Servicio diario - 27 de febrero de 2019


 

El Cardenal Pell ya no es Prefecto de la Secretaría de Economía del Vaticano
Rosa Die Alcolea

Entrevista al Rector del Seminario Conciliar de México: "Se busca el discernimiento maduro de la vocación y aprender a vivir su sexualidad de una manera constructiva"
Ana Paula Morales

Audiencia general del 27 de febrero de 2019 — Catequesis completa
Redacción

'Santificado sea tu nombre': "Dios nos santifica y nos transforma con su amor"
Rosa Die Alcolea

Roma: Francisco celebrará el inicio de la Cuaresma con "Estaciones" romanas
Rosa Die Alcolea

Cuaresma 2019: "La creación, expectante, está aguardando la manifestación de los hijos de Dios"
Rosa Die Alcolea

Abolición de la pena de muerte: "Convicción de que el género humano pueda afrontar el crimen", recuerda el Papa
Rosa Die Alcolea

Mons. Felipe Arizmendi: Cero tolerancia a la pederastia
Felipe Arizmendi Esquivel

Padre Antonio Rivero: "¡Fuera la hipocresía de nuestra vida!"
Antonio Rivero

Beato Daniel Alejo Brottier, 28 de febrero
Isabel Orellana Vilches


 

 

 

27/02/2019-12:16
Rosa Die Alcolea

El Cardenal Pell ya no es Prefecto de la Secretaría de Economía del Vaticano

(ZENIT — 27 febrero 2019).- El Cardenal George Pell ya no es Prefecto de la Secretaría de Economía del Vaticano, ha confirmado esta mañana Alessandro Gisotti, un día después del anuncio de la prohibición por parte del Papa al cardenal de "ejercer el ejercicio público del ministerio" y, "como norma, el contacto de cualquier forma y la forma con los menores".

El director interino de la Oficina de Prensa de la Santa Sede ha aclarado que "Después del veredicto de culpabilidad en primera instancia sobre el Cardenal Pell, la Congregación para la Doctrina de la Fe ahora manejará el caso siguiendo el procedimiento y dentro del tiempo establecido por la norma canónica".

Según el Canon 1405 del Código de Derecho Canónico, "Es derecho exclusivo del Romano Pontífice juzgar a los Cardenales".

Por consiguiente, el Papa Francisco ha puesto el caso a disposición de la Congregación para la Doctrina de la Fe, encabezada por el jesuita español Luis Francisco Ladaria Ferrer desde julio de 2017.

 

Pell, Miembro del C9

George Pell fue creado Cardenal en el año 2003, George Pell entró en 2013 en el Consejo de Cardenales, conocido como C9, que asesora al Pontífice en la reforma de la Curia; y fue nombrado Prefecto del Dicasterio que se encarga de las finanzas de la Iglesia en 2014.

Fue llamado a declarar en 2014 por la comisión australiana que investiga los casos de abusos en el país, sobre presuntos encubrimientos a sacerdotes abusadores en la década de 1970. La acusación se formalizó en diciembre de 2015, aunque sacerdote negó conocer alguna denuncia.

En octubre de 2016 fue acusado de abusos en Melbourne. La acusación se formalizó en 2017 y en julio de ese año el Cardenal Pell dejó sus responsabilidades en la Curia romana para regresar a Australia y defenderse personalmente de las acusaciones.

Él siempre ha defendido su inocencia y ha denunciado ser víctima de un ataque contra su persona.

 

 

 

27/02/2019-20:14
Ana Paula Morales

Entrevista al Rector del Seminario Conciliar de México: "Se busca el discernimiento maduro de la vocación y aprender a vivir su sexualidad de una manera constructiva"

(ZENIT — 24 febrero 2019).- El 5 de febrero de 2018, la Ciudad de México, una de las arquidiócesis más grandes del mundo, cambió de arzobispo primado de México, del Cardenal Norberto Rivera Carrera, quien estuvo 22 años en la metrópoli, pasó a ser el Cardenal Carlos Aguiar Retes, quien en un principio se manifestó con "tolerancia cero" a los abusos por lo que tomó serias medidas de prevención, una de ellas fue el cambio de estructura en el Seminario Conciliar de México.

El Seminario Conciliar de México (SCM), tiene una historio tricentenaria. En 1592 Felipe II pidió que se contruyeran los seminarios en todos los virreinatos de la nueva España pero no fue hasta 1697 que se empezó a construir en la Ciudad de México con el Arzobispo Aguiar y Seijas.

El Padre Federico Altbach Nuñez es Doctor en Teología por la Universidad de Tubingen, Alemania, y Doctor por la Universidad Iberoamericana; Lic. En Teología por el Instituto Superior de Estudios Eclesiásticos, es Rector de la Universidad Lumen Gentium desde el 2009 y desde el año 2018 rector del seminario Conciliar de México.

 

ZENIT: ¿Cuáles son los nuevos cambios que ha tenido el seminario desde que llegó el Cardenal Aguiar?

Padre Federico Altbach: Hay varios cambios, en realidad se han introducido ciertas reformas estructurales en el seminario, aunque por supuesto se han conservado fortalezas y buenas opciones que se había tenido.

1) Desapareció el seminario menor, ya no se admiten chicos en edad preparatoria para que se internen en el seminario menor. Ahora se les pide que asistan a un grupo juvenil vocacional los fines de semana, y tengan todo un programa de acompañamiento con un padre formador y con toda una serie de actividades que les puedan ayudar a madurar y discernir su vocación. La razón por la que se optó que el seminario menor siguiera abierto, es porque se nota que los chicos adolescentes muchas veces tienen carencias de maduración afectiva que conviene que sean atendidas según un proceso natural en sus casas, ya que no ha ayudado que estén internos, porque eso no favorece su maduración psicoafectiva, que tengan más bien una experiencia normal afuera, que tengan una preparatoria de su elección que sigan creciendo desde su realidad familiar. Ese sería el primer cambio.

2) El curso introductorio pasó a formar ahora el año de discernimiento vocacional con tres líneas fuertes que son:

· El desarrollo humano, que tiene muchos temas, crecimiento como personas, también de discernimiento de los sentimientos y de las emociones. Esto por supuesto va ayudando desde el inicio a la enseñanza del conocimiento de la propia persona, de sus sentimientos y también al manejo de los mismos; por ejemplo, el que quiera hacer la opción por el celibato le sea demasiado útil.
· Introducción a la vida espiritual, aprender insipientemente algunos métodos.
· Curso Bíblico-crítico, les permite tener una fe más pensada, más madurada y es cómo ayudarles a superar una fe naif, una fe ingenua. Además van conociendo la realidad de la arquidiócesis como institución, así como instituciones en particular de beneficiencia de organización. Aprenden buenos modales, hacen deporte, y van teniendo diferentes talleres que complementan su formación. He de agregar que realizan actividades de apostolado juvenil de tinte misionero. Por ejemplo, este año, van a realizar una Pascua juvenil con una serie de actividades, han salido fuera de las instalaciones del seminario para visitar familias e invitarlas a dichas actividades.Antes se le llamaba Filosofía, el cambio de nombre no busca poner énfasis en lo intelectual, que por supuesto sigue siendo importante, sino en ser discípulos de Cristo, algo que se es toda la vida pero aquí se quiere fortalecer y enfatizar. Lo importante es que a lo largo de estos tres años puedan terminar habiendo demostrado: equilibrio y madurez humana. De no ser así, ya no serían candidatos para continuar. Esto tiene que ver con las habilidades para relacionarse con los demás, habilidades para tratar a hombres y mujeres, el que se note una salud psicoafectiva en su actuar; que además sepan resolver conflictos, que puedan manifestar características de liderazgo; en fin, la idea es alcanzar esto y o dejarlo pendiente para las siguientes etapas.

4) El año de discernimiento presbiteral, en el que los chicos se vuelven a su casa y se buscan un empleo para trabajar durante este mismo ciclo y el objetivo es que aprendan otra vez a reinsertarse a su familia, a compartir su proceso vocacional con los miembros de su familia, así como aprender de ellos, retro-alimentarse. También hacer una interrupción en el seminario para que no se convierta en una incercia y que aprendan a valorar el trabajo como un aspecto fundamental del pueblo de Dios, que sean concientes de todo lo que implica esforzarse por sostener una familia.

5) Configuración presbiteral, antes llamada Teología, no está enfatizada en la parte académica sino en configurarse como presbíteros. Ellos viven en comunidades parroquiales. Esto tiene varias razones:

Que haya un acompañamiento más cercano, tanto del formador como del párroco, ya que hay un formador en cada comunidad, él es el encargado de los seminaristas. Hay un conocimiento mucho más cercano y constante.

Hay también una inserción de los seminaristas a la realidad parroquial, al trabajo con los laicos; van aprendiendo lo que significa la organización de una comunidad parroquial.

Esto también ayuda a la promoción vocacional porque jóvenes de la parroquia van entrando en contacto y van viendo con cierta familiaridad a los seminaristas y esto les permitiría quizás pensar en esta opción como camino de vida.

La idea es que al terminar 3° de Teología puedan ser candidatos para la ordenación diaconal, de modo que serían ordenados diáconos al inicio de 4° de Teología, y así no se alarga la formación, se recupera el año que se invirtió para la etapa de discernimiento presbiterial.

Un aspecto más es que durante la etapa de los 3 años de discipulado, en los que estudian Filosofía, el punto fuerte es la pastoral juvenil, y se pretende que ellos tengan competencias y además las puedan demostrar en el trato de la evangelización, la colaboración con los jóvenes de tal suerte que no vaya haber un sacerdote que sea incapaz de trabajar con jóvenes, también hay muchos recursos con los que se les va acompañando para fortalecer su preparación.

 

Z: ¿Cuál es el criterio de discernimiento de los candidatos? ¿Existe algún perfil?

P. FA: Los criterios de discernimiento corresponden a los de la Iglesia, está la Ratio en las que se señala cuales deben ser las características de los seminaristas y qué cualidades se deben cultivar para ser idóneas para el ministerio. Se mencionan estas características en cuatro áreas:

· El área humana: mucha madurez cofectiva, relacional, capacidad de solución de conflictos, liderazgo, etc.
· Espiritual: que se configuren no solo aprendices espirituales, si no que puedan acompañar a otras personas en su proceso de crecimiento espiritual, en el apostolado, que se note su pasión por el apostolado, por la evangelización por la edificación de las comunidades.
· Intelectual: sin duda que tengan una competencia universitaria en Filosofía, en Teología, a la altura de las exigencias de la Arquidiócesis, esto está descrito en el Magisterio de la Iglesia de una manera más puntual.

 

Z: ¿A qué cree que se deba la escasez de vocaciones?

P. FA: La escasez de vocaciones se debe a un problema muy complejo. Desde el punto de vista de la sociedad, ha habido cambios, una sociedad más crítica respecto a la Iglesia, pero también de parte de la Iglesia creo que se han cometido errores.

Si las parroquias no tienen una gran vitalidad, un trabajo constructivo con las familias y con los jóvenes, es muy difícil que surjan vocaciones. Ahora lo que se busca es que no surjan de una manera neurótica, casi excesiva, vocaciones al ministerio sacerdotal, sino lo que se pretende es que los jóvenes descubran ante todo su vocación cristiana en el abanico de posibilidades para servir a Dios y a la Iglesia y a la sociedad. Si ellos van descubriendo su vocación cristiana, también podrán contemplar la opción sacerdotal como un camino bello, como algo que pueden ellos descubrir, que resuene en sus corazones.

Es muy importante la vitalidad, el trabajo alegre, familiar, constructivo, sano, con los jóvenes para que ellos vayan descubriendo su vocación cristiana y, por supuesto, toda mediocridad, signo contrario al evangelio pues va menoscabando a las familias y también la posibilidad de que las semillas sembradas en los corazones de los jóvenes puedan germinar? Aún así yo estoy confiado en que el Espíritu Santo siembra con manos llenas, y si la Iglesia hace una opción por la autenticidad, por la alegría, por el servicio, no habrán de faltar vocaciones.

 

Z: ¿Qué acciones hace la Iglesia para contener el celibato?

P. FA: Para que crezcan en el celibato, o dicho de otra manera, para que ellos puedan madurar más su opción por el celibato, en el Seminario se tienen varios elementos.

Hay, como lo decía anteriormente, muchos aspectos para la formación humana. Hay todo un departamento de desarrollo humano y psicopedagógico, con psicoterapeutas, psiquiatras que son un mecanismo de apoyo para que los chicos puedan resolver conflictos internos, disipar dudas y crecer en su vida humana.

De hecho, antes de entrar al Seminario hay todo un proceso de acompañamiento que implica exámenes para poder diagnosticar, en la medida de lo posible, su salud emocional, psíquica; hay otro departamento que se llama de prevención y de abuso a menores, y con ello se busca acompañarlos a un discernimiento maduro de la vocación y también aprender a vivir su sexualidad de una manera constructiva; tienen a sus directores espirituales, hay charlas espirituales, especialmente durante los primeros 4 años, en los que se tocan estos temas.

Es un tema recurrente de manera constante de tal forma que los chicos sí tienen, pienso yo, muchísimos elementos para tomar una decisión bastante madura.

Es verdad, que a veces —ese es el drama en la Iglesia— contemplen criterios claros, incluso se les señalen caminos que deben seguirse para el servicio a los demás, para el aumento de la propia libertad y para que haya una opción alegre se cierran y quizás es el drama de la libertad de todos los cristianos pero más allá de eso, el Seminario hace un esfuerzo para que ellos puedan crecer en su vida psicoafectiva.

Quiero señalar que también hay que hablar con ellos de una manera muy clara, sin perderse en la teorización de ideales, sino que se procura que los formadores puedan hablar con ellos de la realidad de la vida, de los sentimientos, de los problemas, de los conflictos, para evitar perderse en una sermonería, en una palabrería que al final no alcanza a tocar sus verdaderos conflictos, sus verdaderas dudas, sino que ellos más bien tengan la apertura de hablar con toda franqueza de su caminar. Creo que estos son los principales elementos que se engarsan en todo el sistema de formación del seminario.

 

 

 

27/02/2019-12:36
Redacción

Audiencia general del 27 de febrero de 2019 —Catequesis completa

(ZENIT – 27 febrero 2019).- La audiencia general ha tenido lugar a las 9:20 horas en la Plaza de San Pedro donde el Santo Padre Francisco ha encontrado grupos de peregrinos y fieles de Italia y de todo el mundo y, retomando el ciclo de catequesis sobre el Padre nuestro, se ha centrado en la frase “Santificado sea tu nombre”  (Pasaje bíblico: Ezequiel  36, 22-23)

Tras resumir su discurso en diversas lenguas, el Santo Padre ha saludado en particular a los grupos de fieles presentes procedentes de todo el mundo.

La audiencia general ha terminado con el canto del Peter Noster y la bendición apostólica.

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Catequesis del Santo Padre

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Parece que el invierno se esté yendo y por eso hemos vuelto a la Plaza. ¡Bienvenidos a la Plaza!

En nuestro itinerario de redescubrimiento de  la oración del “Padre Nuestro”, hoy profundizaremos la primera de sus siete peticiones, es decir, “santificado sea tu nombre”.

Las invocaciones del “Padre Nuestro” son siete, fácilmente divisibles en dos subgrupos. Las tres primeras tienen el “Tú” de Dios Padre en el centro; las otras cuatro tienen en el centro el “nosotros” y nuestras necesidades humanas. En la primera parte, Jesús nos hace entrar en sus deseos, todos dirigidos al Padre: “Santificado sea tu nombre, venga tu reino, hágase tu voluntad”; en la segunda es Él quien entra en nosotros y se hace intérprete de nuestras necesidades: el pan de cada día, el perdón de los pecados, la ayuda en la tentación y la liberación del mal.

Aquí está la matriz de toda oración cristiana, -diría de toda oración humana- que está siempre hecha, por un lado, de la contemplación de Dios, de su misterio, de su belleza y bondad, y, por el otro, de sincera y valiente petición de lo que necesitamos para vivir, y vivir bien. Así, en su simplicidad y en su esencialidad, el “Padre Nuestro” educa a quienes le ruegan a no multiplicar palabras vanas, porque, como dice el mismo Jesús, “vuestro Padre sabe lo que necesitáis antes de pedírselo” (Mt, 6, 8).

Cuando hablamos con Dios, no lo hacemos para revelarle lo que tenemos en nuestros corazones: ¡Él lo sabe mucho mejor! Si Dios es un misterio para nosotros, nosotros, en cambio, no somos un enigma para sus ojos (cf. Sal 139: 1-4). Dios es como esas madres a las que les basta una mirada para entenderlo  todo de sus hijos: si están contentos o están tristes, si son sinceros u ocultan algo …

El primer paso en la oración cristiana es, por lo tanto, la entrega de nosotros mismos a Dios, a su providencia. Es como decir: “Señor, tú lo sabes todo, ni siquiera hace falta que te cuente  mi dolor, solo te pido que te quedes aquí a mi lado: eres Tú mi esperanza”. Es interesante notar que Jesús, en el Sermón de la Montaña, inmediatamente después de transmitir el texto del “Padre Nuestro”, nos exhorta a no preocuparnos y no afanarnos por las cosas. Parece una contradicción: primero nos enseña a pedir el pan de cada día y luego nos dice: «No andéis preocupados por vuestra vida, qué comeréis, ni por vuestro cuerpo, con qué os vestiréis” (Mt 6,31). Pero la contradicción es solo aparente: las peticiones de los cristianos expresan confianza en el Padre. Y es precisamente esta confianza la que nos hace pedir lo que necesitamos sin afán ni agitación.

Por eso rezamos diciendo: “¡Santificado sea tu nombre!”. En esta petición – la primera, ¡Santificado sea tu nombre! – se siente toda la admiración de Jesús por la belleza y la grandeza del Padre, y el deseo de que todos lo reconozcan y lo amen por lo que realmente es. Y al mismo tiempo, está la súplica de que su nombre sea santificado en nosotros, en nuestra familia, en nuestra comunidad, en el mundo entero. Es Dios quien nos santifica, quien nos transforma con su amor, pero al mismo tiempo también somos nosotros quienes, a través de nuestro testimonio, manifestamos la santidad de Dios en el mundo, haciendo presente su nombre. Dios es santo, pero si nosotros, si nuestra vida no es santa, hay una gran incoherencia. La santidad de Dios debe reflejarse en nuestras acciones, en nuestra vida. “Yo soy cristiano, Dios es santo, pero yo hago tantas cosas malas”; no, esto no vale. Esto también hace daño, esto escandaliza y no ayuda.

La santidad de Dios es una fuerza en expansión, y nosotros le suplicamos para que rompa  rápidamente las barreras de nuestro mundo. Cuando Jesús comienza a predicar, el primero en pagar las consecuencias es precisamente el mal que aflige al mundo. Los espíritus malignos imprecan: “¿Qué tenemos nosotros contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres tú: ¡el Santo de Dios!”(Mc 1, 24). Nunca se había visto una santidad semejante: no preocupada por ella misma, sino volcada hacia el exterior. Una santidad – la de Jesús- que se expande en círculos concéntricos, como cuando arrojamos una piedra a un estanque. El mal tiene los días contados, el mal no es eterno, el mal ya no puede hacernos daño: ha llegado el hombre fuerte que toma posesión de su casa (cf. Mc 3, 23-27). Y este hombre fuerte es Jesús, que nos da a nosotros también la fuerza para tomar posesión de nuestra casa interior.

La oración ahuyenta todo miedo. El Padre nos ama, el Hijo levanta sus brazos al lado de los nuestros, el Espíritu obra en secreto por la redención del mundo. ¿Y nosotros? Nosotros no vacilamos en la incertidumbre, sino que tenemos una certeza: Dios me ama; Jesús ha dado la vida por mí. El Espíritu está dentro de mí. Y esta es la gran cosa cierta. ¿Y el mal? Tiene miedo. Y esto es hermoso.

 

© Librería Editorial Vaticano

 

 

 

 

27/02/2019-10:53
Rosa Die Alcolea

`Santificado sea tu nombre': "Dios nos santifica y nos transforma con su amor"

(ZENIT — 27 febrero 2019).- 'Santificado sea tu nombre' es la premisa del 'Padre Nuestro' que explica el Papa Francisco en la catequesis de hoy: "Es Dios quien nos santifica y nos transforma con su amor; mientras nosotros, con nuestro testimonio de vida, manifestamos su santidad en el mundo, y hacemos presente su santo nombre".

Esta mañana, 27 de febrero de 2019, a las 9:20 horas, el Santo Padre ha llegado a la plaza en el papamóvil, bajo un espléndido sol. Desde el estrado, ha dado la bienvenida a todos: "Parece que el invierno se está yendo y hemos vuelto a la plaza. ¡Bienvenidas a la plaza!".

La plaza de San Pedro vuelve a ser el lugar de acogida para miles de visitantes y peregrinos que llegan a Roma para escuchar al Papa en la audiencia general, cada miércoles.

Francisco ha impartido hoy la catequesis sobre el Padre Nuestro, titulada con la frase `Santificado sea tu nombre' (del libro bíblico: Libro del Profeta Ezequiel, 36, 22.23).

El Santo Padre ha señalado que la oración del Padrenuestro contiene siete peticiones.

En las tres primeras —ha indicado— que se refieren al "Tú" de Dios, Jesús nos une a él y a sus más profundas aspiraciones, motivadas por su infinito amor hacia el Padre.

En cambio, en las últimas cuatro, que indican el “nosotros” y nuestras necesidades humanas, es Jesús quien entra en nosotros y se hace intérprete ante el Padre de esas necesidades.

En su “simplicidad y esencialidad”, el Padrenuestro es “modelo de toda oración” porque contiene, a la vez, la contemplación de Dios, de su misterio, de su belleza y bondad, como también una súplica atrevida de lo que necesitamos para vivir bien, ha relatado el Papa. “Con esta oración Jesús nos enseña a confiar y a abandonarnos en Dios, que nos conoce, nos ama y sabe cuáles son nuestras necesidades”.

El Pontífice ha anunciado que la primera de estas súplicas, que dice así: “Santificado sea tu nombre”, es una expresión de “toda la admiración de Jesús por la belleza y la grandeza del Padre”, y su “deseo de que todos lo conozcan y lo amen”.

Asimismo, ha añadido, es “nuestro ruego de que su nombre sea santificado en nosotros, en nuestra familia, en nuestra sociedad y en el mundo entero”.

 

 

 

 

27/02/2019-18:32
Rosa Die Alcolea

Roma: Francisco celebrará el inicio de la Cuaresma con "Estaciones" romanas

(ZENIT — 27 febrero 2019).- El próximo miércoles 6 de marzo, inicio de la Cuaresma, tendrá lugar la celebración, con la forma de las "Estaciones" romanas, presidida por el Papa Francisco, ha informado hoy la Oficina de Prensa de la Santa Sede.

Comenzará a las 16:30 horas, en la iglesia de San Anselmo en el Aventino, con la liturgia "estacional", seguida de una procesión penitencial hacia la basílica de Santa Sabina.

Participarán en la procesión los cardenales, arzobispos y obispos, los monjes benedictinos de San Anselmo, los padres dominicos de Santa Sabina y algunos fieles.

Al final de la procesión, en la basílica de Santa Sabina, se celebrará la misa con el rito de bendición e imposición de las cenizas.

 

 

 

27/02/2019-13:28
Rosa Die Alcolea

Cuaresma 2019: "La creación, expectante, está aguardando la manifestación de los hijos de Dios"

(ZENIT — 27 febrero 2019).- "Necesitamos constantemente la conversión, la Iglesia que es una Madre todos los años tiene este tiempo, que no tiene sentido sin la Pascua —lo dice el Papa dos veces en el mensaje— es la Pascua la que da luz a la Cuaresma, el ayuno, la oración, la limosna, etc. Son todo cosas que nos ayudan a salir de nosotros mismos para ir a la Pascua".

Son las palabras de Mons. Segundo Tejado Muñoz, Subsecretario del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, en declaraciones exclusivas a la agencia Zenit, tras la presentación del Mensaje de Cuaresma 2019 del Santo Padre, el martes, 26 de febrero de 2019, en la Oficina de Prensa de la Santa Sede.

 

La creación, expectante

El título de este mensaje para la conversión en tiempo de Cuaresma es "La creación, expectante, está aguardando la manifestación de los hijos de Dios» (Rm 8,19), y según Mons. Tejada se ha utilizado esta cita de Romanos porque "la Creación está esperando que se manifiesten los hijos de Dios". Esto quiere decir que "el hombre, que no piensa ya en sí mismo, sino que piensa en el otro, que piensa también en la Creación, está como esperando esto, algo que se completa en la Creación, la revelación del hombre que está en comunión con Dios y en comunión con la Creación, en comunión con el otro"

El tema que señala el Papa Francisco este año para la preparación a la Pascua es "algo muy profundo", comentó el obispo Segundo Tejada, que "dice mucho de Pascua y dice mucho de la victoria de Cristo sobre la muerte, la Resurrección de Cristo y es blanco, es el color de la Pascua, es maravilloso".

Junto a Mons. Segundo Tejado Muñoz, ayer, martes, 26 de febrero de 2019, presentaron el documento el cardenal Peter Kodwo Appiah Turkson, Prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, Mons. Segundo Tejado Muñoz, Subsecretario del mismo dicasterio y el Dr. Alberto Piatti, Vicepresidente Ejecutivo de la Compañía Responsable y Sostenible de Eni.

 

Comunión

"Siempre el hombre tiende para sí mismo —asegura Mons. Tejada— lo dice el Papa y este vivir para sí mismo al final crea periferias porque uno se afirma en su centro y los demás quedan todos fuera".

"Esto lleva al hombre a estar en descomunión con Dios, que es comunión, que es caridad, comunión con el otro, dice el Papa en este mensaje", añadió el Subsecretario del Dicasterio—. "Por eso hemos cogido esta cita de los Romanos con la creación, o sea las acciones del hombre tienen una consecuencia también en la creación".

 

Cada pecado, un astro desaparece

Así, el obispo español citó a un filósofo que enseñaba que "cada pecado que se realiza, un astro desaparece en el universo". "Es una imagen un poco poética, pero muy bonita", explicó Tejada, "hay algo que se destruye y así también una buena acción en el secreto donde Dios ve solo, no solamente grandes cosas, las cosas en el secreto a las que todos podemos llegar, una obra de caridad en el secreto, pequeña, a nuestra medida, tiene una repercusión social y también en el creador, la destrucción del creador no es otra cosa que el hombre que piensa solamente en sí mismo, en su empresa, en su ganancia", observó.

Este "no es un mensaje ecológico, por así decirlo", es una imagen muy espiritual —porque siempre los mensajes de Cuaresma son muy espirituales— que tiene que ver con la ecología con la Creación, por este movimiento el hombre que en la conversión sale de sí mismo y empieza a ver que existe el otro que existe el otro que es también la Creación, es algo que Dios nos ha pedido que cuidemos y este cuidar el mundo que nos rodea es una de las cosas que nos ha pedido Dios, cuidar al hombre, a Adán le pide que cultive y que cuide la naturaleza, que cuide lo que le ha venido dado que es la Creación, es también las personas que tenemos cerca, no las hemos elegido nosotros, también cuidar esto.

 

Con Raquel Anillo

 

 

 

27/02/2019-19:02
Rosa Die Alcolea

Abolición de la pena de muerte: "Convicción de que el género humano pueda afrontar el crimen", recuerda el Papa

(ZENIT — 27 febrero 2019).- El objetivo de la abolición de la pena de muerte representa "la convicción de que el género humano pueda afrontar el crimen", como también "rechazar el mal", ofreciendo al condenado la "posibilidad" y el" tiempo" para "reparar el daño cometido, pensar sobre su acción y poder así cambiar de vida, al menos interiormente", anuncia el Papa Francisco.

Con ocasión del VII Congreso mundial contra la pena de muerte, que se celebra estos días en el Parlamento Europeo en Bruselas, el Santo Padre ha enviado un mensaje en video a las personas que participan en la cumbre.

En el video, el Papa habla a todos por igual: "Tanto para creyentes o no creyentes, cada vida es un bien y su dignidad debe ser custodiada sin excepciones", recuerda. "La pena capital supone entonces una grave vulneración del derecho a la vida que tiene toda persona".

Por ello, el Pontífice dice que "no se puede abandonar nunca la convicción de ofrecer incluso al culpable de crímenes la posibilidad de arrepentirse". Por esto mismo, "no deja de ser un signo positivo que cada vez haya más países que apuestan por la vida y no utilizan más la pena de muerte, o la han eliminado completamente de su legislación penal".

El encuentro está organizado por la Ong ECPM (Together Against the Death Penalty-Juntos contra la pena de muerte) y tiene lugar en Bélgica del 27 de febrero al 1 de marzo de 2019.

Publicamos a continuación el texto del mensaje en vídeo del Papa Francisco.

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Mensaje en video del Papa

Saludo a los organizadores y participantes en el VII congreso Mundial contra la pena de muerte, que se celebra en Bruselas.

La vida humana es un don que hemos recibido, el más importante y primario, fuente de todos los demás dones y de todos los demás derechos. Y como tal necesita ser protegido. Además, para el creyente el ser humano ha sido creado a imagen y semejanza de Dios. Pero, tanto para creyentes o no creyentes, cada vida es un bien y su dignidad debe ser custodiada sin excepciones.

La pena capital supone entonces una grave vulneración del derecho a la vida que tiene toda persona. Si bien es cierto que las sociedades y comunidades humanas han de enfrentarse con frecuencia a delitos gravísimos que atentan contra el bien común y la seguridad de las personas, no es menos cierto que hoy en día hay otros medios para expiar el daño causado, y los sistemas de detención son cada vez más eficaces para proteger a la sociedad del mal que pueden ocasionar algunas personas. Por otra parte, no se puede abandonar nunca la convicción de ofrecer incluso al culpable de crímenes la posibilidad de arrepentirse.

Por esto mismo, no deja de ser un signo positivo que cada vez haya más países que apuestan por la vida y no utilizan más la pena de muerte, o la han eliminado completamente de su legislación penal.

La Iglesia siempre ha defendido la vida, y su visión sobre la pena de muerte ha madurado. Por este motivo, he querido que en el Catecismo de la Iglesia Católica fuese modificado este punto. Por mucho tiempo se tuvo en cuenta la pena de muerte como una respuesta adecuada a la gravedad de algunos delitos y también para tutelar el bien común. Sin embargo, la dignidad de la persona no se pierde aun cuando haya cometido el peor de los crímenes. A nadie se le puede quitar la vida y privarlo de la oportunidad de poder abrazar de nuevo la comunidad a la que hirió e hizo sufrir.

El objetivo de la abolición de la pena de muerte a nivel mundial representa una valiente afirmación del principio de la dignidad de la persona humana y de la convicción de que el género humano pueda afrontar el crimen, como también rechazar el mal, ofreciendo al condenado la posibilidad y el tiempo para reparar el daño cometido, pensar sobre su acción y poder así cambiar de vida, al menos interiormente.

Los acompaño con mi oración y los animo en sus trabajos y deliberaciones, como también a los Gobernantes y a todos aquellos que tienen responsabilidades en sus países para que se den los pasos necesarios hacia la abolición total de la pena de muerte. En nuestras manos está reconocer en cada persona su dignidad y trabajar para que no se eliminen más vidas, sino que se ganen para el bien de toda la sociedad. Muchas gracias.

 

 

 

27/02/2019-08:07
Felipe Arizmendi Esquivel

Mons. Felipe Arizmendi: Cero tolerancia a la pederastia

+ Felipe Arizmendi Esquivel
Obispo Emérito de San Cristóbal de Las Casas

 

VER

Ha concluido, en Roma, el encuentro de los obispos presidentes de las conferencias episcopales de todo el mundo, convocados por el Papa Francisco para enfrentar con más eficacia la lucha contra el abuso de menores por parte de miembros de nuestra Iglesia. He leído con detenimiento todas las intervenciones que hubo, no sólo las del Papa, de los obispos y cardenales, sino también de las víctimas y de otras personas. Mucho me llamó la atención la claridad y profundidad, así como el respeto y la competencia, de Valentina Alasraki, periodista mexicana. Todo se puede consultar en la página del vaticano: www.vatican.va

No faltan voces que digan que todo sigue igual, que son puras palabras y promesas. Siguen desconfiando, porque muchos han sufrido en carne propia no haber sido escuchados a tiempo y sostienen que sus victimarios no han sido castigados como merecen. Es explicable su postura. De todo aprendemos, para no seguir cometiendo errores del pasado. Sin embargo, no se puede decir que todo quede en palabras. Se ha avanzado mucho, aunque todavía nos falta más para que este delito desaparezca.

Se resalta también que el fenómeno no se circunscribe a clérigos de la Iglesia, sino que es bastante generalizado, aunque son pocas las víctimas que se atreven a denunciarlo. Por ello, lo que la Iglesia está haciendo, debería estimular a otras instancias a profundizar en las raíces e implementar medidas más eficaces para su justo tratamiento.

 

PENSAR

El Papa Francisco, en su discurso conclusivo de este encuentro mundial, entre muchas otras cosas, dijo:

"Nuestro trabajo nos ha llevado a reconocer, una vez más, que la gravedad de la plaga de los abusos sexuales a menores es por desgracia un fenómeno históricamente difuso en todas las culturas y sociedades.

La primera verdad que emerge de los datos disponibles es que quien comete los abusos, o sea las violencias (físicas, sexuales o emotivas) son sobre todo los padres, los parientes, los maridos de las mujeres niñas, los entrenadores y los educadores. Además, según los datos de Unicef de 2017 referidos a 28 países del mundo, 9 de cada 10 muchachas, que han tenido relaciones sexuales forzadas, declaran haber sido víctimas de una persona conocida o cercana a la familia.

Estamos ante un problema universal y transversal que desgraciadamente se verifica en casi todas partes. Debemos ser claros: la universalidad de esta plaga, a la vez que confirma su gravedad en nuestras sociedades, no disminuye su monstruosidad dentro de la Iglesia.

La inhumanidad del fenómeno a escala mundial es todavía más grave y más escandalosa en la Iglesia, porque contrasta con su autoridad moral y su credibilidad ética. El consagrado, elegido por Dios para guiar las almas a la salvación, se deja subyugar por su fragilidad humana, o por su enfermedad, convirtiéndose en instrumento de satanás. En los abusos, nosotros vemos la mano del mal que no perdona ni siquiera la inocencia de los niños. No hay explicaciones suficientes para estos abusos en contra de los niños. Humildemente y con valor debemos reconocer que estamos delante del misterio del mal, que se ensaña contra los más débiles porque son imagen de Jesús. Por eso ha crecido actualmente en la Iglesia la conciencia de que se debe no solo intentar limitar los gravísimos abusos con medidas disciplinares y procesos civiles y canónicos, sino también afrontar con decisión el fenómeno tanto dentro como fuera de la Iglesia. La Iglesia se siente llamada a combatir este mal que toca el núcleo de su misión: anunciar el Evangelio a los pequeños y protegerlos de los lobos voraces.

Quisiera reafirmar con claridad: si en la Iglesia se descubre incluso un solo caso de abuso —que representa ya en sí mismo una monstruosidad—, ese caso será afrontado con la mayor seriedad.

Hoy estamos delante de una manifestación del mal, descarada, agresiva y destructiva. Detrás y dentro de esto está el espíritu del mal que en su orgullo y en su soberbia se siente el señor del mundo y piensa que ha vencido. Detrás de esto está satanás.

El objetivo de la Iglesia será escuchar, tutelar, proteger y cuidar a los menores abusados, explotados y olvidados, allí donde se encuentren. Por lo tanto, ha llegado la hora de colaborar juntos para erradicar dicha brutalidad del cuerpo de nuestra humanidad, adoptando todas las medidas necesarias ya en vigor a nivel internacional y a nivel eclesial" (24-11-2019).

 

ACTUAR

Condenemos claramente estos delitos, pero no califiquemos como pedófilos a todos los clérigos. Hay casos muy deplorables, pero la inmensa mayoría es fiel a su vocación y respeta la dignidad de los niños y de la comunidad. Si vemos algún desorden, sigamos el consejo evangélico: hablar directamente con la persona, hacerlo con testigos y, si es necesario, denunciarlo ante la comunidad y las autoridades civiles y religiosas. Y oremos al Espíritu Santo, para purificar más y más a nuestra Iglesia.

 

 

 

27/02/2019-08:33
Antonio Rivero

Padre Antonio Rivero: "¡Fuera la hipocresía de nuestra vida!"

 

Ciclo C

Textos: Eclesiástico 27, 4-7; 1 Co 15, 54-58; Lc 6, 39-45

Antonio Rivero, L.C. Doctor en Teología Espiritual, profesor en el Noviciado de la Legión de Cristo en Monterrey (México) y asistente del Centro Sacerdotal Logos en México y Centroamérica, para la formación de sacerdotes diocesanos.

Idea principal: Dejemos la hipocresía de nuestra vida.

Síntesis del mensaje: Hoy Cristo nos quiere curar de la hipocresía. Nos alerta para que evitemos ese gran defecto en nuestras vidas. La hipocresía es mentira, falsedad, truco, máscara, falseamiento. El hipócrita finge un sentimiento, creencia u opinión. A la hipocresía se le contrapone la transparencia o la honestidad, cuando una persona es totalmente coherente entre sus pensamientos y sus acciones y no tiene "dobles discursos".

 

Puntos de la idea principal:

En primer lugar, somos hipócritas cuando queremos guiar a los otros, siendo nosotros ciegos por la soberbia, el orgullo y la prepotencia. Es la hipocresía del liderazgo, que quiere llevar la voz cantante, pero su testimonio y conducta desdicen sus palabras y orientaciones. Líder político hipócrita es aquel que en vez de buscar el bien común sólo busca su propio provecho, esquilmando a sus ciudadanos súbditos y jugando la carta del oportunismo, clientelismo, favoritismo.

Líder social hipócrita es aquel que en vez de tener las competencias, habilidades y destrezas para conducir un proyecto, para invitar a otros con dicho proyecto, de formar nuevos líderes para que lancen sus proyectos en bien de la sociedad, sólo mira su propio provecho y corta las alas a otros, por envidia de transferir lo que está haciendo para que otros líderes en otras situaciones puedan ejercer un nuevo liderazgo. Líder religioso hipócrita es aquel que predica pero no cumple, exige a los demás pero es indulgente consigo mismo, condena pero él tiene una vida doble.

Líder comunitario hipócrita es aquel que utiliza la relación con Dios como objeto de vanagloria personal; busca los mejores puestos para él y pone la zancadilla al otro, tal vez más cualificado que él. Cristo fue muy duro con esos que eran los maestros y jefes de su tiempo. Y de ellos dijo:"Guardaos de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía. Nada hay encubierto que no haya de ser descubierto ni oculto que no haya de saberse" (Lucas 12, 1-3). Alguien también dijo: "La hipocresía es el homenaje que el vicio tributa a la virtud"(Frangois De La Rochefoucauld, Pensamientos). Miremos a Cristo modelo de líder auténtico e íntegro que nos conduce a la eternidad, a nosotros que somos ciegos.

En segundo lugar, somos hipócritas cuando queremos quitar la mota del ojo del hermano, cuando tenemos una viga en el nuestro. Es la hipocresía de la caridad sin misericordia ni comprensión. Los seres humanos, hombres y mujeres de toda clase y condición, tenemos una inclinación malsana y persistente, a criticar a los otros. Vemos con mucha facilidad, tal vez más de la que quisiéramos, los defectos y las malas acciones que quienes están a nuestro alrededor tienen y realizan, y ello nos lleva a criticarlos — en nuestro corazón y de viva voz -, por una razón o por otra, la mayoría de las veces con gran dureza.

Olvidamos por completo que también nosotros tenemos defectos, y que nuestras fallas pueden ser incluso más graves que las de quienes criticamos. Entonces nos erigimos en jueces que juzgan y condenan sin piedad a todo el que se nos pone delante, a la vez que nos hacemos "los de la vista gorda" con nuestra propia conducta, o buscamos el modo de justificarla para que sea aceptada sin más.Criticar a los demás, por una razón o por otra, en un sentido o en otro, es fácil, muy fácil. No exige mayor esfuerzo de nuestra parte, y siempre habrá para nosotros un motivo que lo "justifique", una razón que lo respalde, al menos en apariencia. Pero la vida cristiana auténtica, el seguimiento fiel de Jesús como discípulos suyos, no busca lo que es fácil o lo que nos queda cómodo, sino lo que es bueno, lo que se ajusta a la voluntad de Dios, que nos ama a todos como hijos y quiere que vivamos como verdaderos hermanos, en el amor y el respeto mutuos. Que en este año de la misericordia nuestro corazón se dilate por la caridad.

Finalmente, somos hipócritas cuando aparentamos dar buenos frutos, cuando en realidad son frutos podridos o a punto de pudrirse. Es la hipocresía de la humildad, que aparenta lo que no es, y cuando se escarba un poco nos encontramos con frutos engusanados. A la mayoría de las personas no les interesa lo que se es, sino como le ven; les interesa la imagen más que la realidad. Y así, el hombre de la sociedad se lanza a participar en la carrera de las apariencias, es el típico juego de quién causa mejor impresión. El mundo es un inmenso estadio en el que el orgullo de la vida juega el gran mach de las etiquetas, formas sociales, exhibición económica, para competir por la imagen social. Combate en el que a los hombres no les interesa ser ni siquiera tener sino aparecer.

La mayoría de las tristezas del hombre nacen a causa de esa imagen que quiere proyectar a los demás. Su imagen está a tal punto identificada con su persona, que si su imagen se ve amenazada sienten una verdadera angustia, porque muerta su imagen, ellos tendrán la sensación de haber muerto. Frecuentemente, antes de que nadie diga nada ya están dando explicaciones sobre su conducta para preservar su efigie. Tienen pavor a la crítica, los reparos que se hacen contra sus ideas ellos la interpretan como un ataque contra sus personas. Si son heridos en su figura se sienten amenazados en toda su existencia.

No es posible la paz interior ni el amor fraterno en tales circunstancias. Gran parte de nuestras energías son quemadas en el altar de los sueños irreales. Porque lo importante para la mayoría de las personas no es el realizarse, sino el que me vean realizado, que la opinión pública me considere triunfante y campeón. Y así, subidos al potro de la mentira vamos galopando sobre mundos irreales temerosos y ansiosos. Todo lo aquí dicho son frutos podridos, de los que habla Jesús en el evangelio de hoy. Nos iría bien un espejo limpio para mirarnos la cara. Ese espejo es la Palabra de Dios, que nos va orientando día tras día y nos enseña cuáles son los caminos del Señor. Si ejercitamos esta autocrítica con nosotros mismos, seguro que seremos más benignos y misericordiosos con los demás.

Para reflexionar: ¿Qué manifestaciones de hipocresía se asoman en mi vida? ¿Cómo debo reaccionar ante esto? ¿Soy consciente de que las palabras más duras de Jesús fueron dirigidas justamente a personas hipócritas? ¿Qué gano con la hipocresía a nivel personal, familiar, profesional?

Para rezar: aprovechemos esta oración de Martha Fernández-Sardina, católica de Estados Unidos

De la ceguera espiritual, líbrame Señor.
De duplicidades e hipocresía, líbrame Señor.
De descuidar lo imprescindible por lo prescindible, líbrame Señor.
De descuidar el derecho, la compasión y la sinceridad, líbrame Señor.
De la falta de humanidad, líbrame Señor.
De negar a otros tu misericordia, líbrame Señor.
De no vivir en la verdad, líbrame Señor.
De mentirme, mentirte y mentirles a otros, líbrame Señor.
De guardar apariencias, líbrame Señor.
De aparentar ser quien no soy, de creer ser quien no soy, de querer ser quien no soy, líbrame Señor.
De la hipocresía en sus múltiples y variadas manifestaciones, líbrame Señor.
De no honrarte a Ti y a mi prójimo con mi vida, líbrame Señor.
Por Cristo nuestro Señor. Amén.

Para cualquier duda, pregunta o sugerencia, aquí tienen el email del padre Antonio, arivero@legionaries.org

 

 

 

27/02/2019-08:05
Isabel Orellana Vilches

Beato Daniel Alejo Brottier, 28 de febrero

«Este religioso conocido como el comerciante del cielo era un ardiente misionero, pero su mala salud le obligó a abandonar su misión en África. Su arte e ingenio, junto a la gracia, revertió en una fecunda acción apostólica»

Nació en la localidad francesa de La Ferté Saint-Cyr el 7 de septiembre de 1876. Sus padres, Jean y Bertha, humildes y creyentes, le educaron en la fe, y en 1893 se dispuso a entregar su vida como sacerdote. El seminario de Blois fue el escenario donde cursó sus estudios eclesiásticos que culminaron con su soñada ordenación en 1899.

Una de las primeras misiones que le encomendó el prelado fue la docencia. De modo que, por indicación suya, durante algunos cursos impartió clases en el colegio de Pontlevoy, centro dependiente de la diócesis. Pero en su corazón se abrió paso el espíritu misionero y convencido de que se trataba de un directo llamamiento de Dios, se vinculó a los religiosos de la Congregación del Espíritu Santo en 1902.

La certeza de haber sido elegido por Él no minimizó su sacrificio. Dio el paso contrariándose a sí mismo, como revela el escrito que dirigió el 6 de julio de ese mismo año al padre Genoud, que sería el responsable de su formación: «No pensé que sería tan difícil dejar el mundo atrás. Cuando se compara este sacrificio con lo que otras personas tienen que hacer, parece poca cosa, o casi nada, pero cuando te toca directamente se convierte en algo enteramente diferente. Sin embargo, me consuela que en la profundidad de mi ser, experimento el mismo entusiasmo que me motivó durante el retiro del año pasado». Era honesto y sincero. Su determinación irrevocable ponía de relieve la autenticidad de su vocación.

El Padre celestial, que todo lo conoce, no dilató el cumplimiento de ese anhelo evangelizador de Daniel. Valeroso, audaz, había sido motivo de descanso para su superior general haciéndole saber de primera mano su plena disposición, a través de la carta que le envió en septiembre de 1903:«No quiero presumir nada, pero si tienes una misión muy peligrosa, en donde mi vida estaría en riesgo, con toda franqueza, estoy listo para ello». Efectuada su profesión, un més más tarde fue trasladado a Senegal y comenzó su labor en Dakar en noviembre.

Con gran ardor apostólico dio a conocer a Cristo entre las gentes de este país, con las que permaneció siete años, transmitiendo la fe en su propia lengua que se había ocupado de aprender, hasta que la dureza del clima afectó a su salud y tuvo que regresar a su país. Esta iba a ser la tónica de su labor misionera.

Esa tierra africana, que ya llevaba grabada en sus entrañas, se le resistiría a causa de su endeble organismo. Los continuos ataques de migraña le devolvían a su país remedando el flujo incesante de las olas marinas, hasta que definitivamente tuvo que entregar a Dios su misión. El proceso había sido harto doloroso.

Obligado a regresar a Francia por vez primera en 1906, a indicación de sus superiores preocupados por la intensa y persistente afección, los cuidados médicos le permitieron regresar en 1907. Pero prácticamente no hizo más que llegar, y de nuevo surgió el tormentoso dolor de cabeza, con lo cual determinaron que Francia sería su lugar de destino permanente. Entonces se dedicó a educar y asistir a la infancia y juventud abandonada.

En junio de 1911, al ver disipada la opción de regresar a Senegal, hizo notar: «He prometido dejar todo en manos de la Providencia y no tomar ningún paso a favor ni en contra. Esa es la única manera para un religioso de cumplir su deber».

Era un hombre de oración, sencillo y humilde, que se dejó llevar en todo momento por su confianza en la divina Providencia. Estaba adornado de muchas cualidades que, unidas a su celo apostólico, le permitieron realizar grandes gestas para Cristo: iniciativa, gran creatividad así como visión y dotes para la administración.

África corría por sus venas de apóstol, y pensando en nuevas vías de asistencia que pudiera llevar a cabo desde el lugar en el que se hallaba, creó «Recuerdo Africano», un instrumento que le reportó los recursos suficientes para erigir la catedral de Dakar.

En medio de la labor apostólica educativa que signaba su acontecer le sorprendió la Primera Guerra Mundial. «¿Qué puedo hacer frente a esta barbarie que arrasa con la salud, la vida y la civilización?», se preguntó. Y se convirtió en capellán de los militares, lo cual le permitió atender a los soldados y a los moribundos durante cuatro años en los que recorrió distintos frentes con grave riesgo de su vida.
Por su abnegada labor ejercida entre tantas víctimas de la ferocidad humana, que se habían visto arrastradas por la sinrazón de las armas, a las que consoló, animó y confortó, además de dar cristiana sepultura a los caídos en el campo de batalla, le galardonaron con la Legión de Honor y la Cruz de Guerra.

El ejemplo de Teresa de Lisieux alumbró su vida, y bajo su intercesión impulsó la casa de huérfanos de Auteuil, un magnífico proyecto que ya estaba materializado, pero que pusieron bajo su responsabilidad en 1923. Le dio un impulso decisivo. Tanto es así, que una decena de años más tarde dio como resultado la atención de un millar y medio de jóvenes.

A su entusiasta labor se debe la construcción de una basílica dedicada a la santa de Lisieux también en Auteuil, bendecida en 1930. Otra de las acciones sociales en las que se implicó fue la Unión Nacional de Excombatientes, de carácter benéfico, que aglutinó nada menos que a dos millones de personas.

Es verdad que tenía arte e ingenio para despertar la solidaridad de la gente que promovía con innegable capacidad inventiva. Por ello se le ha denominado «comerciante del cielo». Pero en realidad su fecundidad apostólica se explica fundamentalmente por su insistente oración y fidelísima entrega. Consumido por el amor y extenuado por el esfuerzo continuo que había realizado, falleció en París el 28 de febrero de 1936. Fue beatificado por Juan Pablo II el 25 de noviembre de 1984.