Europa: en 2013, la OMS ha estimado que mas de18 millones de niños han resultado ser víctimas de abusos. SegúnUNICEF, en 28 países europeos, alrededor de 2,5 millones de mujeres jóvenes han declarado haber sufrido abusos sexuales con o sin contacto físico antes de los 15 años (datos difundidos en 2017). Además, 44 millones (el 22,9%) han sido víctimas de violencia física, mientras que 55 millones (29,6%) víctimas de violencia psicológica. Y no solo: en 2017, el Informe INTERPOL sobre la explotación sexual de los menores ha llevado a la identificación de 14.289 víctimas en 54 países europeos. Respecto a Italia en 2017, el Cesvi ha estimado que 6 millones de niños han sufrido maltrato. Además, según los datos elaborados por el Telefono Azzurro, en el periodo comprendido entre el 1 de enero al 31 de diciembre de 2017, los casos de abuso sexual y pedofilia atendidos por el servicio 114 Emergenza Infanzia han sido 98, aproximadamente el 7,5% del total de los casos atendidos por este servicio. El 65% de los menores que pedían ayuda eran víctimas de sexo femenino y más del 40% eran menores de 11 años.
Asia: En  India, en el decenio 2001-2011, elAsian Center for Human Rights ha declarado un total de 48.338 casos deviolación de menores, con un aumento del 336%: de los 2.113 casos del 2001, de hecho, se llegó a los 7.112 casos en el 2011.
América: en los Estados Unidos los datos oficiales del gobierno declaran que, cada año, más de 700.000 niños son víctimas de violencia o maltrato. Según el International Center for Missing and Exploited Children(ICMEC), uno de cada 10 niños sufre abusos sexuales.
África: en Sudáfrica, los resultados de una investigación llevada a cabo en el 2016 por el Centro para la justicia y la prevención de los crímenes de la Universidad de Ciudad del Cabo, ha revelado que un joven sudafricano de cada 3, hombre o mujer, está en situación de riesgo de abusos sexuales antes de haber cumplido los 17 años. Según este estudio, el primero de este género a escala nacional en Sudáfrica, 784.967 jóvenes en edades comprendidas entre los 15 y los 17 años han sufrido abusos sexuales. Las víctimas en este caso son prevalentemente chicos, de sexo masculino. Ni siquiera un tercio ha denunciado la violencia a las autoridades. En otros países africanos los abusos sexuales a menores se insertan en el contexto más amplio de las violencias vinculadas a los conflictos que bañan de sangre el continente y son difícilmente cuantificables. El fenómeno está también estrechamente unido a la práctica de matrimonios precoces difundidos en varias naciones africanas y en otros lugares.
Oceanía: en Australia,según los datos difundidos por el Australian Institute of Health and Welfare (AIHW) en febrero de 2018 y que se refieren a los años 2015-2017, 1 de cada 6 mujeres (16%, es decir, 1,5 millones) han declarado haber sufrido abusos físicos y/o sexuales antes de los 15 años, y 1 de cada 9 hombres (11%, es decir 992.000) han declarado haber experimentado este abuso cuando eran muchachos. En el 2015-16, además, aproximadamente 450.000 niños han sido objeto de medidas de protección de la infancia, y 55.600 menores han sido alejados del ámbito doméstico para curar los abusos sufridos y prevenir otros. Finalmente, para no olvidar los riesgos que corren los menores nativos: siempre según el AIHW, en el 2015-2016, los niños indígenas han tenido 7 veces más probabilidad de ser objeto de abusos y de abandono respecto a sus coetáneos no indígenas (cf. http://www.pbc2019.org/it/protezione-dei-minori/abuso-dei-minori-a-livello-globale).
  • Los datos presentados se refieren a países tomados como muestra por la fiabilidad de las fuentes disponibles. Las investigaciones difundidas por UNICEF sobre 30 países confirman este hecho: un pequeño porcentaje de víctimas afirmó haber pedido ayuda.
[5] Cf.https://www.repubblica.it/salute/prevenzione/2016/05/12/news/maltrattamenti_sui_minori_tutti_gli_abusi               
 
139630223.
 
  • Específicamente, el presunto responsable del malestar sufrido por un menor es, en el 73,7% de los casos alguno de los padres (la madre en el 44,2% y el padre en el 29,5%), un pariente en el 3,3%, un amigo en el 3,2%, un conocido en el 3%, un profesor en el 2,5%. Los datos revelan que el porcentaje de un responsable adulto extraño es muy pequeño (2,2%) (cf. ibíd.).
  • Una investigación inglesa de 2011, realizada por el NSPCC (National Society for the Prevention of Cruelty toChildren), ha descubierto que el 29% de los sujetos entrevistados declaraba haber sufrido acoso sexual (físico o verbal)en los centros donde practicaba un deporte.
  • Según los datos de 2017 del IWF (Internet Watch Foundation), cada 7 minutos una página web envía imágenes de niños abusados sexualmente. En el 2017, han sido individuados 78.589 URL que contenían imágenes de abuso sexual concentrados en particular en los Países Bajos, seguidos por los Estados Unidos, Canadá, Francia y Rusia. El 55% de las víctimas tiene menos de 10 años, 1’86% son niñas, el 7% niños, el 5% ambos.
  • Los destinos más frecuentes son Brasil, República Dominicana, Colombia, así como Tailandia y Camboya. A estos, se han añadido últimamente algunos países de África y del Este europeo. Los primeros países de proveniencia de quienes perpetran los abusos son Francia, Alemania, Reino Unido, China, Japón e Italia. No se debe olvidar tampoco el número creciente de mujeres que viajan a países en vías de desarrollo, buscando sexo por dinero con menores: en total, ellas representan el 10% de los turistas sexuales en el mundo. Además, según un estudio guiado por ECPATInternational (End Child Prostitution in Asian Tourism) entre el 2015 y el 2016, el 35% de los turistas sexuales pedófilos eran clientes habituales, mientras el 65% eran clientes ocasionales (cf. https://www.osservatoriodiritti.it/2018/03/27/turismo-sessuale-minorile-nel-mondo-italia-ecpat).
  • «Si esta gravísima desgracia ha golpeado algunos ministros consagrados, la pregunta es: ¿Cuánto podría ser profunda en nuestra sociedad y en nuestras familias?» (Discurso a la Curia Romana, 21 diciembre 2018).
  • R.H. Benson, The Lord of the World, Dodd, Mead and Company, Londres 1907.
  • «Quare times, Herodes, quia audis Regem natum? Non venit ille ut te excludat, sed ut diabolum vincat. Sed tu haec non intelligens turbaris et saevis; et ut perdas umum quem quaeris, per tot infantium mortes efficeris crudelis […] Necas parvulos corpore quia te necat timor in corde» (S. Quadvultdeus, Sermo 2 de Symbolo: PL40, 655).
  • «Quemadmodum enim ille, effuso in scientiae lignum veneno suo, naturam gusto corruperat, sic et ipse dominicam carnem vorandam presumens, Deitatis in ea virtute, corruptus interitusque sublatus est» Máximo el Confesor, Centuria1, 8-13: PG, 1182-1186.
  • (CDC: United States Centers for Disease Control and Prevention; CRC: Convention on the Rights of the Child; End Violence Against Children: The Global Partnership; PAHO: Pan American Health Organization; PEPFAR: President’s Emergency Program for AIDS Relief; TfG: Together for Girls; UNICEF: United Nations Children’s Fund; UNODC: United Nations Office on Drugs and Crime; USAID: United States Agency for International Development; WHO: World Health Organization).
  • Cada letra de la palabra INSPIRE representa una de las estrategias, y la mayor parte ha demostrado tener efectos preventivos sobre diferentes tipos de violencia, además de beneficios en sectores como la salud mental, la educación y la reducción de la criminalidad. Las siete estrategias son las siguientes: Implementation and enforcement of laws: actuación y aplicación de las leyes (por ejemplo, prohibir disciplinas violentas y limitar el acceso de alcohol y armas de fuego); Norms and values: normas y valores para cambiar (por ejemplo, aquellos que toleran el abuso sexual a las chicas o la actitud agresiva entre los chicos); Safe environments: ambientes seguros (por ejemplo, identificar en los barrios los “puntos álgidos” de la violencia y hacer frente las causas locales con una política que resuelva los problemas y otras intervenciones); Parent and caregiver support: padres y apoyo del asistente familiar (por ejemplo, proporcionando formación a los padres de los jóvenes, y a los padres recientes); Income and economic strengthening: ingresos y fortalecimiento económico (como el micro-crédito y la formación sobre la equidad de género); Response andsupport services: servicios de respuesta y ayuda (por ejemplo, garantizar que los menores expuestos a la violenciapuedan acceder a cuidados de emergencia eficaces y recibir una ayuda adecuada psico-social); Education and life skills: instrucción y capacitación para la vida (por ejemplo, garantizar que los menores vayan a la escuela y proporcionar las competencias sociales).
  • Documento Final del VI Congreso Mundial sobre la Pastoral del Turismo, 27 julio 2004.

 

 

 

 

24/02/2019-22:39
Rosa Die Alcolea

El Papa expone 8 dimensiones para combatir los abusos en la Iglesia

(ZENIT — 24 febrero 2019).- "Quisiera reafirmar con claridad: si en la Iglesia se descubre incluso un solo caso de abuso —que representa ya en sí mismo una monstruosidad—, ese caso será afrontado con la mayor seriedad", ha insistido el Papa Francisco, al término del Encuentro sobre 'La Protección de los Menores en la Iglesia', que ha celebrado con 190 representantes de la Iglesia de la mayoría de países del mundo.

"El objetivo de la Iglesia será escuchar, tutelar, proteger y cuidar a los menores abusados, explotados y olvidados, allí donde se encuentren" ha repetido el Pontífice, este domingo, al concluir la Misa celebrada al final de la reunión contra los abusos a menores en la Iglesia, el 24 de febrero de 2019, en el Vaticano.

Francisco ha asegurado que "ha llegado la hora de colaborar juntos para erradicar dicha brutalidad del cuerpo de nuestra humanidad, adoptando todas las medidas necesarias ya en vigor a nivel internacional y a nivel eclesial".

 

Manifestación del mal

"Lo único cierto es que millones de niños del mundo son víctimas de la explotación y de abusos sexuales", ha comenzado así su discurso el Papa, tras unos días de reflexión que cuanto menos, han servido para "tomar conciencia" del problema real de los abusos sexuales en la Iglesia a nivel global, en todos los continentes.

"Hoy estamos delante de una manifestación del mal, descarada, agresiva y destructiva". Como "pastor de la Iglesia que preside en la caridad", ha advertido el Papa, "en estos casos dolorosos veo la mano del mal que no perdona ni siquiera la inocencia de los pequeños".

 

Problema "universal y transversal"

Estamos ante un problema "universal y transversal" que desgraciadamente "se verifica en casi todas partes". Debemos ser claros: la universalidad de esta plaga, a la vez que confirma su gravedad en nuestras sociedades, "no disminuye su monstruosidad dentro de la Iglesia", ha comentado el Papa.

Así, ha expuestos algunos indicadores de estas desafortunadas estadísticas: "La primera verdad que emerge de los datos disponibles es que quien comete los abusos, o sea las violencias (físicas, sexuales o emotivas) son sobre todo los padres, los parientes, los maridos de las mujeres niñas, los entrenadores y los educadores".

Otra plaga —ha enumerado Francisco— es el turismo sexual: según los datos de 2017 de la Organización Mundial del Turismo, cada año en el mundo tres millones de personas emprenden un viaje para tener relaciones sexuales con un menor.

 

Consecuencia del abuso de poder

La "inhumanidad del fenómeno a escala mundial" es todavía más grave y más escandalosa en la Iglesia, porque "contrasta con su autoridad moral y su credibilidad ética", ha recordado el Pontífice: "El consagrado, elegido por Dios para guiar las almas a la salvación, se deja subyugar por su fragilidad humana, o por su enfermedad, convirtiéndose en instrumento de satanás. En los abusos, nosotros vemos la mano del mal que no perdona ni siquiera la inocencia de los niños. No hay explicaciones suficientes para estos abusos en contra de los niños".

"No se puede comprender el fenómeno de los abusos sexuales a menores sin tomar en consideración el poder", en cuanto estos abusos son siempre la "consecuencia del abuso de poder", aprovechando una posición de inferioridad del indefenso abusado que permite la manipulación de su conciencia y de su fragilidad psicológica y física, ha observado el Sucesor de Pedro.

 

Humillación

La humillación, el acto de contrición, la oración, y la penitencia son importantes "medidas espirituales que el mismo Señor nos enseña", que según el Papa "no debemos perder de vista" de la misma manera que debemos tomar todas las medidas prácticas que nos ofrece el sentido común, las ciencias y la sociedad.

 

Buenos pastores

"Permitidme un agradecimiento de corazón a todos los sacerdotes y a los consagrados que sirven al Señor con fidelidad y totalmente, y que se sienten deshonrados y desacreditados por la conducta vergonzosa de algunos de sus hermanos".

"Todos —Iglesia, consagrados, Pueblo de Dios y hasta Dios mismo— sufrimos las consecuencias de su infidelidad", ha asegurado el Papa.

"Agradezco, en nombre de toda la Iglesia, a la gran mayoría de sacerdotes que no solo son fieles a su celibato, sino que se gastan en un ministerio que es hoy más difícil por
los escándalos de unos pocos —pero siempre demasiados— hermanos suyos. Y gracias también a los laicos que conocen bien a sus buenos pastores y siguen rezando
por ellos y sosteniéndolos".

 

8 dimensiones

En este contexto, el Papa ha mencionado las 7 estrategias para erradicar la violencia contra los menores, las Best Practices formuladas, bajo la dirección de la Organización Mundial de la Salud, por un grupo de 10 agencias internacionales nombradas INSPIRE.

En esta línea, la Iglesia, en su itinerario legislativo, gracias también al trabajo desarrollado en los últimos años por la Comisión Pontificia para la Protección de los Menores y a la aportación de este encuentro, se centrará en las siguientes dimensiones, ha enumerado Francisco:

1. La protección de los menores: el objetivo principal de cualquier medida es el de proteger alos menores e impedir que sean víctimas de cualquier abuso psicológico y físico. Por lo tanto, es necesario cambiar la mentalidad para combatir la actitud defensiva-reaccionaria de salvaguardar la Institución, en beneficio de una búsqueda sincera y decisiva del bien de la comunidad, dando prioridad a las víctimas de los abusos en todos los sentidos.

2. Seriedad impecable: deseo reiterar ahora que «la Iglesia no se cansará de hacer todo lo necesario para llevar ante la justicia a cualquiera que haya cometido tales crímenes. La Iglesia nunca intentará encubrir o subestimar ningún caso».

3. Una verdadera purificación: a pesar de las medidas adoptadas y los progresos realizados en materia de prevención de los abusos, se necesita imponer un renovado y perenne empeño hacia la santidad en los pastores, cuya configuración con Cristo Buen Pastor es un derecho del pueblo de Dios.

4. La formación: es decir, la exigencia de la selección y de la formación de los candidatos al sacerdocio con criterios no solo negativos, preocupados principalmente por excluir a las personas problemáticas, sino también positivos para ofrecer un camino de formación equilibrado a los candidatos idóneos, orientado a la santidad y en el que se contemple la virtud de la castidad.

5. Reforzar y verificar las directrices de las Conferencias Episcopales: es decir, reafirmar la exigencia de la unidad de los obispos en la aplicación de parámetros que tengan valor de normas y no solo de orientación.

6. Acompañar a las personas abusadas: El mal que vivieron deja en ellos heridas indelebles que se manifiestan en rencor y tendencia a la autodestrucción. La escucha sana al herido, y nos sana también a nosotros mismos del egoísmo, de la distancia, del "no me corresponde", de la actitud del sacerdote y del levita de la parábola del Buen Samaritano.

7. El mundo digital: la protección de los menores debe tener en cuenta las nuevas formas de abuso sexual y de abusos de todo tipo que los amenazan en los ambientes en donde viven y a través de los nuevos instrumentos que usan. (...) Los seminaristas, sacerdotes, religiosos, religiosas, agentes pastorales; todos deben tomar conciencia de que el mundo digital y el uso de sus instrumentos incide a menudo más profundamente de lo que se piensa.

8. Turismo sexual: Las comunidades eclesiales están llamadas a reforzar la atención pastoral a las personas explotadas por el turismo sexual. Entre estas, las más vulnerables y necesitadas de una ayuda especial son ciertamente las mujeres, los menores y los niños; estos últimos, necesitan todavía de una protección y de una atención especial.

 

 

 

24/02/2019-01:16
Ana Paula Morales

"¿He cumplido con mi propia responsabilidad?": Los obispos hacen examen

(ZENIT — 23 febrero 2019).- "¿He cumplido con mi propia responsabilidad? Este es el examen de conciencia de los presidentes de las Conferencias Episcopales del mundo, ante la crisis de abuso sexual cometida dentro de la Iglesia.

Al final del tercer día de la reunión internacional convocada en el Vaticano por el Papa Francisco del 21 al 24 de febrero de 2019, los participantes experimentaron una celebración penitencial en la Sala de la Regia del Palacio Apostólico.

 

Examen

Después de la introducción leída por el Papa, el cardenal Ricardo Blázquez, Presidente de Conferencia Espiscopal Española, enumeró en preguntas en español para un examen de conciencia, alternando con notas de órgano meditativas:

"¿Qué abusos contra los niños y los jóvenes se cometieron por parte del clero y por otros en la Iglesia de mi país? ¿Qué sé sobre las personas de mi diócesis que han sido abusadas y violadas por sacerdotes, diáconos y religiosos? ¿Cómo ha tratado la Iglesia en mi país a los que han sufrido violencia de poder, de conciencia y sexual? ¿Qué obstáculos hemos puesto en su camino? ¿Los hemos escuchado? ¿Hemos intentado ayudarlos? ¿Hemos buscado justicia para ellos? ¿He cumplido con mis responsabilidades personales?

En la Iglesia de mi país, ¿cómo hemos tratado a obispos, sacerdotes, diáconos y religiosos acusados de agresión sexual? ¿Qué hemos hecho con aquellos que han cometido crímenes sistemáticamente? ¿Qué he hecho personalmente para prevenir la injusticia y establecer la justicia? ¿En qué he faltado?"

¿Qué atención hemos dado en mi país a las personas que han visto cómo su fe se tambaleada, y a quien ha sufrido y ha sido herido indirectamente por estos sucesos horrendos? ¿Se ha ayudado a las familias y a los allegados de los afecta- dos? ¿Hemos ayudado a los eles de las parroquias donde trabajaba el acusado y los que causaron el daño? ¿He acompañado personalmente a esas personas en sus sufrimientos?

¿Qué pasos se han dado en mi país para prevenir nuevas injusticias? ¿Hemos trabajado para ser firmes en nuestras acciones? ¿Hemos sido consistentes? En mi diócesis, ¿he hecho lo posible para llevar justicia y reparación a las víctimas y a los que sufren con ellas? ¿He descuidado lo que era importante?

 

Confesión de pecados

"Confesamos que a menudo los obispos no hemos cumplido con nuestras responsabilidades. Los 190 participantes confesaron sus pecados, reconociendo que "obispos, sacerdotes, diáconos y religiosos de la Iglesia han abusado de niños y jóvenes, y que hemos fallado en proteger a los más necesitados de nuestro cuidado".

Asimismo, los obispos y cardenales confesaron sus faltas, rezando la oración Kyrie Eleison (Señor, ten piedad). Esta es la oración expresada por todos los participantes en el Encuentro:

***

 

Kyrie, eleison

Señor Jesucristo, confesamos que somos pecadores. Kyrie, eleison.

Confesamos que obispos, sacerdotes, diáconos y religiosos en la Iglesia hemos ocasionado violencia a niños y jóvenes, y que no hemos protegido a quienes más necesitaban de nuestra ayuda. Kyrie, eleison.

Confesamos que hemos protegido a los culpables y hemos silenciado a los que han sufrido el mal. Kyrie, eleison.

Confesamos que no hemos reconocido el sufrimiento de muchas víctimas, ni hemos ofrecido ayuda cuando la necesitaban. Kyrie, eleison.

Confesamos que a menudo nosotros, obispos, no hemos cumplido nuestras responsabilidades. Kyrie, eleison.

Confesamos que hemos pecado de pensamiento, palabras y obras, en lo que hemos hecho y en lo que hemos omitido. Kyrie, eleison.

Señor Jesucristo, te pedimos misericordia para nosotrospecadores. Kyrie, eleison. Pedimos perdón por nuestros pecados. Kyrie, eleison.

Pedimos la gracia para superar la injusticia y buscar la justicia para las personas que han sido confiadas a nuestro cuidado. Kyrie, eleison.

 

 

 

24/02/2019-09:31
Rosa Die Alcolea

Misa: "Sólo la conversión nos permitirá ver que las heridas de los que han sido maltratados son nuestras heridas"

(ZENIT — 24 febrero 2019).- Sólo la conversión "nos permitirá ver que las heridas de los que han sido maltratados son nuestras heridas, que su destino es el nuestro, que no son nuestros enemigos, sino hueso de nuestros huesos, carne de nuestra carne. Ellos son nosotros, y nosotros somos ellos", ha indicado Mons. Mark Benedict Coleridge en la homilía de la Eucaristía.

El Papa Francisco ha presidido la Eucaristía esta mañana, en la Sala Regia, el domingo, 24 de febrero de 2019, cuarta y última jornada del Encuentro celebrado en el Vaticano sobre 'La Protección de los Menores en la Iglesia'.

En el Evangelio del San Lucas, proclamado por el prelado australiano, el Señor ordena: "Ama a tus enemigos". "Pero ¿quién es el enemigo?", ha preguntado Mons. Coleridge. "Ciertamente no aquellos que han desafiado a la Iglesia a ver el abuso y su ocultación por lo que realmente son, sobre todo las víctimas y sobrevivientes que nos han llevado a la dolorosa verdad de contar sus historias con tanto coraje.

A veces, sin embargo, hemos visto a las víctimas y a los supervivientes como el enemigo, pero no los hemos amado, no los hemos bendecido. En ese sentido, hemos sido nuestro peor enemigo".

Los pastores de la Iglesia, como David, han recibido un don de poder, recuerda el arzobispo de Brisbane: "El poder para servir, para crear, un poder que está con y para, pero no sobre, un poder, como dice Pablo, por 'el cual el Señor nos dio para edificación y no para vuestra destrucción0'. El poder es peligroso, porque puede destruir", advierte.

Mons. Mark Benedict Coleridge es el Arzobispo de Brisbane, Presidente de la Conferencia Episcopal de Australia, es uno de los 190 participantes en esta cumbre mundial convocada por el Pontífice para trabajar en la erradicación de los abusos en la Iglesia.

***

 

Homilía de Mons. Mark Benedict Coleridge

En el Evangelio recién proclamado se oye una sola voz, la voz de Jesús. Anteriormente escuchamos la voz de Pablo y al final de la misa escucharemos la voz de Pedro, pero en el Evangelio solo existe la voz de Jesús. Es bueno que, después de todas nuestras palabras, ahora solo existan las palabras de Cristo: solo Jesús permanece, como en el monte de la Transfiguración. (cf Luke 9:36).

Nos habla de poder, y lo hace en esta espléndida Sala Regia que también habla de poder. Aquí hay imágenes de batallas, de una masacre religiosa, de luchas entre emperadores y papas.

Este es un lugar donde los poderes terrenales y celestiales se encuentran, tocados a veces por poderes infernales también. En esta Sala Regia, la Palabra de Dios nos invita a contemplar el poder, como lo hemos hecho en estos días juntos. Entre la reunión, la Sala y las Escrituras, por lo tanto, tenemos una buena armonía de voces.

De pie sobre el Saúl dormido, David aparece como una figura poderosa, como Abishai logra ver muy bien: "Hoy Dios ha puesto al enemigo en tus manos. Así que déjame clavarlo al suelo con la lanza". Pero David responde: "¡No lo mates! ¿Quién ha puesto una mano sobre el consagrado del Señor y ha quedado impune? "David elige usar el poder no para destruir sino para salvar al rey, el consagrado del Señor.

Los pastores de la Iglesia, como David, han recibido un don de poder: el poder para servir, para crear, un poder que está con y para, pero no sobre, un poder, como dice Pablo, por "el cual el Señor nos dio para edificación y no para vuestra destrucción" (2 Cor 10:8). El poder es peligroso, porque puede destruir; y en estos días hemos reflexionado sobre cómo el poder de la Iglesia puede destruir cuando se separa del servicio, cuando no es una forma de amar, cuando se convierte sólo en poder.

Una gran cantidad de los consagrados del Señor han sido puestos en nuestras manos, y por el mismo Señor. Sin embargo, podemos usar este poder no para crear sino para destruir, e incluso al final para matar. En el abuso sexual, los poderosos ponen las manos sobre los consagrados del Señor, incluso los más débiles y vulnerables. Dicen que sí a la insistencia de Abishai; se apoderan de la lanza.

En el abuso y su ocultamiento, los poderosos se muestran ellos mismos no como los hombres del cielo, sino a los hombres de la tierra, en las palabras de San Pablo que hemos escuchado. En el Evangelio, el Señor ordena: "Ama a tus enemigos". Pero ¿quién es el enemigo? Ciertamente no aquellos que han desafiado a la Iglesia a ver el abuso y su ocultación por lo que realmente son, sobre todo las víctimas y sobrevivientes que nos han llevado a la dolorosa verdad de contar sus historias con tanto coraje. A veces, sin embargo, hemos visto a las víctimas y a los supervivientes como el enemigo, pero no los hemos amado, no los hemos bendecido. En ese sentido, hemos sido nuestro peor enemigo.

El Señor nos exhorta a "ser misericordiosos como nuestro Padre es misericordioso". Sin embargo, por todo los que deseamos una Iglesia verdaderamente segura y por todos lo que hemos hecho para asegurarla, no siempre hemos escogido la misericordia del hombre del cielo. A veces hemos preferido la indiferencia del hombre de la tierra y el deseo de proteger la reputación de la Iglesia e incluso la nuestra. Hemos mostrado muy poca misericordia, y por lo tanto recibiremos la misma, porque la medida que demos será la medida que recibamos a cambio. No quedaremos impunes, como dice David, y ya hemos conocido el castigo.

El hombre de la tierra debe morir para que pueda nacer el hombre del cielo; el viejo Adán debe dar paso al nuevo Adán. Esto requerirá una verdadera conversión, sin la cual permaneceremos en el nivel de la "mera administración" -como escribe el Santo Padre en la Evangelii Gaudium (25)-"mera administración" que deja intacto el corazón de la crisis del abuso.

Sólo esta conversión nos permitirá ver que las heridas de los que han sido maltratados son nuestras heridas, que su destino es el nuestro, que no son nuestros enemigos, sino hueso de nuestros huesos, carne de nuestra carne (cf. Gn 2, 23). Ellos son nosotros, y nosotros somos ellos.

Esta conversión es de hecho una revolución copernicana. Copérnico, como ustedes saben, demostró que el sol no gira alrededor de la tierra, sino la tierra alrededor del sol. Para nosotros, la revolución copernicana es el descubrimiento de que aquellos que han sido abusados no giran en torno a la Iglesia, sino la Iglesia alrededor de ellos. Al descubrir esto, podemos empezar a ver con sus ojos y a oír con sus oídos; y una vez que lo descubrimos, el mundo y la Iglesia empiezan a verse muy diferentes. Esta es la conversión necesaria, la verdadera revolución y la gran gracia que puede abrir a la Iglesia un nuevo tiempo de misión.

Señor, ¿cuándo te vimos abusado y no vinimos a ayudarte? Pero él responderá: En verdad os digo que todas las veces que no hicisteis esto a uno de estos mis hermanos y hermanas más pequeños, no me lo hicisteis a mí (cf. Mt 25, 44-45). En ellos, los más pequeños de los hermanos y hermanas, víctimas y supervivientes, encontramos a Cristo crucificado, el impotente del que brota el poder del Todopoderoso, el impotente en torno al cual gira para siempre la Iglesia, el impotente cuyas cicatrices brillan como el sol.

En estos días hemos estado en el Calvario — sí, incluso en el Vaticano y en la Sala Regia estamos en la montaña oscura. Al escuchar a los sobrevivientes, hemos escuchado a Cristo clamando en la oscuridad (Marcos 15:34). Pero aquí la esperanza nace de su corazón herido, y la esperanza se convierte en oración, cuando la Iglesia universal se reúne a nuestro alrededor en este aposento alto: que las tinieblas del Calvario lleven a la Iglesia de todo el mundo a la luz de la Pascua, al Cordero, que es nuestro sol (cf. Apoc. 21, 23).

Al final sólo queda la voz del Señor Resucitado, que nos exhorta a no quedarnos mirando el sepulcro vacío, preguntándonos en nuestra perplejidad qué hacer a continuación. Tampoco podemos quedarnos en el aposento alto, donde dice: "La paz sea con vosotros" (Jn 20,19). Él respira en nosotros (cf. Jn 20,22) y el fuego de un nuevo Pentecostés nos toca (cf. Hch 2,2). El que es paz abre las puertas del aposento alto y las puertas de nuestro corazón. Del miedo nace la audacia apostólica, del desaliento profundo la alegría del Evangelio. Una misión se extiende ante nosotros, una misión que exige no sólo palabras, sino acciones concretas y reales.

Haremos todo lo posible para hacer justicia y sanar a los sobrevivientes de abusos; los escucharemos, les creeremos y caminaremos con ellos; nos aseguraremos de que los que han abusado nunca más puedan ofender; pediremos cuentas a los que han ocultado abusos; fortaleceremos los procesos de reclutamiento y formación de líderes de la Iglesia; educaremos a todo nuestro pueblo en lo que la protección requiere; haremos todo lo posible para que los horrores del pasado no se repitan y que la Iglesia sea un lugar seguro para todos, una madre amorosa especialmente para los jóvenes y los vulnerables; no actuaremos solos, sino que trabajaremos con todos los interesados por el bien de los jóvenes y los vulnerables; seguiremos profundizando nuestra
comprensión del abuso y sus efectos, de por qué ha ocurrido en la Iglesia y de lo que se debe hacer para erradicarlo. Todo esto toma tiempo pero no tenemos un para siempre y no nos atrevemos a fracasar.

Si podemos hacer esto y más, no sólo conoceremos la paz del Señor Resucitado, sino que nos convertiremos en su paz en una misión hasta los confines de la tierra. Sin embargo, nos convertiremos en la paz sólo si nos convertimos en el sacrificio. A esto decimos sí con una sola voz, como en el altar hundimos nuestros fracasos y traiciones, toda nuestra fe, esperanza y amor en el único sacrificio de Jesús, Víctima y Víctor, que "enjugará las lágrimas de todos los ojos, y la muerte no será más, ni habrá más luto, ni llanto, ni dolor, porque las primeras cosas han pasado" (Apoc 21,4).

 

© Librería Editorial Vaticano

 

 

 

24/02/2019-16:56
Rosa Die Alcolea

Ángelus: "Queremos que se tomen todas las medidas posibles para que no se repitan tales crímenes"

(ZENIT — 24 febrero 2019).- Hoy ha concluido en el Vaticano el Encuentro sobre 'La Protección de los Menores en la Iglesia', convocado por el Papa, y llevado a cabo del 21 al 24 de febrero de 2019. En este marco, Francisco ha rezado la oración del Ángelus desde el balcón del Palacio Apostólico, mirando hacia la plaza de San Pedro, donde se congregaban cientos de visitantes parar orar con él, este domingo, 24 de febrero de 2019.

"Hemos escuchado las voces de las víctimas, hemos rezado y pedido perdón a Dios y a los ofendidos, hemos tomado conciencia de nuestras responsabilidades, de nuestro deber de hacer justicia en la verdad, de rechazar radicalmente de abuso de poder, de conciencia y de sexualidad", ha compartido el Santo Padre con los fieles.

"Queremos que todas las actividades y lugares de la Iglesia sean siempre plenamente seguros para los menores" —ha reiterado—, "queremos que se tomen todas las medidas posibles para que no se repitan tales crímenes y queremos que la Iglesia sea una vez más absolutamente creíble y fiable, confiable en su misión de servicio y educación de los niños, según la enseñanza de Jesús".

Siguen las palabras del Papa Francisco después de rezar la oración del Ángelus, este domingo, a las 12 horas.

***

 

Palabras del Papa después del Ángelus

Queridos hermanos y hermanas:

Esta mañana ha concluido aquí en el Vaticano una reunión muy importante sobre el tema de la protección de los menores, habían sido convocados los Patriarcas, los Presidentes de todos las Conferencias Episcopales, los Jefes de las Iglesias Católicas Orientales, los representantes de los Superiores y Superioras de las Congregaciones Religiosas y varios de mis colaboradores de la Curia Romana fueron convocados.

Como saben, el problema del abuso sexual de niños por parte de miembros del clero ha sido durante mucho tiempo un grave escándalo en la Iglesia y en la opinión pública, tanto por el dramático sufrimiento de las víctimas como por la injustificable falta de atención a las mismas, y la cobertura de los autores por parte de personas en la Iglesia.

Como se trata de un problema muy extendido en todos los continentes, he querido que lo abordáramos juntos de manera corresponsable y colegiada, como pastores de las comunidades católicas en todo el mundo.

Hemos escuchado las voces de las víctimas, hemos rezado y pedido perdón a Dios y a los ofendidos, hemos tomado conciencia de nuestras responsabilidades, de nuestro deber de hacer justicia en la verdad, de rechazar radicalmente de abuso de poder, de conciencia y de sexualidad.

Queremos que todas las actividades y lugares de la Iglesia sean siempre plenamente seguros para los menores, queremos que se tomen todas las medidas posibles para que no se repitan tales crímenes y queremos que la Iglesia sea una vez más absolutamente creíble y fiable, confiable en su misión de servicio y educación de los niños, según la enseñanza de Jesús.

De esta manera, podremos colaborar con todo nuestro corazón de manera eficaz junto con todas las personas de buena voluntad y todos los componentes y fuerzas positivas de la sociedad en todos los países y a nivel internacional para que el gravísimo flagelo de la violencia contra cientos de millones de niñas y niños en todo el mundo pueda ser combatido hasta el final en todas sus formas.

Chicos y chicas, jóvenes de todo el mundo, saludo cordialmente a todos los peregrinos de Roma, de Italia y de varios países.

Saludo a los fieles de la Diócesis de Sevilla, a los de Triestre, Agrópoli y Venegono.

Saludo al grupo que vino con motivo del día de las enfermedades raras y espero que los pacientes y sus familias reciban el apoyo adecuado en su difícil recorrido, tanto a nivel médico como legislativo, a todos les deseo un feliz domingo. Y por favor, no se olviden de rezar por mí.

¡Que tengan un buen almuerzo y hasta la próxima!

 

 

 

24/02/2019-14:15
Anne Kurian

Ángelus: Revertir el discurso negativo es la revolución de la misericordia

(ZENIT — 24 febrero 2019).- Al criticar a los "coleccionistas de injusticias", que solo recuerdan los males que sufrieron, el Papa Francisco nos invita a "recordar las cosas buenas": "Invertir el discurso es la revolución de la misericordia", dice en el Ángelus de este 24 de febrero de 2019.

Desde la Plaza de San Pedro, donde presidió la oración mariana, el Papa instó a amar a sus enemigos: "No es opcional, es un mandamiento ... La lógica del amor, que culmina en la Cruz de Cristo, es distintivo del cristiano. "Jesús", agregó, "quiere que el amor de Dios triunfe en todos los corazones sobre el odio y el resentimiento".

"Si nuestros corazones se abren a la misericordia, si el perdón está sellado por un abrazo fraternal y los lazos de comunión se fortalecen, proclamamos ante el mundo que es posible vencer el mal con el bien", continuó el papa.

Y para terminar: "No hay nada más grande y más fructífero que el amor: le da a la persona toda su dignidad, mientras que el odio y la venganza, por el contrario, disminuyen, desfiguran la belleza de la criatura hecha a imagen de Dios".

AK

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Meditación del Papa antes el Ángelus

Queridos hermanos y hermanas,¡ buenos días!.

El Evangelio de este domingo (cf. Lc 6, 27-38) se refiere a un punto central y característico de la vida cristiana: el amor por los enemigos. Las palabras de Jesús son claras: "A ti que escuchas, te digo: ama a tus enemigos, haz el bien a los que te odian, bendice a los que te maldicen, ora por los que te tratan mal" (v. 27-28) ). Y esto no es una opción, es un mandato. No es para todos, sino para los discípulos, a los que Jesús llama "tú que escuchas". Sabe muy bien que amar a los enemigos va más allá de nuestras posibilidades, pero para esto se hizo hombre: no para dejarnos como somos, sino para convertirnos en hombres y mujeres capaces de un amor más grande, el de su Padre y el nuestro.

Este es el amor que Jesús da a quienes lo "escuchan". ¡Y entonces se hace posible! Con él, gracias a su amor, a su Espíritu, también podemos amar a quienes no nos aman, incluso a quienes nos hacen daño. De esta manera, Jesús quiere que el amor de Dios triunfe sobre el odio y el rencor en cada corazón. La lógica del amor, que culmina en la Cruz de Cristo, es el sello del cristiano y nos lleva a salir a encontrarnos con un corazón de hermanos. Pero, ¿cómo es posible superar el instinto humano y la ley mundana de la venganza? La respuesta la da Jesús en la misma página del Evangelio: "Sé misericordioso, como tu Padre es misericordioso" (v. 36).

Quien escucha a Jesús, quien se esfuerza por seguirlo aunque cueste, se convierte en hijo de Dios y comienza a parecerse realmente al Padre en el cielo. Nos volvemos capaces de cosas que nunca hubiéramos pensado que podríamos decir o hacer, y de las cuales preferiríamos sentirnos avergonzados, sino que ahora nos dan alegría y paz. Ya no necesitamos ser violentos, con palabras y gestos; Nos descubrimos capaces de ternura y bondad; y sentimos que todo esto no viene de nosotros sino de Él, y por lo tanto no nos jactamos de ello, sino que estamos agradecidos. No hay nada más grande y más fecundo que el amor: le da a la persona toda su dignidad, mientras que, por el contrario, el odio y la venganza lo disminuyen, desfigurando la belleza de la criatura hecha a imagen de Dios. Este mandato, para responder al insulto y al mal con el amor, ha generado en el mundo una nueva cultura: la "cultura de la misericordia, ¡debemos aprenderlo bien y practicarla bien esta cultura de la misericordia, que da vida a una verdadera revolución" (Lett. Ap. Misericordia et misera, 20). Es la revolución del amor, cuyos protagonistas son los mártires de todos los tiempos. Y Jesús nos asegura que nuestro comportamiento, marcado por el amor hacia aquellos que nos hacen daño, no será en vano.

Él dice: "Perdona y serás perdonado, da y recibirás [...] porque con la medida con que mides, se te medirá a cambio "(v. 37-38). Esto es algo hermoso que Dios nos dará si somos generosos y misericordiosos. Debemos perdonar porque Dios nos ha perdonado y él siempre nos perdona. Si no perdonamos completamente, no podemos pretender ser completamente perdonados. En cambio, si nuestros corazones se abren a la misericordia, si el perdón se sella con un abrazo fraternal y los lazos de comunión se fortalecen, proclamamos ante el mundo que es posible vencer el mal con el bien.

A veces es más fácil para nosotros recordar el mal que nos han hecho y los males que nos han hecho y no las cosas buenas; hasta el punto de que hay personas que tienen este hábito y se convierte en una enfermedad. Son "coleccionistas de injusticias": solo recuerdan las cosas malas que hicieron. Y esto no es un camino. Tenemos que hacer lo contrario, dice Jesús. Recordar las cosas buenas, y cuando alguien viene con una chisme que habla mal sobre el otro, diga: "Pero sí, quizás ... pero él tiene esto de bueno ...". Dar un giro a la moneda. Esta es la revolución de la misericordia.

Que la Virgen María nos ayude a tocar el corazón con esta santa palabra de Jesús, que arde como fuego, que nos transforma y nos permite hacer el bien sin retorno, testificando en todas partes la victoria del amor.

 

© Traduction de Zenit, Raquel Anillo

 

 

 

24/02/2019-21:57
Rosa Die Alcolea

Realizado el `vademecum' que ayudará a los obispos a comprender sus tareas

(ZENIT — 24 febrero 2019).- El padre Federico Lombardi, moderador del Encuentro sobre 'La Protección de los Menores en la Iglesia', ha anunciado la próxima publicación de un vademecum, realizado por la Congregación para la Doctrina de la Fe, para ayudar a los obispos del mundo a comprender sus tareas, sus deberes.

El padre Lombardi lo ha dicho en el briefing (resumen informativo a la prensa internacional) ofrecido hoy a los medios de comunicación, en el Instituto Agustinianum, ubicado en la plaza de San Pedro, en Roma.

En la conferencia de prensa, ofrecida este último y cuarto día del Encuentro sobre abusos en la Iglesia y protección de menores y personas vulnerables, han participado: el
padre Lombardi; Paolo Ruffini, Prefecto para el Dicasterio de la Comunicación; el Cardenal Oswald Gracias, Arzobispo de Bombay, ex Presidente de la Conferencia Episcopal de la India y miembro del Comité organizador del Encuentro; Valentina Alazraki, vaticanista desde el pontificado de Pablo VI; Mons. Charles J. Scicluna, Arzobispo de Malta y Secretario adjunto de la Congregación para la Doctrina de la fe y miembro del Comité organizador del Encuentro; y el padre Hans Zollner, miembro de la Comisión Vaticana contra la Pedofilia y presidente del Centro para la Protección de Menores en el Gregoriano, además referente del Comité organizador del Encuentro.

El resultado de la corresponsabilidad y el sentido de responsabilidad de cuentas "han crecido muchísimo alrededor de nuestro Santo Padre", ha expresado también el Presidente de la Fundación Joseph Ratzinger— Benedicto XVI, y antiguo Director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede.

 

Nuevo Motu Proprio

Además, ayer por la tarde —penúltima jornada del Encuentro, 23 de febrero de 2019—, Federico Lombardi anunció a los participantes que "ya se dan iniciativas concretas que podemos prever de cara al futuro".

En concreto, podremos ver un nuevo Motu Proprio sobre la protección de los menores y las personas vulnerables "que apunta a fortalecer la prevención y la lucha contra los abusos sexuales en la Curia Romana y en el Estado de la Ciudad de Vaticano", y se verá acompañado de una nueva ley en el Estado de la Ciudad de Vaticano y de unas "líneas guías" para el Vicariato de Ciudad del Vaticano, ha dado a conocer el jesuita.

Son 3 documentos en particular que constituyen "una unidad, un cuerpo", ha explicado.

 

Vademecum

Algo que está a punto de llegar, "aunque quizás necesitemos algunas semanas o quizás meses", es el vademecum —mencionado muchas veces por Mons. Scicluna— preparado por la Congregación para la Doctrina de la Fe, para ayudar a los obispos del mundo, para que comprendan sus tareas, sus deberes. No se trata de una enciclopedia, sino de algo "mucho más sencillo".

 

Escucha de la víctimas

El padre Lombardi ha recordado cuales han sido los puntos clave del trabajo realizado estos días por los obispos: La importancia de la escucha de la voz de las víctimas, una comprensión más profunda del escándalo, de las heridas, de las responsabilidades. La dinámica de responsabilidad, rendición de cuentas, transparencia que han marcado nuestro camino, pero también el espíritu del camino sinodal.

 

Aportación de las mujeres

Por su parte, el Cardenal Aportación de las mujeres y la "toma de conciencia por parte de los participantes".

"He escuchado con muchísima atención las ponencias a cargo de las mujeres y me parece que las mujeres, con el debido respeto para los demás, han encarado el tema con muchísima mas profundidad. Nos han facilitado una información bajo un prisma distinto, he aprendido muchísimo al escuchar estas ponencias. Las mujeres nos facilitan este aporte de perspectiva de largo alcance".

Alessandro Gisotti, quien moderaba este encuentro con la prensa internacional, también ha felicitado a Valentina Alazraki —presente en la mesa— por su ponencia en el Encuentro, que fue un momento "verdaderamente importante" y "fuerte", ha calificado. "Yo también quería darte las gracias", ha expresado Gisotti.

 

Valentina Alazraki

La periodista ha relatado a sus compañeros que sintió en primer lugar sorpresa cuando le comunicaron que iba a hablar en el Encuentro sobre la protección de los menores en la Iglesia, y lo asumió como una oportunidad para consultar y aprender de "crisis", porque considera que el problema de los abusos es una "crisis que la Iglesia enfrenta".

"Lo que más me gustaría decirles es la total libertad de la que gocé", ha descrito. "Cuando recibí la invitación me dijeron solo que tenía una relación basada en la transparencia y me indicaron, digamos, temas relacionados con la transparencia que eran absolutamente transparentes y a favor de la transparencia".

 

Mons. Scicluna

Una de las prioridades de estos días, indica Mons. Charles J. Scicluna, ha sido la alocución conclusiva del Santo Padre y el imput de algunos expertos. "Ahora se trata de puntos que se han esbozado claramente", ha aportado el secretario adjunto de la Congregación para la Doctrina de la fe.

"El abuso es muy serio pero el encubrimiento es de la misma forma, esto se ha puntualizado muy bien. El encubrimiento es un delito igual", ha asegurado Scicluna.

"Gracias a las víctimas por su presencia aquí, gracias porque nos hemos podido reunir con muchos de ellos, y los obispos se han reunido con algunos de ellos en sus diócesis", ha contado a los periodistas.

"Finalmente, estamos hablando aquí de un cambio de corazones". Desde luego, "se necesita la motivación adecuada para realizar este cambio", ha concretado. Así, ha hablado de la "peregrinación" de los obispos a Roma, como líderes de comunidades, y también ha agradecido la variedad de voces, también las voces de las mujeres, "este aire fresco" para nosotros, ha expresado.

Comunicación. Hay carencias de comunicación en el seno de la Iglesia, entre las Iglesias, entre las diócesis. "No hay rendición de cuentas en ausencia de una clara comunicación", ha reconocido Scicluna.

Asimismo, ha dado un lugar exclusivo a la oración. "Todos los días ha empezado con un momento de oración: Hay momentos en que necesitamos hablar a nuestro Señor, a Jesús".

Por último, ha compartido su convicción de la necesidad de escuchar a las personas que han sido abusados por sacerdotes: "Me voy a Malta con la convicción de que hay que escuchar a las víctimas como pastor.

 

Padre Hans Zollner

El padre Zollner ha dicho que este Encuentro ha supuesto en el Vaticano un salto de cantidad a calidad.

"Cantidad porque jamás hemos celebrado algo parecido", a calidad porque "yo creo que hemos recorrido un gran camino. La actitud ha cambiado", ha observado. "Esta ha sido la experiencia que me ha proporcionado más esperanza".

"Quizás el eje estiba en el encuentro con las víctimas", ha descrito tras haber tenido en el Encuentro reuniones con 3 supervivientes a abusos sexuales en la Iglesia. "En particular el otro día me conmovió la señora que habló de su experiencia, que empezó a llorar junto a su compañero, y el Papa y todos los participantes le expresaron su solidaridad".

Esta tarde se seguirá trabajando, además de las ideas que ha mencionado el P. Lombardi, han surgido otras propuestas de trabajo: por ejemplo, en los grupos lingüísticos. "Necesitamos tiempo", ha concluido.

 

Revisión de Como una Madre amorosa

Después del briefing, la periodista norteamericana Deborah Castellano Lubov, corresponsal de la edición inglesa de Zenit, ha preguntado por la posibilidad de elaborar un nuevo documento sobre el ya existente Motu Proprio Como una madre amorosa —comentado durante estos días por el Cardenal O'Malley—a lo que Mons. Charles J. Scicluna ha contestado que necesitan más informaciones acerca de los superiores generales, por ejemplo, de las jerarquías de las congregaciones. "Esto no se ha desarrollado de la forma adecuada en el Motu Proprio. Conforme al reglamento, se dice, que va a especificar este aspecto".

Por lo tanto —ha continuado Scicluna— el procedimiento es "el que tenemos", "no vamos a implementar otras formas de trabajo en las congregaciones". "Hay congregaciones que celebran congresos o reuniones de forma regular, algunas lo hacen de forma mensual, pero estamos intentando trabajar en ello. No necesitamos un cambio de paradigma, pero seguramente necesitamos revisar todos los matices de Como una Madre amorosa", ha explicado.

Asimismo, respondiendo a una segunda pregunta de la periodista de Zenit sobre la creación de un consejo pontificio de protección de menores, el Cardenal Oswald Gracias ha declarado que aunque ya éste órgano ya existe en el Vaticano, les gustaría "mejorarlo". "Queremos que sea un organismo autónomo, que tenga libertad. Estamos hablando sobre esto en la Curia. Que tengas más libertad, más poder, que tenga más autonomía".

 

 

 

24/02/2019-08:00
Isabel Orellana Vilches

San Luis Versiglia, 25 de febrero

«Sintiéndose misionero de Cristo, este gran salesiano no temió a la muerte. Fue fusilado en China, el lugar que evangelizaba, junto a otro hermano, mientras defendían la integridad física de unas jóvenes que les acompañaban»

Este mártir salesiano nació en Oliva Gessi, Pavía, Italia, el 5 de junio de 1873. Cuando a sus 12 años llegó al Oratorio turinés de Valdocco, regido por Don Bosco, para estudiar allí y cumplir su sueño de convertirse en veterinario, era un muchacho educado, sociable, ingenioso y muy sensible. En los dos años y medio que pasó al lado del fundador de los salesianos, que fue su director espiritual, cambió de parecer.

Simplemente con ver su forma de vida, se trocaron sus previsiones de futuro que no estaban encaminadas a la vida religiosa. Además, le cupo el honor de pronunciar el discurso de felicitación el día de su onomástica, la última que Don Bosco celebró en la tierra. Éste murió el 31 de enero de 1888. Un año antes se dirigió a Luís con estas palabras: «Ven a verme, tengo algo que decirte». Pero ya no hubo ocasión de consumar este encuentro.

El 11 de marzo de ese mismo año Luís sintió latir en su corazón el ardor misionero cuando en la basílica de María Auxiliadora vio cómo se imponía el crucifijo a siete salesianos que se disponían a partir a sus destinos. Y siguió los pasos de su fundador. Definitivamente abandonaba la idea de ser veterinario. Hizo el noviciado en Foglizzo, y profesó a los 16 años. Luego estudió con ahínco en la universidad Gregoriana de Roma y no dejó de dar testimonio de su fe a los jóvenes que hallaba al paso en el Oratorio del Sagrado Corazón; tenía como modelo a Don Bosco. En 1893 obtuvo brillantemente el grado de doctor en filosofía en una edad espléndida, apenas rebasando la veintena. Mientras impartía clases a los novicios en Foglizzo Canavese (Turín), se empleaba a conciencia en el estudio de las disciplinas que le encaminarían al sacerdocio, sacramento que recibió en 1895.

Su anhelo era partir a misiones. Y desde luego iría, como él deseaba, pero no en esos momentos. El padre Miguel Rúa, sucesor de Don Bosco, había visto sus cualidades y ya tenía para él otra responsabilidad. Pasó por alto su juventud, y lo nombró director y maestro de novicios en Genzano, un centro que él acababa de crear. Acertó de pleno, porque realmente Luís era un gran formador, como demostró en los nueve años que estuvo al frente de la casa. Como su afán misionero se mantuvo intacto, aprovechó ese tiempo para aprender idiomas, herramienta conveniente para quien se muestra dispuesto a viajar a tierras lejanas para evangelizar, que era su caso. El momento añorado llegó en enero de 1906. Su nuevo destino: China. Tenía entonces la mítica edad de 33 años, y su corazón rebosaba de júbilo. Iba al frente de esa primera expedición de salesianos que salía rumbo a este país asiático.

Al llegar a Macao pronto se convirtió en el «padre de los huérfanos»: los 55 niños del orfanato que el obispo puso en manos de estos misioneros, centro dirigido espiritualmente por Luís, y en el que dejó su impronta apostólica. Las tensiones político-sociales se desencadenaron cuatro años más tarde, y con ellas el anticlericalismo de origen portugués que tocaba de lleno a los territorios que dependían del Estado luso. Eso conllevó la expulsión de los salesianos que tuvieron que partir a Hong Kong. Allí, y a instancias del prelado, se hicieron cargo de otro orfanato en medio de la desbordante alegría de los ciudadanos de Heung Chow. Lamentablemente, un monzón arrasó su casa y desplazó a los religiosos a Shek Ki. Desde 1912 a 1920 Luís dirigió sabiamente la misión. Se abrieron nuevas residencias y pudieron atender las fundaciones de Macao y de Río de Perlas. Creativo y lleno de proyectos para mejorar la vida de la gente, creó una escuela de comercio y diversos talleres, que revertieron en una mayor expansión.

En 1920 fue designado obispo de Schiu Chow. El instante no podía ser más comprometedor ya que, lejos de disiparse los atentados contra la fe católica, arreciaban. Nada de ello detuvo al santo. Siguió impulsando escuelas, seminarios, casas de formación, orfanatos, residencias de ancianos, catequizando a tiempo y a destiempo. Cercano, fraterno, con un marcado espíritu paternal tutelaba la vida de sus hermanos y no demandaba de ellos esfuerzos que él no hubiera realizado antes. La mortificación entraba dentro de un itinerario espiritual bendecido con numerosos frutos apostólicos. María Auxiliadora alumbraba su quehacer. «Sin Ella —había dicho—, los salesianos no somos nada».

En los diez años siguientes que mediaron hasta su martirio, se habían producido gravísimos altercados contra los misioneros. Manifiestos, amenazas, insultos..., hasta llegar a arrasar iglesias y misiones. El 24 de febrero de 1930 Luís partía hacia Linchow con otro salesiano, el padre Calixto Caravario, y tres alumnas salesianas. Fueron apresados y atados, conduciéndoles a un bosque de bambú mientras les hacían objeto de linchamiento físico y verbal. Querían destruir la iglesia y forzar a las jóvenes. Los dos sacerdotes, decididos a dar su vida, intentaron protegerlas. Pero los violentos terminaron con ellos, fusilándolos allí mismo. Previamente pudieron orar hincados de rodillas y confesarse entre sí. Y antes con su valentía habían dejado estupefactos a los captores. Acostumbrados a ver retratado el terror a la muerte en las pupilas de los condenados, detectaron en los misioneros el gozo de la ofrenda suprema a Dios: la de su propia vida. En 1976 Pablo VI declaró mártires de la Iglesia a estos misioneros. Fueron beatificados por Juan Pablo II el 15 de mayo de 1983. Él mismo los canonizó el 1 de octubre de 2000.